Green Lantern nº35

Título: Posguerra (V)
Autor: Jeronimo Thompson
Portada: Roberto Cruz
Publicado en: Diciembre 2015

Prisionero del Culto de Onimar Synn, Kyle Rayner aún tratará de cumplir con su misión encubierta mientras los Manhunters comandados por Kilowog inician su ofensiva por mantener el control en Thanagar
Mi nombres es Kyle Rayner. Cuando era un niño, nunca pude decidir que quería ser cuando fuese mayor. Pero el destino lo hizo por mí. Soy el Portador de la Antorcha. Soy un Green Lantern. Soy un héroe.
Kyle Rayner creado por Ron Marz y Darryl Banks

En el capítulo anterior: Tras perseguir desesperadamente al confidente que habría de proporcionarles la información que necesitaban para localizar al prototipo de teletransportador que buscan, Kyle Rayner y su compañera en esta misión, Kawen Dan, son capturados por un grupo de Halcones Oscuros al servicio del Culto de Onimar Synn. Mientras tanto, Kilowog averigua que el Culto prepara un golpe de estado para primera hora del día siguiente, y en consecuencia, organiza su propia ofensiva para que el escuadrón de Manhunters que comanda ataque las bases del Culto que tiene localizadas en Thalrassa durante la madrugada previa.

Kilowog observó las columnas que soportaban el peso de la bóveda sobre la Cámara del Cónclave sin prestar verdadera atención a lo que miraba. Se sentía agotado, aunque el hecho de que hubieran transcurrido más de cuarenta horas desde la última vez que había dormido algo no era el motivo; al fin y al cabo, su fisiología bolovaxiana le permitía sobrellevar este tipo de privaciones sin resentirse gran cosa por ello.

Kilowog no era un Green Lantern adicto a la acción, como la mayoría de sus compañeros en el Cuerpo; muy al contrario, disfrutaba de las escasas ocasiones en que podía mantenerse al margen de todo, y encerrarse en un taller durante días para construir con sus propias manos algún nuevo artilugio de su invención. Sin ir más lejos, recordaba con verdadera nostalgia la época en la que se había limitado a desempeñar el rol de técnico-mecánico de la Liga de la Justicia Internacional, al no disponer entonces de un anillo de poder(1).

No, a Kilowog nunca le había supuesto un problema permanecer lejos de la acción, y sabía que ése había sido el motivo por el que Ganthet había contado con él para dirigir junto a John Stewart la refundada Academia de Green Lanterns en Oa, y en fechas más recientes, para liderar el efectivo de Manhunters destinado a mantener el orden en Thanagar. Y sin embargo, como había podido constatar durante las últimas dos semanas, no estaba en su naturaleza el disfrutar ejerciendo funciones de tipo político o burocrático, y llegado aquel punto, debía reconocer que la última tarea encomendada por Ganthet empezaba a superarle. Éste, y no otro, era el verdadero origen de su agotamiento.

Kilowog giró su cabeza hacia la izquierda reprimiendo un sonoro bufido de cansancio. Inmóvil, como si de un elemento decorativo más se tratara, un Manhunter aguardaba allí en posición de firmes a que el bolovaxiano le transmitiera su siguiente orden. El robot era el primer Manhunter al que se le había permitido el acceso a la Torre del Alto Mor desde que éstos llegaran a Thanagar, y sólo se le había autorizado bajo aquellas circunstancias extraordinarias en las que el Green Lantern necesitaba a un enlace directo con el contingente de Manhunters del exterior, para que actuara como sus ojos, oídos y boca en la intervención que daría comienzo en breve.

Kilowog volvió a girar la cabeza, ahora hacia su derecha, hallando a los siete miembros del Alto Mor de Thanagar sentados sobre unos sillones flotantes dispuestos en amplia semicircunferencia; todos ellos sumidos en un silencio tenso y con los ojos fijos en la proyección holográfica que les mostraba diversas áreas de Thalrassa. Aunque aquella superposición de imágenes tridimensionales no alcanzaba la espectacularidad de la esfera holográfica de más de cuatro metros de diámetro de la que disponía la Órbita del Ojo, la sala de comunicaciones donde el Green Lantern se había reunido con Val Thodar tan sólo unas horas antes(2), no obstante cumplía la función de proporcionar a los siete Dignos una visión global de la capital de Thanagar.

