Iron Man nº14


Título: Sin Control (IV)
Autor: Francesc Marí
Portada: Ernesto Treviño
Publicado en: Junio 2017

Después de la reaparición de Iron Monger, todas las sospechas de los ataques recaen sobre Ezekiel Stane, al que Tony creía desaparecido. Mientras Rhodey investiga dónde pueden encontrarlo, Stark intentará construir, con lo que queda de sus armaduras, algo con lo que enfrentarse al hijo de su viejo enemigo.
Un elegante millonario, playboy, extraordinario inventor y un poderoso industrial, es Tony Stark... Pero cuando se viste su metálica armadura, se convierte en la más poderosa máquina luchadora del mundo

Creado por Stan Lee, Larry Lieber, Don Heck y Jack Kirby

 


 

Cuando regresó a su ático, no era consciente del grado de destrucción que se encontraría. Al marcharse lo había hecho con prisas, por lo que no había tenido tiempo de fijarse en como había quedado su casa tras la rebelión de sus propias armaduras, pero era mucho peor de lo que recordaba.
El salón del ático estaba, literalmente, convertido en polvo. Techo, paredes y suelo se habían convertido en un gigantesco queso de gruyere hecho de un mármol carísimo.
Todo lo que eran cristales, fueran de las ventanas, de las vitrinas o de las superficies de algunos muebles, se había convertido en pequeños diamantes de vidrio que crujían bajo sus pies al pisarlos. Los elementos de metal estaban doblados o fundidos por la acción de las armas de sus trajes y Máquina de Guerra, al igual que la madera, quemada en su mayoría, incluso en algunos lugares con alguna llama que bailoteaba con el aire que entraba desde el exterior.
—Nota mental: La próxima vez que arregle una casa para mi y mis peculiares visitas, la hago con materiales más asequibles —dijo Tony en voz alta mientras esquivaba los cascotes de piedra que cubrían el suelo.


«Menudo destrozo», se dijo mientras soltaba un silbido. «Por suerte no había sido más grave», pensó aliviado.
Rhodey había tenido razón, a pesar de todo, era mejor haber destruido las armaduras y su casa, que
permitir que las vidas de sus invitados corrieran peligro estúpidamente. Sin embargo, queriendo o no, por ahora había dejado de ser Iron Man al carecer de una armadura que enfundarse.
Al ver la situación en la que estaba, Tony, de pie en mitad de todo aquello, soltó un largo suspiro.

—Señor, ¿desea algo? —La atenta voz de J.A.R.V.I.S. hizo acto de presencia.

—¿Eh?… No, de momento no.

—¿Quiere que busque el rastro de Ezekiel Stane, señor?

J.A.R.V.I.S. esa inteligencia artificial siempre le sorprendía, y más habiéndola diseñado él. En el tiempo que él había tardado en llegar desde el almacén en el que había aparecido Iron Monger, su asistente seguramente había hablado con Rhodes para informarse de lo que hubiera sucedido en aquel lugar medio abandonado.

—No, no. Tranquilo J.A.R.V.I.S., Rhodey se está encargando de ello… —afirmó Tony dejando las palabras en el aire.

Mientras él regresaba a su ático, Rhodey, dentro de la armadura de Máquina de Guerra, había volado hacia Washington para buscar en los archivos del Pentágono y de S.H.I.E.L.D. todo lo que pudiera haber sobre Ezekiel Stane: viviendas, propiedades, posibles localizaciones en el extranjero, empresas… Lo que fuera.

Sin embargo, Tony sospechaba que sería difícil, si por algo se caracterizaban los Stane era por saber ocultar sus tejemanejes de la mejor manera. Además, desde la muerte de su padre, Zeke había desaparecido de la faz de la Tierra. Siempre había dudado que hubiera muerto, sin embargo, se había esfumado por completo. Hasta ahora.
Tony recordaba que Zeke siempre había estado obsesionado con la nanotecnología, y había conseguido que su padre le ayudase a trabajar en ello, proporcionándole medios y dinero, los de Stark Industries. Tras su desaparición, solo habían quedado unos pocos diseños, el resto de la investigación de Stane se había ido con él.

