Daredevil nº06

Título: Pasado Profundo  (III)
Autor: José Antonio Martínez 
Portada: Walter O'neal
Publicado en: Diciembre 2015 

En este número vivimos junto a los Fatboys los sucesos que rodearon un evento muy significativo del pasado de Daredevil mientras que en la actualidad, el Hombre Sin Miedo trata de sobrevivir al ataque de Capa y Puñal tras el descubrimiento del laboratorio secreto bajo la tienda de los Levine.
Vive en una noche eterna, pero la oscuridad está llena de sonidos y olores que otros no pueden percibir. Aunque el abogado Matt Murdock es ciego, sus otros sentidos funcionan con una agudeza sobrehumana... Abogado de día, vigilante de noche... El Hombre sin miedo
Creado por Stan Lee y Bill Everett

CALLES DE HELL'S KITCHEN, HACE ALGUNOS AÑOS:

— ¡Date prisa, culogordo! ¡Vamos a llegar tarde!

— ¡Voy todo lo rápido que puedo si no me quiero caer otra vez, Darla!

— ¡Métele caña a ese trasto que tienes por monopatín, Alfie! ¡Seguro que Freddie y Butch ya han llegado! Espero que se acuerden de pillarnos sitio.

— ¿Y Max y Ralph? ¿No vienen?


— No sé, no les veo ni a ellos ni a Billy desde el fin de semana, cuando estuvimos en aquella azotea fumándonos el tabaco de la madre de Max. Seguro que están castigados. ¡Mira, ahí están estos dos! ¡Nos han esperado en la puerta de la iglesia! ¿No es encantador?

— ¿Quién…? ¿Qué…? Ah, Butch, claro.

— ¡Vamos lentorros, que ya está todo el mundo dentro! —les espeta Bola 8 a sus amigos desde la escalinata!

— ¡Rápido, he visto entrar a La Cosa! —Freddie agita las manos excitado, junto a su líder— ¡Corre Alfie, a ver si nos sentamos a su lado!

— ¡Chicos, por favor! —Darla trata de poner un poco de cordura— ¡Estamos en un funeral, mostrad un poco de respeto por nuestro amigo!

— Tiene razón; seguidme y no hagáis ruido ahí dentro, ¿eh?. —apoya Butch a la chica de la que está enamorado, aunque le cueste reconocerlo.

— Vaaale —Freddie agacha la cabeza y entra en la iglesia tras la pareja. Antes de cruzar el umbral se gira hacia Alfie —. También hay un hombre-mono gigantesco con una lanza enorme que…

— ¡Freddie!

— ¡Ya vamos, ya vamos!

En el interior, una explosión de luz recibe a los cuatro amigos. El frío sol de la mañana proyecta los colores vivos de las cristaleras laterales. El azul, el naranja y el amarillo proyectan las múltiples sombras de las majestuosas lámparas que cuelgan del techo a lo largo de toda la nave central. Darla toma asiento y les hace un gesto con la cabeza conminando al resto a hacer lo mismo. Freddie y Alfie corren a ver quién se coloca más cerca de Ben Grimm, justo una fila por delante de ellos con el resto de la familia fantástica, pero Butch se queda una hilera de bancos por detrás de sus amigos. Entre el murmullo general, Darla se gira para preguntarle algo, pero entonces se hace el silencio.

— Oremos —implora el sacerdote desde el púlpito—. Señor, nos reunimos para dar descanso a tu hija Karen. Te pedimos que la recibas en tu reino celestial y des descanso a su alma. Por Cristo nuestro Señor, amén.[1]


SÓTANO DE LA ANTIGUA TIENDA DE ULTRAMARINOS DE LOS LEVINE, AHORA:

— Te has pasado Tyronne. No queremos matarlo, ¡es Daredevil! Seguramente no debemos ni enfadarlo.

— Lo siento Tandy, a veces el ansia es… casi incontrolable. De todas formas, no creo que alguien como él tenga nada que hacer contra nosotros. [2]

— No sé, y si… ¡Mira!

— ¡CAPA Y PUÑAL, HABÉIS ESCOGIDO UN DÍA HORRIBLE PARA ATACARME!

Antes de cualquier reacción posible, Daredevil lanza su bastón con violencia a la sien de Capa, que cae inconsciente en el acto.

