Star Trek Defensor nº05

Título: Si Vis Pacem, para Bellum (I)
Autor: Guillermo Moreno
Portada: Z. Howard 
Publicado en: Noviembre 2013 

La capitana Matsumoto se intenta infiltrar entre los piratas para averiguar como detener los planes del Gorn conocido como Rex el capitán de la Royal Viper. que sospechan que su plan definitivo es el de aunar fuerzas para asaltar Cestus III ¿Lograrán meterse dentro de sus filas y averiguar sus líneas maestras?
…Durante la última invasión la Federación fue sorprendida con la guardia baja, desliz que ha costado muchas vidas y recurso. El alto mando consciente de las fallas en Seguridad y Defensa ha decidido tomar una actitud más proactiva en ese tema; para ello se ha creado el Proyecto: Defensor. Este consiste en una serie de naves y personal dedicados únicamente a garantizar la seguridad y estabilidad de la Federación y sus aliados. Y estas son las crónicas de aquello que han sacrificado todo en pos del sagrado deber…
Gene Rodenberry y Action Tales presentan:
Creado por Guillermo Moreno



I

Fecha Estelar: 58196.0

Bitácora personal de la Capitana Kuriko Matsumoto

No hay peor ciego que aquel que no quiere ver, así reza un refrán de la vieja tierra. Proverbio que actualmente tiene una validez asombrosa. La Federación Unida de Planetas no se encuentra en su mejor momento, y mucho menos la Flota estelar. Nos encontramos rodeados de enemigos, nuestros aliados pasan por dificultades similares, y además nos surgen un sinfín de coyunturas a las que no podemos dar solución.

No me disgusta la actitud que ha tomado el Alto Mando de la flota al incorporar grupos de asalto a las tripulaciones de las diferentes naves. No me ha molestado el hecho de que se gasten recursos en vigilar las fronteras; en capacitar a los cadetes en los rigores de la contienda. No me molesta haber sido enviada a una de las fronteras más alejadas de la Federación. Si bien no llego a ser un utilitarista Maltusiana u Oportunista maquiavélica, estoy de acuerdo que a veces debe hacerse lo necesario para conseguir algunos objetivos. Si hay que seguir las reglas, se siguen. Si hay que saltárselas y limpiarse la nariz con ellas lo hacemos. Porque al final del día la gran diferencia no se encuentra en hacer bien o mal, sino en hacer lo correcto y hacerlo bien.

Tomando en cuenta esto, diré que lo que verdaderamente me molesta es la ceguera. La búsqueda de enemigos a lo interno. La división y la desconfianza, el que nos pisemos la manguera entre nosotros, contrariando aquel dicho terrestre que rezaba: “Entre bomberos no nos pisamos la manguera” (…) estoy muy refranera, pero la sabiduría supera cualquier momento histórico. Además esta es la forma menos soez que tengo de ventilar mis pensamientos, palabras más oscuras y vulgares corren por mi mente.

En este momento me hierve la sangre porque me he jugado mi carrera en pro del bien común. Por el bien de mi misión y temo que dentro de poco inicien una cacería contra mi persona. ¿Por qué? Sencillo. Hace poco envié a varios de mis mejores hombres en una misión encubierta para determinar ¿Qué estaba empujando a los piratas contra nuestra estación y con qué finalidad? Al cabo de poco tiempo llego a mis manos, vía terceros, un mensaje fuertemente encriptado por parte del Teniente Comándate Bolívar. Tuve que desempolvar algunos viejos apuntes y poner en movimiento algunas neuronas que estaban de vacaciones, pero logré hacerme con la información.

Leonardo me revelaba con ella algo que yo estaba temiendo: Quien estaba forzando a los piratas contra nosotros era aquel Gorn conocido como Rex, el capitán de la Royal Viper. Con aquella acción estaba matando a dos pájaros de un tiro. Por un lado creaba una escisión que los piratas de Orión que medraban por el sector, y por el otro nos obligaba a gastar recursos. Pues su plan definitivo es el de aunar fuerzas para asaltar Cestus III.

He proporcionado estos datos al Capitán Walker, quien es mí igual pero es quien se encuentra, en sentido formal, a cargo de la Estación Estelar y de la Flota del Sector. Pero el ha desestimado la información y las proyecciones que hemos realizado a partir de esta información.

