Star Trek Original Series nº17

Título: Cánticos de la estrella moribunda (I)
Autor: Miguel Ángel Naharro
Portada: David Messina
Publicado en: Mayo 2009

¡Nueva saga! Cuando la catástrofe amenaza con destruir su hogar, el romulano llamado Nero tiene que unir sus fuerzas con el embajador Spock para evitarlo, aunque eso signifique trabajar a espaldas del Imperio Romulano. ¡Primera aparición de Nero en Action Tales! .
 El espacio, la ultima frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, buscando nuevos mundos, nuevas civilizaciones, para llegar hacía donde ningún hombre ha llegado jamás.
Gene Rodenberry y Action Tales presentan:
Creado por Gene Rodenberry


Nota: Esta historia esta ambientada en el siglo XXIV, en la época de la Nueva Generación post-Némesis.

Las manos arrugadas y desgastadas por el paso de los años sujetaron la taza de café bien caliente mientras observaba las estrellas pasar por la mampara de la nave.

- Dime, Scotty, viejo amigo ¿Cómo nos hemos metido en semejante locura?- Dijo el almirante

Leonard Mccoy tras dar un pequeño trago a su café.

Montgomery Scott, al que todos llamaban cariñosamente “Scotty” simplemente se encogió de hombros.

- ¿Sabe cuantas veces nos hemos hecho esa pregunta a lo largo de los años?

- Sí… He perdido la cuenta. La culpa es de ese loco de orejas puntiagudas… Siempre supe que él acabaría con nuestras carreras tarde o temprano.- Dijo Mccoy moviendo la cabeza en gesto de negación.

Sonó la insignia intercomunicadora del almirante y este respondió.
- ¿Sí?

- Almirante Mccoy, usted y Scotty reúnanse conmigo en la sala de hologramas de la cubierta dos.- Dijo una voz familiar.

Scotty no pudo menos que sonreír al ver a Mccoy soltando improperios entre dientes mientras ambos se dirigían al turboascensor más cercano.

Al abrirse las puertas de la sala de hologramas pudieron ver que estaban en un programa de astrogración donde podían contemplar diversos mapas estelares.
En el centro de la sala se encontraba un vulcaniano de avanzada edad, que vestía con una sencilla túnica vulcaniana y que respondía al nombre de

- ¡Spock! ¿Qué demonios es lo que nos quieres enseñar?

- Cálmese, almirante. Tengo las últimas lecturas recibidas desde Rigus Vega.

- ¡Leonard! ¡Llámame Leonard! ¿Cuántas veces te lo tengo que decir maldito vulcaniano de sangre verde?

Spock levantó una ceja.

- Como quiera… Almirante.

Mccoy pensó en docenas de insultos que lanzarle a su viejo compañero pero finalmente suspiro con resignación.

El veterano oficial vulcaniano hizo aparecer una imagen tridimensional de una estrella.

- Según las últimas lecturas, apenas nos quedan unas semanas para que la estrella se colapse y se convierta en una nova que arrasé con los planetas del sistema Rigus.

- Todo marcha mucho más rápido de nuestros cálculos iniciales ¿Cree que aún estamos a tiempo de salvar a esa gente?- Comentó Scotty con preocupación.

- En teoría, según todos los simulacros, tenemos un setenta por ciento de posibilidades de lograrlo con éxito, señor Scott.- Dijo con total calma Spock.

La mente analítica del vulcaniano retrocedió semanas atrás, cuando se hallaba ante el gran senado de Romulo, capital del Imperio Estelar Romulano.