— ¡Tyronne, no! —exclama Puñal al ver caer a su compañero. Cuando se gira de nuevo, una bota roja se dirige, imparable, hacia su cara— ¡Hmmppfff! ¡Pftu! —La sangre brota de la nariz y la boca de la joven heroína— ¡Detente Daredevil! ¡No queremos…! ¡Aaagggh! ¡Ouch! —

La lluvia de golpes desbocada del Diablo Guardián está a punto de hacerla caer

— ¡BASTA! —acompañan a su grito decenas de estiletes de pura luz blanca que brotan de su cuerpo, iluminando todo el entorno.

— Ese truco ya me lo sé —Matt se concentra en su olfato, en el olor de Puñal, con el que se ha quedado al despertar. Sólo tiene que localizar la fuente de la inmensidad nívea que sobrecarga su sentido radar y apagarla. “Vamos, un poco más…” Olisquea el aire como un sabueso—. ¡Ahí estás!

—Se abalanza frenético, el extremo del bastón redobla en la mandíbula de Tandy y termina con su resistencia— Os lo advertí. No sé qué pintáis vosotros dos en todo esto pero… Oh…

— ¡RRRAAAAAGGHHH...! —El manto del antiguo niño de la calle se expande, como dotado de vida. Unos tentáculos de oscuridad depredadora atrapan al Hombre Sin Miedo, arrastrándolo de forma inexorable a la negrura infinita que habita en Capa.

<<bip, bip>>

— ¡Nnngghh! ¡Quieto, Capa! ¡¿No has notado eso?! ¡Suéltame!

<<bip, bip>> <<bip, bip>>

— ¡No! ¿No te das cuenta? ¡TODO ESTO VA AAAA…..! —Matt es engullido, junto con Puñal, hacia el insondable abismo del interior de Capa cuando de súbito.

<<biiiiiiiip...>>

¡¡¡¡BOOOOOOOOOOOOOOOMMMMMMM!!!!


HELL'S KITCHEN PARK, ENTONCES. TRAS EL FUNERAL POR KAREN PAGE:

— ¿Estás seguro, Freddie?

— Pues claro, Alfie, ¿acaso no lees las noticias? Ha salido un millón de veces en la tele.

— Ya, pero siempre le he visto con el disfraz de…

— Uniforme, Alfie. No son disfraces, tienen una función, que no te enteras de nada.

— Bueno, ya sabes a lo que me refiero; nunca había visto al Capitán América con la cara descubierta tan de cerca.

— Pues yo te digo que era él quien estaba sentado delante del hombre-mono gigante.

Los dos jóvenes continúan su conversación y el recuento de ilustres asistentes al funeral, mientras Darla contempla ensimismada cómo Butch repasa sus trucos con el skate en el half-pipe. Podría parecer que se está divirtiendo, pero ella lo conoce mejor que nadie y sabe que no es así. Lleva raro todo el día, como ausente. Entonces abandona el banco donde están Alfie y Freddie, decidida a saber de una vez por todas qué le sucede al líder de los Fatboys.

Cuando llega a su altura, le llama. Una vez, otra; pero Bola 8 tan solo le dirige una mirada que Darla no sabe interpretar y sigue deslizándose. Harta de ser ignorada, la chica irrumpe en medio de la pista, haciendo que otros dos jóvenes que estaban allí caigan al suelo al tratar de esquivarla. Butch derrapa con agilidad y la evita.

— ¿Estás loca o qué? —le dice, mientras baja con el monopatín bajo el brazo.

— Sí, Butch, lo estoy. Estoy loca porque no sé qué te pasa. Si es por algo que he dicho o hecho, yo…

— No Darla —interrumpe—, no es por tí. Es sólo que… ¡Bah! No importa, da igual. No lo entenderías...

— A mí no me da igual, así que ya me lo puedes ir explicando.

— Hmmmpf… Está bien, lo siento. Ven —invita a la chica a sentarse junto a él en unos columpios—. ¿Te acuerdas de Caín, verdad? Nuestro… amigo... Caín. —Baja la mirada y se impulsa

con las puntas de los pies adelante y atrás, en un suave balanceo.

— ¿Cómo podría olvidarme de él? Ha pasado tiempo desde que… murió, pero era uno de nosotros y siempre le recordaremos con cariño. De todas formas, ¿qué tiene él que ver con…?

— ¿Y recuerdas por qué murió?

— Claro, por culpa de aquel… ¿cómo se llamaba?

— No fue por Ammo, [3]Darla —Sus ojos siguen fijos en un punto más allá del suelo—. Caín era algo mayor que el resto y creo que en aquel momento se dio cuenta. Fue consciente de lo mismo que yo hoy en la iglesia, al ver a tantos supertipos sentados en los bancos.

