Daredevil nº04

Título: Equilibrio (IV): las aceras de Nueva York: la pasión de Gabriel
Autor: Parménides
Portada: Ovidio Maestro
Publicado en: Octubre 2003



Vive en una noche eterna, pero la oscuridad está llena de sonidos y olores que otros no pueden percibir. Aunque el abogado Matt Murdock es ciego, sus otros sentidos funcionan con una agudeza sobrehumana... Abogado de día, vigilante de noche... El Hombre sin miedo
Creado por Stan Lee y Bill Everett

- No, por ahí no... ¡cuidado con eso! .–Foggy estaba sudando más por la tensión que soportaba al ver cómo reconstruían su despacho, que por el sofocante calor que reventaba los termómetros. Dejando momentáneamente su base de operaciones en las oficinas que les había prestado Noel Archibald, Foggy había acudido a supervisar la reconstrucción de su antiguo despacho, que todavía se demoraría un tiempo. Como mínimo hasta después del juicio que todavía tenían pendiente por el destrozo del mismo.

- ¿Está usted bien, Sr. Nelson? –le preguntó amablemente Ms. Barbato, al verlo tan alterado.

- Es el calor. Me vuelve loco.

- No se preocupe. Todo saldrá bien. –Las tranquilizadoras palabras de Angela Barbato tenían un efecto sedante en todo aquél que se parara a escucharlas. Hacía ya un tiempo que la habían contratado, había pasado buenos y malos momentos con ellos, pero siempre había mantenido imperturbable su talante discreto y pacificador.

La destrozada oficina bullía de obreros y albañiles que iban arriba y abajo carreteando cascotes y piedras. Los documentos que se habían salvado, habían sido trasladados bajo las suaves órdenes de Ms. Barbato un par de semanas antes, por lo que todo lo que quedaba en ese maremágnum de polvo y piedra era material de contenedor. Pero hasta ver esos deshechos entristecía a Foggy, puesto que eran una suerte de metáfora de lo que había estado pasando a su alrededor aquellas semanas. El hedor e intranquilidad de la ciudad por el cargado ambiente pre-electoral. El destrozo de sus oficinas. La acusación por haber provocado la explosión. La pérdida de credibilidad. El peso económico del juicio. El dilema de si trabajar para Kingpin o no. La parcial derrota a manos de Unger. Y el distanciamiento con Matt... aunque eso parecía haberse solucionado. Matt, su socio. Matt, su compañero. Matt, su amigo. Matt...

- ¡Está aquí! ¡Matt está aquí!

La voz normalmente comedida de Ms. Barbato se tornó chillido histérico, mientras Matt atravesaba el umbral y se los encontraba de frente. Abrazos, besos, risas.

- ¡Qué bueno tenerle aquí nuevamente entre nosotros!

Ms. Barbato, muy a su pesar, tuvo que liberar a Matt de su presa de oso, para que Foggy también pudiera abrazarle. Matt y Foggy se fundieron en un abrazo sincero, emotivo, lleno de significado.

- Amigo...

- Perdona...

De repente, se echaron a reír y se golpearon cariñosamente los hombros.

- ¿Vamos a tomar algo? Ms. Barbato... ¿le importa? –ella negó con una sonrisa de felicidad, mientras los reencontrados amigos enfilaban el pasillo hacia la salida.

- Te he echado de menos, cabrón...

- Foggy, yo... todo esto me ha hecho pensar mucho – los dos viejos amigos empezaron a abrirse totalmente, recuperándose del distanciamiento que la situación y miles de kilómetros de avión habían abierto. Repasaron los días previos. El cómo ha ido, el qué burro eres, el cómo me alegró tu llamada, el en qué has pensado...

Al cabo de un rato, Matt inició el tema que inconscientemente habían estado evitando hasta entonces:

- Foggy... uhm, puede que tengas razón. Puede que Kingpin como empleador no sea tan mala opción... al fin y al cabo, además de que el dinero no nos iría mal, todo el mundo se merece una segunda oportunidad. ¿Quién sabe?

- Una segunda oportunidad... je, je, je. Al final siempre sale el talante católico que hay en ti, viejo bribón.

