Los Defensores nº21

Título: ¿Guerra?!
Autor: John Schneider
Portada: Daniel Medina
Publicado en: Junio 2014

Mantis unida a la mente del Vigilante analiza lo que sucede, y tenemos una despedida y un recibimiento... Mientras se fraguan los fuegos de la ¿guerra?
El Doctor Extraño. Hulk. Estela Plateada. Namor. Poderosos guerreros que no encajan en ningun lugar. Cuatro héroes que se reúnen sólo cuando la Tierra se enfrenta a las mayores amenazas. Ellos son el "no-grupo" más famoso de la historia. Ellos son...
Creado por Roy Thomas y Ross Andru

Resumen de lo publicado:La a partes iguales oportuna y sorprendente intervención del Vigilante ha dado un giro radical a la situación. Protegidos por un campo de fuerza, la actual alineación de los Defensores, el temido Dormammu y los soldados Shi’ar no solo han ganado un poderoso aliado, sino también un muy necesario momento de reposo. Su enemigo, la parte de la dimensión invasora que ha quedado tras el cierre de los portales del artefacto también aprovecha esta tregua implícita para evaluar la situación. Su conciencia ha sufrido una sacudida al verse separada del resto y ese no es el único efecto. Sin la conexión con el resto de su ser, se ve obligada a adaptarse a las reglas de nuestra dimensión, un esfuerzo para el que no está preparada. Algo de lo que son plenamente conscientes el Vigilante y Mantis, que hablan en silencio, a través de una conexión psíquica.


- ¿Qué hacemos ahora? - Pregunta inquieto el Exterminador de Demonios, notando como su capa se agita inquieta, deseosa de entablar combate con la entidad invasora.

- Esperar a que nuestra compañera concluya su conversación y nos digan su plan. - Responde el Hechicero Supremo, que ha adoptado una postura de meditación, levitando a un metro de altura sobre el suelo del campo de fuerza.

- ¿Por qué habría de esperar a que esa humana y el Vigilante decidan cómo librarnos de esa peste? Puede que ya no sea el Amo de la Dimensión Oscura, pero no necesito que nadie me diga qué hacer.

- Tu orgullo, temido Dormammu, es tu mayor debilidad. No dudo de tus habilidades, pero hasta tú reconocerás que esa “humana” es especial, y que este tiempo de descanso te viene tan bien como al resto. Todos tenemos límites y negarlos sólo nos conduce a la derrota.

El temido Dormammu frunce el ceño, pero no responde, siendo esto lo más parecido a una rectificación que uno puede llegar a esperar de él. Sin perder de vista este intercambio dialéctico, la Hermana Nada intenta sin éxito imitar la actitud relajada de su maestro y compañero. La cercanía de la dimensión intrusa impide que su concentración dure más allá de unos segundos. Kilowog la observa con gesto afable y se pregunta si no debería acercarse para darle ánimos. Lejos de su hogar y de la batería de poder, no sabe cuánto más podrá mantener el ritmo de sus nuevos camaradas. Ve a Estela Plateada recorriendo el perímetro del campo de fuerza sobre su tabla con una naturalidad sobrenatural y esa sensación se refuerza. A diferencia de los Green Lantern Corps, el ex-heraldo de Galactus, no precisa de una recarga periódica, aunque eso no implica que sus poderes sean ilimitados, un hecho del que es consciente y que le hace ser precavido ante la actual amenaza.

- Escuchad a esta, y pronto podremos afrontar el verdadero problema. - Mantis ha terminado su conversación con el Vigilante y habla con el aplomo y confianza que han llegado a asociar con ella.

- ¿Verdadero problema?, este me parece bastante serio. ¿Cómo nos libramos de esa cosa, dimensión, plaga o lo que sea? - Pregunta sin andarse por las ramas el Exterminador de Demonios, haciéndose eco sin proponérselo de los sentimientos de los soldados Shi’ar.

- Empezarás tú, deja que la capa te guíe y te diga que hacer, confía en ella. Nosotros te seguiremos.

