Los Vengadores nº19

Título: El poder de las estrellas (II)
Autor: Lobo Rojo
Portada: Israel Huertas
Publicado en: Marzo 2010

Los Héroes más Poderosos de la Tierra contra Tauro y su ejército de mercenarios. ¿Sobrevivirán los rehenes?
Y llegó un día en el que los héroes más poderosos de la Tierra se unieron contra el enemigo común...¡Aquél día nacieron los Vengadores!... Para combatir aquellas amenazas que ningún superhéroe podría derrotar en solitario.
Creado por Stan Lee y Jack Kirby

Resumen de lo publicado:Tauro y su pequeño ejército de mercenarios han capturado la sede de las Naciones Unidas, rodeándola con un campo de fuerza impenetrable, y tomando como rehenes a los líderes mundiales que asistían a una cumbre internacional, entre ellos el Presidente de los Estados Unidos y diversos líderes Europeos. En nombre de la organización internacional llamada Zodiaco el villano lanza un mensaje al mundo y exige un rescate por sus dirigentes. Entre los rehenes cautivos también se hallan el Caballero Negro y Janet Van Dyne, convocados a la cumbre para informar sobre los sucesos del Crepúsculo de los Dioses. Las autoridades, coordinadas por SHIELD y las agencias de inteligencia han acordonado la zona para evitar que la intervención de héroes enmascarados pueda agravar la situación. Del mismo modo, los supergrupos con enlaces gubernamentales han recibido órdenes de permanecer en alerta a la espera. En la mansión de los Vengadores, Chaqueta Amarilla evita contestar a la llamada de Gyrich y así dirige a sus compañeros, Ave de Fuego, Lobo Rojo y Gilgamesh hacia la ONU, reducidos a tamaño de insecto y camuflados entre una nube de hormigas.


- ¿Está segura de que sus lecturas son correctas, directora Carter? – La autoritaria voz de Henry Peter Gyrich resonó a través del comunicador principal del Heli-transporte de SHIELD.

- Sí, Gyrich, totalmente. – Contestó la líder de SHIELD. – De una manera casi imperceptible para el que no sepa lo que busca, nuestros sensores han detectado cuatro individuos miniaturizados que acaban de alcanzar los límites de la zona acordonada.

- ¿No hay nada que se pueda hacer para detenerlos? – Preguntó el agente del Consejo Nacional de Seguridad.

- Podríamos intentar detenerlos de diversas formas, - explicó la antigua Agente 13. – Pero todas ellas serían interpretadas como un ataque contra la zona acordonada, y los del Zodiaco iniciarían la matanza de los rehenes…

- Ya veo… - Permaneció callado unos segundos. – ¿Alguna sugerencia, Directora?

- Mantener la vigilancia del perímetro a la espera de la mejor ocasión para intervenir, y confiar en que los héroes vivan para su reputación.

- Confiar… ¡Je! ¿Carter, cómo llegó usted a dirigir la máxima agencia de espionaje internacional? ¿Confiando?

- Sí, cuando ha sido necesario. Jamás me he equivocado. – Lo bellos ojos azules de Sharon Carter se endurecieron desafiantes. – Los Vengadores jamás nos han fallado.

Al otro lado de la pantalla frente a ella, Gyrich replicó enfurecido. – ¿Los Vengadores? ¿Qué Vengadores? ¿El Capitán América? ¿Thor? ¿Iron Man? ¡De acuerdo, esos tienen mi confianza! Pero estos… ¿Ha visto los informes? ¡Un tarado que hasta hace unos días iba disfrazado de héroe de tebeo, un nativoamericano que manifiesta abiertamente su desprecio por las leyes del hombre blanco, una inexperta pirómana hispana, y encima, de todos los Vengadores con experiencia, les dirige el peor de todos ellos, el fracasado del Dr. Pym, un tipo inestable capaz de empeorar esta crisis internacional! ¿Quiere hablarme de confianza Directora Carter?

Sharon Carter miró de nuevo a Gyrich. Tragó saliva con disimulo, y se reafirmó con solemnidad. – Sean quienes sean, agente Gyrich, son los Vengadores. No habrían sido elegidos para serlo si sus antecesores no confiaran en ellos… - La voz del director especial Dugan tras ella, les interrumpió.

- ¡Shar…! ¡Directora Carter, me temo que hay novedades! ¡Los héroes han desaparecido de nuestros sensores! ¡Todo parece indicar que han traspasado la barrera!

- ¿Cómo es posible?


Instantes antes, los cuatro diminutos Vengadores se hallaban al pie del campo de energía rosa que aprisionaba la sede de la Organización de las Naciones Unidas. El doctor Henry Pym, tras revisar detenidamente la barrera ante él, habló a sus compañeros.

- Este campo no es muy diferente al que Zodiaco ha utilizado en otras ocasiones. Por desgracia, nunca logramos descubrir que potenciaba su energía, ni en qué frecuencia funcionaba. Cuando el Zodiaco era derrotado, el campo desaparecía y la tecnología empleada para crearlo se autodestruía… De haber quedado restos, Stark, Richards, o yo mismo, habríamos creado el aparato adecuado para contrarrestarlo hace tiempo. Si tuviera tiempo yo podría…

- ¡No tenemos tiempo! – Dijo impaciente Gilgamesh mientras avanzaba hacia la barrera apretando los puños.

- En efecto. – Asintió Pym. – No hay tiempo para crear un aparato fantástico que salve la situación… - y levantó el tono de voz. - Afortunadamente contamos con Gilgamesh.

El coloso se detuvo intrigado al oír su nombre. Lobo Rojo y Ave de Fuego se sonrieron al percatarse de cómo Pym había detenido esta vez al Eterno sin emplear violencia.

- ¿Qué planeas?- Preguntó el legendario héroe.

- Los Vengadores jamás lograron destruir este campo. Resistió a los poderes de Thor, Iron Man, la Visión, y la Bruja Escarlata, entre otros. Hoy es el día en que los Vengadores tendrán su revancha. – Gilgamesh se dispuso a golpear el campo, pero Pym le habló suavemente. – No, compañero, me temo que la fuerza física no bastará, tan solo serviría para alertar a los villanos que esperan al otro lado.

- ¿No decías que todo estaba en mis manos? – Contestó el eterno.

- Sí.- Sonrió Pym. – Pero no es la fuerza bruta lo que necesitamos… - Todos miraron intrigados al veterano vengador, que continuó explicándose. – De fuerza bruta ya disponían nuestras anteriores alineaciones. Es tu herencia Eterna a la que necesitamos recurrir, tu habilidad para manipular los átomos de cualquier materia…

Gilgamesh miró perplejo a Pym. - ¿Quieres que altere la composición molecular de la barrera? ¿Después de lo que ocurrió con la Avispa…?

- Evitaste que Jan se convirtiera en una reina de El Nido. Le salvaste la vida, y eso es algo que nunca olvidaré… Ahora solo tienes que abrir una brecha diminuta en esta barrera el tiempo suficiente para que los cuatro podamos atravesarlo sin que se enteren dentro. Se que no eres Sersi… Pero no te pido nada que no puedas hacer, vengador. – Dijo poniéndole la mano en el hombro en un gesto de confianza.