- ¡Ey! Mi madre es monja ¿recuerdas?

- Bueno, pues ahora soy yo quien no lo tengo del todo claro... todo lo que nos está viniendo encima... ¿estaremos suficientemente preparados para esto? ¿Podrá estar a la altura alguien como tú? un ingenuo hijo-de-... –haciendo una pausa dramática mientras sonreía, continuó- ...monja.

- Quizá no estemos preparados, Foggy, quizá no. Pero como suelen decir los jodidos hijos-de-monja como yo... “A Dios rogando, pero con el mazo dando”.



Una columna de papeles se amontonaban en la mesa que Foggy había reservado para Matt dentro de las oficinas de Noel Archibald, y esa tarde, cuando no quedaba nadie en las mismas, el abogado ciego intentaba ponerse al día. Todos los informes estaban traducidos al braille, aunque realmente no lo necesitara. Pero siempre había que guardar las formas, eran gajes del oficio. No había muchos ciegos capaces de leer a través de las débiles impresiones de tinta que estaban grabadas en los papeles.

Quedaban menos de cuarenta y ocho horas para la continuación del juicio por la bomba en su despacho y, aunque trabajaban contra reloj en ello, Matt necesitaba una distracción, un cambio, para poder pensar con más claridad.

El caso Fisk era la solución para mantener su mente en otra cosa. Matt y Foggy habían decidido finalmente, echar una seria ojeada a los asuntos que Wilson Fisk había puesto en sus manos, con el compromiso de darle una pronta respuesta a su oferta de trabajo. Fisk quería desvincularse legalmente de Falcon Radio, la antigua WFSK. Así que se puso a revisar sus informes. Mientras su mente consciente se concentrara en lo de Fisk, su creatividad inconsciente se fijaría en la manera de dar la vuelta a la tortilla a su propio juicio. Matt siempre había trabajado así y confiaba en sus posibilidades. Además, desde el regreso de Japón se sentía mucho más fuerte, seguro de sí mismo y equilibrado. Se sentía capaz de afrontarlo todo sin problemas. Hasta tenía muchas ganas de reiniciar la búsqueda de Gabriel, que tendría que darle más respuestas para su propio caso.

Al pasar los dedos por la lista de propiedades vinculadas a los asuntos de Falcon Radio, Matt se paró en un nombre que le sorprendió: “Inmobiliaria Mary Astor”. Mary Astor, Mary Astor... algo le decía ese nombre. Estaba seguro que no era la primera vez que lo “leía” o lo oía, que en las últimas semanas había estado de algún modo presente en su campo perceptivo... pero no lograba recordarlo.

Matt se concentró. Trató de aislarse de los débiles ruidos externos y de cualquier elemento de distracción que pudiera enturbiar el buceo en su memoria en busca de aquello... una concentración igual que la que había conseguido en la cuerda que Agua le tendía entre los árboles. Como un gigantesco y sistemático procesador, la mente de Matt se cerró y se cerró en sí misma. Parecía tenerlo en la punta de la lengua...

Pero no. Era inútil, no había forma. Quizá lo había oído accidentalmente en una conversación pasajera en el metro, quizá lo habían mencionado en la radio mientras él estaba dormido. Matt continuó leyendo para averiguar más cosas. El propietario de Mary Astor era un tal Injun Sabini... curioso nombre que, sin embargo, tampoco le decía nada. ¿Quién era bueno con los nombres?

Ben, Ben, Ben. Claro. Matt le preguntaría a Ben Urich. El periodista que siempre estuvo ahí, en los momentos de necesidad, sería una buena ayuda para encontrar las claves que le faltaban. Quizá ayudaría a la resolución del caso Fisk. Y no sabía cómo, pero pensaba que algún nudo se desenredaría para la resolución de su propio caso. Algo le decía que ambas cosas podrían tener algo que ver. Era una intuición, no un hecho, claro. Y dado que los abogados se centran en los hechos, parecía que solamente su alter-ego, Daredevil, más acostumbrado a las intuiciones, podría ayudar a esclarecer las cosas. Por tanto, Urich recibiría una visita del Hombre sin miedo.