—J.A.R.V.I.S., compara los…

—La comparación entre la pieza que ha pirateado el sistema y las que controlaban la armadura de
Iron Monger, enviadas desde el traje de Máquina de Guerra, coinciden —lo interrumpió la voz de J.A.R.V.I.S.

—Excelente —contestó Tony sorprendido, una vez más, por la eficiencia de su asistente—. Ahora compáralos con…

—No hay lugar a dudas —volvió a interrumpirlo J.A.R.V.I.S.—, los dos elementos descubiertos hoy, coinciden con lo poco que queda de las investigaciones en nanotecnología de Ezekiel Stane.

—Eh, vale —contestó Tony—. ¿Pasa algo, J.A.R.V.I.S.?

—No, señor —respondió su asistente.

La ventaja que tenía J.A.R.V.I.S. es que, si mentía, por el motivo que fuera, tenía la capacidad para que su voz sonara igual que siempre.

Tony no dijo nada, solo esperó.

—¿Desea que haga un registro en los archivos para saber como localizar a Stane? —preguntó J.A.R.V.I.S.

—¡Ajá! Con que era eso —exclamó Tony—, estás ofendido por que Rhodey está buscando en los archivos en lugar tuyo.

—Señor, no puedo sentirme ofendido.

—Pero no lo niegas —dijo Tony triunfalmente.

J.A.R.V.I.S. no respondió, por una vez, la inteligencia artificial se había quedado sin palabras.
Tras unos segundos en los que J.A.R.V.I.S. parecía haber desaparecido como lo había hecho la noche anterior, Tony consoló a su asistente:

—Tranquilo, querido amigo, tú y yo tenemos trabajo.

—¿En qué tiene pensado perder la tarde? —preguntó con un tono un poco descarado J.A.R.V.I.S.

Tony sonrió, sintió que J.A.R.V.I.S. seguía un tanto ofendido por que Rhodes le hubiera quitado una de las tareas esenciales como asistente de un superhéroe, y más teniendo en cuenta la capacidad del asistente digital para hacer múltiples tareas a la vez. Sin embargo, al igual que su predecesor humano, aunque siempre lo negara, le encantaba participar en los experimentos de Tony.

—Tenemos que analizar el estado de las armaduras y saber que sirve y que no sirve —explicó Tony.

—¿Para?

—Para construir una armadura a partir de las piezas que todavía son utilizables.

—Discúlpeme, señor, pero ¿no sería más sencillo construir un traje nuevo? Teniendo en cuenta la facilidad con la que los acumula.

«Hasta J.A.R.V.I.S. se atreve a criticarme el número de armaduras que tengo. Seguro que si Pepper estuviera aquí me diría: Yo ya te lo dije», pensó para sus adentros Tony.


—Sencillo puede, rápido no —contestó mientras miraba a su alrededor en busca de las piezas de sus armaduras.

—No le comprendo, señor.

—Elemental, querido J.A.R.V.I.S. Claro que podemos construir una armadura nueva, sin embargo la construcción es demasiado lenta, y no sabemos cuando Stane pretende atacar de nuevo, por lo que lo mejor es construir rápido algo con lo que tengamos a mano. —Tony hizo una pausa y giró sobre sí mismo, para añadir después—: Como todo esto.

Sin más, Tony se dirigió a su taller y garaje, sin embargo, lo que se encontró, era peor de lo que había en el salón. Todas las capsulas diseñadas para almacenar las armaduras de Iron Man estaban destruidas. Por lo que se podía ver, parecía que se había utilizado a las propias armaduras para destruir aquel lugar.

—Tierra quemada —dijo Tony pensando en voz alta—. A medida que se avanza se destruye todo lo que pueda ser utilizado por tus enemigos para vencerte. Pero Stane no cuenta con una cosa…

—¿El qué, señor?

