Daredevil nº03

Título: El secreto de Victoria (y II)
Autor: Jose Antonio Martínez
Portada: Conrado Martín
Publicado en: Febrero 2015

Tras interrogar a Ojo Rojo, Daredevil se dirige a la mansión cathrain, donde se cruzan todos los caminos en un final épico y sorprendente; ¿es Matt Murdock un ser semidivino?
Vive en una noche eterna, pero la oscuridad está llena de sonidos y olores que otros no pueden percibir. Aunque el abogado Matt Murdock es ciego, sus otros sentidos funcionan con una agudeza sobrehumana... Abogado de día, vigilante de noche... El Hombre sin miedo
Creado por Stan Lee y Bill Everett


Mansión Cathrain, a media mañana:

La noche es eterna en el interior de la casa abandonada. Como en una vieja fotografía, todo parece congelado en el tiempo. Anclado en un esplendor cubierto ahora por el polvo. Un fino rayo de luz rompe la oscuridad, al principio temeroso, para luego agrandarse poco a poco. En la entrada, la cabeza de un joven asoma, precavida.

- ¿Ho-hola? -pregunta Liam, deseoso de que nadie le conteste.- ¿Hay alguien?. "Siento lo de la cerradura”, piensa.

No hay respuesta. Entra y cierra la puerta tras de sí. Saca su smartphone, enciende la linterna, y se adentra en el pasillo que lleva hasta las escaleras y el salón. Tarda una eternidad en dar cada paso. Le tiemblan las piernas y las manos. Aún así no se detiene. No sabe si es curiosidad, pero no puede darse la vuelta y salir corriendo de allí. Aunque así se lo dicte una parte de su ser.

Otra parte, más racional, le dice que no hay de qué tener miedo. Que lo que escuchó la otra noche fue producto de su imaginación, como le dijo la policía. Que Barney estaría por ahí, asustado, escondido en algún lugar. Mientras avanza, ojos cubiertos de suciedad le observan desde los cuadros que adornan el pasillo. Alumbra algunos de ellos al pasar, y se fija en que, a partir de la mitad, sólo hay imágenes de mujeres. Todas muy parecidas entre sí.

Llega a un gigantesco salón, con una pared cubierta de vidrieras con símbolos heráldicos. Se aproxima a una mesa de banquetes, situada junto a una gran estantería, y deja un surco en los espesos residuos al pasarle el dedo. “¿Qué coño estoy haciendo aquí?”, reflexiona. Pero ya está dentro, y el atractivo de la indagación tira de él hasta el otro extremo de la estancia. Hay un acceso que le parece da a la cocina, y junto a él, la escalera.

Liam dirige el foco de luz a los viejos peldaños de madera que ascienden hasta adentrarse en la negrura. El pasamanos está labrado con formas de plantas repletas de agujeros de carcoma. Sin atreverse ni a tocarlo, el muchacho alza un pie para comenzar a subir cuando las ve; pisadas. Hay unas huellas de zapatos en el polvo, pero sólo desde el quinto escalón en adelante. “Curioso...”

Se detiene, con la extremidad aún flexionada, absorto. La mano izquierda evita que se le escape un grito; “Alguien ha estado aquí. ¡Lo sabía!”. Recuerda a su mascota, y en cómo se rieron de él aquellos agentes. Con el convencimiento de la razón de su parte, se predispone a continuar cuando…

##¡¡BZZZZZT BZZZZZT!!##

El mensaje pilla por sorpresa al invasor. El teléfono deja de vibrar. Respira un par de veces para recuperarse del susto y continúa el ascenso, ignorando a quien sea que le escribe ahora. Otro peldaño más…

##¡¡BZZZZZT BZZZZZT!!##

De nuevo. Se detiene y accede a los mensajes. “¿Qué haces en mi casa, niño?”. El corazón se le hiela al leer el primero. No se atreve a abrir el segundo, y aún así lo hace. “¿Has venido a por tu perrito?”. El pulso se le acelera, y un sudor frío le desciende por las patillas y la nuca. Está petrificado.

##¡¡BZZZZZT BZZZZZT!!##

“Sal de ahí…”

##¡¡BZZZZZT BZZZZZT!!##

“¡AHORA!”

“¡¡¡RRRROOOOOAAAAAAARRRRRRHHHGG….!!!”

Un rugido, vomitado desde lo alto de la escalera, casi revienta los tímpanos de Liam. Se le cae el móvil al suelo, con la linterna encendida apuntando hacia el techo. El joven sale a la carrera entre gritos histéricos, golpeando los muebles a su paso entre tinieblas. El corazón le late desbocado. Tantea con las manos las paredes del pasillo para ir recto. Cae un par de cuadros en su huída y, al fin, alcanza la puerta. La luz...

El sol deslumbra a Liam, que trata de proteger sus ojos con un brazo. Sin esperar a recuperarse de la ceguera momentánea prosigue su carrera desenfrenada. A tientas baja la escalinata, y cuando pone el pie en la acera, algo en su camino le detiene de golpe. Se desploma por el impacto, aunque no sabe contra qué ha chocado.