- Hola Ben, he abierto la ventana porque pensé que tendrías calor –Daredevil estaba en cuclillas en el alféizar de la ventana de un despacho del Bugle en el que Ben Urich acababa de entrar

- Te hacía fuera de la ciudad, vaquero –respondió Ben, mientras cerraba cuidadosamente la puerta. El periodista había ido a buscar un café y en ese momento volvía al cubil en el que tan a menudo se habían gestado sus intuiciones y mejores historias.

- John Wayne y el Séptimo de Caballería, o sea los buenos, siempre volvían al final ¿no? Aunque como sabrás por los últimos acontecimientos, no todo el mundo está de acuerdo en que yo, o al menos mi otro yo, sea de los buenos.

- Sí, estoy al corriente de que ciertos abogados de renombre se dedican a reventar sus propiedades para cobrar el seguro... y de que a pesar de ello, o precisamente gracias a ello, ciertos empresarios de reputación antiguamente dudosa se dedican a perseguirlos para contratarlos.

- Correcto. Tú pones las palabras, y yo encarno a los protagonistas. Tenemos una relación dramaturgo-actor ¿te has fijado? –Daredevil y Ben sonrieron al unísono. El hombre de rojo tendió un dossier al periodista.

- Necesito tu ayuda Ben. La situación, como ves, no es fácil. Aquí tengo toda la documentación que puedo facilitarte. Pero tengo que averiguar quién es Injun Sabini y, sobre todo, de qué conozco a la Inmobiliaria Mary Astor. Tengo una corazonada, Ben... algo huele mal, y aunque todo el mundo me apunta con el dedo, a mí me parece que hay alguna otra conexión que se me escapa.

- Descuida, vaquero, haré lo que pueda con ello. Comprobaré los nombres en el archivo y preguntaré por ahí. Con discreción, claro. Euhh…¿Esto quiere decir que trabajaréis para Fisk?

- Algo pasa entre Fisk y Falcon Radio... Fisk quiere librarse totalmente de ella, a pesar de haberla relanzado hace poco y de contar ahora con que la plataforma televisiva WFET está más activa que nunca.

-Y veo que aunque no consiga librarse de Falcon Radio, al menos se libró de ti durante algún tiempo. Hacía días que no se te veía por la ciudad.

- ¿Sugieres que Fisk se ha querido librar de mí?

- Se rumorea que algo gordo se está preparando. Tanto movimiento empresarial, tanta resurrección de emisoras de radio y televisión, tanto trajín... algo tiene que estar pasando. Y dado vuestro historial, no es una tontería aventurar que a Kingpin le hubiera interesado muy mucho quitarte de la circulación durante unos días. Has sido habitualmente, como se diría, una piedra en sus zapatos.

- Pero Fisk ya no es Kingpin. Y todo el mundo se merece segundas oportunidades. ¿No es algo impropio o injusto sospechar de él ya por sistema?

- Sí, bueno. Pero ¿a quién le interesaba que Daredevil estuviera fuera de la circulación algún tiempo? ¿Es casual que Matt Murdock tenga problemas al mismo tiempo? ¿Por qué quiere contrataros entonces? Las rachas van y vienen, pero tantas casualidades...

Daredevil estaba, como siempre, sorprendido por la sagacidad e instinto del periodista. Sabía hacer las preguntas y levantar las sospechas en el momento y en los lugares adecuados. La segunda oportunidad que habían acordado con Foggy para Kingpin parecía estar volatilizándose de las intenciones de Matt, gracias a la habilidad de Ben para reinterpretar las situaciones. Daredevil se sentía mal por ello. ¿No se merecía Fisk realmente su confianza? ¿No había otras posibilidades?

Como pareciendo adivinar el discurrir de sus pensamientos, Ben continuó:

- Evidentemente, esto puede no significar nada. Pero entonces, esto quiere decir que el dossier que me acabas de dar es aburrido papeleo para abogados que no me llevará a nada. Y un buen periodista siempre busca una buena historia... y más teniendo en cuenta que ahora estoy en un aburrido proyecto sobre las elecciones a gobernador. Un rollo socio-antropológico de entrevistas.