Aquella calma que bien sabía Kilowog precedía a la tormenta, aunque tensa, no resultaba desagradable al bolovaxiano; más bien al contrario. Tras una agria discusión, en el transcurso de la cual varios miembros del Alto Mor habían recriminado al Green Lantern que la situación en Thalrassa hubiese llegado al extremo al que había llegado, aquel breve paréntesis de silencio era lo más parecido a un momento de tranquilidad que Kilowog había disfrutado en aquella noche que ya se le antojaba interminable. Una tranquilidad relativa, en cualquier caso, pues él era incapaz de relajarse, mientras repasaba una y otra vez todos los detalles sobre la ofensiva Manhunter que había planificado con tanto cuidado. No en vano, del éxito o fracaso de la intervención nocturna que estaba a punto de iniciarse dependía no sólo el futuro de Thanagar, sino también el del Green Lantern Corps, que vería muy perjudicado su propósito de establecerse en aquellos sectores más reticentes a su presencia si no conseguía controlar allí la situación.

Un par de minutos más tarde, Kilowog se dirigía de nuevo a los siete Dignos, logrando que la bóveda y paredes de la Cámara del Cónclave retumbaran con su vozarrón característico:

-Si el Alto Mor de Thanagar lo autoriza, daré orden de que comience la intervención.

Val Thodar fue el único de ellos que desvió su atención de las imágenes holográficas para dar el consentimiento con gesto grave. En respuesta, Kilowog se volvió hacia el Manhunter y dio la orden:

-Adelante


-Supongo que la próxima vez que alguien entre por esa puerta será para eliminarnos –dijo Kyle Rayner en un murmullo, no tanto por evitar que pudieran oírle como por el hecho de que elevar el volumen de voz contribuía a aumentar el tremendo dolor que martilleaba su cabeza.

-Es lo más probable –respondió Kawen, pronunciando estas palabras con torpeza debido a su labio roto y la contusión que inflamaba la parte derecha de su rostro. –El acólito estará informando ya a sus superiores de que no ha podido sacarnos nada… Sólo es cuestión de tiempo que vuelva aquí con la orden de ejecutarnos.

El Green Lantern y la thanagariana se hallaban tumbados sobre el suelo de un cubículo maloliente y escasamente iluminado con las muñecas pegadas a su espalda por unas esposas magnéticas, las cuales se unían a su vez a un segundo par que inmovilizaba sus pies. Ambos se encontraban desnudos, magullados y salpicados por su propia sangre.

-Bueno… -siguió Kyle. –También podría volver para intentarlo por segunda vez; quizá piense que conseguirá que hablemos si nos tortura con algún objeto punzante, por ejemplo, en lugar de limitarse a darnos una paliza.

-En otras circunstancias… –repuso Kawen, deteniéndose un momento para escupir una flema sanguinolenta. –Pero no lo creo. Si tuvieran tanto interés en nosotros, habría estado presente alguno de sus Altos Sacerdotes mientras el acólito nos interrogaba. No… Tienen asuntos de mayor importancia entre manos y no van a perder más tiempo tratando de averiguar para quién trabajamos. ¿Oyes todo ese movimiento en el nivel de arriba? Están preparando algo.

-¿Algo como qué? –preguntó el Green Lantern bizqueando con los ojos abotargados.

-No lo sé… Pero lo que sí sé es que cuando nos capturaron, Polaris estaba ocultándose y desde entonces deben de haber pasado unas cuatro o cinco horas. Estamos en mitad de la madrugada, y sin embargo, este sitio es un hervidero de actividad. Preparan algo. Si no para esta misma noche, para mañana.