Yo no puedo hacerme ni la ciega, ni la sorda ante la información que han conseguido mis hombres, por lo tanto he dispuesto a los miembros claves de mi tripulación en puestos claves dentro de la base y la fuerza de trabajo, con la finalidad de prepararnos para cualquier ataque; mientras yo parto en busca de aliados.

He dejado al Comandante Thalas Rann a cargo de la Flota y mi nave. Le he indicado a la Teniente Tamist, que prepare una serie de planes de contingencia en caso de que la Estación este bajo asedio. Por su parte mi buen amigo y hermano Giussepe debe tener al tono la mayoría de las nave de la fuerza de trabajo, la estación y listos para combate a todos los ingenieros. Me ha soltado su chascarrillo celebre, pues, sin duda, ha sido a él quien le he pedido más. Al Mayor Wallenstein le he ordenado que asuma por ahora los deberes del Teniente Comandante Bolívar. Debe tener al punto no solo a sus hombres, sino a los diferentes cuerpos de seguridad de las diferentes naves. Poco puedo hacer por las milicias, esas quedaran a la buena de Dios o a la voluntad de la gobernadora de Ciudad Pike.

Por último les he dicho que deben hacer todo eso sin llamar la atención y sin abandonar sus deberes. Sé que les pido mucho, pero esos son los avatares del deber.

Matsumoto… fuera.


Kuriko sentía cierta inseguridad. Llevaba mucho tiempo vistiendo su uniforme que se sentía desnuda ahora que estaba vestida de civil. Le tomó unos cuanto segundos calmarse mientras recorría aquel pasillo acompañada de su jefe de seguridad y de aquel extraño hombre que se hacía llamar Gerome Saint-Germain. Ambos la conducían en ese momento por los polvorientos y primitivos pasillos de una destartalada estación espacial que servía de guarida para algunos piratas estelares, y que en este momento fungiría como sala de audiencias para su entrevista con un Señor Pirata.

—Recuerde capitán— dijo Leonardo— Ellos están tan desesperado como nosotros

—Pero nosotros tenemos más que perder

—Cierto— respondió Bolívar— Pero no por ello debe mostrarse débil u obsequiosa.

—Si están esperando que me arrastre, mal van.

—Pero…— intervino Saint Germain

—Pero no seré inflexible, señor Gerome— retrucó ella con una frialdad supina y sin dedicarle una mirada a tan inusual individuo— Prometeré y ofreceré cosas que esté a nuestro alcance.

—Me parece bien— replicó Saint Germain

—Manejaremos con mano izquierda y mano derecha— respondió, esta vez mirando a Gerome— Es hora de demostrar que tenemos la capacidad de inducir confianza, pero también para usar la fuerza.

—Fantástico— replicó Gerome con una sonrisa.


Fecha Estelar: 58196.0

Bitácora personal del Teniente Giuseppe Castellani.

Suplementaria

¡Puerca Miseria! ¡Puerca Miseria! ¡Puerca Miseria! ¡Puerca Miseria! ¡Puerca Miseria! A veces no sé ni porque me molesto. La Capitana Kuriko me impuso una labor titánica y heme aquí cumpliéndola. ¡Lo que hacemos por amor! Diría alguien por allí. De haber sido otro, aun el Comandante Rann, El Teniente Comandante Bolívar o mi buena y muy querida madre los habría mandado a freír espárragos. Bueno, a mi madre no le habría dicho eso, pero me habría hecho el loco. Pero cuando se trata de Kuriko, mi gran amiga, mi hermana, no me puedo negar.

Ella salvó mi carrera hace mucho; y durante nuestra estancia en la academia fuimos uña y mugre, hasta tal punto de que llegaron a pensar que teníamos algo. Tuve que negarlo más de una vez, frente a mis conquistan. He de confesar que eso me valió un centenar de bofetadas y el mote de mentiroso y cínico más de una vez. Y otras veces tuve que reafirmarlo frente a los patanes que, cual buitres que eran, solían acosarla. A veces ser bonita es una desgracia. Con el tiempo y sin darme cuenta, abandone mi papel de protector y Kuriko floreció. O mejor dicho como a mí me gusta decir: a esa rosa le crecieron sendas espinas. ¡Y qué espinas se gasta!

