The Spider nº09

Título: La Telaraña De The Spider
Autor: Luis Guillermo del Corral
Portada: Jose Baixauli
Publicado en: Enero 2014

¡El Maestro de los Hombres pasa a la ofensiva y busca respuestas! ¿Cual es el secreto de Armstrong y porque obstaculiza la labor de las fuerzas del orden? Hay secretos que es mejor ignorar. Las repuestas no tienen porque ser agradables...
Su justicia  es rápida, despiadada, y absoluta. En secreto, él es el rico criminólogo Richard Wentworth, pero también es el demonio que aterroriza a los criminales que tienen la fatalidad de caer enredados en su Web de la Justicia. Él es...
Creado por Harry Steeger

Introdujo los pies en los estribos y asió las riendas en el mismo instante que los agentes de la Ley surgían al otro extremo del callejón. Echó la cabeza hacia atrás, riendo como un maniaco y clavó los talones en los flancos del caballo. ¡Haría lo que debía hacerse para la consecución de sus planes!

-¡Arre! -la sorpresa le permitió dejar atrás con suma celeridad a los dos policías uniformados. Confiaba en que no le dispararían una vez su cabalgada le llevase hasta el tráfico de aquella hora y así fue. El problema que tenia ahora era como dirigirse a su siguiente destino. Lo primero era deshacerse del caballo.

Su intención era cabalgar hasta un callejón desmontar, cambiar su aspecto y dirigirse a la estación de metro más próxima. Por desgracia quiso la mala suerte que fuera protagonista de una escena que sus neoyorquinos testigos tardarían en olvidar.

En el momento que su montura giraba a la izquierda con la intención de encontrar un lugar en el que descabalgar con rapidez, ¡un coche de policía surgió de una calle lateral bloqueando su camino!

-¡Deténgase! ¡Queda arrestado por asesinato! -Uno de los policías se plantó en medio de la calle, empuñado el revolver con ambas manos. The Spider no era un jinete acrobático. No se veía capaz de hacer que su montura saltase por encima del agente y el vehículo y seguir galopando.

¡Pero era él quien atrapaba a los demás en su telaraña, no al revés! Siguió cabalgando hasta el último momento. Cuando ya estaba a punto de estrellarse contra el automóvil, ¡tiró bruscamente de las riendas y desmontó arrojándose al suelo! En lugar de detenerse continuó moviéndose, rodando sobre si mismo y levantándose sin parar.

El caballo, extrañado por la brusca perdida de su jinete, estorbó al agente. El enmascarado tuvo de ese modo los preciosos segundos necesarios para sortear el mismo el obstáculo del coche y continuar su huida. Sin embargo, no había tenido en cuenta al compañero que permanecía tras el volante.

-¡Alto Spider! ¡Quedas detenido! -Con medio cuerpo fuera, había aferrado un costado de su capa con ambas manos-. ¡O'Connel! ¡Ayúdame, lo tengo!

Perdería unos segundos preciosos en desabrocharse la prenda y reanudar su carrera. Su código era sencillo, con pocas reglas. No quería agredir a dos agentes de la ley... Aunque lo hubiera hecho en el pasado forzado por las circunstancias. En el extremo de su visión captó el destellar del sol sobre el silbato del policía que aferraba su capa. Sonrió con anticipado deleite y e llevó los dedos a la boca.

¡Y silbó!

Un estridente, agudísimo, punzante chorro de sonido que disparó una entrenada respuesta en el caballo. Relinchando, el animal se estrelló contra el automóvil. Tratando de sortear aquel obstáculo, arrolló al hombre frente a él, que apenas tuvo tiempo de apartarse con un chillido.

El conductor, al ver como los cascos de aquella bestia intentaban aferrarse al coche y pasar al otro lado, soltó de inmediato su presa, tratando de ponerlo en marcha. De un tirón, the Spider se acabó de liberar. Aprovechando la confusión, huyó a la carrera, buscando la protección de los callejones.

Fue más difícil de hacer que de pensar. Los policías, al bloquear de improviso la calzada habían causado una aglomeración del tráfico que aun permanecía. Aferró una de sus pistolas y corrió entre los vehículos inmovilizados, buscando frenético. Cuando por fin lo encontró, encañonó al taxista.



-Conduzca y no le sucederá nada. -Cuando el hombre intentó protestar, levantó el negro metal por toda respuesta. El conductor tragó con dificultad. Su respuesta sonó como un graznido.

-¿Donde? -The Spider le dió una direccióna cuatro calles de un apartamento que usaba como refugio en ocasiones como aquella.

-Mantenga la vista en la calle, no me gustaría tener un accidente.