-Tienes razón… -asintió Kyle sin apenas poder mover la cabeza. –Y si en las últimas horas no hubiera recibido más palizas de las que he recibido en toda mi vida, yo también me habría dado cuenta….

-Además –continuó Kawen enfrascada en su razonamiento, -no es normal que el Culto de Onimar Synn se exponga como lo ha hecho: moviéndose por Thalrassa en un navío de combate a ojos de todo el mundo, disparando contra una Torre y nuestra aeronave, y desplegando después a todo un escuadrón de Halcones Oscuros(3). Hasta hoy, siempre habían actuado en la clandestinidad, evitando llamar la atención del Alto Mor y los Manhunters. El hecho de que ahora se muestren sin temor sólo puede significar que están listos para hacer su movimiento definitivo.

-¿Quizá porque ahora cuentan con el prototipo de teletransportación? –murmuró el Green Lantern. –Si Kosmar les entregó al científico… Fel Dontar y su prototipo(4), podrían estar preparados para lanzar un ataque a gran escala. Joder… Debería avisar a…

-No sigas, Kyle –lo interrumpió la thanagariana. –Quizá nos escuchen. Sin nombres

-Es cierto… -rezongó el Green Lantern. –De todas formas, ya está bien de charla. Tenemos que actuar: hay que salir de aquí.

-Por supuesto –convino Kawen con su habitual tono indiferente. –Ve tú delante, que yo te sigo.

Mientras hablaban en susurros, ambos habían ido aproximándose hasta situar sus rostros a apenas unos centímetros el uno del otro. Kyle clavó sus ojos enrojecidos en los de la thanagariana al reanudar la conversación:

-Dejaron nuestra ropa ahí mismo, en esa esquina –dijo con la seguridad de que su compañera entendería lo que trataba de comunicarle: “puedo utilizar mi anillo de poder para salir de aquí”.

-No debes hacerlo.

-Si no lo hago, las consecuencias podrían ser aún peores. Por no mencionar que vamos a morir aquí si lo dejo estar….

Kawen se limitó a mantener la mirada del Green Lantern antes de girarse levemente hacia un lado para relajar su cuerpo todo lo que le permitieron las esposas que tiraban de sus extremidades hasta unir muñecas y tobillos a su espalda.

-La decisión es tuya, Kyle, pero….

En ese momento, les sorprendió un estruendo ensordecedor que barrió las palabras de la thanagariana mientras el suelo se sacudía bajo ellos, y un panel del techo caía a poco más de medio metro de sus pies, seguido de una fina lluvia de material ceniciento


Pasados unos segundos, y tras comprobar aliviados que el pequeño cuarto donde los habían encerrado no se derrumbaba sobre sus cabezas, ambos cruzaron una mirada interrogante, al tiempo que atendían a los gritos que comenzaban a llegarles desde el nivel superior, entremezclados con unos estampidos que identificaron enseguida como descargas de energía. Poco después, y a pesar del caos reinante, escucharon con claridad los pasos a la carrera de alguien que corría en la distancia, y que al detenerse en algún punto gritó: “¡Manhunters!”.

-¿Manhunters? –repitió Kyle confuso. -¿Han venido a rescatarnos?.

-Eso no tiene ningún sentido –apuntó Kawen sin dejar de prestar atención al alboroto de allí arriba.

-No, no lo tiene –siguió el Green Lantern, ahora más convencido de lo que decía. –No han podido rastrearme hasta aquí sin… eso activo, y si lo hubieran averiguado por cualquier otro medio, creo que habrían sido algo más sutiles en su intento de rescate. Esto es un ataque en toda regla.

El fragor de una explosión que sobrevino en aquel instante silenció la respuesta de la thanagariana, que momentos después volvía a repetir lo que había dicho:

-Este asalto no tiene nada que ver con nosotros, pero podría ayudarnos a salir de aquí sin necesidad de utilizar tu….