Por esas y otras razones estoy aquí entre conductos y demás, trabajando de más. Lleno de grasa hasta los oídos. Discutiendo sin parar con seis jefes de ingeniería a la vez. Tratando de que todo esté listo por si a las lagartijas sobrealimentadas le provoca ajustar cuenta con la Federación. Pero sobre todo haciendo esto en el más oscuro secreto y soportando los desplantes del Capitán Walker. De verdad tengo ganas de lanzar a ese hombrecito por la esclusa más cercana. Que hombre más molesto, que tipo más inseguro. Si esta es la mentalidad de aquellos que anhelan dirigir la Flota Estelar, sinceramente estamos perdidos.

Castellani… Fuera



El portero era un gigantesco nausicaan al cual Leonardo miró de arriba abajo, mientras lo hacía no dejaba de pensar en lo feo que eran. ¿Sera que los producen en masa? Alcanzo a pensar, pues nunca había visto a uno menudo, enano u obeso. Sin duda eran una especie donde los débiles no tenían
cabida. Se dejo requisar con calma, y observó con la misma parsimonia como este requisaba a su capitana, quien no se inmutó ni un pelín. Aquella mujer estaba realmente concentrada y dispuesta a conseguir las manos extras que necesitaba para defender aquel planeta y llevar a buen término su comisión.

El gigantesco guardaespaldas asintió y la puerta se abrió, mientras él se hacía a un lado. Los tres humanos entraron en aquella sala. De lo primero que se percató el Jefe de seguridad de la U.S.S Hermod, fue que aquella sala parecía haber salido de las mismísimas páginas de las Mil y una noches. Había alfombras, almohadas y tapices variopintos y exóticos por todos lado. El humo de lo que parecían narguiles inundaban la sala, creando una densa cortina tras la cual se escondían rostros cada vez más variopintos y ojos vidriosos. Los cortesanos, porque no les calzaba ninguna otra etiqueta, medraban por la sala y los observaban entre hastiados y divertidos. Y al fondo de la sala, sobre un montón de cojines se hallaba una voluptuosa hembra orión, con sus lacios cabellos oscuros y su piel esmeralda.

Gerome Saint Germain se adelantó e hizo una reverencia a la mujer, esta le observaba divertida.

—Mi señora Verona— dijo— le presento a mis socios: La Capitana Kuriko Matsumoto de la Nave Estelar Hermod y su jefe de seguridad el Teniente Comandante Leonardo Bolívar de la Flota estelar de la Federación Unida de Planetas— finalizó con una sonrisa zorruna mientras unos cuantos cortesanos, que otrora estaban recostados se ponían de pie con sus armas prestas para el combate.


Fecha Estelar: 58196.0

Bitácora personal del Teniente Tamist

Jefe de Operaciones de la U.S.S Hermod

Suplementaria

He de confesar que nunca he tenido mucha fe en mí. Y sigo sin entender porque la Capitana, por su parte, cree tanto en mis capacidades. No sé que le hice a ella, pero siempre me alienta a dar más de mí, y me impone retos que me parecen imposibles. Al final siempre tengo éxito, pero es porque ella está allí. Su ojo vigilante me motiva, aterroriza e impulsa. No deseo fallarle, pero tengo miedo de hacerlo ahora.

Me hace falta, la verdad ya la extraño y estoy realmente preocupada por su persona. No sé a ciencia cierta dónde se encuentra. Aunque sé que ella, a diferencia de mi, le hará frente a cualquier reto con la frente en alto. Es altanera, cínica, pareciera que no tiene miedo ¿Habrá nacido sin él? Quiero pensar que si, pero temo que ella debe sentir más miedo que los demás. Pero a diferencia del resto ella logra superarlo en un tris. De verdad la admiro por eso. Es un ejemplo a seguir, aunque estoy segura que algunos dirán lo contrario.

Por eso no debo defraudarla, tengo de dejar de ser tan cobarde. Ella cuenta conmigo y a pesar de la actitud del Capitán Walker, no pienso amilanarme. Saldré adelante y haré que ella se sienta orgullosa de mí.

Tamist fuera.


— ¡Maldición, Gerome!— exclamó Leonardo, mientras Kuriko lo calmaba.

—Cálmate, Leo— replicó Kuriko

—Sí, refréscate mi precioso— le ordenó la orión al fondo de la sala, a la cual Gerome había llamado Verona— Estamos entre amigos.