- ¡Sea! – Gilgamesh se concentró unos instantes y puso su mano sobre el campo de fuerza. Henry Pym, William Talltrees y Bonita Juarez observaron tras él. En un primer momento pareció que no pasaba nada. Gilgamesh puso la palma de la otra mano sobre la barrera, y en cuestión de segundos esta comenzó a distorsionarse alrededor de las manos del colosal, pero ahora diminuto, Eterno. La distorsión creció lentamente.

- Estad dispuestos a saltar a través de la brecha cuando de la orden. – Advirtió Chaqueta Amarilla a sus compañeros. Mientras observaban como la distorsión crecía hasta alcanzar el tamaño relativo de sus cuerpos. – Cinco… cuatro… tres… dos… uno… ¡YA!

Como si de un solo hombre se tratase, los cuatro vengadores saltaron a través de la grieta, y aterrizaron suavemente en el interior de la zona acordonada.

- ¡Lo logramos! - Exclamó Ave de Fuego excitada. - ¡Hank, conseguiste hacernos pasar! – Dijo felicitando al hombre insecto.

- No he sido yo, - contestó Pym – En realidad ha sido Gilgamesh…

El Eterno esbozó media sonrisa en reconocimiento al científico aventurero. Aun así, se sentía algo defraudado, le hubiera gustado derribar la barrera a golpes, demostrar su pericia como guerrero.

- ¿Bien, y ahora…? – Preguntó Lobo Rojo.


En el centro de mando de Tauro, el villano mantenía una conversación virtual con los hologramas de cuatro de sus compañeros criminales. Perkins dedujo por los aspavientos de su líder que algo no era de su agrado, la llegada de dos miembros de su unidad con un extraño paquete atrajo su atención.

- ¿Dónde vais vosotros? –Preguntó.

- Patterson nos envía con este obsequio para Tauro. Dijo que sabría apreciarlo.

- Me temo que el jefe no está de humor para interrupciones justo en este momento. – Recordó que Patterson estaba a cargo de los dos vengadores cautivos. Desconocía que la presencia del renegado agente de SHIELD en la misión fuese el motivo de la discusión entre los jefes del Zodiaco.

- ¡Os advertí sobre los riesgos de implicar a Patterson en esta operación! – Dijo la imagen electrónica con la forma del hombre llamado Libra.

- Patterson es un fiel agente. - Contestó el avatar virtual de Leo. – Gracias a su posición en SHIELD obtuvimos información indispensable para la toma de la ONU. Se la jugó por nosotros…

- ...y fue capturado por la Visión y SHIELD [1] . – Contestó Libra. – Deberíamos haberle eliminado entonces...

Leo calló un segundo. Había pensado esa opción, pero Patterson no había alcanzado el nivel de agente de SHIELD que tenía siendo un imbécil. Su repentina muerte en prisión podría haber supuesto la revelación de una ingente cantidad de información confidencial, y el Zodiaco no estaba preparado para ello… todavía.

- Era mejor liberarle. – Arguyó Leo. – Conocía esta operación al dedillo, y no había tiempo de preparar a otro… ¿Acaso alguno de tus leguleyos serviría? – Reprochó a Libra.

- Sabes muy bien que “mis leguleyos” han sido fundamentales para nuestra infiltración. ¿O he de recordarte que la ONU es un organismo repleto de burócratas, donde mis empleados fueron tomando posiciones legalmente?

- Empleados… ¡Bah! ¡Son los hombres suministrados por Escorpio y entrenados por mí los que componen el grueso de las fuerzas de esta operación! – Espetó Leo en un arranque de fiereza.

- Caballeros, caballeros, todos hemos cumplido nuestra parte… - Interrumpió Tauro. – Ya que le mencionan, nuestro ausente amigo Escorpio, me encargó que les presentase sus respetos…

- ¿Dónde está Escorpio? - Preguntó Cáncer. – Por su implicación pensé que estaría en la conferencia.

- Ocupándose de sus asuntos. La crisis mundial que hemos causado requiere su atención en otro lugar, al igual que la de nuestros otros compañeros ausentes. – Tauro miró al cuarteto de hologramas ante él. Libra, Leo, Cáncer y Sagitario. - Como estaba diciendo, - continuó el hombre vestido de toro.- todos hemos cumplido con nuestra parte en el plan. Sagitario, cumpliste con tu misión de vigilar el laboratorio donde inicié este esquema…

- Lamento no haber podido acabar con esa vengadora fisgona… - Comentó el arquero del Zodiaco recordando su enfrentamiento con Ave de Fuego [2] .

- Da igual, los Vengadores no tuvieron tiempo de indagar más sobre nuestros planes…

- Pero sabes que los Vengadores no permanecerán al margen… Al igual que el resto de los héroes…

- Gracias a la fuente de energía suministrada por Cáncer contamos con el campo de fuerza más impenetrable de todos los que habíamos creado hasta ahora.

- Espero que sepas aprovecharlo. – Añadió Cáncer desafiante. – Pocos mortales de esta dimensión tienen acceso a la energía mística de K´un-Lun.

- Como os dije, todos y cada uno de vosotros habéis cumplido con vuestra parte del trato. Ahora me toca a mí… Así que tendréis que disculparme, tengo que ponerme a trabajar.

Uno a uno, las mentes criminales que encarnaban las casas del Zodiaco se despidieron ceremoniosamente de sus socios. Sus formas holográficas se apagaron dejando al hombre que conocemos como Tauro a solas con sus pensamientos.

- Señor… - Interrumpió Perkins al ver la reunión virtual clausurada. – Patterson nos envía esto. – Y señaló a los dos mercenarios que portaban un recipiente alargado.

Tauro miró el objeto que habían traído ante él, algo que a simple vista parecía una antigua espada medieval, y que el villano reconoció enseguida. - ¡La Espada del Caballero Negro! – Exclamó.

- La leyenda dice que Merlín la forjó con los restos de un meteorito caído del cielo… - Musitó. – El mago creó un objeto de poder compuesto por material proveniente de las estrellas. – Sonrió. - Algo que a muchos les podría parecer mera superstición… Estúpidos. El Zodiaco les enseñará a no desdeñar el poder de los astros. – Dijo acariciando el pomo de la hoja encantada.

- ¿Perkins, continúan los centinelas informando con regularidad? – Preguntó a su lugarteniente.

- Cada cinco minutos, tal y como ordenaste.


- Sin novedad en el sector K-5. – Adam Leland, siguiendo el estricto protocolo establecido por Tauro, informó de la tranquilidad que se desarrollaba en la zona bajo su vigilancia. El mercenario observó el horizonte vacío ante él. Se consideraba afortunado de haber sido seleccionado de entre los mejores hombres de los Hijos de Escorpio por su jefe para participar en esta operación. El plus que les habían ofrecido era el más alto al que podía aspirar un profesional como él. En su ronda visual sus vigilantes ojos miraron un instante al suelo. Le pareció ver como un punto negro se movía entre sus botas de combate. Inesperadamente el minúsculo punto creció a velocidad vertiginosa. A duras penas notó el puño enguantado que golpeó su mandíbula. En cuestión de segundos el mundo se tornó gigantesco alrededor de él. Entonces vio la amenazadora figura amarilla y oscura de Chaqueta Amarilla ante él, y a sus tres compañeros vengadores detrás.


- ¿Cada cuánto tiempo tienes que informar? - Preguntó Pym sujetándole por las solapas.


