Generación-X nº02

Título: Cacería Mutante (III)
Autor: Joaquín Sanjuán Blanco
Portada: José Manuel Triguero
Publicado en: Dic 2011

Continua a Cacería Mutante! El grupo de jóvenes mutantes reclutados por Cable y Domino se internan en unas instalaciones del enemigo que esta atacando a los mutantes... ¡Solo para encontrarse con Mímico!
"La nueva generación de mutantes, preparados para el futuro que esta por llegar y seguir el sueño de Charles Xavier"
Stan Lee y Action Tales presenta
Creado por Scott Lobdell y Chris Bachalo


—Te digo que esto antes o después nos traerá problemas. ¿Nos has visto a los nuevos? Por lo visto uno de ellos es el hermano de famoso Cíclope y otra es la hija de otro hombre X. ¿Qué haremos cuando un equipo de los suyos vaya a buscarlos?

—Cállate ya Carlo, haz el favor. Me das dolor de cabeza. ¡Si ni tan solo están en nuestro pabellón!

—Como quieras, pero luego no digas que no te lo avisé —dijo el aludido, después se encogió de hombros y sacó un cigarro.

— ¿Ahora vas a fumar? —Protestó su compañero—. ¿Es que te he hecho algo malo?

—Déjame en paz, tío —gruñó el otro.

Los dos soldados se enzarzaron en una discusión sin advertir que un puñado de arena se deslizaba en esos momentos por debajo de la puerta que daba acceso a la sala de guardia que custodiaban. Era solo una de las muchas zonas repletas de celdas en las que sus jefes encerraban a los mutantes capturados, pero por algún motivo esa parte de la prisión estaba prácticamente vacía, con la excepción de un único prisionero. Sin embargo eso a ellos les traía sin cuidado, al menos mientras cobrasen su sueldo y todo estuviese tranquilo. Menos mutantes encerrados tan solo significaba que eran menos mutantes que vigilar.

— ¿Te apetece una cerveza? —Preguntó el llamado Carlo—. Creo que iré a por una.

— ¿Ahora alcohol? ¿Pero tú sabes lo que pasará si te encuentran bebiendo? No sé cómo no te han tirado todavía —respondió su compañero de manera despreocupada.

—Porque soy bueno en mi trabajo, nunca se me ha escapado un mutante con vida —replicó el aludido—. ¿Quieres esa cerveza o no?

—No, no quiero meterme en problemas.

—Tú mismo.

Carlo se levantó y se dirigió hacia la puerta, cuando toda la estancia se sumió en la oscuridad.

— ¡Eh! —Exclamó su compañero—. ¿Qué le ha pasado a la luz?

No recibió respuesta.

Unos instantes más tarde las tinieblas se dispersaron, los dos soldados estaban en el suelo inconscientes. Un remolino de arena arreció en la sala de guardia y tomó el aspecto de una jovencita, acto seguido la misma oscuridad que se había tragado a los soldados unos momentos antes cobró la forma de un hombre.

—Esto es muy fácil —dijo este con una sonrisa socarrona—. Podría haberme ocupado yo solo.

—Tenemos órdenes, Manuel —le recordó la chica.

—Los jefes han dicho que usemos los nombres código, Arena —dijo el aludido.

—Como quieras, Oscuro. Pero tú asegúrate de seguir las instrucciones que nos han dado.

—Voy a por ellos.
Dicho y hecho el hombre usó su control mutante sobre la materia oscura para crear un portal y desapareció. La chica echó un vistazo a su alrededor y paseó de manera despreocupada por la estancia.

—¿Qué crees que estás haciendo?

Sooraya se volvió con la mitad del cuerpo transformado en arena, pero se calmó al ver que era el hombre llamado Cable quien le hablaba. Todos estaban ya allí, teleportados por Oscuro. Nathan Summers se dirigió hacia ella mientras Infernal y Coloso miraban a su alrededor con curiosidad. Dominó por su parte caminó hacia los soldados fuera de combate y tomó una de sus armas láser. Después les disparó sin inmutarse siquiera.

— ¡Eh! —El grito de Arena llegó demasiado tarde, los dos soldados ya estaban muertos—. ¡No hacía falta matarlos, ya no suponía un peligro!

—Escúchame, niña —pidió Cable mientras ponía la mano sobre el hombro de la chica—. El único enemigo que no supone un peligro es el que está muerto. Tienes mi palabra de que ellos no habrían tenido contigo ninguna contemplación, si hubiesen tenido ocasión te habrían asesinado en el acto. Es más, si alguno de ellos hubiese recuperado el conocimiento te habría matado sin que te dieses cuenta de lo que pasaba. Nunca bajes la guardia hasta que la amenaza esté completamente neutralizada.