Desde el suelo, enfoca la vista y acierta a ver una figura envuelta en sombras por el sol a sus espaldas. Una silueta imponente, regia, coronada por dos pequeños cuernos. Tiene la cabeza girada en dirección a la vivienda, dejándole un perfil pétreo. No necesita ver la doble D del pecho para saber quien está frente a él. Daredevil tiene sus sentidos trabajando a pleno rendimiento: escucha, huele, siente. Aísla los latidos desenfrenados del joven y la respiración tan agitada que casi le oculta el resto de sonidos.

- ¿Qué hacías ahí dentro? -inquiere, sin cambiar el gesto, El Hombre Sin Miedo-

- B-buscaba a mi perro, señor. La otra noche se me escapó, y entró en esa maldita casa. -no se atreve ni a levantarse sin su permiso-

- El allanamiento es delito, chico. -sermonea, sin dejar de prestar atención a todo cuanto le rodea-

- L-lo siento. Yo… ¿Qué otra cosa podía hacer? -se agita desesperado, no ante la idea de ir a prisión, sino por el hecho de que el Protector de la ciudad pudiera verlo como un delincuente- Fui a la policía y se rieron en mi cara. Me dijeron que ese domicilio estaba abandonado y… -se para, recuerda aquella noche, y prosigue- ...también están las voces. Los gritos…

Liam le cuenta lo mismo que les dijo a los agentes. Aquellas palabras que no puede borrar de su mente. Se busca en los bolsillos, pero entonces cae en que el móvil está dentro. Allí tiene anotado lo que escuchó para que no se le olvidase.

- Era un idioma muy raro… No pude entender nada. Solo eran… palabras sueltas… “Deramjain nosequé fola…” No me acuerdo… Tiene que creerme.

- ¿Has cogido algo? -cree la historia del chaval, pero podría haber tomado el libro por accidente o error-

- N-no, señor. Se lo prometo. Jamás se me ocurriría robar nada…

Matt tiende una mano y le ayuda a levantarse.

- Vete a casa. Y no te preocupes, -comienza a subir hacia la puerta- si encuentro a tu perro te lo entregaré.

- No entre ahí, por favor. Barney se ha ido para siempre y... -se le escapa un sollozo- Hay algo muy malo en esa mansión, algo que da realmente miedo…

- Yo no tengo miedo, -sentencia, sin girarse ni detenerse- lo provoco. -y la lobreguez lo engulle.


Sus pasos son tan livianos que apenas tocan la madera del suelo. Avanza con el pensamiento de que, pese a la evidente antigüedad de toda la residencia, y de la puerta en particular, la cerradura le había parecido bastante moderna al tacto. Las penumbras que le rodean no le suponen ningún problema. Le daría igual que el sol entrara a raudales por las ventanas.

“La vieja Mansión Cathrain”, recuerda, “en pleno corazón de Hell´s Kitchen”. Matt la conoce desde que era un niño que correteaba por esas calles, antes del accidente que lo transformó para siempre. Ya entonces estaba vacía, pero los otros críos le contaban historias para asustarlo. Le decían que allí vivía una vieja huraña, y que se comía a los niños que se atrevieran a entrar en su casa. Nunca le gustó demasiado pasar por ahí cuando aún podía ver…

Sus sentidos no detectan nada en la planta baja. Está solo. Se esfuerza en aislar el fuerte olor a sudor mezclado con desodorante del chico que había salido corriendo. Entra en el salón, y detecta una gran estantería. “No va a ser tan fácil", se dice, “pero es necesario descartar lo obvio primero”.

“Una vivienda abandonada parece, a priori, un buen escondite para un tomo antiguo. Pero, ¿quién lo ha guardado allí? ¿Para qué lo quiere Kingpin? ¿Que hay escrito en él?”
Todas aquellas preguntas siguen dando vueltas en su cabeza desde que lo supo. Tiene que encontrarlo antes que Fisk. Mientras explora la librería polvorienta, nota un tenue regusto ferroso en el paladar.

“Sangre…”.
Guiado por sus instintos, abandona la búsqueda y se encamina escaleras arriba. Cada vez lo siente más. A media subida, localiza las ondas que emiten los aparatos electrónicos. Daredevil se agacha y recoge de un escalón el móvil de Liam. Tras guardarlo con cuidado, reemprende la marcha, como un sabueso que ha encontrado un rastro y no lo puede dejar.
Llega a la primera planta de la vivienda. Vacía. La construcción es estrecha, pero con tres pisos que aprovechan muy bien la profundidad. Los techos, altos con vigas de madera, intentan dar sensación de amplitud, aunque para los sentidos del héroe ciego, aquellas paredes tan próximas y verticales le recuerdan más a un laberinto. Se concentra en todo lo que le rodea a medida que entra en las diferentes habitaciones y estancias. La sangre le guía hacia unas pequeñas escalinatas que le invitan a visitar el segundo piso.
Recuerda que su padre le contó historias que, a su vez, su padre le había contado a él sobre los Cathrain. Al parecer era una importante familia irlandesa con siglos de antigüedad, fragmentada por un legado como tantas otras. A principios del siglo XIX, una parte de los de ella emigró a Estados Unidos, se dice que deshonrados, y se asentaron en Nueva York. Levantaron la casa a imagen de las que su familia había tenido en Irlanda en épocas de bonanza, y para ello empeñaron hasta lo que no poseían.
Acuciados por las deudas y devorados por la expansión, vendieron partes de la suntuosa propiedad poco a poco. Sólo les quedó lo que se conserva hoy. Al poco tiempo de aquello desaparecieron todos sin dejar rastro, pero hace unos cincuenta años, surgió una mujer clamando ser la legítima heredera de la dudosa fortuna de los Cathrain; la señora Darge Avartagh. Se mantiene centrado en sus sentidos mientras sube, sigiloso. El rastro se acentúa. Allí ha pasado algo, y no ha sido hace mucho...