Donald Patterson miraba con detenimiento a los dos Vengadores cautivos que le habían sido encomendados. Si fuera por él, no correría riesgos y los eliminaría, no sería difícil. El Caballero Negro y la Avispa eran humanos normales y una bala bien colocada entre ceja y ceja daría buena cuenta de ellos. Pero esas no eran sus órdenes. Debía custodiarlos y mantenerlos inmovilizados hasta nuevo aviso, pues podían ser rehenes vitales.

- ¿Y bien? – Preguntó a uno de sus subalternos. – ¿Novedades?

- Los dosificadores del gas anestésico continúan suministrando su ración a los dos prisioneros. Dormirán mientras sigan recibiendo su dosis regular.

- Está bien. Pero continuad realizando revisiones constantes. No podemos correr riesgos. – Sus ojos recorrieron la sala donde se hallaban. Se fijó entonces en la otra cautiva, la traductora Mae Lavado. Ya deberían haber venido a por ella para trasladarla junto al resto de los rehenes.

- Agente Patterson. – le interrumpió una voz. – El teniente Perkins ha enviado dos hombres para trasladar a la traductora. Solicitan permiso para llevársela.

- Que se la lleven y hagan lo que quieran con ella. Ha resultado ser demasiado molesta. Pero… - Calló un momento evaluando la situación. - que les acompañen un refuerzo de dos hombres.


- Sin novedad en el sector K-5. – Informó de nuevo Adam Leland, y a continuación dio las claves necesarias para verificar la autenticidad de su mensaje. Terminado su informe miró con recelo a las criaturas ante él. Dos gigantescas y amenazadoras hormigas parecían permanecer atentas a todos sus movimientos. El vengador llamado Chaqueta Amarilla le había advertido que tenían orden de despedazarle si no mantenía el protocolo de seguridad, o si él, que se enteraba de todo a través de su contacto cibernético con ellas, notaba que alertaba a sus compañeros.

- Y ruega porque no me pase nada – le advirtió Pym antes de marchar. – Sin mi control cibernético mis hormigas carnívoras se dejarán llevar por su instinto y te devorarán. Si ellas no lo hacen, quedarás atrapado a este tamaño y podrás ser víctima de cualquier insecto. Si no te pisa nadie, claro…

Leland miró hacia el cielo, y vio la figura humanoide de tamaño normal que simulaba ser él en su puesto de guardia.


A su tamaño más diminuto, Chaqueta Amarilla volaba con celeridad por entre los pasillos de la sede de la ONU. Tenía total confianza en que el mercenario del Zodiaco al que habían capturado les había dado la información correcta y obedecería sus órdenes sin rechistar. No podía ser de otra manera, recordaba el pánico que él mismo sintió cuando quedó atrapado por primera vez a tamaño insecto y tuvo que sobrevivir en un hormiguero [3] . Hasta ahora todo marchaba bien. Había tomado la decisión de dividir a sus compañeros, encomendándoles diversas misiones de acuerdo con los datos suministrados por el centinela capturado. Él, como científico del equipo, debía de ocuparse de llegar hasta la máquina generadora del campo de fuerza que rodeaba a las Naciones Unidas y desconectarla. Sus compañeros rescatarían a los rehenes y se enfrentarían a Tauro. Intentó alejar de su mente el peligro que todo esto podía suponer para su querida Janet. Respiró hondo, si todo salía como había planeado pronto podría abrazarla. Allí, frente a él estaban los guardias que vigilaban la máquina que buscaba. Eran doce.

Desde su perspectiva, el generador del campo de fuerza no difería de otros muchos que había estudiado. Sin embargo, todos sus instintos le indicaban que allí había algo más. El extraño fulgor que emanaba del dispositivo no coincidía con el de ninguna de las posibles fuentes de energía que conocía. Miró su cronómetro digital, faltaban unos minutos para que sus compañeros entrasen en acción.


En el lado opuesto del edificio, las, también diminutas, figuras de Gilgamesh y Ave de Fuego, se deslizaban por el aire sigilosamente.

- Te veo incómoda mi valerosa aliada. – Comentó el eterno al ver una mueca de desagrado en el bello rostro de su compañera.

- No pasa nada Gil, es solo que no estoy acostumbrada a levitar así.

- Eso se puede arreglar...- Y el coloso procedió a cogerla entre sus brazos…

- ¡Gilgamesh! – Protestó ella azarada – Me refería a que…

- ¿Sí? – Dijo él sonriente.

- Quería decir que… - Se sintió cómoda en sus brazos. - …que preferiría volar por mi propio poder. - Sonrió - Aunque así tampoco se viaja mal. – Y añadió – Además, Hank tenía razón, la estela de fuego que dejo al volar delataría nuestra presencia pese a nuestro pequeño tamaño.

- Nuestro líder fue muy inteligente al asignarnos para este cometido. - Sonrió Gilgamesh – No podía haber elegido una compañía más bella.

La heroína hispana se sonrojó. Recordó como, tras interrogar al centinela, Pym les expuso su plan.

“- Gilgamesh, va a ser tu día de suerte. – Sonrió el vengador insecto - Tú te encargaras de Tauro. Pero recuerda, lo queremos vivo. – Aseguró Chaqueta Amarilla. Luego miró a Ave de Fuego. – Bonita, tú le acompañarás. – La mirada de complicidad que Henry Pym intercambió con Bonita Juárez fue muy significativa. Contaba con ella para que Gilgamesh no cruzara los límites. – Antes de marchar, Gilgamesh, necesito de nuevo de tus servicios. – Concluyó el científico aventurero.”

- Me maravilla el control de las moléculas y los átomos que tenéis los Eternos. – comentó Ave de Fuego. - Apenas tardaste unos segundos en crear una réplica del mercenario que capturamos, tal y como te pidió Pym…

El gesto de Gilgamesh se alteró y pasó de su sonrisa más gentil a una mueca más agria. Su compañera notó como los músculos que la sujetaban se tensaban.

- ¿Qué sucede? ¿He dicho algo malo?

- ¡Soy un guerrero nato! ¡Matador de monstruos! ¡Terror de tiranos! Y todo ello lo hago con la fuerza de mis brazos. Llevo haciéndolo así desde hace siglos, y así se ha escrito mi leyenda. Modelar figuras es tarea de niños, no de guerreros... – Dijo malhumorado. – No me gusta...

- No tiene nada malo usar esos poderes para crear algo bonito. – Le interrumpió ella. – Deberías hacerlo más...

Gilgamesh la miró y continuó su vuelo en silencio a través de los gigantescos pasillos hasta llegar al lugar donde se encontraba el puesto de mando de...

-¡Tauro! – Exclamó Gilgamesh. - ¡Por fin! – Dijo al ver ahora a su gigantesco oponente.

- Espera Gilgamesh, - Le detuvo Ave de Fuego. – El Dr. Pym nos dijo que esperásemos hasta que se cumpliera el plazo indicado. Todos debemos actuar a la vez contra nuestros diversos objetivos.

Gilgamesh apretó los puños con impaciencia. Ante sí tenía al villano que días antes le había humillado. No le importaba su tamaño, pues en la antigüedad había matado criaturas de semejante tamaño. Miró a su bella compañera, reconsideró sus palabras y recordó que no actuaba solo. Ahora era un vengador y tenía que permanecer fiel a su alianza y a sus normas.

Bonita Juárez miró al colosal eterno. Se preguntó si podría retenerle el tiempo suficiente para que sus compañeros alcanzasen su destino.


Lobo Rojo, el vengador nativoamericano, avanzaba con cautela y sigilo a través de los pasillos de mantenimiento y ventilación del Edificio de las Naciones Unidas. Recordaba las indicaciones que minutos antes le había dado Henry Pym acerca de su misión.