Tras años de permanecer oculto y siendo un fugitivo en el corazón del mismo Imperio, intentando transmitir a los romulanos las enseñanzas vulcanianas para lograr de nuevo la unificación entre ambos pueblos, tras más de mil años de odios y recelos, por fin podía caminar por Romulo sin temor a ser apresado y encarcelado. [1]
Tras el golpe de estado de Shinzon [2] y la elección de Donatra como Pretor del Imperio, finalmente los romulanos querían cambiar, iniciar una nueva era y lograr la paz con la Federación.
Al menos era el deseo de Donatra, pero no de todo su pueblo. Aún había muchos que recelaban y que deseaban volver a iniciar hostilidades contra su enemigo acérrimo desde hacia varios siglos.
Spock notaba las miradas de muchos de ellos clavadas en su rostro surcado de arrugas. Ojos que vigilaban todos sus movimientos, que le miraban con un odio apenas disimilado. Había tantas cosas que cambiar en el seno del Imperio para que los viejos recelos y odios fuesen olvidados de una vez y para siempre- pensó el vulcaniano.
Un romulano se dirigió al centro del senado y Spock lo analizó con curiosidad. Era alto y fuerte, y aunque sus vestimentas eran muy humildes, su porte era elegante y su mirada majestuosa.

- Puedes hablar ante los senadores, Nero.- Indicó el portavoz del senador.

-Nero- Recordaba ese nombre de historias que habían llegado a sus oídos durante la guerra con el Dominion. Sus adeptos pro-vulcanianos hablaban de un héroe en esa guerra, un centurión del ejército que no provenía de buena familiar ni tenia pasado militar. Un simple minero que se alistó para luchar por el Imperio y que se convirtió en un héroe para la gente de a pie, para el pueblo.
Según creía Spock, llevaba años retirado y ahora era un civil. Dejó el ejército para volver a ser minero y vivir su vida con su esposa y su familia. Algo muy noble y que no era habitual en el espíritu de un romulano. Cualquier otro en su lugar hubiese seguido en una prometedora carrera militar que le hubiese acarreado fortuna y honores sin igual.
Sin embargo, Nero renunció a todo ello por el amor de una mujer.

Nero se situó en el centro del gran senado y miró sin miedo a los presentes.
-
Honorables miembros del senador. Estoy ante ustedes para exponerles un gran peligro que amenaza mi comunidad.

Buscó algo en un bolsillo y sacó un pequeño dispositivo holográfico. Al activarlo apareció la imagen en tres dimensiones de una estrella.

- Este es el sol sobre el que orbita Rigus Veta, una colonia minera del sistema Rigus. Allí esa donde Vivian más de mil mineros en paz y tranquilidad, hasta ahora…

- Hace unas semanas, uno de los astrólogos de la colonia detecto unas lecturas gavimetricas anómalas en el interior de la estrella. Posteriores análisis nos muestran que por algún fenómeno que desconocemos, su actividad solar revela que se esta convirtiendo en una nova que destruirá gran parte del sistema. He felicitado los datos a sus consolas, para que los analicen. Les pido que nos ayuden a intentar evitarlo, honorables miembros del senador.

Un romulano de avanzada edad se levantó y pidió permiso para hablar. El senador Derak miró a Nero con desdén, e incluso con algo de burla.

- Ciudadano Nero. Le respetamos por su gran valor y sus honores como soldado de Imperio y por eso se le han permitido dirigirse al senador. Varios científicos han analizado sus datos y no se ponen de acuerdo con su veracidad. Podría ser que la posibilidad fuese real… O una mera especulación.

- Senador, el peligro es real. Deben enviar investigadores para intentar que la catástrofe no se convierta en realidad. La comunidad de Rigus es muy pacifica y familiar, no queremos perder nuestro hogar y tener que empezar de cero en algún lejano lugar.- Dijo Nero mirando a los miembros del senador.

- Ha llegado a mis oídos que no todos los miembros de la comunidad están de acuerdo con sus predicciones ¿estoy en lo cierto?- Dijo el senador Derak.

Nero pareció contrariado.

- Roadek, el líder de la comunidad piensa que son exageraciones sin sentido, que no tenemos nada que temer. No estoy en absoluto de acuerdo. Si no actuamos con premura, tendremos una catástrofe de grandes proporciones entre manos.

Spock sin dejar de escuchar a ambos, acabó de estudiar los datos facilitados por Nero, y pidió permiso para comparecer.
Un murmullo se escuchó en el inmenso recinto al darse cuenta de que el embajador de la Federación se incorporaba.

- Embajador Spock, ¿Qué es lo que desea añadir?

Se escucharon insultos y amenazas vociferadas contra el vulcaniano. Hasta que el líder del senador ordenó silenció.

