Ironman nº11

Título: ¿Quien recuerda a Randall Pierce?
Autor: Lobo Rojo
Portada: Salvador Lopez Donaire
Publicado en: Noviembre 2011

Ironman ayuda a SHIELD a enfrentar una amenaza que le traerá recuerdos de una de las épocas más turbulentas de su pasado reciente.

En el aeropuerto JFK, el avión que acababa de trasladar a Tony Stark desde la pequeña isla caribeña de Santa marta, hasta la costa Este de los Estados unidos, acababa de aterrizar apenas hace unos minutos.

Mientras atravesaba las diversas dependencias del aeropuerto habilitadas para las personalidades que requerían privacidad, estrellas de cine, altos mandatarios extranjeros, Stark daba vueltas en su cabeza a los últimos acontecimientos.

- ¡Deportado de una república bananera! – Pensaba. - Quien lo iba a decir... - Su sonrisa ocultaba su indignación. Las autoridades de la pequeña isla de Santa Marta habían ordenado su expulsión del independiente estado caribeño alegando que había pilotado la poderosa armadura de Iron Man en estado ebrio causando importantes destrozos en su vuelo. A nadie le importó su negativa del asunto, nadie quiso escuchar sus explicaciones acerca de los fallos del sistema operativo de su armadura corrompido por el proceso de miniaturización por aplicación de Partículas Pym… Al contrario, varios testigos juraron y perjuraron que Anthony Stark había disfrutado plenamente de la fiesta organizada por el magnate textil Ronald Kendall, y que habían compartido más de una copa con él durante esta.

Todo era mentira, una conspiración para alejarle del lugar. Un lugar en el que no se le había perdido nada, tan solo había ido de vacaciones. No tenía ningún interés en establecer ningún tipo de negocio en aquella isla. Le daba igual quien estuviera detrás de las calumnias, la multinacional Roxxon Oil, de la que sabía que tenía intereses petrolíferos marítimos en las cercanías, o su anfitrión, el propio Ronald Kendall, del que había descubierto que era en realidad, Roderick Kingsley, el criminal enemigo de Spiderman conocido como el Duende. Iron Man se había visto involucrado en una pelea entre mercenarios, seguramente pagados por Roxxon, y el Duende. Había salvado las vidas que había podido. Y ahora las propias autoridades de Santa Marta le habían expulsado. Allá se las entiendan ellos con Roxxon y Kingsley(1)...

En principio pensaba dejar el caso en manos de su asesoría legal, tenía otros asuntos de mayor importancia. No obstante, seguiría con interés el desarrollo de la política económica de Santa Marta… igual que siempre había hecho con las operaciones internacionales de Roxxon…

Fue cuando abrió las puertas que unían el acceso de personalidades VIP del aeropuerto con la salida hacia el parking cuando fue cegado por infinidad de flashes fotográficos, y asaltado por las incipientes preguntas de multitud de periodistas.

- ¡Señor Stark! ¿Voló bebido como Iron Man? ¿…su relación con Patty Sanders continua…? ¿Piensa comprar R. K? ¿Es cierto que vomitó dentro de la armadura? ¿Qué opina de la acusación de Eslorenia contra Pym?

Apenas tuvo tiempo de reaccionar. Entonces escuchó una voz ligeramente familiar llamándole… ¡Stark! ¡Tony, por aquí! - Una mujer rubia con gafas de sol le llamaba desde el interior de un flamante deportivo.

Tony Stark reconoció el modelo, y a la mujer. Sin mediar palabra con la prensa se introdujo en el asiento del copiloto. – ¡Salgamos de aquí, rápido! – Sugirió mientras se abrochaba el cinturón.

El coche enfiló la rampa de salida del parking, y huyó del acoso de los flashes. Un par de vehículos de los chicos de la prensa intentó seguirles. ¿Quién era la rubia? ¿Un nuevo ligue del multimillonario industrial? Su objetivo era pues ponerse a la altura del coche y hacer una foto a la conductora, algo que les podría valer unos cuantos dólares. La persecución se había iniciado. Terminó en unos segundos.

Para sorpresa de los papparazzi el coche al que perseguían se elevó por encima de la carretera y abandonó la autopista perdiéndose entre las nubes. Todos los carretes de los presentes, así como las posibles grabaciones digitales y sus transmisiones a la red global fueron inexplicablemente veladas o anuladas.

- Dime querida – Dijo sonriendo Stark. -¿qué puede ser tan importante como para que la Directora de la mayor agencia de seguridad mundial venga a recogerme personalmente a un aeropuerto lleno de periodistas?

Sharon Carter, directora de SHIELD, miró a Tony Stark por encima de la montura de sus gafas. Y se limitó a decir dos palabras.

- Randall… Randall Pierce. El Iron Man original ha regresado… Y tú vas a ayudar a SHIELD a detenerlo.

El rostro conciliador de Stark cambió al escuchar el nombre de un hombre al que sabía que jamás podría encontrar…

Un elegante millonario, playboy, extraordinario inventor y un poderoso industrial, es Tony Stark... Pero cuando se viste su metálica armadura, se convierte en la más poderosa máquina luchadora del mundo
Creado por Stan Lee, Larry Lieber, Don Heck y Jack Kirby

Sede de Soluciones Stark.

- ¿DÓNDE ESTÁ EL JEFE? - Preguntó una airada Sandra Singer a Thomas Blake. - Su vuelo aterrizó hace tres horas y no sabemos nada de él…

- ¿Qué quieres que te diga, Sandra? - Contestó Tom. - La nube de periodistas que le esperaba y la seguridad del aeropuerto no me dejaron llegar hasta él… Solo se lo que te he dicho, se subió en un deportivo con una desconocida…

- Si, ya se, rubia y con gafas de sol… ¿Nadie de la prensa la reconoció?

- No. Inexplicablemente todas las películas y grabaciones fueron borradas… Algo increíble. Algunos dicen que partió en un coche volador. ¿Puedes creerlo?

La jefa de seguridad de Soluciones Stark frunció el ceño y no dijo nada. Todo tenía pinta de ser una operación de SHIELD.



A bordo del Heli-Transporte de SHIELD, la voz del magullado Sidney Levine resonaba entrecortada mientras repetía por enésima vez, ahora ante Stark y la Directora Carter, las circunstancias que le habían enviado a las dependencias médicas de la organización.

- Pierce… Randall Pierce, fue el nombre con el que se identificó el agente infiltrado. Un tipo afable, con rostro agradable y cuerpo atlético, que vestía el uniforme estándar de los agentes de campo de la agencia. Venía a relevar al agente de seguridad personal que se me tiene asignado. Tras el correspondiente saludo oficial volví a la tarea en la que estaba enfrascado, la reparación y mejora de una nueva remesa de armaduras Mandroide(2). Sin embargo algo en su nombre despertó mis veteranos instintos de espía, creí recordar haber leído algo sobre él. No fui lo suficientemente rápido. De forma inesperada, una serie de explosiones controladas se sucedieron en la factoría clandestina en la que estábamos trabajando. Casi al mismo tiempo, Pierce disparó su arma reglamentaria contra mí. Sus proyectiles me impactaron de lleno en el pecho, lanzándome al suelo inconsciente. Afortunadamente el uniforme de kevlar reforzado que visto bajo mi bata me salvó la vida. En medio del caos desencadenado, Randall Pierce desapareció llevándose con él toda la información disponible sobre los modelos Mandroide, y dejando tras de sí la factoría en llamas. Me han dicho que un par de agentes me evacuaron… Fui afortunado, creo que una docena de hombres y mujeres no podrán contarlo… - Al terminar su relato, los ojos del director científico de SHIELD recorrieron la habitación de la enfermería en la que se hallaba. Pasaron fugazmente por su superiora, la directora Carter y se posaron finalmente en el brillante genio científico, Anthony Stark. Sidney conocía y admiraba a Stark desde hacía años, habían trabajado juntos en multitud de proyectos de SHIELD, lo que había forjado entre ambos una relación profesional de respeto y admiración por el otro, sin llegar nunca a consolidarse como íntima amistad. En todos esos años, Levine había visto a Stark entusiasmado, frustrado, intrigado, ante cualquiera que fuese el problema al que se enfrentaban. Jamás había visto reflejado en su rostro la perplejidad y la preocupación que ahora manifestaba. No era de extrañar, dada su relación con Randall Pierce...