—No creo que…

—Lo que crea, chiquitín— le atajó ella— es irrelevante. Lo importante es lo que vamos acordar.

—Cierto— se adelantó Kuriko— Supongo que usted se encuentra al tanto de nuestra situación.

—En efecto— respondió la Señora Pirata.

—Y que ambos tenemos un rival en común. Y que la nuestra relación con él es existencial— la hembra orión asintió de nuevo mientras que con una gesto de su mano la conminaba a hablar— Por lo tanto nuestra alianza es algo… natural.

—Aunque responda a una coyuntura— puntualizó Verona.

—Exactamente— replicó Kuriko— Si Rex tiene éxito, no se contentará con Cestus III y sus rutas comerciales, sino que avanzará por el terreno de la Federación haciéndose con más territorios.

—Quienes salen mal parado son ustedes— comentó Verona.

—Visto desde ese ángulo sí. Pero, por otro lado, seguro que el éxito de Rex alienta a más piratas a unirse a su bando. Tal vez le sigan otros miembros del Sindicato. ¿Me entiende?

Verona gruñó demostrando que había comprendido la indirecta. El éxito del sedicioso ponía en su duda la capacidad de liderazgo de los altos capos del Sindicato; los haría ver como inútiles y débiles. Y la suerte para aquellos que era inútiles y débiles no era placentera.

— ¿Qué propone?

—Su asistencia en la defensa de Cestus III

— ¿Qué ganamos?

Kuriko se mordió la lengua, pues a la mente le había venido una respuesta realmente mordaz. En vez de eso, replicó —Tendrán la primacía sobre el derecho de salvamento de todas las naves en el bando enemigo, con excepción de la nave insignia de Rex.

—Justo, pero insuficiente

—Superada esta coyuntura, le ofrezco paso franco, una vez al mes, por el territorio Federal a sus naves.

—Tres

—Una y no tiente su suerte— replicó Kuriko incapaz de contenerse.

—No sé— dijo ella— No estoy tan desesperada.

—Es una pena— comentó Kuriko, mientras le indicaba a Leonardo, con un movimiento de cabeza, que era el momento de partir—le deseo suerte, Doña Verona, espero que una vez que la polvareda se asiente, se encuentre de nuevo sola en el arroyo y no entre las mandíbulas de un Gorn.


Fecha Estelar: 58196.0

Bitácora personal del Teniente Comandante Mekor

Jefe de Ciencias de la U.S.S Hermod

Suplementaria

He de admitir, sin pena alguna, que la exobiología y la exo- genética no es lo mío. Mi área de conocimiento se encuentra enfocada en la física y la mecánica celeste. Además poseo algunos conocimientos claves sobre tecnología. Pero a pesar de ello no he dudado en hacerle frente a la información que recabamos en aquel pequeño planeta incubadora. La asistencia de la Doctora Azala Dan ha sido inestimable, creo que ella marcó una diferencia a la hora de trabajar.

Pero lo que más me satisface es lo que hemos logrado comprender. Nuestro adversario no es un gorn convencional, dista de serlo. Y aquellos gorns que asaltaron la fiesta en ciudad Pike tampoco eran usuales. Tanto aquellos como el mentado Rex son gorns mejorados genéticamente. Son, aunque no me gusta usar este término, supergorn. Ahora conociendo a esta especie que, al igual que los Klingons y otros, son darwinistas me surgen unas series de interrogantes como ¿Qué buscan al mejorarlos física y mentalmente? ¿Acaso no va eso contra sus principios? La respuesta a esas interrogante es sí, y antes de que cualquiera diga ¿Es que acaso los gorns no pueden adaptarse? Les diré, sin apelar a la historia reciente, que especies tan férreamente tradicionales no alteran sus patrones de forma tan radical en tan poco tiempo. Así que, es muy probable que este cambio de actitud se deba a un factor exógeno.

Estas dudas se aclararon cuando pasamos toda la información por el tamiz del traductor universal. Después de leerlo todo, de atrás hacia adelante, de arriba abajo. Después de analizarlo una vez reposada la información, y nos percatamos que el ADN Gorn había sido mejorado para incorporarle otro material genético. Uno que encontramos realmente difícil de descifrar. Tan completo y complejo que nos dejo duda alguna: los gorn se estaban preparando para hibridarse con una especie muy antigua y muy avanzada. Entonces nos preguntamos ¿Para que una especie tan antigua deseaba cruzar su simiente con los gorn? La respuesta era sencilla, una que había perdido algo que los gorns poseían. Esto indicaba a su vez que tanto Gorn como los antiguos eran, a su manera, parientes.