- Lobo, te ocuparas de los líderes mundiales. Búscales, libérales de sus captores, y mantenles a salvo. Es de vital importancia. ¿Podrás?

- Por supuesto. Pero… ¿Podrías devolverme mi tamaño normal?

Pym callo unos instantes. – Creo que pasarás más desapercibido a tamaño insecto…

- Cubriré más terreno si me muevo a mi tamaño. A diferencia de vosotros no vuelo. Y ahora no tenemos hormigas voladoras…

- Serás más fácil de localizar. – argumentó el vengador original

- Soy el espíritu de Owayodata en la tierra. – Afirmó orgulloso el nativoamericano.

Pym le miró escéptico.

- Owayodata, el dios de la caza.- Se explicó el cheyenne - Se como moverme y acercarme a mis presas sin apenas ser detectado… Da igual el tamaño al que lo haga.

- Está bien, - Contestó Pym convencido. – No obstante, toma esto, tened uno cada uno - dijo ofreciendo unos extraños dispositivos al resto de sus compañeros. - Estos pequeños emisores están diseñados para bloquear vuestra presencia ante cualquier tipo de sensor de calor corporal…

Los pensamientos del héroe piel roja fueron interrumpidos por el leve sonido de un quejido cercano. William Talltrees se detuvo y agudizo el oído, a escasos metros de él localizó una rejilla de ventilación a través de la cual tuvo acceso visual a la galería sobre la que avanzaba. Desde su escondite observó como tres hombres forcejeaban con una mujer mientras un cuarto individuo se retorcía de dolor en el suelo con sus manos palpando su entrepierna. No hacía falta poseer sentidos sobrehumanos para averiguar lo sucedido.

- ¡PUTA! – Chilló amenazador uno de los tres hombres. – Mi compañero solo quería ser amable contigo.

La mujer, que se debatía inútilmente sujeta por los otros dos hombres, no pudo evitar el golpe de la mano del tercero. La mejilla derecha de su rostro adquirió el tono rojizo de la piel dañada, en unos instantes la sangre coagulada la transformaría a un tono más grisáceo, aun así, el brillo desafiante de sus ojos, y su actitud arrogante no desapareció.

- ¡Iros todos a la mierda, cabrones! – Espetó sin dejar de revolverse.

- La que se va a ir al infierno eres tú. – Dijo el cuarto hombre que, dolorido, se había incorporado. El mercenario portaba en su mano derecha su pistola desenfundada, y lentamente, casi como si saboreara el momento, colocó el cañón a la altura de la sien de la mujer. – Di adiós a este mundo. – En apenas milésimas de segundo La vida de Mae Lavado, desfiló ante sus ojos, desde su infancia en su Argentina natal, casi cuatro décadas antes, hasta el día que aprobó las oposiciones que le permitieron acceder al puesto de intérprete y relaciones públicas oficial de la Organización de las Naciones Unidas.

Era todo lo que hacía falta para que Lobo Rojo entrase en acción. El Cheyenne saltó a través de la rejilla de ventilación y antes de que sus pies tocasen el suelo su tomahawk ya se había clavado en la mano del agresor haciéndole perder el arma. Sus compañeros no tuvieron tiempo de reaccionar, el místico bastón de Owayodota, manejado con virtuosismo por su encarnación en la tierra, golpeó sin misericordia sus mentones, rodillas, pecho y estómago, rindiéndoles inconscientes antes de que supieran que pasaba. Lobo Rojo era consciente de la importancia de su misión, y la prioridad que suponía rescatar a los rehenes, pero su deber como vengador era también salvar vidas, vidas como la de esta mujer. Tras cerciorarse de que sus enemigos habían caído, Talltrees se interesó por la víctima.

- ¿Está bien señorita? – Dijo tomando con delicadeza su mano.

Mae Lavado miró a los ojos del Espíritu de Owayodata. Después a los cuatro hombres tendidos a sus pies. Y finalmente contestó…

- Sí… ¡Muchas gracias!


La figura solitaria del mercenario asesino asiático conocido como Bengala salta a través de los tejados de la ciudad mientras persigue a la figura femenina vestida de oscuro que huye bastantes metros delante de él intentando inútilmente ocultar su rastro. Mientras reduce la distancia entre ambos, se pregunta qué es lo que la mujer que persigue ha podido hacer al gobierno norteamericano para que el agente Henry Peter Gyrich le haya ordenado su inmediata captura. “El gobierno americano”, la frase rebota en los confines de su mente. El mismo gobierno que hace poco más de una década envió a su país la unidad militar que arrasó su aldea natal en la jungla. Recuerda que pasó años entrenándose intensivamente en las artes marciales empujado por su irresistible sed de venganza y también rememora como llegó a esta tierra con la intención de arrebatar las vidas de los militares que exterminaron a su pueblo. Pero todo aquello pasó, unos obtuvieron su castigo, otros ganaron su perdón, y entonces sus demonios interiores desaparecieron. Quedó en paz consigo mismo, conoció el amor, e intentó establecerse en este país. Consciente de sus habilidades de combate, el Consejo Nacional de Seguridad contactó con él para ofrecerle los papeles de residencia, y un trabajo como agente especial. Hasta ahora ninguna presa había sido tan elusiva como la Viuda Negra. Tenía ganas de acabar con esto y volver a casa con su mujer. Es entonces cuando ve como la antigua espía rusa se introduce por la ventana de un viejo edificio abandonado. Está loca si piensa que podrá despistarle en su interior. Con la velocidad y destreza que son características del poderoso felino que habita la jungla de la que procede, y cuyo nombre ha asumido, Bengala alcanza la ventana del lugar dispuesto a finalizar la caza de una vez por todas. Solo cuando sus dos pies se posan en el interior se da cuenta de su error.

- Pasa a mi salita, dijo la araña a la mosca, ¿O debería decir al tigre, en este caso? – La voz de Natacha Romanova resonaba por todos los rincones de la oscura sala en la que se hallaba. El sonido electrónico delataba que procedía de un equipo de sonido compuesto por múltiples altavoces. Fue entonces cuando pesadas planchas de acero se deslizaron sellando la entrada por la que había accedido. Bengala maldijo mil veces la confianza que le había llevado a convertirse en el cazador cazado. Poderosos focos de luz iluminaron la sala deslumbrando al oriental. De nuevo sus oídos reconocieron el peculiar sonido de paneles abriéndose y el ruido de dispositivos mecánicos activándose. El característico olor del aceite de engrasar armamento llegó hasta su olfato al tiempo que el martilleo de los percutores le advirtió que debía comenzar a moverse. Desde diversos puntos de la sala varias ametralladoras automáticas comenzaron a escupir sus letales proyectiles. La instantánea respuesta de Bengala fue iniciar un baile de muerte entre la lluvia de fuego y plomo. Unos metros más arriba, la Viuda Negra abandonaba el edificio mientras hablaba por una frecuencia codificada.

- El tigre ha sido atrapado en la telaraña. –

- ¿Estás bien mi pequeña zarina? – Contestó la voz de su fiel camarada Ivan Petrovitch Bezukhov.

- Sí, Ivan querido. El almacén que preparamos ha servido a su utilidad. Habrá que ponerlo en venta y tener listo otro.


- Me da lástima el chico, ¿Crees que sobrevivirá?