—Para construir mi primera armadura no necesité toda esta tecnología, y ahora tampoco voy a necesitarla —afirmó con fuerza mientras regresaba al salón.

Al llegar, empezó a apartar la runa y todo lo del suelo que pudiera molestarle, abriendo un espacio en el centro del salón en el que poder trabajar. Se quitó la americana y la camisa.

—J.A.R.V.I.S. ¿en qué estado se encuentran las armaduras? —preguntó.

—En su totalidad han sido destruidas, ninguna tiene capacidad de vuelo y menos de combate —explicó su asistente.

Tony se frotó la barbilla durante unos instantes hasta que se le encendió la bombilla:

—Muy bien, localiza todas aquellas piezas que aún respondan a tu señal.
J.A.R.V.I.S. no dijo nada, simplemente cumplió las órdenes de su señor. Entre tanto, Tony regresó a su taller en busca de algo esencial para construir una armadura sin la ayuda de sus asistentes… Su caja de herramientas. Tras apartar unos cascotes y abrir el estrecho armario metálico en el que las tenía guardadas, Tony recogió una caja anaranjada llena de golpes y arañazos, por lo que había sucedido en aquel lugar, sino por los años que hacía que le acompañaba.
Mientras revisaba que la caja contuviera todo lo necesario, unos ruidos mecánicos sonaron a sus espaldas. Tony se giró asustado, por si era una de sus armaduras con ganas de guerra, pero en lugar de ello, se encontró a los dos asistentes de su taller. Los dos robots se acercaron a él, extendiendo sus brazos hidráulicos como si buscaran refugio.

—Muchachos, estáis bien, creía que habríais acabado aplastados.

Los dos robots soltaron unos zumbidos, que Tony interpretó como… ¿Alegría? No lo sabía.

—Venga, cargad con esto y seguidme —afirmó a la vez que les daba la caja de herramientas para que la llevaran ellos.

Cuando hubo regresado al comedor, ordenó a los dos robots que limpiaran una zona más grande del suelo.

—Señor —dijo J.A.R.V.I.S.—, le comunico que las piezas que aún responden se encuentran aquí.
 
Las que he localizado en la calle, están absolutamente inservibles.

«Es lo que tiene caer desde varias decenas de metros», pensó Tony.

—Pues manos a la obra. J.A.R.V.I.S. estructura una armadura a partir de las piezas disponibles, vosotros dos recoged lo que os diga él y me lo traéis, a ver si soy capaz construir algo útil.

Sin que nadie añadiera nada más, si es que J.A.R.V.I.S. y los dos robots del taller se pudieran considerar alguien, los dos pequeños androides empezaron a sacar partes de diversas armaduras de debajo de los cascotes y a llevárselos a Tony como si fueran dos perritos que han ido a buscar el palo que ha lanzado su amo.

Y, como siempre, Tony se sumió en su trabajo como si el resto del mundo no existiera.



Stane se frotaba la manos con satisfacción. Había conseguido acabar con todas las armaduras de Tony Stark y después casi logra acabar con él, si no hubiera sido por Máquina de Guerra las cosas habrían salido aún mejor.
Ninguno de sus ayudantes entendía porqué su jefe se sentía tan satisfecho, había sido derrotado dos veces sin poder acabar con su objetivo, al contrario, los habían descubierto y ahora estaban siendo perseguidos por Stark, Rhodes y los agentes de S.H.I.E.L.D.

—Señor, permítame una pregunta… —empezó a decir uno de sus ayudantes.

Stane hizo un gesto autorizando la sinceridad de su hombre.

—Pero, ¿por qué está tan contento?

Stane fijó sus inquisitivos ojos en aquel hombre, un don nadie a su entender.

—Muy sencillo, de momento hemos demostrado que Stark es débil —afirmó.

—¿Y qué ganamos con ello? Creía que el objetivo de todo esto es destruirle.

—Exactamente, pero una cosa es destruirle a distancia y una muy diferente es hacerlo con tus propias manos.