—Yo no mato —replicó ella.

—En ese caso morirás joven, porque tus enemigos jamás dirán lo mismo.

—Todo despejado, jefe —indicó Dominó tras echar un vistazo al pasillo.

—Adelante.


Cable cogió al vuelo una de las armas láser de los guardias caídos cuando su compañera se la lanzó y después se adentró por el pasillo seguido por Dominó. Tras ella los cuatro reclutas se miraron sin saber muy bien qué hacer, el joven telequinético fue el primero en reaccionar.

— ¿Por qué tienen todo un nivel de mazmorras para un único mutante? —preguntó Infernal al tiempo que echaba a andar detrás de la tiradora.

—Porque es un mutante muy especial —explicó esta—. Por eso venimos en primer lugar a por él, antes de iniciar el rescate en masa. Puede resultarnos muy útil.

— ¿Quién es?

—Silencio —ordenó Cable—. Todavía no sabemos quién está detrás de toda esta cacería de mutantes, tenemos que ser discretos. Estad preparados para lo peor.

Coloso blindó de inmediato su cuerpo, que se tornó de piel y hueso en acero orgánico, mientras Arena transformaba su cuerpo en un remolino del elemento del que tomaba el nombre, en ese aspecto era prácticamente inmune a todo tipo de ataques físicos. Por su parte Infernal alzó un muro telequinético en torno a él y Oscuro pareció convertirse en uno con las sombras que los rodeaban. No los sorprenderían con la guardia baja.

—Son buenos —susurró Nathan Summers a su vieja amiga.

—Lo mejor que he podido reunir —admitió ella—. Saben usar sus poderes, pero algunos de ellos son un poco inestables. Me preocupa especialmente Manuel Gallante, El Oscuro.

—Tendremos que procurar que se controlen hasta terminar la misión —dijo Cable—. Después ya veremos qué hacemos con ellos.

—Esto es muy raro —observó Oscuro—. ¿Qué clase de cazador deja a su presa encerrada y sin vigilancia?

—Bueno, estaban aquellos dos guardias —recordó Arena.

—El cazador que quiere crear una trampa para atraer nuevas presas —intervino el hasta entonces silencioso guerrero blindado.

Sus cinco compañeros se volvieron hacia él, que cerraba la marcha, y lo miraron con extrañeza.
Antes de que nadie pudiese decir nada más Cable cayó al suelo entre gritos de dolor mientras se llevaba las manos a la cabeza.

— ¡Ataque mental! —Gritó Dominó—. ¡Nos enfrentamos a un psíquico!

Los cuatro reclutas se miraron y se encogieron de hombros mientras mostraban expresiones confusas.
— ¿Qué es lo que tenemos que hacer ahora? —Preguntó Coloso—. No puedo enfrentarme a lo que no puedo golpear.

Dominó echó un vistazo al grupo y comprendió que quien fuese que hubiese lanzado el ataque había elegido muy bien a su objetivo. Cable no solo era el líder y el más experimentado del grupo, sino también el único que podía llegar a plantar cara a un ataque de ese tipo. Si conseguían dejarlo fuera de combate el resto de ellos caerían antes de saber quién ni desde dónde les atacaba. Por lo que ella sabía su enemigo podía encontrarse en Berlín o en Roma, aunque dudaba que en realidad estuviese muy lejos.

—No esperaba que mi trampa funcionase tan bien —dijo una voz profunda, los cinco mutantes se pusieron en guardia pero el eco del pasillo hacía muy difícil saber de dónde venían esas palabras—. Luchad si queréis, pero pronto seréis míos en cuerpo y alma.

— ¡Allí! —exclamó Dominó mientras corría hacia una puerta que había visto entre la oscuridad.

La mujer disparó al picaporte y pateó la puerta, que se abrió sin oponer resistencia. Tras ella llegaron sus reclutas, dispuestos para la acción. Lo que allí vieron, sin embargo, les dejó inmóviles en el sitio y con la boca abierta.

Un hombre los miraba desde la oscuridad, pero al igual que en el caso de Oscuro las tinieblas parecían formar parte de él. Su piel se mostraba de un tono gris oscuro que rielaba entre el tono ceniza y el negro cuervo y la misma materia oscura que le daba ese aspecto formaba unas alas demoníacas a su espalda que le mantenían a dos palmos sobre el suelo. El cabello del extraño, así como sus ojos, eran de color blanco y su melena parecía flotar ondulante entre las tinieblas. Sin embargo eso no era lo más extraño de la enigmática figura, pues su cuerpo al igual que el de Coloso estaba compuesto por acero orgánico, pese a que la parte derecha del mismo se descompusiese en esos instantes en una nube de arena. Un resplandor de color verde indicó al grupo de mutantes que también estaba protegido por una barrera telequinética del mismo tipo que las creadas por Infernal.