— No te sigo Butch.

— Me refiero a que los funerales siempre son por gente como Karen Page, o como Caín… como nosotros. Gente ordinaria en las vidas de seres extraordinarios. Somos los objetivos de sus súper rivales, nos pillan en medio de sus súper peleas y luego se sientan en la bancada en nuestros entierros y... y yo… yo…

— Creo que es lo más profundo que te he escuchado nunca, Butch. Se nota que aquel niño repelente está creciendo, pero te olvidas de lo que sufre esa súper gente que dices. Acabas de ver a Matt subir al púlpito, ni siquiera le salían las palabras. [4]

— Lo que quiero decir es que Caín quiso marcar una diferencia para no ser una víctima más, pero no lo consiguió. Yo sólo… —Detiene el columpio y mira a Darla a los ojos—. No quiero tener que ir al funeral de… snifff… ya sabes. Y menos al... tuyo… ¡snifffff!

— ¡Ooohh! Ven aquí —La joven abraza con fuerza a su compañero—. Mira, no te preocupes. Sólo estás un poco de bajón después de la misa. Mírame —Separan un poco sus cuerpos y sus ojos vuelven a fijarse unos en los otros. La inseguridad y el miedo de Butch van poco a poco desapareciendo a medida que Darla acerca sus labios a los suyos. Cierran los párpados lentamente, como si el tiempo se hubiera detenido alrededor de aquellos columpios. Las bocas están a punto de tocarse y...

— ¡Bola 8! ¡Darla! ¡Tenéis que venir a ver esto! —Es Freddie quien rompe el momento, que les llama a voces desde el escabel donde se está con Alfie. Parece excitado pese a que, junto a ambos, una figura trajeada con gabardina y sombrero permanece de pie bajo la sombra de un árbol.

¡Hmmmppfff! ¡Freddie! —De haber estado a su lado seguro que Butch hubiese golpeado a su amigo por la interrupción. Darla y él caminan hacia el banco y en el trayecto intercambian un guiño de complicidad.

— A ver, ¿se puede saber qué os pasa? —inquiere Darla.

— ¡Chicos, tenéis que escuchar lo que dice este hombre!

— ¿Es que tus padres nunca te explicaron que no debemos hablar con desconocidos, Freddie? —El líder del grupo se gira hacia el misterioso hombre—. Mira viejo, no queremos drogas ni enciclopedias y ya somos mayores como para que nos ofrezca caramelos, así que por qué no se pira por donde ha venido y…

— Calma, Jackson —dice la figura a medida que sale de las sombras. Las partes de su cuerpo no cubiertas brillan cuando el sol del mediodía se refleja en ellas—, lo que os ofrezco es algo mucho más… «poderoso».

— ¿Jackson? —pregunta Darla desorientada.

— ¿C-cómo… sabes mi nombre? Ni siquiera mis amigos…

— Oh, pero yo sé muchas cosas, Jackson Hagees. Y de vosotros, lo sé todo...


HARLEM, EN LA ACTUALIDAD:

Aprovechando las últimas sombras antes del completo amanecer y que la policía parece muy ocupada, unos trapicheros de crack ofrecen su mercancía a unos jóvenes turistas que vuelven a la pensión donde se alojan, después de una larga noche de fiesta. Lo que no sabe el alegre grupo es que, le pillen la droga o no a los camellos, no llegarán con todas sus pertenencias al Wanderers Inn West, justo frente a ellos.

Mientras más abajo las vacaciones de cinco personas quedan arruinadas, en una pequeña estancia de la última planta se genera un torbellino negro y azul, que gira más y más rápido a medida que se agranda. En un segundo, el remolino pasa de tener el aspecto de un agujero negro en miniatura, a tomar la forma de un ser humano encapado retorciéndose de dolor. Es Tyronne Johnson, sujetándose los pliegues del manto que lo cubre, tratando de impedir que sus «pasajeros» salgan de su vacío interior durante el viaje. Cuando al fin se materializa completamente, Capa extiende los brazos y los cuerpos de Daredevil y Puñal salen despedidos.

— ¡Buf! ¿Qué demonios...? ¡La bomba! —Daredevil recobra la pose de combate y encara a Capa— ¡TÚ! ¿Qué has hecho? ¿Dónde estamos?


— Tranquilo DD... ¡Nnngghh! Estamos a salvo —El ansia le devora las entrañas a la vez que intenta calmar al Diablo que parece dispuesto a lanzarse otra vez a la carga. Mientras, Puñal permanece inconsciente— Nos hemos teletransportado... ¡Ackkk! A nuestro alojamiento, en Harlem. Me di cuenta de la bomba en el último instante y no había tiempo para explicaciones.