Unos nuevos pasos a la carrera distrajeron a Kawen hasta hacerla enmudecer cuando fue consciente de que se escuchaban cercanos, y de hecho, parecían dirigirse hacia ellos. El siguiente sonido que llegó a sus oídos fue el de la apertura de la puerta de su celda, al retirarse la plancha metálica hacia arriba para mostrar al acólito que les había interrogado apenas media hora antes, sudoroso y con el rostro desencajado. En la mano derecha, sujetaba con dedos crispados lo que el Green Lantern identificó sin dificultad como una daga.

-Kyle… -llegó a susurrar Kawen antes de que el acólito se abalanzara sobre ella.

Agarrándola por el pelo, el miembro del Culto de Onimar Synn tiró de la thanagariana hacia él arrancándole una breve exclamación de dolor, y sin decir nada, situó la daga sobre su garganta con la intención de cortársela. Kyle, tendido junto a los pies del acólito, ignoraba de dónde salían aquellas fuerzas que pensaba agotadas, pero logró impulsar su cuerpo maniatado para rodar la escasa distancia que les separaba e impactar contra sus piernas. El golpe no fue suficiente para tumbar al acólito, ni mucho menos para que éste soltara la daga, pero sí que lo distrajo de su objetivo durante los cinco segundos que el acólito invirtió en recuperar el equilibrio y lanzar una contundente patada contra la mandíbula del Green Lantern. Seguidamente, volvió a centrar toda su atención en Kawen, agarrándola de nuevo por el pelo.

Con la cabeza zumbándole como un avispero recién sacudido, Kyle tomó en un instante la decisión que tanto había evitado tomar hasta ese momento, y sin darle más vueltas, actuó en consecuencia.

-¡Anillo! –trató de gritar, aunque la voz apenas le salía del cuerpo. -¡Activación!.

El acólito se paralizó con la daga de nuevo sobre la garganta de Kawen, al sorprenderle el intenso resplandor esmeralda que parecieron emitir con furia los andrajos que habían vestido sus prisioneros, y que él mismo había amontonado en un rincón del cuarto, antes de colocarles las esposas y comenzar el interrogatorio. Aún observaba el espectáculo con expresión pasmada cuando el anillo de poder, que hasta ese momento se había camuflado a sí mismo con la apariencia de un sencillo aro metálico, se elevó un metro por encima del suelo y, recuperando su verdadero aspecto, voló con inimaginable rapidez para colocarse en el correspondiente dedo de la mano de Kyle. De forma inmediata, el Green Lantern lanzó dos rayos simultáneos contra el acólito: el primero de ellos rodeó a la daga con una esfera esmeralda para evitar que su filo volviera a entrar en contacto con la piel de la thanagariana; el segundo, de energía sólida, lo golpeó en mitad de su frente y lo impulsó un par de metros hacia atrás, hasta impactar contra la pared que se hallaba a su espalda. Como resultado, el miembro del Culto de Onimar Synn terminó derrumbándose inconsciente sobre el suelo.

A continuación, Kyle ordenó al anillo que le liberara de sus esposas, y una vez en pie, todavía renqueante e incapaz de erguirse por culpa de sus brazos y piernas agarrotados, liberó a Kawen de las suyas.

-Lo que has hecho ha sido una estupidez, Kyle –habló en primer lugar la thanagariana. –Esta emisión de energía oana no pasará desapercibida.

-¿Hubiera sido más conveniente para nuestra misión dejar que nos cortaran el cuello?.

-Sin duda –respondió Kawen dejándose caer en los brazos del Green Lantern sin fuerzas.

-Ya, en fin, supongo que por eso nunca seré un buen agente secreto. Me gusta vivir –concluyó besando a Kawen de improviso


A los siete Dignos del Alto Mor de Thanagar les resultaba cada vez más difícil mantener su pose de altiva indiferencia mientras observaban el desarrollo de la intervención Manhunter en la proyección holográfica. Los numerosos drones de comunicación que sobrevolaban Thalrassa, e incluso acompañaban a los robots al interior de las bases del Culto de Onimar Synn repartidas por toda la ciudad, permitían que pudieran seguir el curso de aquella operación sentados sobre sus sillones flotantes en la Cámara del Cónclave.

