| Título: La Caída de los Panteones (II) Autor: Miguel Ángel Naharro Portada: Sergio Fernández/ Color: Roberto Cruz Publicado en: Enero 2014 ¡Batalla en la ciudad de los Eternos! ¡¡¡Desak, el Destructor de Panteones ha regresado!!! con ansías de venganza y más poderoso que nunca, decidido a acabar con Thor y con los Eternos ¿serán capaces de detener a tan temible enemigo? además, la aparición inesperada de cierto adorador de la muerte... |
“Ha tenido muchos nombres. Vingthor el lanzador, el hijo de la larga barba y enemigo de Hrodr. En su hogar ancestral Hymir le conoce como Veur. Compañero del infeliz Hrungnir le han llamado algunos. Al este del Elvigar, en tierra de gigantes, susurran el nombre de Hloriddi. Su padre le llamaba hijo. Su madre, querido. Y bajo las bóvedas celestes es Thor Odinson, dios del trueno, temor de Jormungand.”
Stan Lee y Action Tales presentan:
Stan Lee y Action Tales presentan:
Creado por Stan Lee & Jack Kirby
Thor aún conmocionado por al violento ataque, se incorporó, poniéndose en posición de defensa, alzando a BadmrHird, el que lleva la tormenta.
Clavó su mirada en el alienígena conocido como Desak, el Destructor de Panteones.
Se alzaba, bullendo de energía y de poder, con un hacha en una mano y una espada en la otra, sus ojos hendían de odio donde posaba su vista.
Parecía aún más temible y lleno de poder de lo que recordaba el señor de Asgard. Y aún así, Thor sentía pena por él. Nunca lo vio realmente como un enemigo, pesé a sus hostiles y sanguinarias intenciones.
En realidad, Desak era una víctima. Dioses crueles en su mundo natal le hicieron perder a su familia, y el deseo de venganza pareció convocar a un espíritu que le ofreció la posibilidad de acabar con todos y cada uno de los dioses del cosmos. Era ese sentimiento de pérdida, el sufrimiento y el dolor padecido por la muerte de su mujer e hijos, lo que movía su mano en cada nueva vida que segaba.
El asgardiano se encaró a Desak y le miró desafiante.
— ¡Detén tu mano, Desak! No quiero enfrentarme de nuevo a ti ¿acaso no fuimos aliados en la batalla contra las hordas de mi hermanastro y sus oscuros amos[1]? —inquirió Thor intentando llegar al alma valerosa que sabía se encontraba en algún lugar del fondo de esa grisácea forma.
Una carcajada estruendosa resonó por las altas torres de Olimpia.
—Fueron las circunstancias las que lo dictaron. Me engañaste, con tus artes malévolas, me hiciste creer que mi mujer y mis hijos volvían a la vida y podía continuar viviendo con ellos ¡Eso jamás te lo perdonare, tronador! Te mataré lentamente para hacerte sufrir cada segundo por ello….[2]
Los ojos de Desak chisporrotearon como ascuas al rojo vivo y se desvaneció. Un segundo más tarde, se materializó a la espalda del dios del trueno, cogiéndole totalmente desprevenido. El poderoso brazo del guerrero alienígena le apresó por la garganta, ahogándole con una fuerza increíble.
Levantó su hacha, dispuesto a usarla contra Thor, cuando este movió con una increíble habilidad su martillo encantado golpeando contra el suelo.
Un trueno se escuchó en el cielo y docenas de rayos golpearon una vez tras otra a Desak. El asgardiano, se apartó con rapidez, llevándose la mano al cuello dolorido, mientras los rayos no dejaban de caer sobre el cuerpo del autoproclamado como Destructor de Panteones.
Se tomó unos segundos para examinar su situación actual. Miró alrededor suyo, donde la mayoría de eternos seguían inconscientes o moviéndose doloridos, sin incorporarse. De alguna forma que desconocía, al ataque asemejaba haber dañado con más dureza a la raza creada hace eones por los Celestiales.
Entre las columnas de humo formadas por las andanadas de rayos llovidos del cielo, surgió como un proyectil la figura de Desak.
Descargó un mandoble con su espada que el martillo Uru de Thor desvió a duras penas.
—Te lo ruego, Desak, no me obligues a hacerte daño, podemos ser aliados…
— ¿Daño? Sólo Desak será el heraldo del dolor y el caos en este día.