- Con permiso del senado. Tras estudiar los informes de Nero, consideró que esta en lo cierto. La inestabilidad de la estrella es grande y su rápida degeneración invita a pensar en factores externos que la desestabilizan.

- ¿A que se refiere, embajador?- Preguntó un senador visiblemente escéptico.

- Aún no estoy seguro, senador, requeriría de un profundo análisis y…

- Anotamos su comentario, pero no será tenido en cuenta, su presencia en este senado es meramente como observador pasivo.

Spock se mostró impasible y no mostró ninguna emoción ante las palabras del senador.

- Ciudadano Nero. El costé de los recursos, tanto en material como en personal, necesario para estudiar la estrella de Rigel es demasiado costoso en estos momentos, tras la guerra con los borg y otros conflictos. Estudiaremos su petición, Nero, si es aceptada, en unos meses enviaríamos el equipo de científicos necesario para su análisis.

- Senador, no tenemos tiempo, es…

- El senador ya ha dictaminado, ciudadano Nero.

Nero se mordió la lengua para no replicar al senador, sabiendo que le podía costar ir a prisión por desacato al senado.

- Podemos pasar a otros asuntos…

Unas horas después, el embajador Spock se adentraba en un local para oficiales del ejército imperial. Era uno de los lugares preferidos para los soldados cuando no estaban de servicio.
Nero estaba en un rincón de la barra, solitario y pensativo, con la mirada perdida.

- Los de tu calaña no son bienvenidos aquí, vulcaniano.- Dijo el barman romulano a Spock.

- Disculpe ¿le he molestado en algo?- Dijo Spock.

- Hueles mal, tu mera presencia es obscena…

- Déjalo en paz.

La voz de Nero fue tomada casi como una orden y el barman se puso a limpiar vasos y servir bebidas de nuevo.

Spock se acercó a donde se encontraba Nero y elevó una mano, separando los dedos en una v con el tradicional saludo de Vulcano.

- Larga y prospera vida, Nero.

Nero no miró a Spock y le dio un profundo tragó a su bebida.

- Que usted sea el único que se toma en serio mis advertencias es significativo del estado del Imperio en la actualidad. Le agradezco su gesto, aunque no hay servido de nada.

- En verdad el haberme puesto de su parte puede haber sido significativo para que ignorasen su mensaje, Nero. Sin embargo, creo que la razón esta de su parte y quiero ayudar si es posible.

- ¿Me ofrece su ayuda? Esto es de locos…

- No seria lógico no aceptar mi ayuda solo por que me considere enemigo del Imperio, Nero. Si los científicos romulanos no pueden o no quieren investigar, yo conozco personas que nos ayudaran.
Personal cualificado de la Flota Estelar que…

- ¿La Flota? No me haga reír, embajador. ¿Por qué demonios la Flota Estelar querría salvar a una población entera de romulanos?

- Por que es lo correcto, Nero. Eres un buen hombre y en tu interior sabes que mis palabras son sinceras y que yo puedo ayudarte en tu cometido.

Nero apretó los dientes y maldijo en su idioma.

- Maldita sea… No puedo permitirme el lujo de no aceptar su ofrecimiento. Espero no arrepentirme de ello… ¿Qué es lo que propone?

- Contactaré con los míos y los reuniré con el equipo necesario para investigar la estrella Rigus. En el plazo de diez días nos juntaremos en la colonia.

- ¿Y como piensa entrar personal de la Flota por la frontera romulana?

- No se preocupe, se quien nos puede ayudar…

- ¡¿Qué?! ¿Es que se le ha atrofiado el cerebro, vulcano de orejas picudas?

El almirante Leonard Mccoy se movía a un lado y a otro de la habitación nervioso.

- ¿Acaso no recuerda cual era su obligación como médico, almirante?

- ¿Tener que soportarle continuamente?

- Salvar vidas. La vida es sagrada, ya sea humana o romulana. La lógica nos obliga intentar hacer lo posible para salvaguardar su seguridad. ¿Quiere que sus muertes estén en su conciencia, almirante?

- Maldito seas, viejo zorro de sangre verde, sabes como tocar la fibra sensible. ¡Esta bien! ¡Esta bien!
Dime que demonios necesitas.