Kilowog, por su parte, no estaba contento. El ataque sorpresa había sido efectivo, era cierto, y los Manhunters todavía se beneficiaban de la ventaja que les había proporcionado golpear en primer lugar. Sin embargo, los objetivos seleccionados estaban dando más problemas de los que él había anticipado y se resistían fieramente a quedar bajo su control.

Uno de los enclaves había resultado ser una especie de cuartel de confinamiento de Halcones Oscuros: aquellas aberraciones aladas capaces de luchar infatigablemente, insensibles al dolor o la pérdida de cualquiera de sus miembros. Los cadáveres resucitados por el Culto de Onimar Synn mediante algún tipo de “magia negra” que escapaba a la comprensión del bolovaxiano se mostraban como un enemigo difícil de batir y, según parecía, los líderes del Culto habían conseguido reunir a un número importante de ellos de cara al golpe de estado que pretendían haber dado con las primeras luces del día. Para empeorar la situación, las bases del Culto que Kilowog no había podido identificar previamente, alertadas ya sobre lo que estaba ocurriendo, comenzaban a sumar sus fuerzas a las de los objetivos que se encontraban bajo ataque Manhunter, y no sólo enviando en su ayuda escuadrones de thanagarianos o más Halcones Oscuros: el Green Lantern había contado ya hasta tres navíos de combate (los Siete Demonios sabrían cómo se habían hecho con ellos), que estaban convirtiendo algunos de los puntos de intervención en un auténtico infierno con el lanzamiento de sus proyectiles.

Kilowog no estaba contento. Y su estado de ánimo no mejoró cuando el Manhunter que le acompañaba en la Cámara del Cónclave avanzó un paso hacia él y le informó en un tono de voz muy bajo:

-GL-2814 LOCALIZADO. ACABA DE HACER USO DE SU ANILLO.

El bolovaxiano apretó los dientes con toda la fuerza de sus poderosas mandíbulas, reprimiendo una reacción más violenta a las palabras del robot.

-¿Dónde? –consiguió preguntar en un susurro.

-ENCLAVE 3/A.

-¿Uno de nuestros objetivos?.

-AFIRMATIVO.

Kilowog mantuvo la mirada fija en ningún sitio en concreto durante varios segundos. A continuación, se dirigió de nuevo al Manhunter sin volver la cabeza hacia él:

-Informa a todas las unidades asignadas a la intervención 3/A de que deben asegurarse de que GL-2814 no sufra ningún daño. Además, ordena a… una unidad, sólo una, que se dirija inmediatamente al punto donde ha sido localizado, y si ya no se encontrara allí, que lo busque; lo quiero fuera de esa base cuanto antes.

-ASÍ SE HARÁ –dijo contundente el robot retrocediendo para ocupar su posición original.

Aún presa de la agitación, Kilowog miró de reojo a los miembros del Alto Mor antes de centrar de nuevo su atención en la proyección holográfica. Con un poco de suerte, era posible que aquel uso puntual del anillo de poder de Kyle pasara desapercibido en mitad de la contienda, atribuible a las innumerables descargas de energía que estaban realizando los Manhunters precisamente en aquel lugar. Sin embargo, el problema era que si Kyle había utilizado su anillo una vez, aquello significaba que se había hallado en grave peligro, y si la situación seguía siendo comprometida para el Green Lantern, nada garantizaba que no volviera a utilizarlo


Vistiendo la túnica bermellón del acólito que dejaban inconsciente en la celda, Kyle salió con paso todavía renqueante a un pasillo largo y estrecho. El anillo de poder volvía a colgar de su cuello oculto entre sus ropajes, y Kawen marchaba frente a él con las manos sujetas por las mismas esposas magnéticas que antes la habían aprisionado; la diferencia estribaba en que el Green Lantern había fundido su mecanismo interno al liberar a la thanagariana, y aunque aparentemente intactas, estaban inservibles.