Daredevil, con una sonrisa, exclamó: -Oh, Ben-Lévi Strauss-Urich, ¡el famoso antropólogo-periodista! Hablando de antropología... ahora mismo yo también voy a embarcarme en un proyecto de entrevistas. Voy a “entrevistar” personalmente a quien me “retiró” de la circulación. ¿Te suena un tal Gabriel?



Un rato después. La Cocina del Infierno. Turk y Daredevil conversando a la luz de una farola.

- Mira, Daredevil, de verdad que no sé nada. Y te aseguro que la factura del dentista que provocó tu anterior visita, te garantiza que no te estoy mintiendo.

- No es que no te crea, Turk. Pero ¿sabes? No es el mercado de ocasión de las segundas oportunidades. Y no estoy seguro de que estés completamente limpio.

- Venga, rojo, déjame en paz ¿No has tenido suficiente en destrozarme la boca con tu palo una vez? –haciendo una pausa, añadió- Está bien, está bien. Mira, no sé nada, pero se rumorea que la tensión que existe actualmente en los bajos fondos no es normal.

- ¿Normal? ¿Qué no es normal?

- Este Gabriel, por el que preguntabas hace unos días... pues ha desaparecido. Se rumoreaba que te había pegado una paliza...

- Borra inmediatamente esa sonrisita de tu cara o te la borraré yo.

- No me río, no me río...pues, vamos, que lo normal en estos casos es que alguien que hace esto se deje ver algo más, aparezca por Josie’s o, como mínimo, llame la atención de los peces gordos. Pero nada más se ha sabido. Como si hubiera desaparecido completamente, como si se lo hubiera tragado la tierra, o como si alguien le hubiera hecho callar... o desaparecer.

- ¿Crees que alguien se ha cargado a Gabriel? –preguntó, Daredevil, temiendo por que se le escapara definitivamente el único hilo de pistas que podía seguir.

- Ni idea. Pero la gente está nerviosa. Algo se mueve en los bajos fondos. Alguien está apretando las tuercas, y la tensión se masca en el ambiente. Es posible que... ¿rojo? ¿rojo? ¿Estás ahí?

Pero Daredevil ya se había ido. Preocupado por la ausencia de Gabriel durante esos días, su mente maquinó varias posibilidades. No era normal, ciertamente, como Turk afirmaba, que alguien cuya fama seguramente aumentaría tras el atentado a las oficinas de Nelson & Murdock y la pelea con Daredevil, hubiese desaparecido tan de repente. Aunque Gabriel no hubiera contado lo de la pelea, si se sabe en los bajos fondos que Daredevil va detrás de Gabriel y, a continuación, el primero desaparece durante casi dos semanas, está claro que el segundo tiene algo que ver. Y por tanto, es la atracción del hampa durante un tiempo. Pero que desapareciera tan súbitamente...

Cabían varias posibilidades. O bien que lo hubieran eliminado, o bien que hubiera desaparecido por voluntad propia. Otra vía podría suponer que Gabriel hubiera desaparecido por voluntad ajena, pero porque estuviera sirviendo los intereses de un tercero. Y esa opción era claramente la más peligrosa, porque implicaba que la motivación de Gabriel para derrotarle iba más allá de simple competitividad entre luchadores. Implicaba que alguien más quería sacar tajada del tema, y eso hacía de la situación algo mucho más incontrolable.



¡KDAK!

Daredevil saltó del edificio, colgándose del nuevo bastón que se había traído del Japón. Una maravilla. Funcionaba perfectamente, como el antiguo. El mecanismo de lanzamiento del cable de nylon que le ayudaba a colgarse de los edificios era un seguro completo. Aunque el seguro más relevante eran los símbolos que llevaba grabados en el mango. Al menos, emocionalmente. Símbolos que le ayudaban a recordar su caída y posterior levantamiento, su capacidad para equilibrarse nuevamente ante las adversidades. Su Equilibrio interno.