Lanzó un nuevo y frenético ataque, el filo del hacha del guerrero cortó levemente un costado del señor de Asgard, lo que aprovechó Desak para golpearle duramente con su pie, lanzando a Thor por el aire, hasta impactar contra una de las almenas, que se destruyó, cayendo sus pedazos y materiales sobre el asgardiano, hasta quedar sepultado bajo sus escombros en su totalidad.
— ¡Hoy morirás, hijo de Odín! ¡Tu sufrimiento solo acaba de empezar! —gritó Desak clamando al cielo con rabia.
Algo se movió con mucha rapidez, cayendo sobre Desak y propinándole un potente y fortísimo puñetazo en la mandíbula que logró sacarle un hilo de sangre.
— ¡NO! Has sellado tu destino en el instante en el que osaste pisar los honorables salones de Olimpia y mancillarlos con tu presencia. ¡Es Ikaris de los Eternos quien te derrotará!
El torbellino de golpes que impactaban contra Desak no le hizo desistir al alienígena. Con decisión, atrapó uno de los puños del eterno cuando iba a darle un nuevo puñetazo, apresándolo y apretando con una fuerte tenaza, haciendo crujir los huesos de la mano de Ikaris, que no tuvo más remedio que inclinar su rodilla ante Desak.
—No te engañes, tú y tu condenado pueblo, será ajusticiados ante el filo de mi hacha, afirmasteis ser dioses en el pasado, siendo adorados como tales y podréis volver a hacerlo, si seguís los designios de los crueles y altivos dioses que tratan a los mortales con desprecio y como si fuesen sus esclavos ¡No merecéis vivir ninguno! ¡Tú serás el primero en caer de tu pueblo! Dales recuerdos a los tuyos y diles que pronto tendrán mucha compañía…
El hacha se alzó, dispuesta a decapitar sin contemplaciones la cabeza del eterno, cuando un estruendo hizo temblar el suelo.
Thor se incorporó, quitándose los escombros de encima y haciendo girar en sus manos su martillo de guerra mágico.
— ¡A eso digo NO! ¡Caerás ante el martillo de Thor aquí y ahora!
BadmrHird voló impulsado por el poderoso brazo del dios asgardiano, ganando fuerza con cada nuevo metro que recorría, hasta finalmente dar con su blanco.
El impacto fue tal, que las ondas de sonido hicieron resquebrajarse gran parte de las edificaciones de la milenaria ciudad.
El martillo regresó de nuevo a la mano de su amo, Y Thor corrió al encuentro de Ikaris.
Desak yacía desplomado por el choque contra el martillo de Uru ¿Habría caído de una vez su enemigo jurado? Ojalá fuese de esa forma.
Ayudó a levantarse a Ikaris, que con un gesto, agradeció la ayuda a Thor.
—Gracias, Thor ¿Quién es este agresor? ¿De dónde ha salido? —preguntó moviendo los doloridos dedos de su mano.
—Es Desak, tiene una cruzada para exterminar a todos los panteones de Dioses de la creación. Es la única meta que tiene en su enfermiza y torturada mente—explicó el Dios del Trueno.
—No conseguiréis… ¡¡Detenerme!!
La voz cavernosa de Desak fue el aviso de un nuevo y letal ataque. Antes de que hubiesen sido capaces de ver que su enemigo aún vivía, el hacha del alienígena trazó un arco hasta el suelo e incrustándose en la misma tierra.
El hachazo fue tan poderoso que sacudió el suelo, creando un pequeño terremoto y una onda expansiva que lanzó a asgardiano y eterno por los aires.
Desak levantó sus dos brazos y cerró los ojos. Pronunció palabras con una máscara de furia que transformaba su rostro en algo aterrador.
—Oh, espíritu de la joya, dame el poder para sobreponerme a mis enemigos, a los dioses opresores y sanguinarios, a todos los que buscan estar por encima de nosotros.
La imagen de una hermosa mujer de cabellos dorados y ojos completamente blancos, se le mostró. Le sonreía. La prometía la victoria.
La joya que llevaba alrededor del cuello soltó relampagueantes destellos carmesíes alrededor del imponente guerrero.
Desak abrió de nuevo los ojos, con el ansía de sangre reflejada en ellos.
— ¡Por la sangre de mis ancestros que no te permitiré seguir consumiendo vidas! ¡Tu cacería de dioses llega a su fin! —gritó Thor preparándose y aferrando con firmeza su martillo.