—Vaya —comentó la amalgama mientras lanzaba una socarrona mirada a Dominó—. Parece que esta vez he sido yo el que ha tenido un golpe de suerte.

Pese a que el resto del grupo quedó inmovilizado a causa de la sorpresa, la mujer reaccionó de inmediato. Llevaba demasiados años en activo como para que nada la sorprendiese, ni tan solo algo como eso. En esos momentos Cable estaba fuera de combate y le correspondía a ella tomar el relevo en el mando, no tenía intención de fallar a su viejo amigo. Era el momento de demostrar si el entrenamiento al que habían sometido a sus reclutas servía para algo.

— ¡Maniobra Z8! ¡Ahora!

Su grito pareció despertar a los demás, que entraron en acción de inmediato. Arena se disolvió hasta desaparecer, como si nunca hubiese estado allí. El Oscuro se cernió sobre su jefa y ambos desaparecieron engullidos por las tinieblas, sus otros dos compañeros quedaron solos junto a Cable, inconsciente a causa del ataque telepático.

—Parece que os han abandonado —dijo la amalgama con una sonrisa burlona—. No es que con su ayuda hubieseis podido derrotarme, pero es que con vosotros no tengo ni para empezar.

Cuando dio un paso hacia los mutantes advirtió que tropezaba con una barrera invisible que le impedía avanzar.

— ¿Esta es vuestra defensa? ¿Una barrera telequinética? Qué lamentable…

Una tormenta de arena pareció estallar dentro de la burbuja que Infernal había formado en torno a su enemigo y este quedó completamente absorbido por la misma. Coloso caminó alrededor de él, que gritaba mientras lanzaba torpes manotazos contra la tormenta, y cuando de pronto su compañero hizo desaparecer la esfera telequinética su enemigo se descompuso como un momento antes había hecho la mutante Arena. Sin embargo antes de que pudiese dispersarse, la oscuridad lo atrapó para arrastrarlo a la dimensión oscura, de donde un instante más tarde lo escupió. Había recuperado la forma humanoide y en esos momentos su cuerpo volvía a ser de carne y hueso, pese a que el hombre estaba reuniendo su propio poder sobre las tinieblas para contraatacar. Antes de que pudiese recuperarse de ese nuevo ataque tenía a Coloso detrás, que lo inmovilizó. Con un feroz grito Infernal descargó sobre su enemigo un potente ataque telequinético y este cayó al suelo sobre sus rodillas cuando el guerrero blindado lo soltó. Había recobrado su aspecto humano y mostraba una expresión dolorida y desconcertada. Abrió la boca para decir algo, pero cuando sintió el cañón de un arma contra su sien decidió que era mejor mantener el silencio.

El disparo del arma láser iluminó la estancia envuelta en sombras y su enemigo quedó fuera de combate.


Una semana antes…

—Escuchad, no tenemos ni idea de a qué nos enfrentamos. Eso significa que tenemos que estar preparados para cualquier cosa. Ataques físicos, energéticos, mentales, mágicos o elementales, debéis ser capaces de defendeos de lo que sea.

Los cuatro mutantes escuchaban atentamente las palabras de Cable, que caminaba frente a ellos como si fuesen reclutas del ejército y él su superior. Dominó los miraba con interés mientras tomaba el sol y se untaba crema protectora. Se encontraban a las afueras de la ciudad, en un lugar apartado que Nathan Summers había considerado apto para los entrenamientos.

— ¿De verdad necesitamos esto? —protestó Infernal—. No somos novatos.

—Ese es tu primer error, chico —dijo el líder del grupo—. Sí que lo sois.

—Yo me he enfrentado a los Vengadores, a los Cuatro Fantásticos, a los X-Men, a los Nuevos Guerreros y hasta a Spider-man —se pavoneó El Oscuro.

—Y tengo entendido que perdiste —le recordó Cable—. Escuchad, aunque es cierto que sois buenos hay algo que nunca debéis olvidar: un grupo que sepa trabajar en equipo es capaz de derrotar a cualquier amenaza, aunque la suma de sus poderes no estén al mismo nivel que el de su enemigo. ¿Entendéis eso?

—Sí, señor —respondió la dócil Arena.

—Sí. En mi hogar un puñado de mi gente era capaz de tumbar a los más grandes dinosaurios cazando en grupo —informó Coloso con orgullo.