Todos los presentes mantuvieron un silencio tenso durante unos segundos. Finalmente la Directora Carter habló.

- Stark, como verás SHIELD necesita tu colaboración en este asunto...



Japón, el antiguo imperio del Sol Naciente

- Es increíble - Comentó Pepper Hogan. - Nunca imaginé que los japoneses nos dieran otra oportunidad, especialmente tras el plantón que les dio Tony…

- Que nos dio a todos, Pepper, - Contestó Harold Hogan. - ¿O no recuerdas que tu y yo llevamos semanas preparando esta operación para nuestro querido jefe y amigo?

- Cierto Happy - Añadió ella. - Pero ya sabes que las situaciones con Tony siempre han sido límites, cuando no ha sido su salud, han sido sus otros deberes como Iron Man… Muchas veces me pregunto como ha sido capaz de mantener su fortuna, o incluso recuperarla después de perderla…

- Bueno, en parte, ahora estamos en eso… - Sonrió Hogan - ¿Será porque siempre ha sabido rodearse de colaboradores tan eficaces como tú, cariño? - Afirmó en tono halagador.

- Bueno, también te tiene a ti, cariño…

- Yo solo soy un exboxeador metido a chófer que ha tenido la suerte de conoceros a ambos…

- Siempre sales con esas. - Le reprendió ella. - ¿Crees que Tony Stark confiaría a cualquiera su vida, su negocios, incluso su armadura?



- ¿A quién demonios confió Tony Stark su armadura? - Se preguntaba Sharon Carter. En la sala de guerra del Helitransporte, la bella directora de SHIELD, los directores especiales G.W. Bridge, Timothy Aloysius Cadwaller Dugan, y sus colaboradores más allegados, sus asistentes personales, los jóvenes agentes Gerald Jones y Sofia Clemont, observaban en la pantalla de video como Iron Man hacía frente a un contingente de tropas de SHIELD formado por agentes de campo y armaduras de Mandroide.(3)

La voz del agente Jones terminaba de exponer y recordar a los presentes las circunstancias de aquella antigua operación que tan meticulosamente había estudiado. Algo familiar en su tono de voz, o en su porte, recordaba a Stark la de otro veterano agente de la organización, Gabriel Jones, quien, junto con Dugan, fue una de las manos derechas del legendario Coronel Furia. El propio Dum Dum Dugan, se lo había presentado como sobrino de Gabe al inicio de la sesión. Miró a Sharon Carter ahora, Directora de la organización, luego a su ayudante, la agente Clemont, ¿Sofía, le habían dicho que se llamaba? Era guapa y parecía valiente y decidida. Sonrió. Las nuevas generaciones venían pisando fuerte…

- …en aquella ocasión, pese a la ayuda prestada por el señor Stark, - continuaba hablando Gerald Jones - Iron Man desactivó y anuló la tecnología Mandroide y huyó del lugar indemne. Unos días más tarde, tropas militares acosaron y acorralaron a Iron Man, su armadura fue alcanzada por una lluvia de misiles, aparentemente volatilizando a su ocupante, o así creímos entonces, dando por terminado el caso de Randall Pierce(4).

¡Randall Pierce! Un nombre que Tony Stark esperaba no volver a oír nunca. Su mente había retrocedido varios años, a una época en la que descubrió que varios de sus diseños habían sido pirateados y vendidos al mejor postor. Entonces, ante la imposibilidad de recuperar su propiedad por medios legales antes de que costase vidas inocentes, Iron Man inició una guerra privada contra los poseedores ilegales de esta tecnología. Uno a uno, Iron Man dio caza a los criminales infractores anulando y desactivando los dispositivos robados. Villanos como el Controlador, Zancudo, Macero, o el Escarabajo, no representaron problema. Todo se complicó cuando descubrió que el propio gobierno USA y la organización SHIELD habían aplicado la tecnología robada a las armaduras de diversos empleados suyos, como los Guardias de la Bóveda y los Mandroides. Queriendo evitar que la tecnología en manos ajenas a las suyas pudiera caer de nuevo en malas manos, duplicarse, y así comenzar el ciclo de nuevo, Stark tomó la cruda decisión de despojar también a Guardias y Mandroides de dichos elementos, convirtiendo a Iron Man en un forajido ante la ley. Para salir del atolladero, Tony Stark convocó una rueda de prensa, en la que anunció públicamente que despedía a Iron Man, desligando así sus acciones de sus negocios, y poco tiempo después entregó a SHIELD un dossier con todo lo referente al hombre que pilotaba la armadura, Randall Pierce, un personaje ficticio que ni siquiera existía. Acosado por las autoridades, Pierce murió cuando la armadura de Iron Man fue prácticamente volatilizada por las fuerzas militares. En breve, un nuevo Iron Man reapareció al servicio de Stark. O al menos así hizo creer al mundo (5) .

- Señor Stark… ¿Sería tan amable de contestar a mi pregunta? - La voz de la agente Clemont le hizo volver a la realidad. Abstraído en sus recuerdos, la explicación del agente Jones había concluido y la agente Clemont había formulado algún tipo de pregunta a Stark. Las miradas de todos los presentes estaban fijas en él.

- Erh,… Perdone, agente… ¿Clemont, verdad? – Dijo desplegando su seductora sonrisa. – Pero me había distraído… ¿Puede repetir la pregunta?

Stark creyó ver durante un fugaz instante un atisbo de reproche en la mirada de Sofia Clemont, pero enseguida el rostro de la chica cambió, y devolvió la sonrisa al tiempo que repetía su pregunta.

- Iron Man… todos sabemos que usted es Iron Man, y que fue el creador de la armadura original… es de dominio público… ¿Cómo seleccionó a Randall Pierce para ese trabajo?

- Todo lo relativo a Pierce estaba en el dossier que entregué al coronel Furia, o a quien en ese momento todos creíamos que era Furia. - Stark miró a todos los presentes que le escuchaban intrigados. - No mucho tiempo después de la muerte de Pierce, durante el asunto de los Deltitas(6), Nick y yo descubrimos que el coronel que dirigió a los Mandroides contra Randall era un impostor artificial. - Stark calló, y guardó para sí el detalle de que el verdadero Nick Furia parecía saber su doble identidad de Iron Man desde tiempo atrás.

- Gran parte de la información recopilada por los Deltitas fue recuperada por SHIELD, -Intervino “Dum Dum” Dugan - Pero todavía quedan lagunas en torno a aquel asunto.



- El caso es que SHIELD carece de gran parte del dossier de Pierce, - Continuó la agente Clemont - quizás sería conveniente que el señor Stark nos volviese a documentar…

- Me temo agente Clemont, que no puede ser así… - Contestó Stark.

- SHIELD podría obligarle, señor. - Dijo ella amenazadora.

Stark sostuvo la mirada de acero de la joven agente. Había algo letal en el brillo de sus ojos. La directora Carter rompió la tensión.

- ¡Agente Clemont, he de recordarle que Stark es Iron Man, y es la persona que más sabe sobre el sujeto que buscamos! Hostigarle solo le hará más reticente a colaborar con nosotros. Sus credenciales de seguridad nacional, tanto como vengador, como por asesor científico de SHIELD y del gobierno de los Estados Unidos, le confieren cierto grado de inmunidad y derecho de intimidad ante un interrogatorio, al menos mientras no se demuestre su implicación en el hecho criminal concreto que estemos investigando.