Los ojos de Ikaris brillaron con la energía cósmica, dispuesto a vender cara su derrota.
Desak hizo una mueca, interpretable como una leve y burlona sonrisa.
— ¡No estaréis solos! ¡Nadie ataca a un eterno sin atacarnos a todos!
El destructor se giró levemente lo suficiente para darse cuenta de que algunos de los Eternos ya se habían recuperado y le rodeaban.
Gilgamesh apretaba los puños, con ansías de entrar en combate, Samson sujetaba su cayado de madera, intentando estudiar a su enemigo. Thena se complacía al ver que Ikaris y Thor seguían con vida. El desviante Karkas, con su aspecto desalentador, se acercaba con potentes pasos a su oponente. El siempre jocoso y divertido Duende, el más joven de los suyos, permanecía serio, sin soltar ni siquiera una de sus respuestas ocurrentes. Todos ellos sabían del peligro al que se exponían. Podían notar el poder sin límites que emanaba del guerrero procedente de un lejano mundo alienígena.
— ¿Pensáis que vuestro número me intimida? Estáis ante quien apiló los cadáveres de los dioses de Eternia, el que decapitó a los dioses-gemelos de Alastor, mi mano fue la que quebró el cuello de la dulce Erenia, la diosa de la nébula… Ningún ser que se cree un dios me da ningún temor, creedme… Además ¡No estoy solo!
El hacha de combate de dos filos del Destructor de Panteones brillaba con intensidad y de su centro saltaron ascuas de energía, lloviendo sobre diferentes puntos de la ciudad.
En pocos segundos, Thor escuchó un ronroneo siniestro y malévolo. Después otro, y se fueron sucediendo hasta convertirse en multitud y sepultar cualquier otro sonido que pudiese ser escuchado.
Era el lamento de la muerte el que se acercaba velozmente hacía ellos.
En los salones del palacio de la ciudad de Asgard, caminaban tranquilamente, mientras conversaban, Brighit y la madrastra de Thor, Frigga.
— Dime, querida ¿Cómo llevas el embarazo? —preguntó curiosa Frigga.
La doncella celta dibujó una sonrisa en su hermoso rostro, llevándose las manos a su barriga, ya muy evidente, de lo avanzado de su estado.
—Perfectamente. Estoy seguro de que él o ella, vendrá perfectamente.
La anciana asintió.
— ¿Crees que será niño o niña?
La diosa celta se quedó pensativa.
—Por Thor, espero que sea un niño, pero a mí no me importaría traer a una niña a este mundo.
Frigga le dedicó una sonrisa reconfortante.
—No debes tener prisa, tenéis mucho tiempo por delante para tener un primogénito. Thor querrá al hijo engendrado por vuestro amor, sea niño o niña. Los reyes desean a un heredero pronto, pero no debes obsesionarte con ello.
Brighit asintió.
—Lo sé. Gracias por el consejo. —dijo sujetándole las manos.
Escucharon unas voces vociferando y unos gritos que provenían de uno de los pasillos contiguos. Alarmadas, corrieron hacía allí.
Una serie de soldados de la guardia de palacio, rodeaban, con sus armas prestas para ser usadas, a una muchacha, apenas una niña, que se hallaba encadenada, vestía pieles que le conferían el aspecto de un troll, pues de esa criatura provenían.
La niña enseñaba los dientes y gruñía amenazante.
— ¿Qué significa todo esto? —gritó Brighit a los guerreros.
Al ver a la reina, se cuadraron ante ella y uno de los soldados se acercó hacía Brighit y Frigga, inclinándose.
—Mi señora… Una partida comandada por Balder el Bravo, encontró a esta salvaje en una cueva de trolls. Vivía como ellos, posiblemente, fue secuestrada y criada por esas desagradables criaturas. [3]
—Por Dana—exclamó Brighit.
Miró a la niña y vio miedo e incertidumbre en sus ojos.
—Apartaros, dejadme acercarme a ella.
El guerrero se quedó petrificado.
—No se seguro, mi señora, es peligrosa…
Le hizo un gesto para que se detuviese.
—Yo decidiré si lo es o no lo es ¿entendido?
El asgardiano tragó saliva y asintió.
Brighit se inclinó sobre la niña salvaje, que se apartó de ella.
La diosa celta, con mucho cuidado y delicadeza, le sujetó una de las manos y se la acarició, poniéndosela entre las suyas.