Una vez más, se veía obligado a huir de la Ley. Tenido por un criminal de la peor especie. Más sanguinario incluso que las despiadadas bandas y desquiciados delincuentes contra los que libraba una solitaria guerra. Tan solo tenía el auxilio de sus pocos aliados.

Como Nita. Esperaba que hubiera tenido éxito en la tarea que la había encomendado. Era de la máxima importancia que lograra el éxito. De lo contrario, actuaría de todas formas, aunque le costar la vida. ¡Los Hijos de Lee tenían que ser detenidos y destruidos para siempre!

-He... Hemos llegado, Mr. Spider. -Antes de abandonar el taxi, el enmascarado metió la mano bajo su capa. Siempre llevaba unos cuantos billetes encima, en caso de tener que recurrir a métodos como el soborno. O para momentos como aquel. Puso doscientos dólares en el regazo del conmocionado chofer.

-Por el viaje y las molestias. Y para que olvide esta calle si habla con la policía.

Aquel piso estaba situado en un barrio con vecinos discretos. Ciegos, sordos y de mala memoria. Ideales si quería mantener un refugio seguro. No lo usaba más que cundo era estrictamente necesario, como en aquella ocasión.

Olía a cerrado, estaba sucio. Daba más la sensación de un abandonado cubil criminal que el refugio del más despiadado azote del submundo de pandilleros y delincuentes. No tenía más muebles que una mesa con una radio, dos sillas y un sofá comido por las polillas. Por suerte, si que tenia electricidad y agua corriente.

También tenía un teléfono que comenzó a sonar apenas cerró la puerta.

-¿Diga? -Al otro lado, escuchó una voz. Siguiendo sus instrucciones, informó sin esperar más indicaciones. Cundo terminó, hubo un breve instante de silencio.- Gracias Nita. Has logrado algo esencial. De momento, quédate en casa. Jackson no es Ram Singh pero te protegerá mientras yo...

Al otro lado del hilo, la voz interrumpió. The Spider respondió con una única palabra:

-Volveré. -Colgó. Esperaba una muy especial visita concertada por la mujer que acababa de llamar. Ahora que sabia que Nita había logrado hacer aquello que la había pedido, él mismo tenia mucho por delante ante de descargar su ira sobre los malvados.

Yves Garou permanecía de pie, apoyado en su peculiar bastón de felina cabeza. El anciano negro era de apariencia débil. Alto, pero no daba la sensación de haber sido nunca alguien de físico poderoso. Sin embargo, era como si el bastón llenara su viejo y gastado cuerpo con un misterioso vigor que no era de este mundo.

-El suyo es un plan arriesgado, Monsieur Araignée.

-Tendrá éxito si hace lo que le digo. No ha de morir ningún inocente más. -Por un momento, la escasa luz de aquel anónimo piso pareció retroceder ante el fulgor de la mirada de l cabeza tallada en el bastón. El anciano adquirió un porte sombrío al escuchar las palabras del hombre al que había pedido ayuda-. Los Hijos de Lee morirán. Tiene mi palabra.

-¡Le creo, monsieur! ¡Pero recuerde mis palabras!

-No las he olvidado. Mis planes no se han visto alterados. Tan solo necesito que su gente haga lo que le he dicho.

Garou asintió, acariciando su alto bastón.

-Sea como usted dice. Los dioses de mis ancestros tuvieron sabiduría al mostrarme el camino a seguir. Es usted un justo y ha hecho mucho bien, ¡lo se!

-No me de las gracias -respondió con sequedad-. Pero dígame. En el restaurante mencionó que la policía se hallaba allí para protegerle a usted. ¿Porque?

-No puedo hablar de ello. Tan solo decirle que el pasado de uno de esos malvados no es tan blanco como él desearía. -The Spider asintió en silencio y dejó que el anciano marchara.

Quedaban varias horas hasta el anochecer. Revisó el kit de herramientas que siempre llevaba oculto en una manga, sujeto a su brazo. Limpió y recargó sus pistolas y pensó que tal vez habría sido buena idea añadir cargadores adicionales a su equipo. Por suerte, le quedaba uno vacío y lo rellenó de inmediato.

Necesitaba descansar antes el que esperaba fuera el enfrentamiento final. Se disponía a tenderse en el sucio sofá cuando de repente, escuchó los gritos en el piso inferior. Unas palabras que suponían un inesperado problema. ¡Que podían ser un obstáculo que ni siquiera the Spider podría superar pese a su habilidad!

-¡FBI! ¡Abra la puerta!

Continuará...


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En el próximo episodio: ¡Contra El FBI!

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