— ¡No deberíais haberme atacado!

— Lo siento, al principio no sabíamos que eras tú y a veces cuesta controlarlo.

— ¿Te refieres a esa presencia que he notado las dos veces que me has arrastrado al interior de tu capa?

— Sí, es algo que habita la dimensión oscura de mi interior desde los experimentos con aquellas drogas. Un depredador que desgarra mi espíritu y mi cordura con su apetito insaciable. Y esa hambre sólo lo calma la luz que poseen las almas humanas. Cuando teletransporto a otras personas, tengo que luchar con todas mis fuerzas para que no sean devoradas por ese ente.

— También ayudan mis dagas de luz… ¡Ouch! Salvo cuando alguien me noquea, claro—Tandy

Bowen se toca la cabeza, que le zumba como un avispero por los golpes recibidos y el viaje—. La mandíbula me va a doler durante días, Daredevil. Gracias. Y ahora, ¿paz? —extiende su delicada mano hacia Matt.

— Sí, claro. Paz —Imita el gesto y cierran el armisticio—. Pero aún no me habéis dicho que hacíais en el sótano de la tienda de los Levine.

— Tras desmantelar un centro de procesado clandestino que una agencia del Gobierno tenía en un rancho a las afueras, uno de los pocos que podían hablar nos dijo que allí, en aquel subsuelo, era donde se hacían los experimentos con las drogas.

— ¿Experimentos? —corta Matt— ¿Qué clase de experimentos?

— Pues… les inyectaban unas dosis de algún tipo de componente para, ya sabes, mejorarlos —a la rubia heroína se le atascan las palabras al recordar su propia experiencia.


— Lo que intenta decir Tandy, es que en la bodega de la tienda hacían lo mismo que nos hicieron a nosotros y que nos convirtió en… esto —Tyronne abraza a su compañera—. Llevamos tiempo siguiendo el rastro de una rama secreta de la CIA que desde tiempos de la guerra fría, y en connivencia con las mafias locales, testeaba sus «sueros de supersoldado» en críos de la calle. Gente prescindible, supongo.

— Pues al parecer, alguien está matando a los niños que fueron sometidos a aquellas pruebas y a todo el que esté involucrado. Como nosotros. Necesito que me contéis todo lo que sepáis de esa agencia, los experimentos, nombres. Cualquier cosa.

— Me parece bien. Compartamos información y pongamos en común nuestros avances. Nos vendrá bien tu ayuda Daredevil, y a ti la nuestra —Capa extiende el brazo invitándole a tomar asiento en la única silla endeble que hay en el dormitorio.

Entretanto, Tandy gira la cabeza y mira por la ventana, aislándose de la conversación de los dos hombres. Al fondo, sobre los edificios, se levanta una imponente columna de humo oscuro donde minutos antes estaba la tienda de los Levine. Todas las pruebas de la existencia del laboratorio subterráneo ascienden, consumidas por las llamas, hacia el primer sol de la mañana. La sinfonía de aquella destrucción la componen cientos de sirenas de la policía, bomberos y ambulancias que, como un coro apocalíptico, informa a la población de la tragedia.


UN LUJOSO DESPACHO DE MANHATTAN, A LA MISMA HORA:

Desde lo alto de su torre, el antiguo Rey del Crimen de Nueva York ve el mundo de forma diferente. Literalmente.[5] Con ojos nuevos contempla, en la lóbrega quietud de la sala rota por los tímidos rayos de luz, una señal como las de aquellas películas de western que tanto le gustan, cuando los indios creaban formas con el humo de una hoguera para comunicarse con otros de su raza. Ahora, aquella humeante herida en el corazón de Hell's Kitchen también le dice cosas a Wilson Fisk. Le dice que ya ha empezado todo, que las piezas se mueven y el fuego ya cocina su frío plan. Pero sobre todo, esa imagen le indica que ha llegado su momento:

¡LA HORA DEL REGRESO DE KINGPIN!

¡¡CONTINUARÁ…!!

Si te ha gustado la historia, ¡coméntala y compártela! ;)


Referencias:
1 .- Marvel Knights: Daredevil nº 8
2 .- Daredevil nº05 aqui en AT
3 .- Daredevil #252, de Nocenti y Romita Jr.
4 .- Marvel Knights: Daredevil nº 8
5 .- Daredevil nº01 aqui en AT

No hay comentarios:

Publicar un comentario