Daredevil llegó, edificio tras edificio, al lugar al que pretendía. La fábrica de jabon “Elegante”, donde sufrió la hiriente derrota a manos de su oponente. Aunque fuera improbable, quizá había quedado alguna pista de las intenciones de Gabriel.

Entró por la misma ventana por donde había entrado el día de la pelea y siguió sus propios pasos hasta llegar a la sala donde había explotado el artefacto que casi lo mata. Los daños todavía eran palpables. “Elegante” era una compañía semi-retirada, que no tenía dinero ni tiempo para reinvertir en sus instalaciones, así que dejaron las cosas tal como estaban. Ni tan siquiera habían limpiado la escoria que quedaba. Lógicamente, los motores diesel que impulsaran las hélices de las cubetas metálicas ya no funcionaban.

Daredevil se acercó a la destrozada cubeta donde Gabriel había pegado la bomba que explotó en la pelea. Evidentemente, no quedaba rastro de visores, ni detonadores, ni nada. Pero aún así, el Hombre sin miedo se arrodilló ante los escombros y empezó a husmear las piedras y trozos de metal que todavía quedaban esparcidos por allí, como siguiendo una corazonada.

Quitándose un guante, tuvo el impulso de palpar, sentir, tocar con atención una de las planchas de metal. Quiso apreciar los detalles. Se dio cuenta de las imperfecciones, de la rugosidad, de la falta de limpieza en el metal. A un nivel más profundo, captó el imperceptible calor que desprendía como masa... un calor que podía ser un residuo del pasado movimiento hecho sobre la plancha. Daredevil se concentró más y más, olvidándose de todo lo que sucedía a su alrededor. Se focalizó en la plancha en sí misma, profundizando en sus sentidos ante el objeto que estaba tocando, oliendo, sintiendo. Como nunca antes había sido capaz, extrajo de esa plancha toda la información que contenía, tanto a nivel físico, como a nivel químico, a nivel molecular. Se dio cuenta de las propiedades que hacían que el acero estuviera unido, fue consciente del magnetismo que se desprendía del trozo de metal, se fijó en la electroestática que estaba potencialmente implícita en ello. Llegó a un nivel que nunca antes había soñado alcanzar.

Daredevil estaba liberando todo el potencial perceptivo del que era capaz, analizando todas y cada una de las peculiaridades del objeto que tenía entre manos. “Tú eres el sensible, el que siente”, le había dicho Agua. Y esa afirmación nunca había sido tan cierta como en esos momentos. Llegó a un nivel de profundidad tal, tanto a nivel de tacto, como de radar, como de olfato, como de otros inexplicables sentidos, que empezó a experimentar nuevas sensaciones. El objeto pareció “hablarle”. No supo exactamente cómo, pero empezó a ser consciente de nuevas dimensiones de información. El Tiempo. Pareció “leer el pasado”. El pasado del objeto y de quienes lo habían tocado. Y Gabriel había sido uno de los últimos. De modo, que ahora era capaz de “leer” de alguna forma dónde había estado, qué había hecho... Podía leer el pasado reciente de Gabriel.

La plancha metálica tenía un rastro absolutamente imperceptible para cualquiera, pero que empezó a parecerle evidente al ahora absolutamente equilibrado Daredevil. Era un rastro que pudo comparar en su archivo interno de reconocimiento. Era un sabor, un aroma, un ruido, algo difícilmente definible con los parámetros o conceptos existentes. Pero era un rastro, definitivamente, que llevó su mente a un lugar concreto de New York. Un rastro que le hizo volver a pensar en su propio talante cristiano y en la teoría de las segundas oportunidades.

El rastro llevaba a la azotea de la Torre de Kingpin.



Ben Urich revisó la grabadora. Estaba continuando con su tarea, haciendo de “Ben-Levy Strauss-Urich, el famoso antropólogo-periodista”, tal como le había denominado burlonamente Daredevil.

- Disculpe, Mr. Cope. Ya he cambiado la cinta. Puede usted proseguir.

- Pues como le iba diciendo, la clave es mano dura. Un nuevo enfoque es necesario. Creo que se está dejando demasiada cancha a todos los liantes y abrazafarolas que campan a sus anchas por nuestro estado. Más prisiones. Multas más altas. Penas más estrictas. No podemos dejar que esto sea territorio de cuatreros.