El pasillo entero se sacudía a su alrededor por efecto de las detonaciones que seguían produciéndose en el nivel superior al ritmo del estrépito del combate, que parecía aún más próximo allí fuera. Tras mirar hacia uno y otro lado, encontrando el pasillo vacío, Kyle se volvió para cerrar la puerta de la celda, y se disponía ya a bloquearla con el propósito de encerrar al acólito en su interior, cuando una serie de ruidos más cercanos llegaron hasta sus oídos imponiéndose al bullicio general: alguien avanzaba hacia ellos por un pasillo contiguo, aproximándose con rapidez a la intersección que quedaba a unos dos metros a la derecha de donde se encontraban. De forma precipitada, el Green Lantern se echó la capucha de su túnica sobre la cabeza y aferró a Kawen por el brazo. Las voces que le habían alertado se hicieron distinguibles poco antes de que pudieran ver a quiénes correspondían.

-¡Me necesitáis! –gritaba una de estas voces con deje de desesperación. –¡Si algo fallara más adelante, no sabríais ni por dónde empezar!.

-¡Por los Siete Infiernos! –respondió otra también a gritos. –¡Ya te he dicho que no voy a matarte! ¡Sólo me han ordenado que te lleve hasta el hangar! ¡Tu cacharro ya está allí y lo único que quieren es…!.

En ese momento, los dos individuos doblaron la esquina donde se cruzaban ambos pasillos, topándose con Kyle y Kawen junto a la puerta de su antigua celda. Los recién llegados ofrecían una imagen muy semejante a la suya propia: un acólito ataviado con una túnica idéntica a la que vestía el Green Lantern, agarrando por el brazo a un sujeto con las manos también inmovilizadas por un par de esposas magnéticas.

El acólito se detuvo a un par de pasos de ellos con gesto de contrariedad, mientras el otro se limitaba a observarlos con la mirada ida.

-¿Todavía estás aquí? –preguntó el miembro del Culto a Kyle, señalando a Kawen a continuación. -¿Adónde la llevas? Tus órdenes eran ejecutarlos a los dos.

El Green Lantern se quedó helado durante un instante sin saber qué decir o hacer; aquel acólito conocía al tipo que habían dejado inconsciente dentro del cubículo, y aunque no pudiera ver su cara bajo la capucha, sabría que no era él en cuanto empezara a hablar. Sin embargo, las circunstancias vinieron a resolver el problema por Kyle, pues de forma inesperada, Kawen se deshizo de sus esposas, y aún no habían golpeado éstas el suelo, cuando de un salto se abalanzó sobre el acólito haciéndole caer de espaldas. El prisionero del thanagariano caído, mientras tanto, se limitó a retroceder un paso hasta dar con la pared del pasillo, y se pegó contra ella con la mirada fija en el forcejeo que ambos mantenían a sus pies.

Con el factor sorpresa a su favor, Kawen no halló demasiadas dificultades para imponerse a su contrincante, y apenas unos segundos después, ya aferraba su cabeza y la golpeaba varias veces contra el suelo. Entonces, tomó la daga que le había sustraído al otro acólito y llevaba oculta entre sus harapos, con la intención de zanjar aquella pelea de manera definitiva, pero antes de que pudiera hacer nada con ella, Kyle intervino sujetándola por la muñeca.

-Eso no será necesario, Kawen.

La thanagariana sostuvo la mirada del Green Lantern con los mismos ojos carentes de emociones que había mostrado mientras luchaba contra el miembro del Culto. Finalmente, asintió.

-Lo encerraremos con el otro. Y me quedaré con su túnica. Llevar esas esposas, aunque estén inactivas, me resta movilidad. Será mejor que me haga pasar yo también por un acólito.

Ya más calmados, se giraron ambos hacia el prisionero para estudiarlo con mayor atención. Se trataba de un tipo no muy alto y algo sobrado de grasas, embutido en una especie de mono de color amarillo sucio y desgastado, que les devolvió una mirada de auténtico pavor.

-¡Yo también soy un prisionero del Culto! –gritó sin darles la oportunidad de decir nada. -¡No me hagáis daño!.