- Sabia que podía contar con usted, almirante. El señor Scott y el señor O’Brien están reuniendo el equipo para salir cuanto antes.

- ¿Has metido a Scotty en esta locura? Que no conseguirás hacer…

Spock levantó una ceja ante el comentario de su viejo amigo.

- Estaremos totalmente solos en esto. Si nos pescan en territorio romulano sin permiso, podemos crear un incidente intergaláctico de primer nivel y eso es precisamente lo que las relaciones entre el Imperio y la Federación no necesitan en estos momentos.

- Lo lógico seria llamar la atención lo menos posible sobre nosotros. Quizás haciéndonos pasar por simples mercaderes nos hiciese pasar desapercibidos.

- Hm No es mala idea, al menos así evitaremos que nos disparen nada más vernos… Tengo que hacer unas llamadas, pero cuenta conmigo, me arrepentiré, sé que me lo haré…

Los pensamientos de Spock son interrumpidos por un sonido intenso que correspondía a la alarma que resonaba por todo el interior del carguero de la Federación.

- ¿Qué es lo que ocurre, capitán Collins?- Preguntó el almirante Mccoy a través del comunicador.

- Nos atacan, almirante.- Dijo Collins con un tono de preocupación en su voz.

- Y pensaba que el día no podía empeorar… - Dijo Mccoy frunciendo el ceño.


Justo al entrar en el puente, la nave osciló debido a un impacto en pleno casco, que hizo que saltase una de las consolas. El capitán Steve Collins era un hombre de mediana edad, con un cabello rubio muy corto y unos profundos ojos azules que en estos momentos sólo mostraban inquietud ante lo los acontecimientos que estaban sucediendo.

- Informe de daños, señor O’Brien.- Indicó el capitán.

El antiguo jefe de ingenieros de EP9 al contrario que su capitán, sentía como la adrenalina aumentaba. Muy en el fondo echaba de menos este tipo de situaciones, muy alejadas de la vida como profesor de la academia en la Tierra.

- Los escudos resisten, pero no por mucho tiempo más, señor.- Dijo sin dejar de mirar su consola de control.

- ¿Quién demonios nos ataca? ¿Los romulanos?- Dijo el almirante mientras se situaba en el puente, lanzando una mirada de reproche a Spock al mencionar a los romulanos.

- Es una nave remana, almirante.- Dijo Collins señalando la pantalla donde se veía amenazante la silueta de la nave enemiga.

- ¿Remanos? Sus amos romulanos seguramente no estarán muy lejos.- Dijo Mccoy.

- Lo dudo, alm… Leonard, es más probable que se trate de una nave de esclavos remanos fugados. Desde el golpe de estado de Shinzon los remanos se rebelan cada vez más contra su situación.-
Observó Spock.

-Remanos- pensó O’Brien- Los recordaba perfectamente. En la guerra con el Dominion los romulanos enviaban escuadras enteras de remanos a primera línea para enfrentarse con los jem’hadar. Eran usados como carne de cañón por los militares del Imperio. Para los romulanos, los habitantes del planeta gemelo de Romulo, Remo, eran sólo esclavos que usaban en las minas de dilitio o que utilizaban en sus ejércitos. Aún así, no se les debía tener compasión. Durante la batalla, un guerrero remano era un enemigo temible que no tendría piedad alguna de ellos.- Y mucho menos si están desesperados por ser libres- pensaba O’Brien.

- ¡Estamos perdidos! No tenemos armas, esto es un simple carguero. Una vieja lata oxidada… ¡Lo único que pude en encontrar en tan poco tiempo!- Exclamó contrariado Mccoy.

- Mmm Puede que haya algo que podamos hacer, señor.- Indicó Scotty pensativo.

- Todo suyo, señor Scott.- Dijo Spock.

Scotty se sentó frente a uno de los paneles y empezó a mover sus dedos con habilidad.

- Estoy redirigiendo los sistemas secundarios y parte de los principales al deflector principal. Si aguanta…

- Podremos emitir un haz de neutrones que será similar a un rayo phaser ¡brillante!- Observó O’Brien con admiración.

En la pantalla, la nave remana se preparaba para una nueva pasada, que podría llegar a ser definitiva.