Tras la pista de Ojo Rojo, investigando el nombre de la antigua propietaria y buscar conexiones, llegó hasta una descendiente de aquella señora a nombre de la cual constan actualmente todas las posesiones de la familia, tanto en Irlanda como en América. Una joven que, al parecer, se maneja muy bien entre la alta sociedad neoyorkina.

Sin olvidarse del Libro de la rosa, Daredevil sigue el rastro hasta la última planta...



- Entonces, cuéntame querido… -camina por la calle como si lo hiciese por una pasarela de moda y miles de flashes inmortalizasen cada paso que da- Todavía no me has dicho quién podría querer un cuchitril decrépito como esa casucha…

- Err... -Foggy se afloja el nudo de la corbata mientras trata de aguantar el ritmo que marca Victoria- Como bien sabe, Sra. Fhola...

- Señorita… -le corta-

- Eeehhh... Señorita, claro. -corrige- Como bien sabe, Srta. Fhola, existe un deber de confidencialidad entre abogado y cliente que en este caso…

- Claro, cómo no… -atiende su teléfono móvil, que vibra en un bolsillo de su gabardina- Por cierto, ¿y tu socio pelirrojo? -contesta los mensajes y lo vuelve a guardar-

- ¿Q-quién? ¿Matt?

- ¿Tienes otro? -vuelve a prestar atención a su smartphone- Tu colega es bastante conocido en los círculos en los que me muevo. -mira por encima de sus gafas oscuras a su acompañante, y vuelve a lo que estaba- “Ese puto marginado le sacó una buena pasta a mi empresa por los daños causados a su hijo. Un abogado ciego de Hell´s Kitchen lo representó de manera implacable…” -imita un tono de voz masculino mientras teclea- No hay muchos abogados ciegos en Hell´s Kitchen… ¿Verdad, corazón?

- Bueno, él está… Ya sabe… -mira al suelo para encontrar las palabras adecuadas- Se involucra mucho en aquello de “defender al oprimido y castigar al opresor”. Ahora mismo está enfrascado en uno de esos asuntos que…

- Ya estamos llegando. -interrumpe de nuevo- Un par de manzanas más y seguro que, en cuanto la veas, no es que no se la compres a tu importante clientela, es que ni tan siquiera te atreverás a entrar, gordito mío...

- En realidad, como ya le dije, no hacía falta… ¿”Gordito mío”? -tras quedarse helado, vuelve a acelerar el ritmo para no quedarse atrás- Err... Señorita, no era necesario venir a ver la propiedad. Esto podríamos haberlo resuelto en el despacho. O tomando un café. O en una cena en… ¡Eeehhh! -los planes de futuro del abogado son interrumpidos por un chico a la carrera que le empuja- ¡Te vas a matar, niño!

Los ojos ocultos tras las lentes de Victoria siguen al chaval hasta que lo pierde de vista. Ella y el abogado giran una esquina y, cuando han llegado a la mitad de la calle, la mujer se detiene. Foggy reacciona dos pasos tarde. Da marcha atrás y se sitúa a la altura de la atractiva aristócrata, que contempla la acera de enfrente. El sol se brilla en los cristales de sus gafas, y su luz ensombrece aún más el otro reflejo. Una vieja morada con oscuras columnas retorcidas a los lados de las ventanas.

El abogado imita el gesto, se gira, y la admira en toda su decrépita gloria. Recorre con la vista la escalinata, sube por la fachada, las cristaleras, los barrotes enmarcados en piedra tallada. La cornisa, adornada con modillones con forma de S invertida, le recuerda a la torre de un castillo. Jamás se había detenido ni un segundo en los detalles de esa construcción, pero ahora su apariencia le sobrecoge.

Cruza la calle, absorto, junto a la propietaria. Entonces, vuelve la vista abajo. A la entrada. Tan abstraído estaba, que no se percató de algo que le puso las tripas del revés; la puerta está abierta.

- Eeh… ¿Sabe qué, Srta. Fhola? -traga saliva cuando se da cuenta de que ya ha comenzado a subir la escalinata- Tenía usted razón… -se detiene- Tenía usted toda la razón. -se da la vuelta, agarrándose a la balaustrada para no caer- No quiero entrar ahíaaaahhhhhhgggg… -y lo último que ve Foggy es una mano elegante que se dirige hacia su cara.


Mientras, sobre el tejado de la mansión:

- Todo está dispuesto, señor.

- ¿Ya lo tiene? -la voz suena distorsionada por el altavoz-

- Aún no, pero es cuestión de tiempo, señor. Ese hombre estuvo en el infierno y volvió… -hace una pausa. Medita. Busca el convencimiento en su interior- Ha de ser él.

- Sus cuentos de fantasía me dan igual, Sr. O´Keane. Hasta ahora he confiado en su instinto, pero ya conoce su objetivo. Más le vale no fallar. -y cuelga-

Garth guarda su teléfono en el bolsillo interior de su chaqueta, y se vuelve a asomar a la cornisa. La gente pasea aprovechando los últimos minutos de sol, despreocupada, mientras el mundo cambia a sólo una mirada de distancia. Un leve giro de cabeza para ver qué pasa con esa mujer tan estilizada y aquel pobre hombre regordete, que se ha desplomado unos minutos antes.