- Si es tan bueno como Matt dijo tan solo tengo un par de horas de ventaja, tiempo suficiente para visitar a Kearns y cubrir mi rastro.

- ¿Kearns? ¿Es necesario…?

- Es fundamental… - Y la Viuda Negra se balanceó entre los edificios en dirección a la casa del agente del FBI.


En un cuarto de mantenimiento, rodeada de escobas, cubos, fregonas y diversos productos de limpieza, Mae Lavado, observaba al cuarteto de hombres desnudos y maniatados cuya custodia le había sido encargada por el vengador Lobo Rojo. En sus temblorosas manos sostenía la pistola con la que apenas unos minutos antes su vida había sido amenazada. Los hombres atados ante ella habían intentado violarla, uno la había golpeado, y otro hubiera acabado con su vida sino es por la intervención del vengador piel roja. Al recordar la humillación sufrida le hervía la sangre, siempre había estado en contra de la violencia, de niña contaba a sus amiguitos que de mayor sería intérprete en las Naciones Unidas para tergiversar las frases de los dirigentes mundiales y hacer así que se pusieran de acuerdo, dirigiéndoles hacia la paz mundial. También jugaba a indios y vaqueros completamente ajena al problema que significaba el exterminio y sometimiento de los nativoamericanos ante la invasión del rostro pálido. Ahora debe la vida a uno de los descendientes del pueblo que a menudo tiroteó en sus juegos. Los juegos infantiles quedaron atrás, su intención de ayudar al mundo no lo hizo. Hoy ha visto y experimentado la violencia en sus propias carnes… Miró al hombre desnudo que la había amenazado. Volvió a mirar la pistola que sujetaba en la diestra. Y tomó una decisión…


Apenas quedaba un minuto para entrar en acción cuando el doctor Henry Pym sacó de sus bolsillos otro dispositivo miniaturizado. Con un leve esfuerzo mental del vengador el pequeño aparato comenzó a crecer, y mientras lo hacía, la figura de Chaqueta Amarilla voló en dirección a la docena de guardias ante él. Los dos primeros cayeron ante el impacto de sus puños creciendo.

- ¡Eh, mirad! – Advirtió uno de los mercenarios al ver a Chaqueta Amarilla salir de la nada mientras sus compañeros caían.

- ¡Rápido, disparadle! – Chilló otro mientras hacía lo propio contra el vengador.

El doctor Pym disminuyó al tamaño de un insecto mientras los disparos de sus contrarios pasaban sobre su cabeza. Tres de ellos se alcanzaron mutuamente. Ahora el hombre insecto revoloteó veloz entre sus enemigos, la vibración de sus alas cargó los aguijones disruptores de sus guantes. -¡ZACK! ¡ZACK!. – Emitió suficiente energía para derribar a otros dos oponentes.


- ¡Dad la alarma, hay que avisar a Tauro! – Ordenó uno de los que quedaba.

-¡Las comunicaciones no funcionan! – Contestó el que lo intentó.

Pym sonrió, tal y como había planeado, su inhibidor de frecuencias se había activado al recuperar su tamaño normal interfiriendo las comunicaciones. Pero su satisfacción duró poco. Da igual que fuera por pura suerte, o por simple destreza, la mano de uno de los esbirros agitada en el aire alcanzó su minúsculo cuerpo. Chaqueta Amarilla cayó contra el suelo, y la inercia de su vuelo le hizo rebotar aparatosamente sobre este, dando botes a lo largo de la sala como una piedra plana sobre el agua. Atontado por el aterrizaje forzoso, Henry Pym notó como una sombra se cernía sobre él. Sus ojos vieron la negra suela de una bota de combate descendiendo hacia él. Solo tenía un posibilidad, pensar a lo grande...

- ¡Lo aplastaré! – Dijo el hombre mientras su bota descendía.

- ¡Acaba con él, Mike! – Animó uno de los cuatro compañeros que quedaban en pie.

– ¡Te estamos cubriendo! – Dijo otro sin dejar de apuntar en su dirección.

Pero los gritos de ánimo se cortaron cuando un borrón amarillo y negro comenzó a crecer bajo el pie de su compañero. El cuerpo de Mike voló hasta chocar con violencia contra dos de sus compañeros con tanta fuerza que los tres continuaron la trayectoria hasta estamparse con la pared tras ellos.

Los dos mercenarios restantes vieron asombrados como ante ellos se hallaba un coloso de ocho metros. Su poderoso tamaño parecía hacerle inmune a las descargas de energía de sus sofisticadas armas. Sumidos en su miedo, no se percataban de las muecas de desagrado que reflejaba el rostro de Pym cuando una andanada le alcanzaba. Los gigantescos brazos del vengador les levantaron del suelo y lo siguiente que notaron antes de perder la consciencia fue como sus cráneos chocaban entre sí.

Chaqueta Amarilla miró a los guardias derribados a sus pies y procedió a recuperar su tamaño normal. Se fijó en el generador del campo de energía. Debía desconectarlo y reunirse con sus compañeros cuanto antes.


- Gilgamesh - Murmuró Ave de Fuego. – En treinta segundos pasarán los efectos de las Partículas Pym y comenzaremos a crecer. ¿Estás listo?

- Recuerda milady, el hombre toro es mío. – Dijo mientras volaba hacia el líder del Zodiaco.

- Ten cuidado... – Contestó ella a sabiendas de que su voz ya no le alcanzaba, y que aunque lo hiciese no le haría mucho caso. Bonita Juárez miró a los mercenarios del Zodiaco y comenzó a concentrarse.

Gilgamesh volaba hacia Tauro que acariciaba ensimismado la afilada hoja negra que era la espada del Caballero Negro. El villano ardía en deseos de regresar a uno de sus laboratorios para estudiar con más calma las propiedades del metal del meteorito con que había sido forjada. Los informes dicen que poseía propiedades místicas imbuidas por Merlín pero no sabían discernir cuales de sus propiedades eran naturales y cuales místicas. Un arma como esta, procedente de las estrellas, debía de pertenecerle. Sus pensamientos se interrumpieron cuando notó como una corpulenta sombra se proyectaba sobre él.

- ¡Vuélvete villano! No quiero golpearte por la espalda. – Dijo el eterno Gilgamesh.

Los hombres de Tauro vieron al eterno surgir sin aviso junto a su líder y tal y como habían sido entrenados recurrieron a sus armas.

-¡Ahhr! – Chilló el primero de ellos cuando el intenso calor de la empuñadura de su pistola atravesó la protección de sus guantes. -¡Aghh! - ¡¡Quema!!- Gritaron varios de ellos soltando su arsenal al instante. Fueron los más afortunados. Otros con peor suerte lograron apretar los gatillos y sintieron el impacto de la explosión del armamento sobrecalentado en sus manos. En medio de la confusión reinante, Ave de Fuego recuperaba su tamaño normal.

El puño de Gilgamesh golpeó con fuerza al hombre vestido de toro. El villano cayó varios metros hacia atrás mientras la armadura que vestía comenzaba a brillar. – ¡Alertad al resto de las tropas! ¡Hemos sido infiltrados! ¡Transmitid la orden de eliminar a los rehenes! – Ordenó mientras se incorporaba. De los ojos de Gilgamesh brotaron sendos rayos de energía cósmica que golpearon con fuerza al líder de Zodiaco, obligándole a caer lentamente al suelo.