Las sensaciones que acuden al Exterminador de Demonios son encontradas, por un lado sabía que la capa quería actuar, pero por otro lado no quería dar rienda suelta a la capa y descubrir por las malas que estaba mordiendo más de lo que podía tragar. Si bien Mantis tendía por su propia naturaleza a ser críptica y misteriosa, transmitía confianza, la idea de que sabía de qué estaba hablando especialmente si el tema era tan esotérico como el presente escenario. Aparcando a un lado tanto como le es posible sus dudas, se pone al servicio de Mantis. Con más o menos dudas, el resto va acudiendo a su llamada, a medida que los nombra y les indica su parte en el plan, de forma suficientemente vaga para que el invasor no sepa que esperar aunque fuera capaz de entender su idioma pero no tanto como para que el mensaje se indescifrable.

Encabezados por la capa del Exterminador de Demonios, todos los reunidos dentro del campo de fuerza lanzan una ofensiva conjunta cuyo primer objetivo es dividir al invasor y debilitarlo. Gracias a que juegan en casa y que cuentan con pesos pesados del calibre de Dormammu y el Vigilante, pronto la dimensión invasora es desgarrada en decenas de fragmentos, que son mantenidos aislados por campos de fuerza, como los que protegen a sus atacantes de la intemperie del vacío estelar.

Sin conceder un segundo de respiro, concentran su potencial de fuego en los fragmentos hasta debilitarlos lo suficiente para que la capa del Exterminador puede dar cuenta de ellos como un depredador haría de sus presas, que provee a su dueño de las armas precisas para inmovilizar y darle el toque final a cada trozo, adelantándose a sus intentos de adaptarse y usar las reglas de nuestra dimensión a su favor.

El último pedazo es engullido por la capa entre vítores de los soldados shi’ar, aliviados ante el final de esta amenaza. En cambio, sus aliados ya están pensando en el siguiente paso, aunque no todos participarán como está a punto de descubrir Kilowog.

El Vigilante señala el miembro de los Green Lantern Corps y con un tono neutro de voz dice.

- Ha llegado el momento de que regreses a tu hogar, tu presencia aquí es peligrosa, aunque a diferencia de la entidad que acabamos de eliminar, tus propósitos son nobles. Por ello, sabrás que digo la verdad.

- Lo sé, nunca ha sido mi intención quedarme para siempre aquí, pero tampoco quiero dejar tirados a mis nuevos aliados.

- No te preocupes, has participado en esta batalla con honor y debes saber que otro héroe ocupará tu lugar, aunque ni él mismo lo sabe ahora. Es mi deber hacérselo saber, así como devolverte a tu hogar.

El hechicero supremo acaricia su icónico bigote con extrañeza.

- ¿Qué impulsa a un Vigilante a seguir tomando parte activa en este conflicto una vez eliminada la dimensión invasora?

- Como he dicho, la presencia de vuestro compañero supone un riesgo en estos momentos, por lo que debe regresar a su hogar. Pero tampoco puedo debilitar vuestras filas, puesto que el artefacto que trajo a esa dimensión es la verdadera amenaza y ha regresado junto a sus creadores, a los cuales ya conocéis.

- Bueno, pues entonces nos despedimos de Kilowog, ha sido un placer conocerte, tío, y luego, ¿qué?

- Vuestra compañera os lo dirá, ella sabe lo que hay que hacer. Es una criatura formidable.

La despedida es tan breve como sentida. Kilowog les desea la mejor de las suertes y les dé las gracias por haberle acogido como uno más en sus filas. Los Defensores y los shi’ar le desean un buen viaje y que la fortuna le sea propicia en su hogar. El temido Dormammu guarda silencio, considerando que esas muestras de amistad están muy por debajo de él. Para el antiguo señor de la dimensión oscura sólo existe un pensamiento que ocupa y dirige su mente, la Venganza. Ya no del Doctor Extraño, con el que se ha visto obligado a formar una alianza temporal, sino contra los que tuvieron la osadía de introducirle en sus “juegos” como un mero peón más, en vez de implorar su ayuda.