—Soy Brighit, pequeña, no debes temer nada, nadie te pondrá una mano encima mientras yo esté aquí.
La niña la miró y pareció tranquilizarse. La reina de Asgard y esposa de Thor se levantó y miró a los guardias.
—Quiero que le quiten esas cadenas.
La miraron incrédulos.
—Pero…
—Es una orden. Desencadenadla y que la llevan a unos aposentos dignos, le den de comer y le atiendan unas doncellas de la corte. Esta muchacha es mi invitada ¿habéis comprendido?
Los soldados asintieron de inmediato. Brighit y Frigga se marcharon por donde habían venido.
— ¿Crees que es lo mejor?
La esposa de Thor asintió.
—Es una pobre víctima, quien sabe las penalidades que habrá sufrido, me gustaría ayudarla a recuperarse.
La celta no pudo ver como en el anteriormente fiero rostro de la niña-troll asomaba un atisbo de sonrisa.
cuatro patas, con piel gris, mandíbulas grandes repletas de gran cantidad de cortantes y letales dientes, con prominencias óseas que le surgían por encima de los ojos negros sin vida que se retorcían como cuernos. Eran una especie de sabuesos surgidos de algún infierno sin nombre.
Los animales les rodeaban, merodeando, esperando para lanzarse sobre su presa.
Thor se quedó incrédulo. Desak nunca había usado ningún truco similar en el pasado. Estaba claro que las sorpresas sobre el Destructor de Panteones no cejarían nunca.
—Mis fieles caza-dioses os harán pedazos ¡Atacad sin piedad alguna! —gritó Desak con fervor.
Uno de los monstruosos canes se lanzó contra Samson, que a duras penas pudo contenerlo, colocando su cayado entre sus mandíbulas y su cabeza.
Thena sufrió el ataque de dos de los sabuesos, cayendo sobre ella, una de las bestias le mordió en una de sus piernas, soltando un grito de dolor.
Karkas se enfrentó el sólo a media docena de las criaturas, que saltaban sobre él, mordiendo y clavando sus dientes y sus garras en su dura piel desviante.
Gilgamesh se plantó frente a uno de los monstruos, quedándose su brazo atrapado entre las poderosas mandíbulas del can infernal, que lo apresaba salvajemente.
Duende creó varias replicas ilusorias suyas a su alrededor, como medida de distracción. Lo que no le sirvió de mucho, pues las atravesaban como si supiesen que no eran reales, hasta alcanzarlo.
Varios de los animales enviados por Desak corrían velozmente impulsados por sus cuatro patas en dirección al Dios del Trueno.
Thor apretó los dientes, enfurecido, e hizo girar su fiel martillo en su mano.
— ¡Por Ymir! ¡Acabaré con tus mascotas y luego caerás ante mi justa ira!
El martillo fue lanzado contra las aberrantes bestias, golpeando a una tras otra en el aire, para después regresar. Cayeron a tierra, profiriendo chillidos agónicos, excepto uno, que escapo del ataque de su martillo.
El monstruoso sabueso, echando espuma por el hocico fue al encuentro de Thor.
Sin temblarle la mano, Thor movió su arma en su mano, aplastando el cráneo de la criatura sin ninguna contemplación. La bestia, agonizante, se retorció con convulsiones antes de morir finalmente.
Ocupado con ese sabueso, no vio que otro saltaba hacía él, el impacto lo incrustó con dureza contra el suelo, sintiendo las garras desgarrar su carne y derramar su sangre.
Thor se revolvió, no sin llevarse una dentellada en uno de sus brazos, e introdujo el martillo en las fauces abiertas de la bestia. Un rayo de poder concentrado surgió del de BadmrHird, abrasando por dentro las entrañas de la criatura hasta destrozarla por dentro.
El hijo de Odín, apartó el cuerpo del sabueso casi carbonizado, y su atención se volvió de nuevo sobre Desak.
Para sorpresa de Thor, el guerrero alienígena levantando en el aire a Ikaris, como si apenas fuese más que un muñeco.
¿Cuál era el límite del poder desatado de este enemigo imbatible? Ikaris, líder de los Eternos, descargó el poder cósmico a través de sus rayos ópticos contra el rostro de su captor.
Este lo echó a un lado, como si ya no tuviese importancia.
— ¿Desprecias a Ikaris? Has cometido un terrible error, que pagarás con creces—inquirió el eterno, herido en su orgullo.