- Directora Carter, - se excusó Clemont - tan solo intento hacer mi trabajo…

- Y lo haces bien Sofía, eres una de los mejores… Por eso te seleccioné entre mis ayudantes personales, y por eso estás aquí hoy. - Sharon Carter observó como Anthony Stark comprobaba la hora en su reloj de pulsera.

- Señor Stark, disculpe a la agente Clemont…

- Está bien Sharon. - Dijo él sonriendo. - Entiendo que vosotros hacéis vuestro trabajo. Pero tendrás que disculparme ahora tú a mí. Yo también tengo trabajo que hacer y tengo una videoconferencia muy importante dentro de veinte minutos, en mi despacho… Se que no es una amenaza mundial, ni un peligro para el mundo libre, pero de ella dependen miles de puestos de trabajo, y en estos tiempos de crisis…



La Directora de SHIELD pareció contrariada, miró a sus ayudantes en un intento de obtener su aprobación.

- ¡No debe irse, Directora! - Protestó Clemont. - ¡Estamos en medio de una investigación crucial para la seguridad mundial! La tecnología Mandroide en manos terroristas…

- ¡Silencio, Clemont! - Ordenó Dugan. - Sharon, es decir, la Directora Carter sabe muy bien lo que hay en juego…

- Cierto, - Continuó Carter. - como también se que la colaboración de Stark puede ser esencial para detener la amenaza a la que nos enfrentamos. – Hizo una pausa en la que su mirada voló sobre todos los presentes. – Es por ello que asigno desde este mismo instante a los agentes Clemont y Jones como enlaces con Stark, a quien deberán acompañar durante las 24 horas del día hasta nueva orden.

- ¡Sharon, eso no puede ser….! – Exclamó Stark en tono de queja. – No necesito niñeras, no hay nada que dos agentes de SHIELD, por muy expertos y profesionales que sean, puedan hacer para protegerme que no pueda hacer yo mismo con mi armadura de Iron Man…

- Iron Man… ese es el problema… - Afirmó la directora de SHIELD. – Randall Pierce ha vestido la armadura de Iron Man. Debemos suponer que aunque el diseño actual es más sofisticado que el de hace unos años, Pierce conoce los fundamentos básicos de su arsenal, lo que le convierte en una de las mayores amenazas para el vengador dorado. Tú, Stark, deberías saberlo mejor que nadie. Y por ello SHIELD se ve obligado a colocarte dos escoltas de apoyo.

Stark permaneció mudo durante los siguientes segundos. Había caído víctima de su propia trampa, pues de entre los presentes solo él sabía que Randall Pierce era una identidad ficticia, quien quiera que fuera que estaba utilizando el nombre, jamás había vestido su armadura. No podía revelarlo sin delatarse. Por todo ello, miró de nuevo su reloj, dieciocho minutos para la conferencia… - ¡Está bien, Sharon, lo haremos a tu manera! Pero tengo que estar en mi despacho dentro de quince minutos.

- No hay problema Tony. - Sonrió ella triunfante al verle desistir. - Llegarás en cinco. Clemont y Jones te escoltarán en uno de nuestros vehículos voladores.

- Por cierto Sharon, - dijo Stark antes de dirigirse hacia la salida - si SHIELD continúa con sus antiguos protocolos, me imagino que los componentes de la armadura Mandroide se siguen fabricando en tres ubicaciones secretas y separadas, sin conocimiento ni relación unas con otras. Pierce comprometió una… ¿Qué hay de las otras dos?

- Ambas están vigiladas. Redoblamos la seguridad. - Contestó G. W. Bridge. - Me he ocupado personalmente de ello.




Y en esos mismos instantes en una de las dos factorías secretas mencionadas, un destacamento de veteranos agentes de SHIELD tomaba posiciones como refuerzo de seguridad.

- Es increíble - Objetó el agente Gardner - ¿Cuantos sistema de comprobación de identidad tendremos que superar?

- Los que sean necesarios. - Contestó el teniente Jordan, oficial al mando de la unidad. - La agencia ha descubierto varios agujeros en la seguridad. Recordad la toma de la ONU hace una semana(7). Toda su fuerza de seguridad fue relevada por un destacamento que era en realidad un ejército privado de mercenarios, no tardaron en hacerse con el control del edificio…

- Pero eran cascos azules, nosotros somos SHIELD. - Alegó Gardner. - Estamos mejor preparados.

- ¿Eso crees? Otra factoría como ésta fue infiltrada hace unos días. ¡Por un solo hombre! Tenemos que estar seguros de que somos quienes somos y reforzar nuestra posición. Así que ocupad vuestros puestos y comprobad a fondo la identidad de aquel que penetre en vuestro perímetro de vigilancia.

Los hombres de Jordan se distribuyeron por la factoría según la estrategia prevista. Jordan se dirigió al centro de mando seguido de sus dos asistentes personales, el veterano agente Scott, y el novato Rayner.

- Señor… ¿qué estamos protegiendo? - Se atrevió a preguntar Rayner.

La severa mirada del experimentado agente Scott se clavó en su joven compañero.

- Es una instalación de alto secreto, chico. No esperaras que se te comuniquen cuáles son sus objetivos.

- Efectivamente, - añadió Jordan - Solo considerad que dada la importancia de nuestra misión, nos ha sido asignada como refuerzo un trío de unidades Mandroide, pilotadas por agentes expertos, algo con lo que SHIELD no se prodiga últimamente.

Y al entrar en el corazón del centro de seguridad el agente Rayner vio por primera vez en persona las tres imponentes figuras doradas de las armaduras mencionadas.



Paralelamente, a kilómetros de allí, uno de los aerocoches de SHIELD, abandonaba el colosal y legendario Helitransporte de la agencia en dirección a la sede de Soluciones Stark, donde llegó apenas unos minutos después...

- Buenos días a todos, Sandra, Tom, Becky, ¿Está todo listo para la video conferencia con Japón?

- Sí señor Stark, todo preparado y conectado en su despacho. - Informó Becky Lane

- Creíamos que no llegaría a tiempo… -

- ¿Dónde has estado, jefe? - Preguntó Tom Blake. - Me quedé colgado en el aeropuerto esperándote… - Se interrumpió al percatarse de la presencia de Sofia Clemont y Gerald Jones que escoltaban a su patrón. Un escalofrío recorrió la espalda de Thomas Blake al reconocer los uniformes de SHIELD que vestían los agentes.

- Becky, quiero que borres la firma R. K. de nuestra lista de proveedores de regalos de empresa. - Ordenó Anthony Stark a su secretaria mientras atravesaba la sala de recepción que conducía a su despacho. - Del mismo modo, - Se detuvo un momento mientras recordaba cómo había descubierto en Santa Marta que Ronald Kendall era en realidad Roderick Kingsley, el Duende - también quiero que se rechace cortésmente todo regalo que recibamos perteneciente a esa marca… - hizo ademán de seguir hacia su oficina pero se detuvo de nuevo - y… extraoficialmente por supuesto, haz correr la voz de que cualquier empleado que necesite algo de mi me encontrará más predispuesto a favorecerle sino viste o porta los productos R. K. - Finalmente miró a sus espías acompañantes y observó la perplejidad que su presencia había causado en sus empleados. - Sandra, Thomas, los agentes Clemont y Jones serán nuestros invitados hasta que solucionemos un asunto común que tenemos con SHIELD. Haced que se sientan como en casa. Ahora si me disculpáis, creo que mi reunión comienza dentro de un minuto…



- ¿Cariño, crees que Tony responderá esta vez? - Comentó el impaciente Harold Hogan a su mujer.