Se gira, toma del suelo una larga y pesada bolsa negra, y se sitúa justo sobre el punto central geométrico del edificio. Se arrodilla, despacio, y abre la bolsa. Una a una, saca del bolso piedras negras redondas, con suavidad, hasta que las tiene todas fuera. Coloca las manos sobre ellas sin tocarlas, como quien se calienta junto a una hoguera, y comienza a entonar extraños cánticos. Ancestrales ritos olvidados en el tiempo.

- ¡Go mbeannaí Dia clochán! -repite O´Keane, con los ojos cerrados, mientras pasa las manos por todas las piedras- ¡Go mbeannaí Dia clochán!

Con aquellas palabras como un mantra, sitúa las rocas, con delicadeza, una al lado de otra al principio. Una vez tiene una base cuadrada, sitúa otra más pequeña sobre ella. Se toma su tiempo. Al final, corona la pequeña pirámide con una gema blanca, que bendice con un beso antes de depositarla.

Introduce la mano de nuevo en la bolsa y se levanta con el Filo de Luna empuñada; una majestuosa espada claymore, grabada con runas célticas, y forjada en la sangre hirviente de los Siete Druidas. La alza a un cielo que se cubre de nubes a medida que se termina el día. El acero brilla.

- ¡¡Imeoidh sibh faigh bás, bhean droc fhola!! -clama al viento mientras con la otra mano se rasga el traje, dejando ver una armadura bajo ella, repleta de símbolos protectores gaélicos- Por mis ancestros, espero no equivocarme.



En un rincón de la buhardilla, Daredevil está agazapado. Toca el suelo con dos dedos y se los lleva a la nariz.

- Aquí es.

Los restos de sangre son recientes, pero escasos. Tampoco puede determinar con exactitud si son humanos o de cualquier animal que se refugiase allí. “Animal”, se repite. “Un animal, como un perro...” Quizá aquel chico tenía razón y algo le pasó a su perro, pero tiene un asunto más importante que atender. La última planta de la casa es diáfana. Sólo detecta las columnas que soportan el peso del edificio y viejos muebles cubiertos por sábanas blancas.

Se incorpora para investigar la estancia en busca del Libro de los Secretos, cuando un objeto voluminoso cae a sus pies, inerte. “Foggy, no...”, la loción de afeitado de su amigo es inconfundible.

- Vaya, Rojo, ¿me dejé algún resto? Lo siento, -dice Victoria Fhola desde la puerta de la habitación- es de mala educación dejar comida en el plato. -se quita las gafas de sol y los zapatos, y camina hacia su visitante, sensual, lasciva. Se contonea con movimientos fluidos, suaves, ligeros- Si querías ver mi mansión sólo tenías que pedírmelo, cariño.

- ¡Tú …! -detiene su furia y atiende a su amigo inconsciente- ¡Foggy! ¿Foggy, qué haces aquí? -el corazón le late débil, pero está vivo-

- Ah, venga… Si casi ni le he tocado. Se desmayó del susto antes de hacerle nada. -se desabrocha la blusa con elegancia a medida que avanza, hasta mostrar su torso desnudo- Pero ya que estamos, supongo que dos siempre es mejor que uno, ¿no crees? -comienza a quitarse los pantalones-

- ¡No des un paso más! -saca los bastones de la funda en su muslo- Dime dónde está. Dame el libro y no te haré mucho daño.

- ¿El... el libro? ¿No estás aquí por lo de esos inversores “importantísimos” que el gordito no paraba de repetir? -imita la voz del compañero de Matt, tratando de ocultar su sorpresa- ¡Ja, ja, ja!

- Escúchame una última vez; el Libro de los Secretos, ¡AHORA!. -se posiciona en guardia, concentrado en esa mujer que ha conseguido pasar desapercibida para sus habilidades hasta que la ha tenido encima-

- Pobre niño ciego… Taaan perdido… No sabe ni lo que busca ni a lo que se enfrenta… -se sitúa frente al Hombre Sin Miedo en toda su espectacular desnudez- Es una pena que no puedas verme, pequeño diablo. Este cuerpo ha sometido a más seres humanos que la muerte negra. -gira, delicada, sobre un pie- Hombres y mujeres. Ricos y pobres. A ellos les debo mi belleza eterna.

- ¡Se acabó! -se abalanza sobre ella. Con una velocidad endiablada, la golpea en el estómago y el mentón. No cae- ¿De las duras? Bien, -tensa la mandíbula- así no tengo que contenerme… -y lanza dos rápidas patadas a la rodilla y la cabeza de Victoria que le hacen tambalearse-

- “Dura…”, ¡je! -doblada por la mitad, el espeso pelo rojo le cubre la sonrisa- Lo que te decía antes, querido; ¡no! ¡Sabes! ¡A QUIÉN! ¡TE ENFRENTAS!

No le hace falta su oído aumentado para escuchar unos crujidos por todo el cuerpo de la mujer. Los huesos rotos se pegan como si nada hubiera pasado, y antes de poder reaccionar, una garra bella e implacable le agarra del cuello. Lo alza en el aire sin esfuerzo y lo arroja con violencia contra los muebles. Palos y cristales se clavan en el cuerpo de Matt, y termina impactando contra una pared.