—Os voy a enseñar diez tácticas que podréis usar contra aquellos enemigos que individualmente superen en poder a todos y cada uno de vosotros. Si sois capaces de aprenderlas nadie podrá haceros frente. Este conjunto de estrategias recibirá la letra código Z, ahora prestad atención…


El presente.

—Buen trabajo, chicos —dijo Dominó—. Sois tan buenos como pensaba.

— ¿Cómo hemos podido derrotarle? —preguntó Arena, que en ese momento se recomponía también—. Poseía todos nuestros poderes.

—Pero no la experiencia pasa usarlos ni el control que vosotros tenéis sobre ellos —explicó su líder—. Ha sido incapaz de reaccionar con suficiente rapidez a vuestros ataques.

—Lo que no entiendo es por qué no ha evitado ese disparo —inquirió Julián—. Podía haberse transformado en arena, en oscuridad o haber convertido su cuerpo en acero. Por no hablar de que tan solo mi telequinesis ya es más que suficiente para protegerse de algo así.

—Estaba desequilibrado y desorientado —explicó Dom—. Y supongo que he tenido algo de suerte.

— ¿Pero quién es? —Preguntó Coloso—. ¿Por qué nos ha atacado?

—Os presento a Mímico. Ha sido hombre-x y villano, lo último que supimos de él es que quedó malherido tras un encuentro con los Vengadores, pero por lo que veo se ha recuperado muy bien. Cuando nuestro topo nos dijo que estaba aquí decidimos que teníamos que liberarlo a él en primer lugar, con sus poderes puede sernos muy útil.

— ¿Tenemos un topo? —preguntó Infernal, sin embargo nadie pareció prestarle atención.

—Algo no me cuadra —dijo Oscuro—. Estaba encerrado aquí, por lo que era prisionero de esos cazadores de mutantes. ¿Por qué nos atacó?

—Porque no era él mismo —explicó la voz cascada de Cable, que trataba de ponerse en pie con dificultad.

— ¡Nathan! —Dominó fue la primera en llegar junto a él—. ¿Estás bien?

—Viviré. Buen trabajo, chicos. Habéis aprendido bien.

—Usted nos ha enseñado bien, señor —respondió Arena.

— ¿Qué tal si dejamos de darnos palmaditas en la espalda y decidimos qué vamos a hacer ahora? —bufó Infernal.

—Nathan, dijiste que no era él mismo. ¿Qué querías decir con eso? —preguntó Dominó.

—Sentí una presencia en mi mente que me tomó totalmente por sorpresa —confesó—. Ahora entiendo qué es lo que está pasando aquí, tenemos que movernos muy rápido ahora que contamos con cierta ventaja.

— ¿Pero qué…?

—No hay tiempo, Dominó. Oscuro, necesito que nos saques de aquí inmediatamente. También a Mímico, lo necesitaremos.

— ¿A dónde? —preguntó el aludido.

—Necesitamos un telépata si queremos vencer a otro telépata.

—Creía que usted lo era, señor.

—Mi telepatía es demasiado limitada, Sooraya. Además, no soy el tipo de telépata que necesitamos ahora mismo.

— ¿El Profesor X? —aventuró Coloso.

—Me temo que está fuera de nuestro alcance en estos momentos —explicó Cable.

— ¿Jean Grey? —preguntó El Oscuro.

—Está muerta —informó Nathan con pesar.

— ¡Emma Frost! —Propuso Infernal con énfasis—. ¡Es mucho mejor que esos dos!

—Emma y Scott están en la Academia. No quiero arriesgarme a llevar hasta allí la lucha contra nuestro enemigo.

— ¿Entonces quién? —preguntó Arena.

—Mariposa Mental.

—Pero Nathan, está muerta —intervino Dominó—. Fue asesinada en España, a manos de Vargas.

—Eso es lo que yo pensaba —afirmó el aludido—. Pero he sentido cómo me ayudaba cuando fui atacado, posiblemente me haya salvado la vida. Si no me equivoco eso significa que de algún modo forma parte de todo esto, no me extrañaría que también sea una de los mutantes apresados por nuestro enemigo. De ser así tiene que estar en una de estas mazmorras, solo hay que encontrarla.

— ¿Pero a quién nos enfrentamos? —preguntó Arena.

—Sí, ¿qué está pasando? —secundó Infernal.

—El Rey Sombra ha vuelto y está intentando utilizar mutantes para volvernos los unos contra los otros. Él está detrás de la traición del gobierno y de seguir por el mismo camino conseguirá que volvamos a ser considerados una amenaza por los humanos. Tenemos que detenerlo, llevo luchando toda mi vida contra lo que él está tratando de conseguir.

Continuará en X-Factor nº3

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