- Eso espero… Por su bien y el futuro de los negocios Stark… - Murmuró ella sin dejar de sonreír a los empresarios japoneses presentes.

- Es la hora ya, Pepper San. - Intervino el ejecutivo que aparentaba mayor edad. Su tono aunque era cortes y formal, denotaba un cierto resquemor basado en decepciones pasadas.

- Cierto Hiroshi San, ahora mismo me disponía a establecer la conexión. – y sin dar muestras de la inseguridad que la atenazaba, Pepper Hogan activó el mando que establecía la comunicación con el despacho personal de Stark al otro lado del océano. Pasaron meras fracciones de segundo que parecieron siglos para ambos Hogan, y el rostro seguro y confiado de Anthony Stark apareció en la pantalla.

- Buenos días a todos. – Saludó Stark en un perfecto japonés. – Confío en que el traductor simultáneo que he aplicado a esta conferencia transoceánica funcione en ambas direcciones. Como podrán comprobar, ustedes escuchan las palabras que pronuncio en inglés, en japonés contemporáneo, mientras que yo recibiré sus comunicaciones en inglés norteamericano, siéntanse libres pues de hablar en su idioma natal. – Stark calló unos instantes y observó los rostros del grupo de japoneses reunido en torno a una mesa junto a Happy y Pepper. – ¿Pepper, están vuestros honorables anfitriones de acuerdo con las condiciones del trato?



- Sí, Mr. Stark. – Contestó ella intentando mantener la solemnidad de la reunión. – Han sido semanas de arduas negociaciones pero finalmente hemos llegado a alcanzar un entendimiento beneficioso para ambas partes. Le presento a Mister Hiroshi Sanburo, él ha sido el director de negociaciones de Stark-Fujikawa International para esta operación.

- Es un placer conocerle finalmente Hiroshi San - Saludó Stark respetuoso al tiempo que inclinaba la cabeza.

- El placer es mío Mr. Stark. – Contestó cortésmente Sanburo. Stark notó que su interlocutor hablaba en inglés pese al impecable funcionamiento del traductor digital incorporado. Sonrió para sus adentros recordando la rectitud intransigente de las costumbres tradicionales japonesas. Habría pues que mantener las formas.



- ¿Qué piensas de Stark? – Preguntó Gerald Jones a su compañera - ¿Crees que está confabulado con Pierce?

- No, no creo. – Contestó Clemont. – No obstante me apuesto a que sabe más de lo que quiere contar… y por eso la Directora Carter nos ha asignado su vigilancia.

- ¿Tú crees? –

- Por Dios, Gerald, - Exclamó ella.- ¿De verdad crees que podemos servir de protección a Iron Man? ¿Un vengador de tomo y lomo? Tanto Carter como Dugan saben que Stark es muy celoso de su intimidad, retenerle bajo custodia no hubiera servido de nada. Estamos aquí para ver que movimientos hace, y a partir de ahí asegurarnos de la captura de Pierce… A Stark podría no interesarle que le cogiéramos vivo. Puede saber demasiado. Quizás incluso lleve tiempo chantajeándole. – Sofía Clemont se fijó en Thomas Blake al otro lado de la sala. Había algo familiar en él.

- Eh, Tom, - Susurró jocosa Sandra Singer. – ¿Has visto como te mira la chica de SHIELD? Creo que le gustas…

Blake al sentirse observado se puso pálido y se excusó. – Cre… creo que mejor voy a mi despacho. Dile a Tony que si me necesita estaré allí ordenando unos papeles. - Y se encaminó presuroso a la salida.

En ese mismo instante la puerta se abrió y Abner Jenkins irrumpió en la habitación. Su inesperada presencia hizo que todos obviaran la salida de Blake. Jenkins miró a los agentes de SHIELD, vaciló un instante, no podían tener nada contra él, y se dirigió a la mesa de la secretaria de Stark.

- Hola Abe. – saludó Becky.

-¿Qué se te ofrece Jenkins? – Preguntó Singer

- Oí que Stark había vuelto. – Contestó el antiguo Escarabajo. – Solo quería agradecerle su generosidad al darme un empleo y una oportunidad de seguir adelante. – Lo dijo bien alto para que los de SHIELD se dieran por enterados. - También le traía, - dijo extrayendo un cd del bolsillo de su bata, - los diseños de las mejoras aerodinámicas que sugiero aplicar al proyecto F75-X.

- El señor Stark está ahora mismo muy ocupado, Jenkins. Si le entregas el cd a Becky, ella misma se lo pasará al jefe para que le de el visto bueno. Si considera que lo merece…

Abner Jenkins miró el cd en su mano. Por un momento volvió a experimentar la desagradable sensación de sentirse ninguneado en el trabajo. Recordó como dejándose llevar por su frustración profesional creó su uniforme de Escarabajo(8). Solo quería demostrar su valía y alcanzar fama y fortuna y terminó convirtiéndose en un supercriminal mediocre que recibió golpes por todos los lados. Vio la mano de Becky Lane tendida ante él esperando recibir el disco. Su sonrisa y sus ojos brillantes le recordaron a la adorable Melissa Gold, Pájaro Cantor, su compañera en los Thunderbolts, el super-equipo en el que inicio el camino de la redención con su nueva identidad de Match-1(9). Dudó unos instantes. Devolvió la sonrisa, había aprendido a esperar.

- Toma Becky. Dile a Stark que me llame cuando lo vea. Se que le gustará. Estaré esperando.



- Damas y caballeros. – Anunció Stark regocijado. - ¡El trato con Fujikawa ha sido un éxito! - Habló a su secretaria. - Becky, di a los de Relaciones Públicas que preparen los dossiers de prensa y que se distribuyan a los medios. Convocad una rueda de prensa oficial para el fin de semana. - Miró a Sandra Singer. - Sandra, cariño, organizaremos una fiesta para celebrarlo, supongo que te ocuparás de la seguridad con la eficacia acostumbrada. Habrá gente famosa e importante. Uh… - se fijó en Clemont y Jones. – Chicos, si para entonces todavía estáis por aquí deberéis vestir traje de chaqueta y corbata. Bueno, seguro que podremos encontrar a la agente Clemont un traje de noche…

- Mr. Stark. - Interrumpió Sofía Clemont. - Queda claro que su importante reunión de negocios ha tenido el resultado positivo que deseaba…. ¿Debo de recordarle que nuestra presencia aquí responde a un problema de seguridad nacional? ¿Puede ahora volver a dedicarnos algo de su valioso tiempo?

- Por supuesto… - Contestó Stark dejando a un lado el entusiasmo que le dominaba. - Sandra, Becky, hablad con Happy y Pepper, y que regresen cuanto antes, les vamos a necesitar aquí. Id poniendo en marcha todo lo acordado. Yo me uniré a vosotros en cuanto termine unos asuntos con el señor y la señora SHIELD.

- ¿Sabes cuánto tardarás, Tony?

- Intentaré que sea lo menos posible, querida. ¡Agente Clemont, agente Jones, hagan el favor de pasar a mi despacho!

Sandra Singer observó como la puerta de Stark se cerraba tras él.



- Lo primero que quiero hacer es comprobar el estado de seguridad de las otras dos instalaciones secretas donde se manufacturan el resto de los componentes de las armaduras Mandroide. - Dijo Stark a los dos agentes.

- Me temo señor, - Comenzó a decir Gerald Jones - que no estamos autorizados para acceder a esa información, y mucho menos para compartirla…

- Mí querido agente Jones, eres casi tan cauto como tu tío, - Interrumpió Stark mientras activaba su terminal holográfico. - ¿Qué tal está el viejo Gabe estos días? Tengo que llamarle. - Ante el industrial se habían materializado las formas holográficas de diferentes edificios gubernamentales, tras una rápida ojeada, Stark iba descartando uno tras otro, arrojándolos con un simple movimiento de su mano a una papelera de reciclaje virtual.