Ben tenía un trabajo de encargo de esos que pueden hacerse muy pesados. Entrevistaba a diferentes personajes, casi todos ellos anónimos, acerca de las próximas elecciones a gobernador. Un reportaje socio-periodístico sobre cómo debía ser el próximo gobernador, el gobernador ideal.

Ben terminó poco después con la aburrida entrevista y se dirigió al punto donde había acordado encontrarse con Daredevil. Era un callejón mugriento del barrio, un lugar a salvo de miradas curiosas o de casuales oídos. El Hombre sin miedo lo esperaba colgado de una de esas escalerillas de incendios, que penden de los balcones más bajos.

- Hola Ben. Pareces satisfecho. ¿Te han ido bien las entrevistas?

- Hola, vaquero. De las entrevistas... mejor no hablemos. Pero estoy contento porque tengo noticias para ti. Ya sé de qué conoces a la Inmobiliaria Mary Astor.

- ¿Alguna relación con el mundo de los cosméticos? –Daredevil se sentía chistoso.

- No, hombre, no. ¿Te acuerdas de vuestro edificio? ¿Estabas al corriente que el piso de arriba de las oficinas de Nelson & Murdock iban a tener un nuevo inquilino?

- Sí, de hecho, nos comunicaron que el antiguo despacho de arriba cerraba y se mudaban. Se llamaban Lot Labs, trabajaban con sales químicas y cosas así. Pero nunca llegamos a saber quién sería el nuevo inquilino. Lo iban a comunicar en la reunión de vecinos mensual, que iba a realizarse a la semana siguiente del accidente, pero que nunca llegó a celebrarse a causa del mismo. En esa reunión, como nos enteraríamos durante el juicio, teóricamente, también debían informarnos de la inclusión de cámaras de seguridad en las ventanas del edificio –diciendo estas últimas palabras, Daredevil torció su gesto en una mueca burlona.

- Pues bien, el nuevo inquilino, no era otro que Inmobiliaria Mary Astor. Probablemente habrías escuchado inconscientemente el nombre en alguna conversación al azar del administrador de fincas con alguien más. Recuerda que este oído tuyo capta más cosas que mi utensilio de trabajo –Ben le mostró a Daredevil la grabadora con la que estaba realizando las entrevistas. Continuó hablando: -Pues bien, resulta que “Mary Astor” había contratado una póliza astronómica con “Seguros El Arca” en caso de atentado o accidente con explosivos. Una de esas cláusulas con letra pequeña sobre cosas que nunca ocurren. Y aunque la bomba no fue puesta en su planta, los daños colaterales y a la estructura del edificio les asegura una cantidad impresionante de dinero. Y obviamente, a la compañía de seguros le interesa culpar a alguien en particular para no tener que pagar ellos... en este caso, Nelson & Murdock tienen todas las papeletas.

- Ya veo. O sea que nuestra desgracia sería inversamente proporcional a la riqueza de los nuevos vecinos... recuerda que nunca les preste sal si me lo piden.

- Espérate, que esto no es todo. También he averiguado que Injun Sabini, el supuesto propietario de la Inmobiliaria, es un hombre discreto. Nunca nadie lo ha visto, no hay fotos disponibles, no lo conoce nadie. Todos sus datos están bien, no hay nada fuera de lugar, tiene todos los permisos para la apertura de “Mary Astor”… pero algo olía raro. La gente deja rastros, deja amigos, enemigos. Pero Injun Sabini parecía estar puro, sin ataduras ni vínculos con nada, limpio. Demasiado limpio. Así que, por casualidad, me miré el número de su licencia de conducir. Y cotejando los datos en el ordenador de la Dirección Federal de Tráfico, apareció un curioso dato.

- ¿Un dato curioso? ¿Con el número de la licencia de conducir? ¿Qué puede tener de curioso un número de licencia?