Se alzó volando, para lanzarse a un intercambio de golpes contra Desak, quien con un triunfante grito de guerra, hizo lo impensable, asestando un hachazo contra el pecho de Ikaris, penetrando su pecho, del que se liberaron energías contenidas en el interior del cuerpo del eterno, que parecían ir en dirección al titánico Desak, que eran absorbidas con satisfacción por el alienígena.
Thor se quedó sorprendido. Estaba robándole la energía a Ikaris y fortaleciéndose, como un parasito. No podía permitirlo, o estaban perdidos.
Antes de que el señor de Asgard moviese ficha, fue otro elemento quien cubierto de la sangre de los sabuesos que acababa de dar muerte, se dirigió como un rayo contra el Destructor, asestándole un golpe con ambos puños que dejo sin aliento a Desak.
No era otro que Gigamesh, el olvidado, el héroe por excelencia, que había alimentado las leyendas y las historias durante eras.
El vengador eterno, puso en práctica todas las técnicas de combate aprendidas en su inmortal vida, y durante unos momentos, hizo retroceder a Desak.
— ¡He luchado contra monstruos toda mi vida! ¡Nunca me rendiré ante tus sanguinarios intentos por derrotarnos! ¡Soy Gigamesh y soy yo quien te hará probar las amargas heces de la derrota!
Aprovechando el momento, el mismo Thor se unió a su compañero en los héroes más poderosos de la Tierra, y martillo y puños golpeaban por igual, llevando a Desak a tambalearse aparentemente.
El guerrero, verdugo de dioses y terror de los panteones de todo el universo conocido, soltó una risa escalofriante.
—Esta vez no podéis venderme ¡La venganza de los inocentes mueve mi brazo! ¡Los de vuestra calaña morderán el polvo y vuestros cráneos adornaran mi sala de trofeos! ¡Lo juro por la memoria de mis seres queridos!
Desak juntó su espada y su hacha, cruzándolos y comenzó a brillar como una pequeña estrella, creando una cegadora luz que dejó momentáneamente ciegos a todos los que le rodeaban. Las destructoras energías se liberaron como un torbellino de destrucción y caos, cayendo como una ola sobre Thor, Gigamesh e Ikaris.
La fuerza les arrastró, hiriéndoles con cientos de pequeñas heridas y dejándoles completamente aturdidos.
Mientras aún se estaban intentando recuperar de semejante ataque, Desak volvió de nuevo, sin tregua, a enzarzarse en un violento y desmedido combate.
—Si has herido a mis amigos, lo pagarás muy caro, Desak. Aunque tus motivaciones creen ser justas, te has vuelto un ser igual de despreciable y vil que los dioses que acabaron con tu familia—observó
Thor mirando a Gigamesh arrodillado en el suelo, y a Ikaris, con la brecha en su pecho de la que no dejaba de manar energía de forma incontrolada.
—¡¡Arght! ¡Te arrancaré ese corazón aún palpitante de tu pecho, Thor!!
Ciego de rabia, Desak se volvió descuidado, ciertamente, como planeaba el asgardiano.
El hacha y el martillo se cruzaron, chocando las dos poderosas armas con un impacto que hizo saltar chispas de energía, como lenguas de fuego.
Para sorpresa del alienígena, su hacha se partió en dos, sin dar crédito a lo sucedido, no vio venir el siguiente golpe del martillo Uru contra su cara, que le hizo escupir sangre, con la pericia de ser un maestro de las artes de la guerra, su martillo golpeó certeramente en el estomago y plexo solar del alienígena, para en un nuevo y veloz movimiento, que levantó a Desak por el aire.
Thor asestó un martillazo con todas sus fuerzas a su oponente, que se derrumbó en el suelo, con heridas en su rostro, sangrando por varias heridas.
—Ríndete ahora, y te aseguró un juicio justo por tus crímenes ante el consejo de dioses, Desak, si no, solo conseguirás que la muerte te reclame— advirtió Thor señalándole con su martillo encantado.
Desak levantó su cara, con un rictus de locura dominando su rostro, la sangre resbalaba por la comisura de sus labios, sin que pareciese importarle lo más mínimo.
—¡¡Sea!! ¡¡Antes la muerte que la derrota!!