-Un prisionero, sí… -murmuró Kawen acercando su rostro al suyo. –Pero uno importante. En lugar de ejecutarte, como planeaban hacer con nosotros, a ti querían llevarte con ellos....

La thanagariana lo observó con aire pensativo antes de continuar hablando:

-Dime: ¿quién eres y por qué te considera tan valioso el Culto de Onimar Synn?.

-M-me llamo Fel Dontar(5), y yo….

Kyle no pudo evitar soltar una carcajada de incredulidad al tiempo que Kawen agarraba al otro por el cuello y lo estrujaba contra la pared.

-¿¡El prototipo está aquí!?.

-¿Pero cómo…? –repuso el científico con una mueca de desconcierto.

-¡El prototipo! –exclamó Kawen apretando un poco más fuerte. -¿Es el “cacharro” que mencionó el acólito cuando llegabais? ¿Sus órdenes eran llevarte a ese hangar para sacarte de aquí junto con el prototipo?.

Sin posibilidad de responder en aquellas condiciones, Fel Dontar se limitó a asentir con rigidez. Entonces, mientras la thanagariana lo soltaba, permitiendo que el científico resbalara por la pared hasta caer al suelo, una buena porción del techo en el extremo opuesto del pasillo se derrumbó como consecuencia de la mayor de las explosiones que habían venido sucediéndose sobre ellos. La nube de polvo resultante cegó toda la zona, ocultándoles la que sin duda había dejado de ser una vía de escape.

-¡Kawen! –exclamó Kyle. –¡Tenemos que irnos! La próxima explosión podría enterrarnos bajo una montaña de escombros, aquí mismo donde estamos. Y aparte de eso: a la gente de Onimar Synn se le están poniendo las cosas cada vez peor; por mucho interés que tengan en este tipo, no lo van a esperar eternamente. Podrían largarse con el prototipo, y entonces lo habremos perdido para siempre.

-Tienes razón –convino Kawen, obligando a Fel Dontar a levantarse del suelo para encararse de nuevo con él. –Llevas varios días trabajando para el Culto, y aunque hayas sido su prisionero, debes de haberte movido por aquí. ¿Sabes dónde se encuentra el hangar al que te llevaban? ¡Responde!.

-¡Sí! –gritó apremiado una vez más por la garra de Kawen. –Sé dónde está: no se encuentra muy lejos del taller-laboratorio donde me obligaban a seguir trabajando en el prototipo.

-¡Genial! –dijo el Green Lantern. –En ese caso….

Un extraño zumbido se elevó por encima de la algarabía ensordecedora del combate que se estaba librando en el nivel superior, aumentando de volumen hasta lograr que Kyle se callase sin terminar la frase. Los tres se volvieron hacia la nube de polvo que aún permanecía en suspensión al otro lado del pasillo, con tiempo para presenciar la aparición de una figura que a todos resultó muy familiar, la cual avanzó con rapidez hacia donde se hallaban.

Ignorando a Kawen y al científico, el Manhunter habló directamente con Kyle:

-GL-2814: TENGO ORDEN DE EVACUARLO DE MANERA INMEDIATA.

Kyle Rayner parpadeó pasmado durante un instante. Aquello era lo último que esperaba, y tardó unos segundos en procesar la situación. Entonces reaccionó, y tras intercambiar una breve mirada con su compañera thanagarina, respondió al robot con los labios curvados en una media sonrisa:

-Me temo que “GL-2814” tiene nuevas órdenes para ti, unidad Manhunter. Necesito tu ayuda.



La Cámara del Cónclave reverberaba con los gritos exaltados de tres de los Dignos del Alto Mor, erguidos en sus sillones flotantes mientras descargaban su frustración sobre Kilowog. La actitud tensa pero silenciosa con la que habían asistido al desarrollo de la intervención comandada por el Green Lantern había degenerado en un clamor de voces cuando la proyección holográfica multifacetada que se alzaba frente a ellos comenzó a mostrarles la transmisión que ahora emitía el Culto de Onimar Synn.