- ¿BUSCAS EL “LIBRO”? ¿EL LIBRO DE LOS SECRETOS? -la voz retumba en toda la habitación, pero los aturdidos sentidos del Protector de la ciudad no son capaces de ubicarla- UN LIBRO NEGRO SELLADO CON UNA ROSA ROJA DE LA RUINA, -resuena aquí y allí. Sobre él, a su lado- QUE CUENTA LA HISTORIA DE CADA HOMBRE Y DE CADA MUJER, DICE LA LEYENDA. AMORES Y DESAMORES. PASIÓN. PROMESAS ROTAS. TODO AL ALCANCE DE QUIEN LO ENTENDIESE...

El Diablo, a tientas, se apoya en la pared para incorporarse, cuando siente un latigazo de dolor encima de la cadera. De un tirón se saca un trozo de madera que le había ensartado, y en ese instante recibe un zarpazo en la cara que le deja cuatro surcos sangrantes. Cae de nuevo al suelo, agotado.

- LO CIERTO ES QUE “EL LIBRO DE LOS SECRETOS” NO EXISTE, PEQUEÑO MÍO. YO SÓLO ADAPTÉ A MIS INTERESES UN VIEJO POEMA DE MI NIÑEZ. -en ese momento se materializa frente a Matt, perfecta en sus formas y proporciones- ESTE ES TU “LIBRO”. -se quita los pendientes de diseño. Con un clic los une en un conjunto alargado, y se lo tiende al héroe caído-

- P-pero, entonces… -aún está noqueado por los golpes- Qué…

- FÍJATE COMO HEMOS AVANZADO, CARIÑO. -gira, delicada, con los brazos extendidos- AQUÍ, EN MI MANO, TENGO LA VIDA DE CASI TODOS LOS HABITANTES DE ESTE PLANETA. SUS SECRETOS MÁS ÍNTIMOS. SUS AVENTURAS. -las palabras inundan su capacidad auditiva- SUS MENTIRAS. SUS ORGULLOS. SUS DEBILIDADES… -lo satura- TODO GRACIAS A UNA APLICACIÓN VÍRICA DE CONTACTOS PARA SMARTPHONES, GRATUITA, Y DE GRAN ÉXITO A NIVEL MUNDIAL, QUE SE PROPAGA A OTROS TERMINALES CUANDO SE ENVÍAN FOTOS, VÍDEOS, MENSAJES… ¿CÓMO PIENSAS SI NO QUE CONOZCO QUIEN SE ESCONDE BAJO ESOS CUERNECITOS?

- ¡Nnnggghh! -se retuerce de dolor- Por eso nadie lo encontraba… ¡Ngh! Una…

- ...IDEA GENIAL, ¿VERDAD? Y ESO QUE ACABO DE EMPEZAR A SACARLE RENDIMIENTO COMO QUIEN DICE. NO PUEDES IMAGINARTE LA CARA QUE SE LE QUEDA A UN MUY IMPORTANTE CARGO DEL GOBIERNO CUANDO LE ENSEÑAS ALGO QUE ÉL CONSIDERABA MUY PRIVADO Y MUY SECRETO. ¡JA, JA, JA! PERO TODAVÍA NO ME HAS DICHO UNA COSA, CIELO, -acerca su hermoso rostro al de Daredevil- ¿POR QUÉ QUIERES TÚ MI PRECIOSO JUGUETE?

- Mi- mierda… “Book…” “Book Of Secrets” -Franklin Nelson lleva unos minutos escuchando, como en sueños, la verdadera voz de Victoria- Y-yo me la descargué, jod… -y vuelve a desmayarse-

- ¿Así que... de eso se... trata todo? -le cuesta articular cada palabra- ¿De conocer las... intimidades de... la gente? ¿El legado de los Cathrain se reduce a una... mirona extorsionadora con aires de grandeza... que piratea teléfonos móviles…?

- ¿CATHRAIN? ¡JAJAJA! YO NO SOY UNA ASQUEROSA CATHRAIN…

¡¡CRAAASHHH..!!

- ¡PERO YO SÍ LO SOY, BHEAN DROC FHOLA!

Garth O´Keane cae a través de la claraboya del techo, y con un certero tajo del Filo de Luna parte en dos a Victoria, desde el cuello hasta la ingle. La espesa sangre negra cubre las runas de la espada y gotea en la madera del suelo, mientras su portador avanza hasta donde se encuentra, magullado, Daredevil.

Con paso firme, el suelo cruje bajo sus botas. El abogado ciego no lo conoce, pero ese hombre va a hacia él decidido. No titubea. Lo puede notar en su pulso, inalterable. Cuando O´Keane se sitúa enfrente suya, empuña la claymore con las dos manos y se la coloca a milímetros de su propia cara. Tras eso la alza. El Hombre Sin Miedo localiza uno de sus bastones cerca. Podría intentar alcanzarlo antes del ataque...

Pero entonces el acero desciende violento, imparable, y se clava en la madera, a los pies de Matt. Garth O´Keane se arrodilla tras su arma, con la cabeza inclinada.