- Señor, no tiene autorización… - Exclamó la agente Clemont…

- Agente Clemont. - La sonrisa de Stark desapareció y su voz adquirió un tono más grave. - No me diga lo que puedo y no puedo hacer en mi oficina. Sobre todo si no sabe las particularidades existentes entre mis contratos con el gobierno y con SHIELD. Mis credenciales de seguridad son muy maleables según los casos, bordeando unos límites que luego establecen los abogados… ¡A posteriori!

Sofía Clemont miró indignada a Stark mientras sujetaba con fuerza la empuñadura del arma reglamentaria que colgaba de su cinto. Gerald Jones temió por un instante que su compañera amenazase al playboy que estaba transgrediendo los límites de la seguridad nacional. Se debía a su compañera, pero también había oído a su tío Gabriel hablar muy bien de Iron Man y de Stark. El grito de satisfacción de industrial rebajó la tensión del momento.

- ¡Ahí lo tenemos! - Señaló el holograma de un pequeño complejo industrial. - Componentes electrónicos de seguridad, mantenimiento de vehículos de SHIELD, entrega de maquinaria pesada para fundición y fusión. Desarrollo de programas informáticos, chips y microchips Este pequeño recinto contiene todos los elementos necesarios para la manufacturación del arsenal de los Mandroides… Lo que le convierte en uno de los dos próximos objetivos del hombre que dice ser Randall Pierce…

- Habla como si dudase de la implicación de Pierce en el asunto. - Afirmó Sofia Clemont.

- No lo dudo, guapa. Se que Pierce no tiene nada que ver. Está muerto.

- ¿Cómo está tan seguro Stark? No sería la primera amenaza que vuelve de la tumba…

- Si Pierce hubiera sobrevivido, - aseguró Stark con firmeza - yo lo sabría.



- ¿Del mismo modo que sabía a quién confiaba la armadura de Iron Man cuando se la cedió? - Dijo ella en tono hiriente.

Stark calló unos instantes. Randall Pierce no existía, nadie vistió la armadura entonces, pero tenía que comerse su orgullo y seguir adelante.

- Eran tiempos difíciles… - Vaciló unos instantes y siguió mintiendo - tras superar mi segunda crisis alcohólica y comenzar una nueva vida, no me sentía preparado para retomar mi identidad de Iron Man, y el hombre que me había estado sustituyendo, – pensó en su amigo James Rhodes - resultó gravemente herido. Alguien tenía que vestir la armadura y solo Randall Pierce estaba capacitado… No tuve elección. Durante un tiempo Randy vistió la entonces nueva armadura roja y plateada de Iron Man y formó parte de la franquicia de los Vengadores en la Costa Oeste. Luego… inexplicablemente, algo se torció… Entonces me juré que si era posible nadie más que yo asumiría el control y responsabilidad de la armadura durante largas temporadas. – Con un gesto de la mano de Stark un muro se descorrió revelando una extensa vitrina en la que se exhibían diversos modelos de armaduras antiguas. - Estas armaduras…- dijo con plena convicción mientras extendía los brazos - …son responsabilidad mía. Única y exclusivamente mía. - Stark se quedó mirando fijamente el modelo de armadura Mark 8, la que supuestamente había vestido el inexistente Randall Pierce.



Durante unos instantes un silencio incómodo dominó la sala. Parecía que iba a prolongarse en el tiempo cuando el sonido de sus respectivos comunicadores reverberó en la oficina. La áspera voz de Dum Dum Dugan informó sin dilación.

- Atención, agentes Clemont y Jones… Mr. Stark…, recibimos una alerta de seguridad código rojo procedente de otra de las instalaciones donde se elabora la tecnología Mandroide. Sharon… la directora Carter, al mando de un grupo de agentes ha partido hacia el lugar. Apenas unos minutos después de su marcha recibimos la notificación de que la seguridad en la otra factoría también ha sido comprometida. La Directora se preguntaba si Iron Man podría echar una mano en este asunto… - hizo una pausa - respaldado por Jones y Clemont, por supuesto.

- Ni lo dudes, Dugan. – Contestó Stark. – Solo tengo que decidir que ponerme. – Miró de nuevo las armaduras almacenadas ante él. Durante las últimas semanas no había tenido tiempo de remodelar su armadura. Tenía pensado un nuevo diseño, pero no había podido ponerse manos a la obra. El modelo antiguo que usó en Santa Marta estaba totalmente inutilizado por la exposición a las partículas Pym que usó para miniaturizarlo. Las que tenía expuestas en su despacho eran ahora un mero modelo decorativo, desprovistas de todo su mortífero arsenal como precaución ante un posible robo. Todas excepto una…



- ¡Señor, señor! - El novato agente Rayner se acercó corriendo al lugar donde el teniente Jordan saboreaba una humeante taza de café mientras revisaba la información sobre Randall Pierce.

-¿Qué sucede ahora chico? - Contestó algo molesto.

- Estábamos recibiendo una transmisión del Heli-Transporte cuando las comunicaciones se bloquearon…

- ¿Activasteis los canales secundarios?

- Tal y como ordena el protocolo señor, pero el resultado fue negativo. El agente Scott está intentando restablecer las comunicaciones.

- Activad los Mandroides. Elevad el código de seguridad a nivel Alfa. ¡Prevenidos contra cualquier tipo de infiltración exterior!



- Apenas estamos a dos minutos de nuestro objetivo - Informó la agente Clemont. - Las comunicaciones con la factoría siguen mudas. No tenemos idea de lo que puede estar pasando.

- ¿Está seguro de que esa armadura está lista para el combate, señor Stark? - Preguntó Jones mientras intentaba ajustar los sistemas de comunicación. -No tiene muy buen aspecto.

Anthony Stark levantó con sus manos el casco de la armadura que vestía. Era lo último que quedaba de su modelo más moderno. Desprovista del “Líquido H” que la hacía más confortable de llevar y a medio reconstruir tras su enfrentamiento con el Destructor junto a los Vengadores durante el Crepúsculo(10).

- No es que sea la más apropiada, Jones, es que es la única de la que podía disponer en este instante. No rendirá al 100% pero tiene sus usos. – Contestó Stark mientras procedía a cubrir su rostro con el casco que activaba los sistemas de la armadura que aun funcionaban.



- Estamos casi sobre el objeti... – El sonido seco del impacto de algo pequeño contra el exterior del vehículo interrumpió a Sofia Clemont. – ¿Qué ha sido eso? ¿Lo habéis oído?

- Sí, ha sido fuera, abajo. Como si algo nos hubiera golpeado los bajos.

- Eso sería así si rodáramos por un camino rural, pero este coche vuela… - Añadió Iron Man mientras saltaba al exterior. Los cohetes de sus botas no tardaron en equiparar la velocidad del aero-coche. Al inspeccionar la parte inferior del vehículo reconoció el proyectil que había golpeado la nave, no podía creer lo que era, se había adherido a los bajos y comenzaba a chisporrotear.

- ¡Pulso electromagnético! – Chilló advirtiendo a los agentes de SHIELD.

El motor de la nave se apagó y el coche volador inició una vertiginosa caída en picado. Antes de iniciar el rescate, Iron Man vio a sus dos ocupantes saltar de la nave con la pericia profesional propia de su entrenamiento. Se disponía a recogerles al vuelo cuando se percató de cómo sus uniformes de combate se extendían bajo las axilas formando una membrana con la que comenzaron a planear hacia el suelo.