- Injun Sabini tiene la licencia de conducción 37.712.639, cuyo número coincide exactamente con la de otro conductor, Janus Johnson. Hoy he hablado con él. En cambio, nadie ha podido hablar con Sabini, ni se conocen rastro, fotos, ni vínculo alguno. Lo he comprobado a fondo y no puede haber dos licencias iguales, de modo que Injun Sabini…

- Un personaje fantasma, vamos –replicó Daredevil.

- Exacto. Me juego mi pipa a que Injun Sabini no existe. La Inmobiliaria Mary Astor tiene todos los números para ser una simple excusa, una sencilla trampa, para obtener dinero fácil y rápido del seguro.

- ¿Y quién está detrás de todo esto, Ben? ¿Tienes algún nombre? Parece que “Mary Astor” es una propiedad vinculada a Falcon Radio. Y aunque quiere librarse de ella, Falcon Radio todavía pertenece a Fisk. ¿Por qué quiere Fisk librarse de Falcon Radio? ¿Está Kingpin, como sugerías, relacionado de alguna manera con este turbio asunto de la indemnización?

- No hay pruebas, no hay seguridad, no hay constancia. Pero he averiguado otra cosa que puede llegar a ser relevante. Jude S. Carriot, el vigilante jurado del edificio, que testificó contra vosotros en el juicio, había trabajado anteriormente como vigilante en otros sitios. Entre ellos, la antigua WFSK, es decir, la actual Falcon Radio. ¿Que te parece, vaquero? ¿Está este hombre también implicado?

Como siempre, la charla con Ben abría nuevas vías en el puzzle que Daredevil iba formando en su cabeza. Poco a poco, las piezas iban encajando. Quizá el juicio contra Nelson & Murdock no era algo personal, sino que tenía un claro móvil económico. Pero si además, Kingpin estaba detrás de todo, que el proceso de enriquecimiento arrastrara por el fango la credibilidad y la economía de Nelson & Murdock le daba un valor añadido al plan. La sospecha, la sospecha...

- Matt, esto está muy mal –continuó Ben. –La sociedad, me refiero. La gente no sabe a qué clavo aferrarse. Se nota en el ambiente, se nota en las entrevistas que estoy realizando. La moral está baja. La gente pide respuestas pero nadie las da. Se avecina algo, un cambio, una explosión, un cataclismo... La atmósfera de corrupción y el hedor del crimen se están haciendo irrespirables. Nadie confía en que las cosas se vayan a solucionar. No hay confianza.

- Es una prueba de fe –contestó Matt, trazando un paralelismo de la situación de la ciudad con la suya propia. –La gente necesita símbolos. Los hechos, claro está, nos dan la confianza racional para el hoy, pero son los símbolos los que ayudan a creer en el mañana.

- Mira Matt, aquí están los hechos –Ben le tendió una carpeta a Daredevil. –Aquí están las pruebas de las conexiones y sospechas que te he explicado. Nombres. Fechas. Hechos. Los símbolos los tendrás que buscar tú mismo. Y el rojo es un buen color para los símbolos ¿no crees?

- Los encontraré. Tengo que encontrarlos.

- Seguro que sí. En cualquier caso, mañana tenéis la continuación del juicio ¿verdad? Creo que lo que hemos hablado puede arrojar nueva luz al asunto ¡Mucha suerte!

- Gracias, Ben. La necesitaremos. Pero con ésto –Daredevil levantó la carpeta con las pruebas- todo será mucho más fácil. Muchas gracias, nuevamente.

Daredevil sacó el bastón y apuntó al tejado, para irse con rapidez. Pensando en los símbolos sobre los que había hablado con Ben, no pudo evitar fijarse nuevamente en los que tenía grabados en el bastón. Antes de marcharse, Ben le preguntó una última cosa.

- Por cierto ¿Cómo va la búsqueda de Gabriel? ¿Tienes otras pistas?

Daredevil volvió la cabeza hacia Ben.

- Parece haber desaparecido hace días, pero creo saber dónde encontrarlo.