- Esta es Filo de Luna, Sr. Murdock. -dice el cazador, ahora sumiso- Sólo usted puede empuñarla para matar a la criatura. Déjeme que le ayude…

- ¿Criatura? ¡Ngghh! ¡Mmppf!

- La droc fhola. -señala donde habían caído los restos de Victoria, pero sólo queda una enorme y humeante mancha negra que mancilla el piso- ¡Maldición!, ya se ha recuperado. Tiene que estar por aquí, ¡en alguna parte!. No ha podido escapar de la mansión...

- ¿Qué? ¿Nos ha encerrado aquí con ella? -han conseguido detener la hemorragia y se recompone poco a poco. Busca sus bastones y se acerca a Foggy-

- Sólo a ella, gracias a un encantamiento. Desciendo de un linaje de cazadores de monstruos; los Cathrain. -entre ambos ayudan a Foggy a levantarse- Esas bestias acabaron con toda mi familia y, para ultrajar más nuestro apellido, se quedaron con todas las propiedades que alguna vez ostentamos. -mira a su alrededor- Como esta.



Mientras descienden, precavidos, Garth se equipa para la oscuridad con unas gafas de visión nocturna, y le cuenta a Matt cómo aquel ser y otros de su misma naturaleza habían masacrado de forma cruel a todos sus conocidos. Cómo llevaban siglos en una guerra sangrienta contra los droc fhola la cual, ahora, se limita a ellos dos; la no-muerta y el Diablo.

- Según cuenta el mito, estos seres sólo pueden morir bajo la espada de un héroe quien, de acuerdo con la tradición, tendría que ser un hombre semidivino. -contempla la silueta de Daredevil a través de sus lentes de visión nocturna- El resto sólo puede inmovilizarlo en su cubil, como he hecho yo hace un momento.

- ¿Y por qué piensas que yo sí puedo matarla? No voy a asesinar a nadie, no es así como funciona…

- Se que eres una persona honorable, Matt Murdock. Alguien que hace lo correcto cuando así se requiere.

- Un momento, esa voz… Yo te conozco. -Foggy se había pasado la bajada al segundo piso con los ojos cerrados, escuchando sin quererlo, y con una mano sobre el hombro de su socio- Eres el tipo estirado que vino al despacho… El escocés del importante grupo de inversores interesado en esta mansión… -su cara refleja el esfuerzo por entender aquello- ¿Q-qué haces aquí...? ¿Y le... has llamado Matt…?

- Tranquilo amigo, vamos a salir de aquí y luego habrá tiempo para las preguntas. -Daredevil tiene que aislar el latido frenético de su compañero y concentrarse para que aquella mujer… o lo que sea… no le vuelva a sorprender-

Los tres avanzan sin detenerse ni un instante. Llegan a la primera planta con la escolta de una sombra imperceptible en la negrura, llevados por una suave brisa helada. Un escalofrío recorre la espalda de Foggy, agitando de forma incontrolada su gruesa figura.

- No os separéis, -Matt se asegura de que su amigo sigue bien- ya queda poco para salir de aquí.

- Pero no podemos irnos. -objeta el cazador- Tenemos que acabar con ella aquí y ahora. Has de empuñar la espada y terminar de una vez con su estirpe.

- Ya te he dicho que no voy a matar a nadie. No voy a repetírtelo. Nosotros nos vamos de aquí, y luego iré a pedirle ayuda a un conocido, experto en estas historias. -no se detiene y llegan a la primera planta- Tú si quieres puedes quedarte aquí a buscarla.

- No lo entiendes, yo no tengo opción contra ella. Ya lo has visto… o… lo que sea que hagas… Sólo nos he conseguido algo de tiempo. -pone el Filo de Luna en la mano del héroe- Esto es tuyo por derecho. Haz lo que creas oportuno. -se separa del grupo y se adentra en una de las habitaciones-

- ¡Matt! ¡Se ha ido! -Foggy da un pequeño salto, alarmado- ¡Matt...!

- Déjalo, él sabrá lo que se hace. -de forma instintiva, aferra con fuerza la empuñadura de la claymore- No nos vendrá mal si nos encontramos con ella.

- P-pero Matt… Si el galés se ha ido… ¡Ahora yo soy el último! -se agita aterrado- Noto algo a mi espalda Matt… ¡Maaaatt!

- ¡Tienes que tranquilizarte! -se gira hacia su colega- no hay nada ahí det…

¡¡¡RRRROOOOOAAAAAAARRRRRRHHHGG….!!!

Una pequeña bestia musculosa se arroja sobre Daredevil y su mandíbula se le hinca en un muslo.

- ¡Aaaaaahhhhhhggggg….! -el dolor es intenso, pero aprieta los dientes y, con su mano derecha, golpea al animal. Una. Dos. Tres. No se suelta. Gruñe y echa una espuma que se mezcla con la sangre de Matt-

- ¡Aaaaaaahhhh...! ¿¡Qué pasa!? ¿Matt? No veo nada… -camina de espaldas al ruido de la pelea, hasta topar con una pared y se sienta apoyado en ella con las piernas rodeadas por los brazos-

- ¡Foggy! -asesta un golpe a la fiera- ¡Quédate dónde estás! -otro- ¡No te muevas! -y entonces, como quien hasta en ese momento portaba un objeto inútil, recuerda su mano izquierda y lo que hay en ella, y tras un rápido movimiento, el que fuera Barney cae al suelo en dos partes-

- VAYA… AL CHICO AQUEL NO LE VA A GUSTAR LO QUE LE ACABAS DE HACER A SU PERRO… -la voz de Victoria satura los sentidos de Daredevil, que no puede determinar su posición exacta. Parece que su presencia le rodea- AUNQUE, PENSÁNDOLO BIEN, TAMPOCO CREO QUE LE ALEGRARA MUCHO LO QUE LE HICE… ¡JA, JA, JA…!