Tras aquellas palabras, Stane salió de la sala diciendo unas simples palabras que podrían cambiar la vida de Tony Stark para siempre:

—Preparadlo todo para el ataque final. Esta vez sí que será el final de el «gran» Tony Stark.






Tony no sabía cuantas horas habían pasado mientras ensamblaba pieza con pieza con sus herramientas y el soldador, cuando su teléfono móvil sonó con fuerza desde el bolsillo de su americana.

—J.A.R.V.I.S., por favor, descuelga por mí.

—Buenas tardes, coronel Rhodes, ¿qué desea?

—Dime que Tony está aquí y no se ha ido de fiesta para celebrar cualquier majadería —espetó con voz tensa Rhodey.

Antes de que la cosa fuera a peor, Tony intervino:

—Estoy aquí, estoy aquí. ¿Has descubierto algo?

—No, no hay nada de Stane desde que desapareció tras la muerte de su padre —respondió Rhodes—. No sé como logra financiar sus experimentos ni la tecnología que va regalando a villanos como Whiplash y Dinamo Carmesí.

Tony ya se lo suponía, por lo que la atención que le estaba prestando a su amigo era más bien escasa.

—Entiendo. Es decir, que no hay nada, ¿no?

—¿Con quién estoy hablando, J.A.R.V.I.S.? Espero que no sea el contestador dotado de vida del señor Tony Stark —insinuó molesto Rhodes.

—No, coronel, es el señor Stark.

—¿Y qué haces mientras yo intento salvarte el culo antes de que Stane vuelva a aparecer?

Tony, sintiéndose interrumpido por enésima vez, decidió mantener una conversación normal con Rhodey.

—Estoy preparando una armadura nueva con lo poco que has dejado de las anteriores.

—Oye, si sigues así, la próxima vez te apañarás tú solito —lo amenazó Rhodey.

Tony iba a responder, pero J.A.R.V.I.S. intervino.

—Señor, debería tener en cuenta que…

—Un segundo J.A.R.V.I.S., estoy con Rhodes, cuando acabe con él estaré contigo.

—Pero, señor, creo que es…

—¡J.A.R.V.I.S.! Ya sé que te ha molestado que sea Rhodey quien se encargue del trabajo de los archivos, pero debes esperarte un segundo.

—Lamento decirle, señor, que si sigo postergando lo que tengo que decirle, el coronel estará demasiado lejos para salvarle en esta ocasión.

—¿A qué te refieres…? —empezó a preguntar Tony cuando un potente estruendo se oyó a sus espaldas, a través de los ventanales sin cristales de su ático.

No hizo falta que J.A.R.V.I.S. respondiera, desde el horizonte de Nueva York que empezaba a oscurecerse, Tony pudo ver como una gigantesca armadura se acercaba a gran velocidad hacia su ático.

—¡¿Pero que coño…?! —exclamó cuando la armadura efectuó el primer disparo que atravesó la pared del fondo de su ático, destruyéndola y abriendo un enorme boquete a través del que se podía ver el exterior por una nueva ventana no prevista en el diseño.

—¡Rápido J.A.R.V.I.S.! Tengo que ponerme esta armadura —ordenó Tony.

—Pero, señor, está al catorce por ciento de energía, además no puede volar, dispone de un escaso armamento, y mi sistema no está integrado.

—Lo sé, lo sé, pero poco será mejor que nada —añadió Tony empezando a calzarse las botas con la ayuda de los dos robots asistentes—. Tenemos que pasar al modo analógico, debo prescindir de ti, amigo.

—Señor, no voy a permitir que se enfrente a una nueva amenaza sin mi ayuda y…

—Lo hago para evitar que Stane controle la armadura conmigo dentro.

Si J.A.R.V.I.S. hubiera sido algo más que una inteligencia artificial, hubiera refunfuñado acatando las órdenes de su jefe.

—Encárgate que estos dos tontainas salgan de aquí antes de que Stane los destruya y apóyame con lo que sea a lo que puedas echar mano —le ordenó Tony—. Y si ves que va a piratearte, activa el apagado de emergencia.

—Así se hará señor.

Continuará…



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