Se abalanzó sobre Thor, sujetando un escudo donde antes llevaba su hacha, y su espada en la otra mano. Golpeó con el borde del escudo el rostro del señor de Asgard, rompiéndole el labio, instantes después, el escudo se movió una sustancia parecida al metal líquido, tornándose una maza ante sus ojos. Desak golpeó con su nueva arma, Thor notó el chasquido de su brazo al romperse debido al impacto y apretó los dientes por el intenso dolor.
Con su brazo sano, dio un codazo en la cara al guerrero, intentando darse un momento de respiro.
De las puntas de sus dedos surgieron haces de energía divina, que envolvieron a Desak como látigos. Tal era el poder del rey de los asgardianos.
Desak no se amilanó, avanzando sin importarle la demostración de poder desatada por parte de Thor.
—No es posible… ¡Deberías haber caído! ¡Nada puede soportar semejante castigo! —gritaba Thor confundido.
—Las almas atormentadas de los que han sido sacrificados por vuestro nombre, de los cuyas vidas fueron diezmadas y llevadas a la desesperación por vosotros… ¡Eso es lo que me llena de poder y me impide ser derrotado! Thor, no puedes hacer nada ante la ira de los justos…
Sintiendo punzadas de dolor por su malherido brazo, Thor se levantó, y sujetó en su mano su martillo. Decidido a vender cara su derrota, lanzó nuevamente su martillo encantado, una de las armas más poderosas conocidas en todo el universo.
Los ojos de Desak brillaron y de la punta de su espada, surgieron ondas que increíblemente hicieron que el martillo fuese perdiendo fuerza hasta aterrizar a plomo, como si fuese un peso muerto, a los pies del brutal guerrero procedente de las estrellas.
Thor abrió mucho los ojos y en su boca se mostro una mueca de sorpresa.
— ¡Sangre de Odín! ¡Es imposible! —exclamó totalmente boquiabierto y sin poder creer lo que acababa de ver.
La silueta de Desak se desdibujo hasta desvanecerse por completo. Su forma se apareció a escasos centímetros de Thor, y antes de que este pudiese reaccionar, sintió como la frío hoja metálica de la espada del alienígena se hundía en un costado, atravesándole hasta salir por el otro lado.
—Y aquí llega el final del poderoso Thor, señor de Asgard…
Desak retiró la hoja, y Thor, cuyas piernas apenas podían sostenerle, se tambaleó hasta caerse unos metros más allá. Se llevó la mano a la herida, de donde no paraba de manar sangre en abundancia, resbalando por entre sus dedos.
—Confiesa las atrocidades que has cometido, arrepiéntete de tus crímenes y tu muerte será rápida, Thor.
Thor alzó la vista y se encontró con los ojos de Desak. El asgardiano, movió su cabeza negativamente.
— ¡Jamás! ¡Thor no suplicará clemencia ante nada ni nadie! Moriré como he vivido, como un guerrero y con honor.
Desak enseñó los dientes con contrariedad.
—Persistes en decir que eres inocente, cuando nadie de tu relea lo es ¡Así sea! ¡Tu mismo has dictado tu destino!
El ruido del mismo espacio retorciéndose sobre sí mismo, de un bucle o agujero en la realidad abriéndose hizo que Desak se volviese. Thor debilitado, apretó la vista, para tratar de ver lo que sucedía.
Ráfagas de energía cósmica surgieron aparentemente de la nada, alcanzando a los sabuesos caza-dioses, hasta convertirlos en montones de cenizas humeantes.
Los Eternos que combatían con ellos se quedaron sorprendidos ante el devenir de los acontecimientos.
Una forma se recortaba envuelta en un aura de puro poder, era una silueta que se sentaba en una especie de trono volante.
— ¿Quién se atreve a desafiarme? —proclamó Desak furioso y levantando su espada contra el nuevo enemigo que había aparecido
El trono flotante se deslizó por el aire y su ocupante mostró una mueca horrenda que podía interpretarse como una sonrisa. La sonrisa de la muerte o de quien la corteja.
Sus ojos negros, como agujeros sin fondo, se clavaron en Desak.
Thor se incorporó, sin dejar de separar la mano de su profunda herida, vio con absoluta incredulidad de quien se trataba su salvador. Ikaris, a poca distancia de allí, y convaleciente por el tajo sufrido ante el hacha del alienígena, frunció el ceño ante lo que sucedía. Todos se quedaron paralizados ante la aparición.
—Thanos de Titán se atreve a todo, pobre aspirante a mata dioses.