El Hombre Sin Miedo sostiene el Filo de Luna con las dos manos, pero no sabe hacia dónde encarar a su oponente. Gira sobre sí mismo, desorientado, en posición defensiva. El ataque podría llegar en cualquier momento… Pero no se produce.

- ¡Foggy! Foggy, ¿me escuchas? -no baja la guardia-

- S-sí…

- A tu derecha, a unos quince pasos, tienes la bajada. Usa tu móvil como linterna y sal de aquí, ¡ya!

- N-no tiene batería… No… -aún no se ha levantado del suelo, no se atreve. El miedo le paraliza- Y esa... mujer... está por ahí…

- Toma, usa este. -le arroja el de Liam- Y no te preocupes, yo te cubro las espaldas colega.

- G-gracias Matt… Yo… -se incorpora e ilumina el rostro de su amigo frente a él- Hace tiempo que no hablamos y…

- Tienes razón; te debo una charla. Y la tendremos. Pero ahora, ¡corre!

A la orden del Diablo, Nelson sale desbocado en la dirección indicada. No sabe por dónde va, pero tiene una confianza ciega en su amigo. De nuevo la tiene. Desciende recordando las veces que Matt le ha salvado la vida. Un pensamiento paralelo le dice que mantiene la cabeza ocupada para no cavilar sobre lo sucedido la última hora.

Mientras, Murdock avanza despacio, atento.

- ¡Vamos! ¡Muéstrate! ¡Deja este juego y enfréntate a mí!

- OOOOHHHH… ¡QUE VALIENTE Y ATREVIDO! NO TE PREOCUPES POR EL GORDITO, NO ME INTERESA. SEGURO QUE LE DA UN INFARTO ANTES DE SALIR A LA CALLE… ¡JA, JA, JA, JA!

- No vas a derrotarme de nuevo. ¡Eso te lo aseguro!

- CLAAAAROOO… PORQUE LLEVAS ESA ESTÚPIDA ANTIGUALLA, ¿NO? ¿PIENSAS QUE PUEDES VENCERME? ¿QUE ERES SEMIDIVINO, COMO TE DIJO EL CATHRAIN? SÓLO ERES UN DELICIOSO MANJAR QUE VOY A DISFRUTAR MUCHO, CUANDO TERMINE DE DIVERTIRME, CLARO...

De súbito, una fuerza imparable levanta por los aires a Daredevil, que cae escaleras abajo. Cuando golpea el suelo, siente el cálido recorrido de su sangre pierna abajo, desde alguna herida que se ha vuelto a abrir. Se levanta a duras penas, y trata de localizar la espada, que salió despedida con el ataque de Victoria. No le da tiempo…

- OH… ¿NO ME DIGAS QUE ESTÁS BUSCANDO ESTO? -la mujer alza y observa el mandoble. Un arma que ella conoce muy bien…- ¿SABES EL COÑAZO QUE ME HAN DADO ESOS PUTOS CATHRAIN DESDE HACE SIGLOS CON ESTE “FILO DE LUNA”...? -golpea al Hombre Sin Miedo en el rostro con la empuñadura de la claymore, y cae sobre una mesa del salón partiéndola en dos- ¡AH, POR CIERTO…! - la mujer se gira lanzando un tajo al aire negro tras ella. Pasado un par de segundos, la cabeza de Garth O´Keane cae rodando por las tablas del suelo-

- ¡NOOOOOOO...! -había detectado la presencia del cazador en la planta baja nada más caer. Pensamientos de culpabilidad se agolpan en la cabeza del Diablo; su rostro refleja la sorpresa y el horror ante aquel acto- ¡No…!

En un segundo tensa la mandíbula, los puños se cierran con fuerza. Se incorpora con un ágil salto, y con habilidad y precisión arroja un trozo de madera antigua a la mano que sostiene la espada, desarmando a la criatura. Se abalanza sobre ella desbocado, y la golpea con dos directos que la hacen tambalearse. Finta y esquiva con elegancia los zarpazos de Victoria, y vuelve a por ella; no le da ni un respiro. No puede. Una danza macabra envuelta por las tinieblas de la mansión, y con las miradas polvorientas de los cuadros como único público. Daredevil le ataca con todo lo que tiene, consciente de que se enfrenta a algo muy poderoso.

El dolor intenso de las heridas se clava en los músculos de Matt, haciendo que cada gesto, cada movimiento, le suponga un esfuerzo sobrehumano. “He de terminar con esto ya, antes de que me desmaye por el agotamiento y la pérdida de sangre”.

- ¿SABES QUE -ufff- ME ENCANTA COMO TE DESANGRAS…? PARECE COMO SI -ack- EL TRAJE SE TE DERRITIERA -ouch-... ¿ELEGISTE EL -agh- COLOR A PROPÓSITO…?