- No hay tiempo que perder, - se dijo mientras les veía ponerse a salvo. – Soy más necesitado en la base de SHIELD. – y dirigió su vuelo hacia la instalación secreta.

- ¡Stark! ¡Maldita sea! – Chilló Jones. – ¡Espéranos…!

- En su autosuficiencia el vengador se va a meter en la boca del lobo… - Comentó Clemont mientras observaba como la figura del vengador se alejaba hacia la base en peligro.

- ¿A qué te refieres, Sofía?

- Piénsalo bien Gerald, Stark vuela hacia una instalación de alta seguridad protegida por fuerzas que esperan el ataque de un antiguo Iron Man… Carece de todos los códigos de seguridad necesarios para identificarse.



- ¡Señor, las unidades Mandroide están en posición! – Informó Rayner.

- ¿Las comunicaciones? – Preguntó Jordan.

- ¡Siguen interrumpidas, señor! – Contestó el novato - Algo parece anularlas.

- ¿Algo? – Preguntó Jordan - Rayner, chico, los gobiernos del mundo invierten miles de dólares y euros en nuestros sistemas de comunicación ¿y me dices que ahora mismo no valen nada?

Rayner no sabía que contestar. Un leve movimiento en los monitores tras el teniente atrajo la atención del oficial. Las cámaras de vigilancia captaban como la figura acorazada del vengador Iron Man volaba rumbo a ellos.

- ¡Ese bastardo de Pierce ha debido agenciarse otra armadura de Stark! ¡Unidades Mandroide! ¡Rodead y detener al intruso! - Ordenó el teniente Jordan.

- Pero señor – objetó el novato Rayner. - ¿Cómo estamos seguros de que no estamos ante el verdadero Iron Man?

- Lo estamos, chico,… – Contestó Jordan al tiempo que pulsaba un interruptor.

Rayner vio como los Mandroides partían a interceptar al vengador. De improviso se sintió mareado, sus rodillas se doblaron y cayó al suelo de golpe. En el resto de la instalación secreta todos los presentes fueron cayendo uno a uno, víctimas de un gas inodoro, incoloro e insípido.

El teniente Jordan pasó sobre el cuerpo inconsciente de Rayner mientras con una sonrisa cruel terminaba la frase iniciada. –…lo estamos, sin lugar a dudas es el verdadero Iron Man!

Aproximadamente unas horas después, a kilómetros de aquel lugar, la hispana María Vásquez dejará escapar un histérico grito de terror al descubrir, durante su jornada laboral como asistenta por horas, el cadáver del verdadero teniente Jordan, desnudo y desangrado en su bañera, con un profundo corte en el cuello.



Iron Man volaba en dirección a la factoría amenazada. Los sensores de su armadura detectaron tres voluminosas formas acorazadas que parecían salir a interceptar su trayectoria.

- Mandroides…,- Pensó mordiéndose los labios. – Tenía entendido que su uso había sido restringido… Claro, que ¿Quién mejor que ellos para proteger sus propios intereses? Más vale que me identifique… ¡Atención, atención, unidades Mandroide!, aquí Iron Man, clave de identificación… - No pudo decir más, un potente estallido sónico golpeó su armadura y le derribó del aire en pleno vuelo. La forma del vengador acorazado cayó estrepitosamente formando un pequeño cráter en el lugar del impacto.

Las tres unidades Mandroide aterrizaron alrededor del agujero, manteniendo distancias equidistantes entre ellos formando un perfecto triángulo en torno a su objetivo.



- Estad atentos. – Ordenó la unidad F1, líder del grupo. – Este criminal es capaz de cualquier truco.-

- ¡No sale! – Exclamó la unidad F3... – Quizás no haya sobrevivido al impacto.

- ¡Quietos! Mantened el perímetro. Investigaré. – Un tentáculo metálico salió de la muñequera del líder mandroide, y serpenteando en el aire se acercó hasta asomarse por el borde de la cavidad. La microcámara situada en el extremo del cable trasladó a las pantallas visuales del trío de agentes acorazados las imágenes el interior del foso.

-¡Vacío! – Advirtió la Unidad Mandroide F2. - ¿Dónde…?

Por toda respuesta el suelo comenzó a temblar bajo sus pies y una pequeña erupción de roca y arena tuvo lugar a escasos centímetros de la unidad F2. Un poderoso puño de acero impactó contra el desprevenido agente de SHIELD, cuya armadura cayó hacia atrás un instante para recuperar el equilibrio en segundos.

- ¡Mmmmmh, las unidades giroscópicas son buenas!- Masculló Stark. – Probemos otra cosa.- Y disparó sus rayos repulsares contra él suelo sobre el que el Mandroide se sostenía haciéndole perder el equilibrio. Si darle tiempo a recuperarse del pecho de Iron Man brotó un poderoso rayo de fuerza que impactó en el cuerpo de su sorprendido adversario. Esta vez la imponente armadura cayó hacia atrás con su ocupante aturdido.

Los otros dos Mandroides no habían perdido el tiempo, y en perfecta sincronización se habían situado en posiciones diametralmente opuestas al vengador. Cuando Stark intentó moverse, descubrió para su sorpresa que le era imposible.


- ¡Atrapado en un campo magnético! - Stark se maravilló ante la iniciativa de los chicos de SHIELD, habían aplicado la capacidad magnética de sus armaduras, un sistema defensivo para repeler proyectiles e individuos de metal, como herramienta de contención. Situados en puntos opuestos equidistantes de su objetivo, cada Mandroide ejercía una fuerza de repulsión que, confrontada con la de su compañero, inmovilizaba al objeto metálico deseado, en este caso Iron Man, atrapado entre fuerzas opuestas. - Muy ingenioso…



- Debemos detener esa pelea, - Comentó el agente Jones a su compañera. - Pero… ¿Cómo?

- La verdad es que es una pena, es todo un espectáculo ver como al engreído de Stark le dan una paliza nuestros compañeros…

- Sofía hay vidas en juego, esto no es un mero espectáculo… - Recriminó Jones. – ¿O quizás sí? - Caviló medio segundo y gritó. - ¡Rápido, sígueme! – y corrió hacia el interior de la factoría.

- ¿Qué haces Gerry? ¿Dónde vamos? – Preguntó Clemont mientras le seguía.

Sin detenerse, Gerald Jones se adentró por los pasillos de la base, enseguida comenzaron a ver los cuerpos caídos del personal, tanto científico, como de mantenimiento o seguridad…

- ¿Es…están muertos? – Preguntó Sofía.

- No parece – Contestó él - ¿Recuerdas lo que aprendimos en la academia del PC2?

- PC2 – Clemont hizo memoria- Sí, Pyrodoxin Cyllanate-2, un gas adormecedor indetectable, se disuelve sin rastro en cuestión de minutos, pero quien lo respira sufre sus efectos durante horas… Agentes renegados lo usaron en un intento de asesinato contra Stark…

- Sí, y Pierce lo usó en su asalto a la Bóveda...- Se escuchó una pequeña detonación.- ¡Por aquí! – Dijo doblando una esquina en dirección al sonido.

Sofía Clemont corrió tras su entusiasmado socio. Instintivamente su mano aferró la pistola reglamentaria.

Ambos corrieron por un pasillo aparentemente interminable sorteando con destreza los cuerpos de sus compañeros tendidos en el suelo, hasta que finalmente llegaron hasta una doble puerta de acero reforzado cuya cerradura reventada aún humeaba. En el suelo, en el quicio de la puerta, se hallaban los restos del uniforme de un oficial de SHIELD, junto a la máscara con los rasgos faciales del teniente Jordan. Jones y Clemont se asomaron al interior de la sala, y allí, ante ellos vieron la intrigante figura del criminal al que el mundo conocía como… ¡EL Espía Maestro!