Al notar la presencia de Ave de Fuego entre ellos los mercenarios más cercanos saltaron hacia ella. Bonita Juárez esquivó la acometida del primero, y mediante una llave de judo arrojó al segundo sobre el tercero. Pero el cuarto logró derribarla contra el suelo. – Ahora te daré lo que te mereces guapa. – Bonita Juárez observó los rostros enmascarados de varios mercenarios descendiendo sobre ella.

El teniente Perkins, segundo al mando de Tauro, dio la orden por radio. - ¡Eliminad a los rehenes!

Mientras esquivaba los golpes como podía, Ave de Fuego se percató de que el dispositivo para interferir comunicaciones del que les había provisto Pym había resultado dañado por las ondas de calor emitidas para desarmar a sus contrarios.


Lobo Rojo corría presuroso por los pasillos de la ONU. Salvar la vida a la traductora le había retrasado unos minutos preciosos y no se iba a hallar en posición cuando sus compañeros entrasen en acción. Contaban con él para poner a salvo a los líderes mundiales, el Espíritu de Owayodata en la tierra no podía fallar a sus aliados. Aun así, William Talltrees nunca se hubiera perdonado así mismo el haber permitido que asesinasen a una mujer inocente ante sus ojos. Había visto muchas muertes durante su vida, civiles inocentes y camaradas de armas en las guerras del hombre blanco en países lejanos, sus padres en la reserva... Si él podía evitarlo no vería más.

En el lugar de destino del joven Cheyenne los mercenarios del Zodiaco continuaban con sus protocolos. El oficial al mando de este grupo, John Archer, escuchaba los informes de su segunda, la latina Irene Meléndez.

- ¡Todos los puestos han ido informado en su momento, excepto los equipos A y C!

- ¿Ay C? Esos son el del comandante, y el que custodia al generador del campo de energía… ¿Se ha intentado contactar con ellos? – Interrogó Irene.

- Tres veces, Irene, con resultados negativos. – Confirmó el oficial de comunicaciones.

La mujer, no dudó un instante. - ¡Traed a los dos primeros rehenes!

- ¡Irene espera! - Interrumpió John Archer. – ¡Yo estoy al mando de esta operación…! - Archer era un hombre criado en las calles de Chicago al que las circunstancias le llevaron a convertirse en criminal a muy temprana edad. Había sido reclutado por las escuelas de entrenamiento del Supervisor, y tras lo que parecía un examen de ingreso aprobado fue finalmente rechazado. Ignoraba que los especialistas le habían evaluado como un individuo que pensaba demasiado y por tanto capaz de dudar a la hora de seguir las órdenes al pie de la letra. Como ahora. Tenían orden de eliminar a los dos rehenes más importantes en cuanto las comunicaciones se cortaran. Eso significaba asesinar al presidente de los Estados Unidos, y al de la Unión Europea. Eso no daba dinero… Dejarles libres sí… John Archer no pudo pensar más. Irene Meléndez le voló la cabeza de un disparo, al tiempo que chillaba - ¡Deprisa imbéciles, no tenemos tiempo que perder, traed a Obama, y al presidente europeo…!

Irene Meléndez creció en un oscuro orfanato del país sudamericano de San Gusto, en un pueblecito cercano a la frontera con Colombia. Como muchos de sus compatriotas en estas condiciones podrían haber terminado ejerciendo la prostitución, uniéndose a la guerrilla local, o incluso a una banda de narcotraficantes. Los Hijos de Escorpio fueron su salvación. Allí encontró la familia que nunca tuvo, la educación, el entrenamiento, y el respeto… y todo a cambio de su compromiso con el grupo. Las órdenes eran eliminar a estos hombres al primer signo de fallo en las comunicaciones. Eso haría. Sus hermanos estarán orgullosos de ella.

Los mercenarios de Zodiaco se miraron indecisos durante un instante.

La voz de su líder les convenció. - ¡Qué os pasa perros! ¿Acaso tengo que disparar a alguien más?

Esta vez no hubo dudas, mientras los mercenarios contenían al resto de los rehenes, cuatro de sus compañeros separaron a empujones al Presidente de los Estados Unidos de América y al de la Unión Europea, José Luis Rodríguez Zapatero [4] del resto del grupo.

Irene Meléndez vio como traían a los dos hombres trajeados hasta ella. Miró el cadáver a sus pies de John Archer, y recordó las enseñanzas de Escorpio. Apuntó a la altura de la frente de los presidentes y sonrió diciéndoles. - ¿Quién será el primero?

- ¡Irene, hemos establecido contacto con el grupo de Tauro! – Gritó el oficial de comunicaciones.

- ¡Eliminad a los rehenes! – Dijo la voz del teniente Perkins por los altavoces.


Lee Kearns agente del FBI, acababa de abrirse una cerveza fría. Miró la botella de Vodka sin abrir sobre la mesa y los restos del caviar que había compartido con Natacha e Iván. Era mucho mejor que cualquiera de los que había probado durante sus viajes y misiones por la Europa Oriental y Rusia, y habían sido años. Metió la cuchara en el caviar y se la llevó a la boca. Lo paladeó. Miró la cerveza en su mano. Seguro que sus colegas rusos le reprocharían la mezcla. ¿Y si abriese el Vodka mejor? Un zumbido le sobresaltó.

¡BBBBZZZZ! ¡BBBZZZ!

Sin perder un segundo se sentó en la consola de su ordenador, tecleo una complicada pero bien aprendida clave especial, y dio paso a la llamada. En la pantalla del monitor surgió el rostro serio del agente del Consejo Nacional de Seguridad, Henry Peter Gyrich.

- ¡Hey, Petey, esperaba tu llamada…! – Saludó Kearns con desgana.

- Llámeme Gyrich, agente Gyrich, o Señor, como corresponde al protocolo…

- ¡A sus órdenes señor! – Contestó Kearns cuadrándose mientras saludaba en ademan militar llevándose la mano a la sien. En el primer momento observó como el rostro de Gyrich no se inmutaba, miraba algo que estaba tras él. No tuvo tiempo de reaccionar, la pantalla del ordenador estalló por el impacto de un rayo de energía. La comunicación se cortó al instante y el cortacircuito dejó la habitación a oscuras. Kearns miró hacia la ventana tras él, allí pudo vislumbrar a contra luz una silueta familiar vestida de cuero oscuro. El brazalete de su mano derecha todavía chisporreteaba por la descarga que acababa de emitir.

- ¿Viuda? ¿Qué… qué sucede? – Interrogó el agente Kearns.

- ¡Vas a pagar tu doble juego…! – Dijo la mujer.


Donald Patterson recibió de nuevo un informe sobre el estado de los dos vengadores cautivos. Todo estaba en orden. Levantó la vista hacia su interlocutor en ademán interrogante, y al ver que no hablaba, preguntó. - Los dos agentes de refuerzo que enviamos con la traductora… ¿Han regresado?

El agente dudó unos instantes en contestar. Había acordado con sus dos colegas que les cubriría mientras disfrutaban de la rehén, pero ya tardaban demasiado... En esos instantes la apurada voz del teniente Perkins rodeada de estática sonó por los comunicadores. - ¡El…m…nad a los re…nes!

Los mercenarios se miraron unos otros indecisos incapaces de interpretar la orden, Patterson no dudó. – ¡Ya habéis oído, matad a los prisioneros!