¿Qué podría hacer allí el titán loco y que tenía que ver con Desak? Los interrogantes acuciaban al Dios del Trueno a pesar del dolor de sus heridas. Se fijó en el rostro de Ikaris, al contrario que sus compañeros eternos, no mostraba sorpresa ante la aparición de Thanos.
— ¿Thanos? He oído hablar de ti, un semi-dios que se dice es amante de la misma muerte. Otro que caerá ante Desak. —dijo
Desak arrojando su espada contra el trono volante del titán.
Este no movió ni un músculo. La espada quedó suspendida en el aire cuando casi alcanzó el rostro del titán. El hijo de Mentor,
—Muchos han intentado borrarme de la existencia, y sólo mi amada tiene tal poder, ahora sabrás el verdadero significado de entrometerte en asuntos que escapan a tu entendimiento…
Un campo energético recorrió el trono donde se encontraba sentado Thanos y una descarga de energía sacudió a Desak, hasta implosionar todo a su alrededor y crear un cráter.
Tras cesar el ataque, Desak, arrodillado, pero aún con vida, permanecía en el centro del recién creado cráter. Thanos se mostró impasible.
El alienígena se tele transporto apareciendo frente al trono de Thanos, dispuesto a descargar un letal golpe con su maza.
Thanos esperó hasta el último instante, se levantó con una velocidad que Desak no creyó posible, le estrujo la muñeca hasta obligarle a soltar su arma. Entonces la espada del guerrero que se quedó suspendida en el aire por el poder del titán loco, voló hacía la mano de Thanos, para después, con un sorpresivo y contundente tajo, seccionarle el brazo a Desak.
El titán lo soltó, para atravesarle el pecho con su mano, sacándola ensangrentada por el agujero creado. El Destructor de Panteones es lanzado lejos, aterrizando brutalmente en el suelo hasta detenerse.
Con la sangre manchándole por la herida de su miembro amputado y de su pecho, Desak cerró los ojos y rezó.
—Oh, espíritu de la Joya, no me abandones, no dejes que tu humilde siervo pierda esta batalla…
Envuelto en un fulgor dorado, su cuerpo se hizo borroso, sus contornos perdieron claridad, hasta desvanecerse como si nunca hubiese estado allí.
— ¡Ha escapado! —exclamó Thor —. Pero hemos vencido ¿O no?
— ¿Qué haces aquí, Thanos? —preguntó Thena que se acercó junto a Karkas, Duende y el resto de eternos que se hallaban ya del todo recuperados.
— ¿Acaso importa? ¿No os ha salvado Thanos de una muerte cierta?
Thor con pasos lentos y dolorosos, por sus heridas, se inclinó y levantó su martillo. Fuese lo que fuese lo que hiciese Desak, al marcharse había casado. Se lo colocó en su cinturón y señaló al titán con un dedo.
— ¿Qué es lo que tienes que ver en todo esto, Thanos? Tú nunca has demostrado ser altruista por naturaleza, eres un nihilista y te mueves por tus propios intereses.
Thanos se bajó de su trono y se puso frente a Thor.
—Ciertamente, Dios del Trueno. Pero tenemos asuntos más urgentes que mis motivaciones, hazme caso.
Thor torció el gesto.
— ¿A qué te refieres?
Thanos se colocó las manos detrás de la espalda y quedó mirando pensativo al horizonte.
—Desak no está acabado. Se recuperará y volverá aún más poderoso que antes. Es un peligro que no desaparecerá si no acudimos a la fuente de su poder.
Thor miró confuso al llamado titán loco, sin comprender del todo sus palabras.
—Explícate.
—Si queremos detenerlo, tenemos que ir muy lejos… A un lugar más allá de la realidad tal y como la conocemos. Un sitio que era foco de infinitas dimensiones diferentes. Un lugar que las antiguas razas de la creación llamaron Gemmenon…
— ¿Tenemos?
Thanos rió con una escalofriante risa.
—Por supuesto, si quieres asegurar el éxito de esta campaña, tendremos que ir juntos ¡Los dos!
Continuará….
Próximo episodio: ¿Cuáles son las verdaderas intenciones de Thanos? ¿Conseguirán averiguar la verdad sobre el origen del poder de Desak? Todo esto y mucho más en el siguiente número!!
Si te ha gustado la historia, ¡coméntala y compártela! ;)
No hay comentarios:
Publicar un comentario