En el exterior, atrapado entre las fuerzas magnéticas generadas por los Mandroides, la brillante mente de Stark buscaba una salida al problema que le mantenía inmovilizado. Sus ojos brillaron de júbilo cuando halló la solución. De la mano derecha de Iron Man brotó una poderosa descarga eléctrica que alcanzó al Mandroide situado a su derecha. Este la absorbió como si nada.

- ¡Tus forcejeos son inútiles Pierce! - Alardeó el Mandroide. - Estás armaduras son capaces de absorber la energía eléctrica generada por un pequeña ciudad y transformarla en una fuente de energía que nos hace más fuertes.

- Lo sé, - Sonrió Stark bajo su máscara. - Créelo o no, no buscaba dañarte.- Activó los cohetes de sus botas al máximo. - ¡Tan solo invertir la polaridad de la energía magnética que desprendes! - Afirmó triunfante. - Como todo el mundo sabe, los polos opuestos se atraen…

El vengador dorado salió expulsado hacia el cielo al tiempo que las energías magnéticas de sus dos oponentes, ahora de cargas opuestas, les hicieron colisionar con violencia al uno contra el otro, quedando atrapados en un permanente abrazo irrompible.

Iron Man aterrizó a escaso metros de los Mandroides para cerciorarse de que estaban incapacitados antes de penetrar en el complejo de SHIELD. Entonces sus sensores detectaron la trayectoria de dos pequeños proyectiles dirigidos contra él. Los campos deflectores de su armadura no estaban preparados para rechazar el ataque, y su movimiento de evasión, aunque ágil y probablemente efectivo en alguna otra ocasión, resultó completamente inútil ante la puntería de su enemigo. Dos impactos, dos explosiones que hicieron rodar a Iron Man por el suelo a lo largo de unos metros.

El aturdido Stark, conocía la técnica y la tecnología que le había golpeado pero se negaba a creerlo. Dos flechas explosivas del mismo tipo que utilizaba su compañero y amigo vengador, Ojo de Halcón, le habían alcanzado con rotundo éxito. Apenas unos minutos antes había reconocido otra flecha especializada en el dispositivo electromagnético que había anulado el vehículo de SHIELD de Clemont y Jones en el que había llegado hasta allí. Solo el mejor arquero del mundo podía haber acertado con tal destreza la nave de SHIELD incapacitándola de tal manera. ¿Qué pretendía Barton? Se preguntó Stark. ¿En que lío te has metido esta vez Clint? El vengador dorado se puso en pie enseguida al tiempo que intentaba discernir la ubicación de su enemigo. El penetrante sonido de una flecha sónica golpeó sus tímpanos. La saeta daba vueltas en torno a él profiriendo su molesto y doloroso sonido impidiéndole concentrarse. Stark selló los receptores auditivos de su casco para rebajar la intensidad del ataque sónico, pero este, causando menor dolor, continuaba interfiriendo en la frecuencia de su sistema de comunicaciones. La imagen de los Mandroides magnetizados le dio una idea… Ahora Iron Man levantó su brazo derecho y extendió los cinco dedos de la mano. Una pequeña emisión magnética afectó los componentes metálicos de la flecha atrayéndola hacia su diestra de acero. La fuerza hidráulica de sus dedos la redujo a polvo.

- ¡Está bien Clint! ¿A qué estás jugando? – Gritó el vengador dorado desafiante.

Por toda respuesta una nueva ráfaga compuesta por media docena de flechas voló hacia él.



En el interior de la instalación secreta, Gerald Jones saltó contra el Espia Maestro con la esperanza de pillarle desprevenido, pero los años de entrenamiento de este superaban los cursos de la academia de combate de SHIELD en la que Jones se había graduado apenas unos meses antes. El mercenario bloqueó los puños del agente sin problemas y le volteó por encima de su cabeza estampándole contra los ordenadores tras él.

- Ahg…, parece que es el día del novato en SHIELD, menuda jornada me ha dado uno de tus colegas… – Dijo recordando a Rayner – Creo que te voy a dar la paliza que me quedé con ganas de darle a él…

- Eso crees tú, - Replicó Jones consciente de que el Espía no se había percatado de la presencia de Sofía a su espalda. – Todavía tengo un par de trucos. – Chilló mientras se incorporaba intentando atraer su atención.

Sofía Clemont vio su oportunidad, las anchas espaldas del Espia Maestro le ofrecían un blanco perfecto. Aunque su objetivo vistiese un uniforme de kevlar a esta distancia un impacto de su arma le dejaría noqueado. Sin pensárselo apretó el gatillo con la frialdad y temple que le comenzaban a caracterizar dentro de la organización.

Todo ocurrió muy deprisa, el Espia Maestro se giró al tiempo que el disparo de Clemont le pasaba rozando y alcanzaba a Gerald Jones tras él, incapacitándole. Con velocidad felina, el mercenario rodó por el suelo esquivando los siguientes disparos de la agente de SHIELD y llegó hasta donde Jones permanecía aturdido. Sujetando su pistola con las dos manos, Sofía Clemont buscaba un disparo seguro, pero no encontraba el ángulo. Sin dejar de apuntar observó preocupada como su contrincante dirigía el cañón de su pistola a la sien del sobrino de Gabriel Jones.

- Niña, si no tiras tu arma en tres segundos, acabaré con lo que tú has empezado… ¡3!

Sofía miraba con enérgica resolución al Espía mientras buscaba algún resquicio para alcanzarle. Era inútil, el villano se cubría muy bien. Gerald estaba inconsciente no podía contar con él. - ¡2! – La voz del asesino resonó en su cabeza. ¿Qué otras opciones tenía? Pensó en lo que Gerald haría en su situación, las noches que habían pasado juntos… - ¡1! - No había opción…

- ¡Está bien! ¡Tú ganas! - Dijo arrojando su arma al tiempo que levantaba las manos.

El Espia Maestro dejó caer a Jones como un fardo, y apuntó a la cabeza de Sofia Clemont. Sus miradas se cruzaron desafiantes durante uno instantes. El Espía examinó de arriba abajo a la joven ante él, había pocas como ella en la profesión, una pena…



- No merece la pena matarte… no me pagan por ello… ¡Hoy! - Dijo el Espía y disparó con toda su crueldad contra la pierna derecha de la agente de SHIELD, que tambaleante cayó al suelo retorcida por el dolor. El Espia Maestro pasó por encima de ella con su botín, deteniéndose tan solo un momento para propinarle un potente puntapié que la dejó inconsciente – Solo para quitarte las ganas de intentar arrastrarte tras de mí… Lástima, parecías tener más agallas que tu compañero… - y se encaminó a la salida que tenía preparada.



Con un rápido movimiento, Iron Man pudo esquivar los dos primeros proyectiles que estallaron tras él. Una tercera flecha pasó rozando sus pies al tiempo que desprendía un resistente cable de acero coronado con bolas en sus extremos las cuales guiadas por la fuerza de la inercia se enredaron en sus piernas. Inexplicablemente el vengador se vio frenado en el aire. La fuerza de los cohetes de sus botas estaba siendo contrarrestada por un poderoso campo gravitatorio originado en las boleadoras trabadas a sus piernas. Una cuarta y quinta saeta se estrellaron contra el pecho del héroe de hierro desparramando sobre su aleación de acero un ácido que comenzó a devorar el metal. La sexta flecha le propinó una descarga eléctrica capaz de atontar incluso al increíble Hulk. Pero no al vengador dorado...

La inesperada inyección de electricidad sirvió para revitalizar las reservas de la dañada armadura, permitiendo a Stark ejercer la suficiente presión con sus piernas para romper en diversos pedazos el cable de acero que le anclaba al suelo. Los termostatos internos de la armadura reaccionaron enfriando la superficie de ésta hasta el punto de transformar el ácido devorador en una capa cristalina que se quebró y cayó al suelo.