Los agentes del Zodiaco más cercanos a Dane Whitman y Janet Van Dyne se dispusieron a cumplir la orden. Pero no tuvieron tiempo, como si surgiera de la nada, un gigantesco Chaqueta Amarilla apareció entre ellos y los cautivos, sobresaltando a todos los presentes. Los colosales brazos del científico vengador barrieron la habitación haciendo volar a los esbirros de uno a otro lado.

- ¡Detenedle! – Ordenó Patterson. Sus bien entrenados hombres dispararon sus armas de energía contra el gigante que recibió varios impactos de lleno. Pero esto solo enfureció al gigante, que tras agarrar a uno de los esbirros caídos lo arrojó contra sus atacantes derribándolos como bolos. Antes de que los que no habían caído inconscientes se levantasen, Pym había desaparecido.

- ¡Se ha reducido al tamaño de un insecto! ¡Estad atentos! ¡Activad los sensores de movimiento de vuestras armas! ¡Aumentad la graduación de la mira telescópica! ¡Y evitad dispararos unos a otros al seguir su trayectoria! - Patterson se lamentó de no poseer tecnología más adecuada para tratar con super-héroes. El plan del Zodiaco estaba basado esencialmente en la impenetrabilidad de su campo de fuerza. Si Chaqueta Amarilla lo había traspasado, con toda certeza otros vengadores también lo habrían hecho. La cosa podía complicarse… vio como dos de sus hombres caían víctimas de los aguijones bioeléctricos del vengador. Solo quedaban cuatro. Mientras veía caer a otro de ellos tomó una decisión desesperada y apuntó su pistola contra Janet Van Dyne al tiempo que gritaba…

- ¡Dr. Pym volaré los sesos de la Avispa sino recuperas tu tamaño normal y te detienes!

Llevado por la inercia, Henry Pym creció a tamaño normal mientras noqueaba a otro esbirro. – ¡Ya está! – Afirmó.

- ¡Las manos en la cabeza! – Chilló Patterson. Henry Pym, le obedeció muy lentamente y sonriendo confiado comenzó a hablar.

- No tienes salida. En estos momentos vuestro campo de fuerza se debe estar disolviendo, y mis compañeros vengadores habrán dado buena cuenta de tu jefe y tus compañeros, liberando a los rehenes. Probablemente SHIELD y el resto de las fuerzas de seguridad convocadas están viniendo hacia aquí ya. Y tú lo único que puedes hacer es matar a esa mujer…

- ¡Es la mujer que amas! – Dijo mientras veía como los mercenarios que quedaban en pie rodeaban al vengador apuntándole.

- No lo niego. Pero si le ocurre algo puedes imaginarte a millares de hormigas penetrando en tu cuerpo por tu boca, nariz, ojos y cualquier orificio corporal, para muy lentamente construir su cálido hormiguero en tu interior… y en el de tus compañeros.

Al oír a Pym, los esbirros depusieron las armas. Patterson les gritó indignado - ¡Cobardes, lo suyo es un farol! ¡Veréis que lo mío n...!

Inesperadamente un haz de energía atravesó la sala y alcanzó a Patterson que cayó al suelo fulminado. Chaqueta Amarilla buscó el origen de la descarga, y allí, en el quicio de la puerta de entrada, se hallaba la traductora Mae Lavado con una pistola humeante en su diestra.


Y en esos momentos a bordo del Helitransporte de SHIELD.

- ¡Directora Carter, los sensores confirman que, efectivamente, el campo de energía que protegía la zona secuestrada ha desaparecido por completo! - Informó la agente Clement sorprendida.

- ¡Seguid el protocolo, que intervengan las unidades de asalto, y que el apoyo aéreo mantenga el cerco e impida cualquier salida!


- ¡Atrás! ¡Soltadme! – advirtió Bonita Juárez a los hombres que la sujetaban. - ¡Os lo pido por vuestro bien!

Pero los mercenarios que la rodeaban hacían caso omiso a sus palabras. La vengadora vio como a unos metros Gilgamesh estaba absorto en su combate con Tauro y por tanto no acudiría en su ayuda. Tampoco lo necesitaba. Notó como fuertes manos agarraban sus muñecas y sus tobillos. Una voz susurraba obscenidades en su oído mientras alguien oprimía sus pechos.

- ¡Basta! ¡Vosotros lo habéis querido!– Gritó Ave de Fuego, y una erupción de llamas en forma de pájaro brotó alrededor de su cuerpo obligando a sus atacantes a soltarla. Sin detenerse, la heroína hispana se elevó sobre sus contrarios y tras absorber las llamas que habían prendido en algunos de ellos para evitarles daños mayores, comenzó a crear muros de llamas con los que aprisionarles.


En la misma habitación, Gilgamesh gozaba por fin de la revancha que tanto había anhelado durante las últimas semanas. Por fin tenía postrado a sus pies al enemigo que en un primer encuentro le había humillado. Durante un instante comprobó que su compañera vengadora se desenvolvía bien con los lacayos del villano. Sonrió al ver el ímpetu y la misericordia con la que la chica ponía en aprietos a sus contrincantes, y volvió sobre el hombre toro. Si el vengador hubiera podido ver el rostro tras la máscara del villano, se hubiera percatado por su sonrisa y el brillo de sus ojos de que todavía guardaba un as en la manga.

Tauro vio al eterno avanzar confiado hacia él. Mentalmente activó un dispositivo cibernético de su cornudo casco e inesperadamente se levantó y embistió con furia contra el eterno.

-¡Ja! – Se jactó el héroe de leyenda. - ¡Bestias más voluminosas he doblegado con mis manos desnudas en la bella isla de Creta! – Y extendió sus poderosos brazos para recibir la cornamenta en sus manos abiertas. Imperceptible para el eterno, los cuernos comenzaron a brillar, y, justo cuando entraron en contacto con sus manos, una poderosa carga de energía fluyó a través de todo su cuerpo.

- ¡AAAAAasrgh! – Chilló Gilgamesh al sentir la extraña energía que recorría su cuerpo y le abrasaba. Luego, poco a poco, comenzó a sentirse cada vez más débil, sus rodillas comenzaron a flaquear, y el villano con un giro de su cuello, lo volteó por encima de su cabeza, del mismo modo que un toro lo habría hecho con su oponente matador.

Ave de Fuego se fijó en el lugar en el que el villano aguantaba. El suelo bajo sus pies se oscurecía gradualmente, quemado por la energía que irradiaba. Recordó las marcas que había visto en el Observatorio Astrológico de Van Lunt, y los cadáveres calcinados allí hallados [5] . Era el mismo efecto.

- ¡Este es el poder de Tauro, el poder del Zodiaco, el poder de las estrellas! – Gritó Tauro triunfante, mientras su cuerpo acorazado comenzaba a brillar cada vez con más incandescencia. Los dos esbirros del villano más cercanos fueron alcanzados por la energía irradiada, sus cuerpos comenzaron a humear, y en segundos entraron en combustión como si de antorchas humanas se tratara. Bonita Juárez tuvo que apartar la mirada horrorizada. El fulgor que rodeaba a Tauro no hacía más que crecer, su calor amenazaba con devorar y abrasar a todos los presentes, Gilgamesh necesitaba de todo su control molecular para mantenerse frío, los mercenarios no tenían ninguna oportunidad, sin embargo, Ave de Fuego no resultaba afectada.