- Sólo tendremos un disparo, capitán. – Dijo Scotty mirando a Collins.

-Espere a mi señal, señor Scott.

La nave descendía sobre ellos como un halcón sobre su presa.

- Señor…- Insistió Scotty.

- Espere…

La nave remana se inclinó para disparar.

- ¡Ahora!

Scotty accionó el mano táctil y un haz de neutrones salió del deflector, impactando de llenó en la nave remana. Varias consolas y paneles de circuitos se quemaron, estallando un pequeño incendio en el puente que dos tripulantes se apresuraron a apagar con los extintores.

- No podremos repetir eso.- Informó O’Brien.- Los sistemas principales están dañados.

- ¿Y la nave remana? ¿Cuáles son sus daños?- Preguntó Spock.

- Daños leves en su estructura, pero creo que hemos acertado en su sistema de armamento. Por el momento dudo que puedan volver a dispararnos.- Observó Scotty.

- Nuestros escudos han quedado dañados por la sobrecarga al crear el haz de neutrones.- Dijo O’Brien.

- Eso significa que pueden abordarnos.- Apuntó Spock.

- Los vulcanianos tenéis la facultad de señalar siempre lo obvio, Spock…- Dijo Mccoy.

El capitán Collins informó a toda la tripulación que se preparase para el asalto y que se armasen para intentar repeler a los remanos.

- Que Dios nos ayude.- Dijo el almirante Mccoy.

Por todas las cubiertas de la nave se empezaron a teletransportar soldados remanos fuertemente armados, que enseguida empezaron a combatir con fiereza por toda la nave.
Cuatro figuras se materializaron en el puente. Sus ojos hundidos, sus cráneos grandes y sin ningún vello, sus colmillos afilados, casi como los de un depredador y sus trajes, que asemejaban una pequeña y compacta armadura que se amoldaba a sus altos y delgados cuerpos no dejaban a lugar a duda de que se trataba de remanos.

- ¡Ríndanse o prepárense a morir!- Indicó uno de los grotescos remanos.

El capitán Collins hizo amago de desenfundar su phaser y uno de los soldados le disparó, alcanzándole en uno de los brazos y haciendo que se derrumbase en el suelo.
Cuando se disponían a abrir fuego contra el resto de personas del puente, toda la cubierta tembló y en la pantalla de la Júpiter se pudo ver como la nave remana explotaba en mil pedazos.

- ¡¿Qué?!- Exclamó con sorpresa uno de los remanos.

Antes de que se pudiesen recuperar de la impresión de ver destruida su nave, varias personas se materializaron en el puente. Eran romulanos. Para sorpresa de Mccoy, no vestían como soldados imperiales romulanos, si no que parecían simples civiles.
Spock levantó una ceja al darse cuenta de que uno de ellos era Nero.
Nero sujetó a un sorprendido remano y le asesto un golpe son su rodilla en pleno estomago. El aturdido enemigo, no pudo ni ver el impacto que Nero le dio con su arma.
Spock no pudo evitar fijarse en la factura del arma que sujetaba el romulano.

Una larga vara, que acababa en un extremo en varios afilados filos.
Nero la sujetó por un lado y un rayo de fuerza conmocionadora derribó a un oponente.
Mientras sus compañeros reducían a los otros intrusos, Nero se quedó mirando su arma. Hacía mucho tiempo que no hacía uso de ella, pero su tacto, seguía igual, como una mera extensión de si mismo. Se trataba de un Teral’n Debrune. Un arma que fue creada para las fuerzas de asalto romulanas, pero de las que sólo se llegó a crear un prototipo que fue desechado por su alto coste.
Nero tuvo que mover algunos hilos dentro del ejército para poder hacerse con el único prototipo y desde entonces le acompañaba siempre en la batalla.
Spock se acercó al romulano y le saludo.

- Nero. Me alegro de volver a verte. Mis más sincero agradecimiento por su rescate.

Nero asintió y pasó su mirada por el almirante Mccoy, Scotty, O’Brien y el resto de personal del puente.

- Es lo menos que podía hacer con quienes han decidido ayudarnos, embajador.- Dijo Nero.- Mi tripulación son mineros, pero aún así un simple minero romulano es mejor que diez remanos.- Observo con evidente orgullo.