Otra flecha, esta vez coronada con una cabeza de duro metal, golpeó como un ariete el casco del vengador dorado, provocando un sonoro ruido metálico. La armadura apenas se abolló pero durante unos instantes Stark se sintió como en el interior de un campanario. – Ese bastardo, me niego a creer que sea Clint, lleva callado mucho rato. Pero su habilidad, y su puntería rivalizan con las suyas. ¿Dónde está? Un arco y unas flechas, por muy sofisticadas que sean, no son armas de largo alcance. Debe vestir algún tipo de dispositivo de camuflaje.- Ahora fue golpeado por otras dos flechas explosivas que impactaron en su espalda, arrojándole de nuevo al suelo con dureza.

- Computadora, - ordenó Stark a los sistemas de su armadura – Recrea y traza la trayectoria y arco de curvatura de todos los proyectiles recibidos durante los últimos minutos, y triangúlalos con el próximo ataque detectando su origen

Tal y como esperaba el industrial, el siguiente ataque no se hizo esperar, solo que ahora sus sistemas defensivos estaban preparados, por lo que automáticamente se giró hacia el lugar del que parecía surgir la amenaza apuntando las unidades repulsoras instaladas en sendas palmas de su mano contra su origen.

En cuestión de microsegundos los dos rayos gemelos de energía se disponían a brotar, pero de nuevo la velocidad inusitada del arquero superó a la de la computadora del vengador. Un dardo explosivo impactó contra la diestra abierta de Iron Man instantes antes de que la energía repulsora brotase de su fuente destruyendo su generador, a la vez que enviando dolorosas descargas de energía a través del brazo derecho. Por el contrario, de la mano izquierda del héroe de hierro brotó un rayo de energía repulsora que tras destruir otra flecha dirigida contra él, prosiguió su imparable trayectoria hasta alcanzar su destino, como demostró el apagado grito de dolor del anónimo arquero, y el chisporrotear de energía que permitió lentamente ver la silueta del atacante, al tiempo que su dispositivo de camuflaje se iba deteriorando, un humo negro comenzó a brotar envolviéndole.

Sobreponiéndose al dolor, Iron Man se dirigió hacia su enemigo, intentó volar, pero los cohetes de sus botas no respondieron, el abrupto terreno que les rodeaba no era apto para activar los patines de sus botas, así que ignorando el dolor avanzó a grandes zancadas hacia el cúmulo de chispas. Cuando llegó allí…

- ¡Nada! – Dijo maldiciéndose. Tan solo un arco partido por la mitad, y un par de puntas de flecha humeantes, las que habían generado la pantalla de humo que había cubierto la huida del arquero. Miró alrededor, ni rastro de su enemigo…



Han pasado las horas, la tranquilidad vuelve a la factoría de SHIELD. No sin algo de recelo, los Mandroides e Iron Man se presentan mutuas disculpas, mientras la guarnición de la base va despertando del letargo al que fueron sometidos. Clemont ha sido atendida de su herida en la pierna, y tras negarse a ser trasladada a otras dependencias sanitarias, acompaña a Jones para comparar notas con Iron Man cuya indignación asciende enteros al enterarse de la participación de su viejo enemigo el SPYMASTER. Entre las muchas incógnitas que quedan en el aire, están la identidad del misterioso arquero agresor y la conexión de toda la trama con Randall Pierce. Apretando los dientes, Stark se jura así mimo que llegará al fondo de todo este asunto.



Casi al mismo tiempo, una figura masculina se introduce con naturalidad en los urinarios de una gasolinera a las afueras de Washington D.C. Tras comprobar que está solo, el hombre al que conocemos como Espia Maestro se introduce en una de las cabinas de los retretes y cierra la puerta tras él. Entonces acciona las llaves de paso del agua hasta colocarlas en una posición determinada. Toda la cabina desciende varios metros bajo tierra hasta acceder a un bunker donde le espera otro individuo igual de siniestro.

- ¿Lo has traído? - Dijo el hombre que esperaba ansioso.

- Aquí tienes. - Contestó el Espia Maestro. - Otro tercio de los diseños Mandroide. ¿Conseguisteis el último tercio? – Espia Maestro sonrió. No esperaba que el hombre que le había contratado contestase a su pregunta. Con dignidad profesional se limitó a supervisar si en el maletín que se le entregaba estaba la cantidad acordada.



- Veo que no pudiste con el vengador… - continuó. - Al menos le entretuviste lo suficiente para que yo pudiese salir por el otro lado. Se te escaparon dos agentes de SHIELD. Da igual, ya me ocupé yo. Ella parecía valer más que él… era más guapa. - Dijo sin dejar de contar los fajos de billetes. - El dossier que me conseguiste de Randall Pierce fue muy efectivo, implicamos a Stark en el asunto... Tampoco me dirás su procedencia. ¿Verdad? Una lástima que no fueras capaz de abatirle definitivamente. Quizás si hubieras contado con tus socios…

- ¡Mis socios! ¿Acaso crees que no soy capaz de hacer algo sin ellos? Te aseguro que en nuestro próximo encuentro Iron Man morirá a manos de ¡Sagitario, el mejor arquero del mundo! - Y el miembro del Zodiaco observó como el Espía Maestro abandonaba el lugar satisfecho con su botín, y con una sonrisa de burla bajo su máscara.



Comienzo de la jornada laboral en Nueva York. Richard Philips abandona el edificio de apartamentos en el que se vive, y se encamina hacia su lugar de trabajo. Como todos los días se detiene unos instantes ante el kiosco de prensa situado a la puerta del metro.

- Cóbrate el Bugle, Joe. – Dijo Richard mientras extendía una mano con las monedas al tiempo que con la otra seleccionaba un ejemplar del montón de periódicos. Richard nunca cogía el de arriba, ni siquiera lo miraba, se limitaba a doblarlo bajo el brazo, y no lo desplegaba hasta que se sentaba en su despacho delante de su taza de café, pero en esta ocasión algo en el titular del Daily Bugle llamó su atención.

Stark International renace de sus cenizas.

No pudo evitar leer el siguiente texto a continuación. Anthony Stark, presidente de Soluciones Stark llega a un acuerdo con la multinacional Stark-Fujikawa, para readquirir sus antiguas propiedades, desvinculando así el apellido Stark de la multinacional japonesa, y devolviendo el nombre de la emblemática marca al mercado norteamericano.

Un fugaz vistazo al resto de las portadas de los periódicos le confirmaba la noticia. Todos hablaban de lo mismo.



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Referencias:
1 .- Todo esto se pudo leer en el episodio anterior.
2 .- También se pudo leer en el episodio anterior.
3 .- Como se vio durante la saga titulada La Guerra de las Armaduras, concretamente en Iron Man 227 USA (Febrero-1989)
4 .- También en la Guerra de las Armaduras, Iron Man 230 USA (Mayo-1989)
5 .- La Guerra de las Armaduras se publicó en Iron Man 225-231 (1988-89), es más divertida leerla que escuchar este resumen. Debe haber un tomo recopilatorio.
6 .- El asunto Deltita se narró en la miniserie de 1989, Nick Fury vs. SHIELD 1-6, donde Furia descubrió y combatió un complot en el que la mayoría de los agentes de la organización había sido suplantada por SDVs.
7 .- Como habréis leído en Los Vengadores 18-19, aquí en AT.
8 .- En la historia de la Antorcha Humana publicada en Strange Tales 123 (Agosto 1964)
9 .- Desde 1996, durante prácticamente toda la colección de los Thunderbolts, Jenkins vistió la armadura de Mach-1, aumentando un número según las mejoras, Mach-2, Mach-3…
10 .- Durante la saga de El Crepúsculo de los Dioses, en Los Vengadores 13.

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