Pero el héroe de Hell´s Kitchen no presta atención a sus diatribas, se concentra en golpearla sin piedad hasta que caiga. La sangre negra de Victoria salpica la estancia, y se mezcla en el piso con el rojo vital de Matt en un burbujeo. En un lance del combate, Daredevil se hace con el Filo de Luna y, tras rodar por el suelo para evitar los ataques de su enemigo, le cercena una de sus piernas por debajo de la rodilla y cae al suelo desequilibrada entre chillidos ultra-terrenales.

- Si te recuperaste cuando O´Keane te partió en dos, no creo que tardes mucho en regenerar la pierna. Tiempo más que suficiente para que Extraño sepa qué hacer contigo…

La “mujer” se retuerce en el suelo, entre espasmos nerviosos, tratando de alzarse sólo con una extremidad inferior. Chilla y maldice, pues nadie la había herido como lo acaba de hacer aquel miserable humano… Sus garras silban en el silencio, tratando de terminar con aquel héroe. ¿Sería en realidad semidivino? El instinto de supervivencia de Victoria, que la ha mantenido “viva” durante siglos, le hace recapacitar y trata de huir. No se quiere arriesgar a que la historia del Cathrain sea verdadera y ese Diablo acabe con ella. Trata de escabullirse con sus trucos milenarios, pero Daredevil se adelanta a sus movimientos y le sitúa el Filo de Luna en su garganta pálida.

- Ni se te ocurra, si no quieres que comprobemos la veracidad de una leyenda... -alza el cuello de la droc fhola- ¿Sabes?, creo que no incumpliría mi promesa de no matar personas si acabo contigo… Al fin y al cabo no eres humana… -acerca la espada a una oreja de su presa, cuando…-

##¡¡¡¡CLAAAANNNGGG!!!!##

- ¡Detente Diablo! - una brillante estaca de plata impacta en el Filo de Luna, desequilibrando por un instante a Daredevil- Llevamos mucho tiempo intentando capturar a esta maldita criatura…

- ¿¡Pero qué…!? ¡Eric! -reconoce al instante la voz, el olor a ajo, sus formas y gestos-

- Bonita espada... Pero no te preocupes, santurrón, que no la vamos a matar (qué más quisiera yo…). Mis armas no sirven contra ella. -Blade golpea a Victoria en la boca con su bota- Nah, le sacaremos toda la información que podamos. -le coloca unos extraños grilletes en las muñecas, la boca, y el único tobillo que le queda-

- Tenía pensado entregársela al Doctor Extraño, pero supongo que tú eres más experto en la materia. Eso sí, me quedo sus pendientes.

- ¿Los pendientes? ¡Ja, ja! Como quieras, -se los quita a su prisionera con poca delicadeza...- aquí los tienes. -... y se los tira al Hombre Sin Miedo- Aunque creo que no te van mucho con el rojo… ¡Snrrrt…!

- Muy gracioso. Tengo asuntos que atender Eric, ya volveremos a cruzarnos… -guarda el “Libro de los Secretos” en su traje y avanza por el pasillo hacia la salida-

- Por supuesto Diablo, -la sonrisa de Blade deja entrever dos colmillos como puñales de porcelana- por supuesto…



Más tarde, esa misma noche:

La mesa, situada en uno de los despachos del Pentágono, está repleta de réplicas en miniatura de tanques, aviones de combate, lanzaderas de misiles e incluso un par de versiones de la armadura de Máquina de Guerra. Entre las carpetas marcadas como “Alto Secreto”, las banderas de los Estados Unidos y de los Marines, y una figura imponente de un águila calva de bronce, un pequeño cartel reza “General D. Kimota”.

- ¡Intolerable! -un puño cae sobre la madera como un martillo- ¡Ese payaso en pijama no puede tener el Libro! ¡Tiene que recuperarlo, maldita sea! ¡Tiene que cumplir con su palabra!

- ¿Quién podría pensar que ese cazador irlandés fallase…? -la tranquilidad en su voz es la de quien, pese a los contratiempos, parece tenerlo todo bajo control- Pero no se preocupe General, dentro de poco todo habrá acabado para Daredevil, y usted no tendrá que preocuparse por esos asuntos... “menores”...

- ¡Fisk, que ni se te pase por la cabeza jugar conmigo! -la saliva sale disparada sobre los expedientes- Termina con el trabajo, y te deberé una muy grande. Pero si no lo haces… tendría que hacerlo yo, ¡y eso es algo que no te gustará ni a ti ni a ese puto friki de rojo!

- No se altere General Kimota, y sobre todo, no se preocupe; al final me deberá ese favor… ¡Je!

- Haga lo que deba Fisk, o lo haré yo…

¡Click!

La conversación por línea cifrada termina y dos manos robustas peinan hacia atrás unas canas que se han multiplicado en los últimos tiempos. El General Kimota no puede permitir que Daredevil posea esa información tan sensible sobre él. Jamás debe ver la luz. Saca de un cajón del escritorio una 9 milímetros, aunque la idea del suicidio se le antoja demasiado prematura. Pero sabe que tampoco debe fiarse de Kingpin, fue un error acudir a él… Deja el arma y observa con detenimiento las réplicas a escala que inundan su despacho. Sitúa su mentón cuadrado pegado a la madera, y contempla el pequeño campo de guerra que allí tiene montado. “Supongo que tendré que solucionarlo yo al estilo USA, que es lo que debería haber hecho desde el principio…”




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