- Así que usted es el famoso Nero del que tanto me ha hablado Spock. Encantado de conocerle. Soy el almirante Leonard Mccoy.- Dijo Mccoy pensando que los informes del servicio de inteligencia que había leído sobre Nero se quedaban cortos respecto a sus habilidades de combate.
Nero pareció algo perplejo.

- ¿Usted era compañero del legendario capitán James T. Kirk?

- El mismo que viste y calza.- Dijo Mccoy con una medio sonrisa.- Veo que conoce la historia.

- Kirk fue uno de los enemigos principales del Imperio durante décadas, almirante. Sus tácticas eran un quebradero de cabeza constante para el alto mando del Imperio durante su época.

- Me alegra ver que dejamos huella.- Dijo Mccoy sonriendo.

- Les escoltaremos hasta la colonia, embajador Spock.- Indicó Nero antes de verse envuelto por el resplandor azulado que anunciaba que regresaba a su nave.

- Me pregunto si es buena idea intentar la paz con los romulanos.- Observó O’Brien.

- ¿No cree que debemos al menos intentarlo, señor O’Brien?- Dijo Scotty.

- Recuerdo como firmamos la paz con los cardassianos tras años de guerra. Años más tarde, se aliaron con el Dominion y casi conquistan el cuadrante. Como en los cardassianos, los romulanos tienen una naturaleza que no pueden cambiar tan fácilmente.

- Esperemos que no acabe igual, señor O’Brien.
El carguero y la nave de Nero llegaron en unas horas a la colonia sin más sobresaltos.

El embajador Spock, el señor O’Brien, el Almirante Mccoy y Scotty fueron invitados a la villa donde residía la familia de Nero.
Nada más ver a su esposo, el hermoso rostro de Narada se iluminó y acaricio con ternura la mejilla de Nero.

- ¿Cómo ha ido el viaje, esposo mío?

- Tuvimos algún contratiempo, pero nada que no pudiésemos solucionar, querida.

La hermosa joven romulana se volvió hacía los invitados y sonrió. Era bella, y sus ojos azules destilaban compasión y amor.

El almirante Mccoy se percató de que estaba en estado avanzado. El vástago de Nero nacería en poco tiempo.

- Les presentó a mi amada Narada.- Dijo Nero.

- Siéntanse como si estuviesen en su propia casa, señores. Mientras permanezcan bajo nuestro techo no tienen nada que temer, espero que su estancia sea agradable.- Dijo Narada con una sonrisa.

- Es usted un regalo para estos viejos ojos, señorita.- Dijo el almirante Mccoy coqueto.

- Almirante, quizás debería…- Empezó a decir Spock.

Narada se puso a reír con una risa jovial y agradable.

- Es la primera vez que un humano me dice un piropo, almirante, me siento halagada. Siéntase libre para decirme los que quiera.

Nero rió con una risa contagiosa.

- No se preocupe, embajador, no voy a sentirme molesto por que admiren la belleza de mi querida esposa, al contrario, es un reconocimiento para Narada.

- Estamos siendo unos pésimos anfitriones, cariño, no les hemos ofrecido nada de comer. Por favor, pasen al comedor y les ofreceré lo mejor de la comida romulana.- Dijo Narada haciéndoles un gesto para que le acompañasen.



Horas después, cuando el silencio reinaba en la villa, Spock observaba como Nero contemplaba el firmamento, el cielo nocturno de Rigus Veta. La bóveda celeste era escudriñada por la mirada fiera del romulano. Tiene ojos de halcón- pensó Spock- A pesar del tiempo transcurrido seguía siendo un guerrero.

- ¿No puedes conciliar el sueño, Nero?

El ex-soldado se dio la vuelta y le hizo un gesto al embajador para que se sentase a su lado en la terraza.

- Es difícil dormir pensando en el peligro que se cierne sobre nuestras cabezas, embajador.- Dijo
Nero sirviéndose un poco de cerveza romulana.- ¿Quiere una copa?

Spock negó con la cabeza.