La noche entraba ya en su hora más oscura cuando Daredevil llegó a la azotea. La torre de Kingpin continuaba siendo uno de los lugares más inexpugnables de la ciudad, a pesar de que Fisk ya no viviera en ella. Parecía que el hecho de abandonar el que había sido su lugar habitual de trabajo como criminal, significaba que había dejado simbólicamente atrás su vida anterior. Pero Daredevil ya no estaba seguro de si ese simbolismo tenía algo que ver con la realidad, dadas las dos aparentes conexiones que había descubierto.

Por un lado, la posible conexión de Falcon Radio, a través de “Mary Astor”, con el seguro a cobrar por la bomba en el despacho de Nelson & Murdock.

Por otro lado, la conexión, más perceptiva e intuitiva que basada en hechos, de Gabriel con Fisk.

Un tercer elemento se añadía a la ecuación. La aparente contradicción en la actuación de Fisk respecto a Daredevil. ¿Era Kingpin a quien le interesaba que Daredevil estuviera fuera de combate durante una temporadita? ¿Por qué, entonces, Fisk y la WFET se habían empeñado en que fueran Nelson & Murdock sus representantes legales en el caso de Falcon Radio? Todo esto parecía contradictorio, dado que Fisk sabía que Daredevil y Matt Murdock eran la misma persona. Y lo más importante ¿Por qué? ¿Qué estaba pasando?

Todas esas conexiones podían ser un artificio, montado por algún otro implicado, al que todavía no alcanzaba a atisbar. ¿Podría ser que hubiera alguien más detrás? Alguien que fuera detrás de Daredevil... ¿o del propio Fisk? No era descabellado pensar aquello ya que Fisk tenía un buen montón de dinero y no pocos enemigos, conseguidos con sangre, a través de tantos años de Mafia. Ya le habían hecho caer una vez [2] ¿por qué no otra?

A pesar de todo lo que llenaba su mente, Daredevil estaba confiado en que todo aquello se resolvería esa noche, la previa al juicio. Sus sentidos estaban mejor que nunca. Y esas sensaciones que tuvo en la fábrica de jabón, amplificando sus sentidos de una manera que nunca hubiera soñado, hasta el punto de ser capaz de “leer” el propio pasado de los objetos o de quienes los habían tocado, le daban una confianza ilimitada. Estaba aplicando con muy buen resultado las enseñanzas de Agua: Equilibrio, orientación y enfoque.

Agua... el recuerdo le vino a la mente con rapidez y automáticamente desenfundó el bastón, que sostuvo ante sí. El bastón que simbólicamente representaba su nuevo estado.

De repente, de la nada, un susurro cortó el aire.

SHHHGGGSHHHIIIIUUUKK.

Un pequeño objeto lanzado con una rapidez, fuerza y precisión inigualables surcó la noche de Manhattan hacia su objetivo. El objeto golpeó contundentemente el bastón que Daredevil sostenía ante él...

¡KRAK!

...y lo partió por la mitad. Como una rama seca. Por segunda vez en poco tiempo, alguien había partido el bastón de Daredevil.

Éste se quedó atónito. Con una mitad rota de su bastón ante sí, y la otra en el suelo. En el suelo también yacía el objeto responsable del ataque. Una moneda. Con los cantos ligeramente raspados, en forma de estrella Shuriken, que habían posibilitado la velocidad y capacidad cortante de la moneda. Una moneda que acababa de destrozar el símbolo de la recién adquirida sensación de equilibrio que Daredevil tenía, una sensación que tanto esfuerzo le había costado conseguir. Toda la confianza, toda el auto-control, toda la fuerza interior, quedaron rasgados con una facilidad asombrosa.

De una punta de la azotea surgió una voz. Había estado oculta entre las sombras, al igual que su poseedor, hasta ese preciso momento. Era Gabriel.

-¿Otra vez te ha salido cruz, demonio? Fíjate. ¡Yo siempre doy la cara!

Continuará...

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Referencias:
1 .- “La pasión de Gabriel” o “Gabriel’s Fire”, serie televisiva protagonizada por James Earl Jones a principios de los noventa.
2 .- “La caída de Kingpin”, cuando Hidra socavó su poder económico y político, lo que le mantuvo apartado de la circulación durante un buen montón de tiempo, en la etapa Chichester-Weeks, en DD 297-300 USA.

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