-¡Nos aseguraste que esto no ocurriría! –exclamaba uno de los Dignos. -¡Que interferirías su señal para que no pudieran emitir imágenes del ataque! ¿¡Y ahora resulta que están retransmitiendo a todo Thanagar!?

-Lo que dije –respondió Kilowog sin alzar el volumen de su voz-, fue que sabía que planeaban hacer esto y que trataría de evitarlo con todos los medios de que dispongo. Evidentemente, no han sido suficiente.

-¡Ya lo creo que no lo han sido! –gritó otro de los dirigentes thanagarianos. –¡Tu inoperancia…!.

-Están muy bien preparados –le cortó el Green Lantern con frialdad. –Emiten por todos los canales posibles, algunos de ellos subespaciales, y cuentan con varios dispositivos de reamplificación en las principales ciudades de Thanagar. En estos momentos, estamos interfiriendo la mayor parte de su espectro de emisión, pero incluso eso resulta insuficiente. La única manera de bloquearlo por completo sería empleando de forma coordinada los sistemas disruptores de que disponen los Manhunters, pero estaréis conmigo en que no es buena idea distraerlos ahora.

Antes de que cualquiera de los restantes miembros del Alto Mor redoblara sus ataques contra el Green Lantern, intervino Val Thodar:

-No dudo de que estés haciendo todo lo que está en tu mano para controlar la situación, Kilowog, pero entiende que esta transmisión podría convertirse en el golpe definitivo que incline la balanza de su lado. Si el Culto de Onimar Synn consigue convencer aunque sólo sea a una pequeña parte de los thanagarianos de que la intervención de hoy resulta injustificada y de que ellos pueden liderarlos, nutriéndose de su descontento hacia el Alto Mor y sus indeseables aliados de Oa… Esto podría ser nuestro fin, Kilowog.

-Soy muy consciente de lo que nos estamos jugando, Val Thodar….

En ese instante, irrumpió en la Cámara del Cónclave el Primer Oficial del Alto Mor(6). Su rostro, habitualmente un ejemplo de su exquisito autodominio, se mostraba ahora demudado mientras se dirigía hacia la semicircunferencia formada por los sillones de los siete Dignos e hincaba la rodilla frente a ellos con la cabeza agachada:

-¡Olvida el protocolo y di lo que hayas venido a decir! –exclamó irritado Val Thodar.

El Primer Oficial se levantó de inmediato, expresándose con una inusual voz disonante:

-Los Downsiders(7) están fuera de control, mis señores. Mientras hablamos, centenares de ellos suben por las Torres de Thalrassa, matando y saqueando cuanto encuentran a su paso.

Concluirá…

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Referencias:
1 .- Durante la etapa de Keith Giffen y J.M. DeMatteis, por supuesto
2 .- En Green Lantern #32
3 .- En el número anterior
4 .- Recuerda que Kosmar, el luchador profesional, entregó a Kyle al Culto de Onimar Synn en Green Lantern #32-33; es de suponer que previamente les habría entregado también al científico en cuestión
5 .- Por si no lo recuerdas, éste es el tipo que andaban buscando Kyle y Kawen en los capítulos anteriores.
6 .- Lo conocimos en Green Lantern #32.
7 .- Los “Downsiders” son alienígenas procedentes de los diferentes mundos conquistados por Thanagar, que fueron traídos aquí como esclavos y viven en el “Downside”, a nivel del suelo, apartados del lujo y las comodidades que disfrutan los thanagarianos nativos en sus Torres y Ciudades Flotantes

1 comentario:

  1. "Bueno esto se ha puesto interesante y muy complicado. Tenía tiempo sin leer al buen Jeronimo y la espera ha valido la pena. Hay acción y dialogo y todo comienza a encajar. Pero no se prevé una luz al final del tunel.

    La Portada de Roberto, pues ha quedado genial y transmite eso que esta escrito en el texto, esa violencia y tensión que azota a Thannagar"

    Comentario publicado originalmente por el usuario "William Darkgates" con fecha 11/12/2015

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