Con esta idea en mente contrastamos ambas secuencia tomando, por muy raro que parezca, la de los gorn como marco de referencia. Lo que descubrimos helo mi sangre. Aquella especie antigua sufría de un daño genético asombroso que nos permitió llegar a la conclusión de que no podían reproducirse con facilidad. Esta especie estaba valiéndose del vínculo genético que compartían con los gorn para hacerle frente a su posible extinción.

El alcance de sus habilidades, partiendo únicamente de lo que he podido descifrar de su genoma, es portentoso. Son formidables, y sin duda, son nuestros enemigos. No quisiera ser quien se enfrente a la disyuntiva de ayudarles o dejarle morir.

Mekor… fuera.


— ¡Alto!— Ordenó Verona mientras se ponía de pie.
Kuriko se detuvo en seco, no sin antes dedicarle una sonrisa, muy picara, a Leonardo.
—Soy toda oídos
—Es usted, capitana, una mujer realmente atrevida
—Vámonos— le ordenó la aludida a Leonardo.
—Pero también es una mujer valiente; y eso debe alentarse y celebrarse. De cobarde no se ha escrito nada.
—Gracias por los halagos, pero yo deseo una respuesta— replicó Kuriko.
—La respuesta es: Sí, cuente con nosotros — Verona señaló a un macho a su izquierda y dijo— Finiquite los detalles de nuestra asociación con Roldan.
Kuriko lanzó una mirada rápida al mentado para, acto seguido, reiniciar su marcha.
—Ha conseguido un éxito significativo— le comentó Gerome a Kuriko
—Pero me saldrá caro— replicó ella— De una u otra forma la he insultado, y se lo va a cobrar.
—Eso lo resolveremos después, mi capitana— dijo Leonardo henchido de orgullo— Por ahora celebremos, y de que sea mi ojo el que esté atento de la espada de Damocles.
—Ya entiendo porque lo mientan el sabueso— replicó Gerome.

Fecha Estelar: 58215.4

Bitácora personal de la capitana Kuriko Matsumoto.

Suplementaria.

Hemos partido hacia la base estelar con un saco de promesas y tratos. He empeñado mi honra, pero temo que los Oriones no han hecho lo mismo. Debo confiar, pero no bajar la guardia pues, tarde o temprano, se que intentaran darme una puñalada trapera. A mi mente viene, una y otra vez, el relato del sapo y el escorpión. Debo descartar esos pensamientos. Pues la duplicidad pirata no es mi verdadero problema. Son otros, y se han revelado muy grandes.

Nos hemos comunicado con mi tripulación y las noticias que he recibido son algo alarmantes y otras satisfactorias. Por ejemplo, el Capitán Walker se ha quejado de mí ante la Flota Estelar y la gobernadora local, se ha asentado una amonestación permanente en mi expediente. Una mancha que no me quita el sueño; mi reputación ante mis pares no es nada frente a los peligros que están por venir.

Estoy muy complacida y orgullosa de Giuseppe y Tamist, según me contó el Comandante Thalas, se portaron a la altura de la situación. Tengo ojo clínico para el potencial y con ellos no me he equivocado. Por último, lo que sí me ha quitado el sueño es el informe del Teniente Comandante Mekor. Su descubrimiento es terrible. De ser cierto, y sé que lo es, los gorns son unos títeres, pero sobre todo son la punta del iceberg. Hay, allí afuera, alguien con más peso que ellos. ¿Quisiera saber quiénes y como son? Pero sobre todo, necesito saber si alguien dentro de la flota sabe algo sobre ellos. Por eso he dado permiso al Teniente Comandante que divulgué la información entre los científico de la flota y de la Academia de Ciencias en Vulcano. Tal vez alguien se haya topado con ellos o exista algún registros por allí.

Conocer el rostro y el nombre de nuestro adversario nos permitirá saber a que nos enfrentamos. Y así, sabremos a qué atenernos. Esperemos que sus pesquisas tengan éxito.

Matsumoto… fuera.

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