No era la primera vez que experimentaba esta sensación. La vengadora recordó como hace años sus compañeros Vengadores murieron al ingerir un veneno suministrado por el Coleccionista al que ella resultó inmune. También, más recientemente, cuando en Rusia, el ser conocido como la Presencia asesinó con radiación a otros vengadores, y solo ella y Thor resultaron indemnes. Afortunadamente en ambos casos [6] y por extraño que pueda parecer, todos los Vengadores fueron rescatados del reino de la muerte. Recordó la sensación de impotencia y culpabilidad al ver morir a todos a su alrededor. No podía consentir que sucediera otra vez, y con determinación, la vengadora, voló envuelta en llamas contra el origen de la amenaza, el mismísimo Tauro.

El villano, absorto en el vengador eterno caído ante él, y cegado por su propio resplandor no notó como la vengadora se dirigía hacia él a gran velocidad, tan solo notó como unos brazos le asían por las axilas y le elevaban del suelo. Vio como atravesaban el techo a gran velocidad, no sabía si la estructura de este y los diferentes pisos que cruzaron a continuación se fundía por su propia energía, o por el intenso calor desprendido por su captora.

Ave de Fuego no se detuvo al salir al exterior, sino que continuó tomando altitud, no había rastro de la cúpula de energía que mantenía atrapada la sede de la ONU, lo cual quería decir que Chaqueta Amarilla había tenido éxito. Bonita siguió subiendo con su presa que no dejaba de brillar pese a la cada vez más creciente falta de oxígeno.

Los agentes de SHIELD a bordo del Heli-Transporte, los pilotos de los aviones de combate de las fuerzas aéreas norteamericanas que sobrevolaban la ONU, los héroes enmascarados que deambulaban por los tejados de Maniatan, asó como los que esperaban en sus cuarteles generales, la Torre Spector, el Edificio Tempo, la Hidrobase, los habitantes las calles de Nueva York, y el resto del mundo que permanecía atento a las pantallas de televisión… Todos ellos pudieron observar como una columna de energía mezcla de radiación y llamas se elevaba sobre la sede de las Naciones Unidas hasta desaparecer en la lejanía. Entonces, sin aviso, como si de un gran fuego de artificio se tratase, un estallido de energía iluminó los cielos por unos instantes. Y entonces, todo pareció volver a la normalidad. Luego, primero como una estrella parpadeante, después como si fuese una estrella fugaz, o un meteoro que arde al entrar en contacto con nuestra atmósfera, un pequeño objeto en llamas comenzó a descender erráticamente en dirección a la sede de la ONU. Ave de Fuego regresaba, satisfecha por las vidas que había salvado, y sin embargo lamentando no haber podido evitar la pérdida de la vida de su enemigo.


Ajena a estos acontecimientos, Irene Meléndez apuntó a la cabeza de Rodríguez Zapatero y se burló en español con acento sudamericano. – ¿Quién le iba a decir señor presidente que, efectivamente, su ministra tendría razón, su encuentro con el señor Obama marcaría todo un acontecimiento planetario? ¡Ni más ni menos que el inicio de la era astral del Zodiaco! – Parecía que iba a disparar, cuando de improviso cambió de objetivo y apuntó a la cabeza de Obama.

– Pero… pero… ¿Dónde están mis modales? El protocolo exige que primero atienda al más importante de los dos. – Gotas de sudor corrían por el rostro de ambos mandatarios en unos segundos que parecieron eternos. El dedo de la acólita de Escorpio comenzó a presionar el gatillo, cuando entonces los acontecimientos volvieron a desarrollarse a velocidad vertiginosa.

La pistola de la mercenaria voló por los aires tras recibir el impacto de un tomahawk cheyenne. Un pie enfundado en un mocasín de cuero golpeó la mandíbula de Irene dejándola inconsciente. Los cuatro hombres que sujetaban a ambos presidentes se vieron obligados a soltarles cuando el Espíritu de Owayodata cayó sobre ellos y les golpeó repetidamente con su maza de guerra. Obama y Zapatero vieron como el vengador incapacitaba a los mercenarios y sin detenerse se lanzaba hacia el resto de sus compañeros. Su desafiante grito de guerra, mezcla de aullido lupino y arenga Cheyenne, atrajo la atención del pelotón de criminales que sobrecogidos olvidaron a sus rehenes y descargaron sus armas contra él, alcanzándole con varios disparos. Pero eso no detuvo a Lobo Rojo que continuó saltando, esquivando y golpeando hasta que finalmente no quedó ninguno en pie.


- Parece que llegó la caballería. – Comentó Obama a Zapatero, que además de no entender el inglés, yacía a su lado con sus ojos azules dilatados de asombro por la escena que había presenciado.

- ¿La caballería? Espero que no, yo voy con los indios. – Contestó Lobo Rojo mientras se acercaba cojeando y cubierto de sangre propia y ajena. El Cheyenne sacó de un compartimento de su carcaj unas pequeñas raíces que comenzó a masticar. Eso bastaría para calmar el dolor.

- ¿Se encuentra bien, señor presidente? – Preguntó el vengador – Parece algo confuso.

- No, solo pensaba. Desde luego eres lo más opuesto a ser rescatado por la caballería que me podría encontrar. – Contestó Obama con una sonrisa mientras admiraba sus vestimentas nativoamericanas.

- Bueno, señor presidente, usted tampoco tiene nada que ver con el Gran Padre “Blanco” de Washington al que aludían mis antepasados. – Contestó él. – ¿Y sabe qué? Me alegro…

Ambos hombres se miraron y rieron con sana espontaneidad. A su lado, Rodríguez Zapatero desplegó su peculiar sonrisa, no entendía lo que decían pero parecía divertido y el peligro había pasado.


En el portal del edificio de apartamentos donde residía Lee Kearns, las luces oscilantes de una ambulancia se mezclan con las de los coches de policía que acudieron alertados por los vecinos. En el suelo manchado de sangre un dibujo de tiza señala el lugar de donde ha sido retirado un cadáver, que dos operarios introducen en el vehículo de emergencias. A escasos metros uno de los detectives de homicidios del distrito comenta el caso con su compañero.

- El pobre diablo se llamaba Lee Kearns… - Dijo jugueteando con algo entre los dedos.

- Parece ser que alguien le pegó una paliza terrible y le arrojó por la ventana de su apartamento. Eh… - Se fijó en el objeto que el agente sostenía en sus manos. - ¿y eso?

- Es una chapita de Smiley, me la ha encargado mi crío.

Arriba en las alturas, sobre un edificio colindante, la estoica figura de la Viuda Negra observaba toda la escena.

Continuará...


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Referencias:
1 .- Patterson fue detenido por el sintezoide vengador en La Visión 10.
2 .- Pudisteis leerlo en Los Vengadores 17
3 .- Tales To Astonish 27 (1962) la primera aparición del científico Henry Pym, meses antes de convertirse en Hombre Hormiga.
4 .- Amigo lector, si cuando lees esto el turno de la presidencia española al frente de la Unión Europea ha terminado, tendrás que hacerte a la idea de que entonces Zapatero ha viajado a la ONU en representación de ese puesto al no poder acudir los actuales. Si cuando lo lees ni Obama, ni Zapatero son presidentes de sus países, están en representación diplomática. Y si estás leyendo esto después del 2015, pues que quieres que te diga, estoy muy orgulloso de que todavía alguien me lea, gracias.
5 .- Lo vimos hace dos episodios en Los Vengadores 17
6 .- Narrados en West Coast Avengers Annual 2 (1987), y The Avengers (Vol.3) 43 y 44 (2001) respectivamente.

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