El Vigilante y Kilowog se desvanecen, dejando al resto una vez más en un campo de fuerza único. Antes de que el temido Dormammu pueda manifestar su impaciencia, Mantis señala a un punto en la lejanía. Al principio son un grupo de luces diminutas, pero a medida que se acercan los shi’ar las reconocen como naves compatriotas y hacen señales para que los reconozcan como aliados.

Mantis no parece compartir la felicidad de los soldados y Stephen Extraño, que al igual que el resto de los Defensores, se ha dado cuenta, le pregunta.

- ¿Qué te preocupa? Ahora podremos ir a una base shi’ar e informarles de la creación del Hechicero.

- Y les dirán que los Kree patrocinan al Hechicero, ¿qué crees que pasará entonces?

Extraño medita no tanto la respuesta como qué pueden hacer y el Exterminador de Demonios rompe el silencio con la palabra que están todos pensando.

- ¿Guerra?

Estela Plateada, que sigue con la mirada la trayectoria de las naves, asiente.

- Kree y Shi’ar son dos grandes potencias, el artefacto es un elemento desestabilizador que puede provocar una guerra entre las dos, que arrastre a otros imperios. Puede ser una catástrofe. Debemos parar al Hechicero. Cueste lo que cueste.


De vuelta en la Tierra, Namor supervisa a pie de obra la reparación de los daños causados por la crisis con la “Tierra nazi”. Van más despacio de lo que le gustaría por culpa de la lenta burocracia, a veces le gustaría agarrar por el cuello a la multitud de funcionarios, políticos, constructores, sindicalistas… con los que se ha tenido que reunir para poner en marcha las obras y arrojarlos en medio del océano, aunque descarta la idea siempre al momento de concebirla. Sería contaminación, y en algunos casos, de la peor clase.

Pero aunque cubrir papeles por triplicado y ver cómo los costes no dejan de subir, eso es no es la principal preocupación en la mente del monarca de Atlantis, pues Bethany Cabe ha hecho esa labor más tolerable. Lo que realmente le quita el sueño a Namor es por un lado su grupo, del cual no tiene noticias, y por otro lado, Bruce Banner, sobre el que mantiene una discreta vigilancia. No porque no se fíe de su compañero, su desconfianza de es de la raza humana. Sabe muy bien que no dejarán tranquilo a Hulk. Tarde o temprano irán a por él y le culparán de lo que sucederá cuando se defienda. Es un ciclo que creían haber roto, pero ahora, fuera de los Defensores y solo, parecía inevitable.

Los obreros le miran con una mezcla de curiosidad y temor, algunos recuerdan sus ataques al frente de las tropas atlantes y la mayoría han leído sobre ellas en artículos sensacionalistas. Uno, en cambio, tan sólo simula ser uno más entre la plantilla contratada por el ayuntamiento y Oracle. Su objetivo es vigilar a Namor e informar a sus superiores de cuando se encuentra siguiendo las tropas. Pues con el Hechicero Supremo de viaje, el edificio Tempo es un objetivo más apetitoso de lo habitual.


Ante el Acusador se extiende un mapa en el que aparecen como puntos de luz azul los lugares en los que han ido actuando el Hechicero y Dynamic Man, con las soldados kree a su cargo. El último punto es donde probaron el artefacto. Señalándolo con una leve sonrisa de satisfacción dice.

- Los shi’ar han recogido a esos héroes terrestres y esa criatura de otra dimensión y por lo que sabemos los llevan a una base militar. Seguramente les espera alguien de la Guardia Imperial. En ese caso, habremos logrado uno de nuestros objetivos, conseguir su atención.