- ¿Sabe? Es irónico que un miembro del pueblo más odiado por el Imperio, nos ayude en esta crisis, mientras mi propia gente se cruza de brazos dejando que todo siga su cauce.

- En el fondo, los vulcanianos y los romulanos no somos tan diferentes, créame.

- Dígame, embajador, ¿cree de verdad que alguna vez los romulanos y los vulcanianos dejarán de lado sus diferencias?

- Tengo la esperanza de que así será. Hace más de mil años, los habitantes de Vulcano eran salvajes sanguinarios, belicosos y violentos, capaces de las mayores atrocidades. Fue una época oscura, que nos hubiese abocado a la extinción a la larga. Entonces llegó un vulcaniano llamado Surak y nos enseñó el camino. Él nos enseñó a alcanzar una paz interior y emocional y lograr un estado de autocontrol que nos alejaría de cualquier conducta violenta o apasionada, así como de toda expresión emocional. Con esa filosofía llegó la paz. Sin embargo, no todos los de mi raza quisieron seguir el dogma de Surak y siguiendo creencias totalmente opuestas, un grupo de vulcanos decidirían dejar el planeta y buscar un nuevo mundo para crear una nueva sociedad y comenzar una nueva vida bajo sus ideales. Esos vulcanianos acabarían creando el Imperio Estelar Romulano.

- ¿Y que es lo que me quiere dar a entender con todo esto?- Preguntó algo molesto Nero.

- Para los vulcanianos, los romulanos representan todo lo que quieren dejar atrás, las pasiones animales, dejarse llevar por las emociones hasta convertirse en seres violentos e irracionales. Por el contrario, para los romulanos, mi pueblo es lo que temen llegar a convertirse algún día. Serles arrebatadas sus emociones, su identidad como ellos mismos.- Dijo con voz calmada y armoniosa Spock.

Nero se puso a reír.

- Las dos caras de la misma moneda. Hace unos años, sólo la mera insinuación de que éramos semejantes hubiesen hecho que me abalanzase enrabietado sobre usted, por osar manchar el nombre del Imperio, pero ese Nero hace tiempo que se fue.

- ¿Por qué dejó en realidad el ejército, Nero?- Preguntó Spock.

- Narada. Ella es la luz que ilumina mi vida. Cuando era un soldado, no cuestionaba nunca las ordenes, y tuve que hacer cosas horribles que aún hoy me atormentan en mis sueños, embajador. Cuando estoy junto a Narada, soy otro hombre, otra persona totalmente diferente. Ella me llena de paz, aleja los gritos y los fantasmas de la guerra de mi mente. Si no la hubiese conocido, quien sabe como habría acabado. Probablemente ahora seria un alto cargo del ejército o habría muerto en combate con el enemigo. Amó a Narada y al niño que esta en su seno más que a nada en el universo. Si algo les sucediese… Creo que enloquecería por completo… No permita que eso suceda, embajador.- Dijo Nero con la suplica en sus ojos.

- Haremos lo que este en nuestra mano para salvar a su esposa y a los habitantes de la colonia, Nero. Tiene mi palabra.

Nero dio un largo tragó a su copa hasta apurarla y después miró fijamente al vulcaniano.

- Nunca jure en vano ante un romulano, Spock.- Dijo Nero con una expresión severa que duró un segundo, para después hacer un amago de sonrisa.- Será mejor que descansemos, mañana nos queda mucho por hacer.

- En efecto. Descansar nos vendrá bien para la tarea que tenemos por delante.- Concluyó Spock levantándose y dirigiéndose hacía sus aposentos.

Nero se quedó mirando como se marchaba el hombre en quien había depositado la mayor parte de sus esperanzas. La mayor parte de sus viejos instintos de soldado le indicaban que no se fiase de quien durante mucho tiempo fue uno de los adversarios de su pueblo. Sin embargo, en los últimos años había aprendido que no todos los instintos de guerrero servían para todas las situaciones en tiempos de paz. Para bien o para mal, había dejado su destino y el de su esposa en manos de Spock. Rezaba a sus ancestros por que hubiese elegido el camino correcto.

Continuará…


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Referencias:
1 .- Spock llevaba en Romulo desde la saga Unificación de la serie STNG
2 .- En Star Trek Némesis

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