- Mi creación sirve para mucho más que para atraer las miradas de esos pájaros. - Reprocha el Hechicero, sin lograr ocultar a nadie que ha sentido herido su orgullo. Si bien pudo hacer el artefacto gracias a la tecnología Kree, está convencido de que sólo su genio lo hizo posible. Dynamic Man, en cambio, opta por una postura mucho más pragmática y consciente de los riesgos que acarrea el artefacto, prefiere que ignoren sus aportaciones al mismo.

- Lo sé. Esta demostración fue vistosa y efectiva, pero para la siguiente acción, necesito más fineza y control.

A un gesto de su arma, el mapa se centra en un sistema solar habitado, en territorio shi’ar suficientemente alejado de la frontera como para que sus habitantes se sientan a salvo. Una ficha muestra información sobre la población y las rutas comerciales. La presencia de soldados es la justa para mantener a raya a piratas y otros criminales.

- Quiero ese sistema solar, será la cabeza de playa de nuestra invasión del Imperio Kree. Cuando hayamos triunfado, la Inteligencia Suprema nos recibirá con honores en Hala. Pero lo quiero lo más intacto posible, un montón de rocas a la deriva no me sirve de nada. Y siervos, que esos perros shi’ar se arrodillen ante nuestra superioridad.

"Los soldados kree, tanto tradicionales” como Ruul, aplauden y vitorean al Acusador. Comparten sus sueños de aplastar a los shi’ar. Sus recientes victorias sólo han alimentado su hambre, ciertos sucesos que desean olvidar a toda costa y acabaron provocando la aparición de los Ruul, pesan aún en sus corazones. Los ojos del Hechicero se encienden como pequeñas hogueras, mientras que Dynamic Man suspira y se pregunta por qué siempre acaba con chiflados megalómanos, pero al instante matiza su opinión reconociendo que no le está yendo mal con el mago.

- No se preocupe, ese sistema solar será suyo. Mi gloriosa creación hará la mayor parte del trabajo. Cuando sepan lo que les ha caído encima, la bandera del Imperio Kree ondeará sobre sus cabezas.


A bordo de la nave shi’ar, los Defensores estudian qué hacer cuando lleguen a su destino, una base militar en la que están reuniendo tropas con un objetivo más que evidente. Otro asunto que les preocupa es el temido Dormammu.

- ¿Podemos fiarnos de su palabra? “No necesito un vehículo primitivo ni soportar vuestras tediosas discusiones, acudiré a la batalla. Hasta entonces, adiós.” ¿Quién sabe a donde llevaba ese portal que abrió? - El Exterminador de Demonios está acalorado, en momentos así se siente el único tipo normal en el grupo.

- Tu capa lo sabe y si le escucharas más a menudo, tú también lo sabrías. Ha ido a una dimensión cercana a restaurar sus poderes, una lugar neutral, lejos de su dimensión oscura. Nuestra preocupación ahora mismo es evitar una conflicto entre dos imperios galácticos, como mínimo. - Stephen Extraño muestra un postura más calmada de lo que realmente siente, porque no quiere que la Hermana Nada se ponga nerviosa.

- ¿Y cómo podemos hacer tal cosa? Tanto los kree como los shi’ar quieren ir a la guerra, y sinceramente no creo que ninguno de los aquí presentes podamos hacerles cambiar de opinión. Y eso que Mantis tiene una capacidad sorprendente en ese sentido…

Una alarma corta en seco al Exterminador de Demonios, las naves shi’ar han detectado algo, un objeto pequeño vagando sin rumbo. Estela Plateada deja la nave por la salida más cercana y es el primero en identificarlo. Hace una señal para indicar que no es una amenaza y otra a sus compañeros para recordarles lo que les comentó el Vigilante antes de desaparecer con Kilowog. Perdían un componente y ganarían otro. Ante ellos está ese nuevo miembro, inconsciente, dentro de una cápsula de origen desconocido. En cambio el ocupante es un viejo conocido, tanto para los Defensores como para los shi’ar. Es Richard Rider, también conocido como Nova.

- Ahí tienes la respuesta. - Dice tan enigmática como es costumbre en ella Mantis.

Continuará...


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