Alpha Flight nº05


Título: Negro sobre gris
Autor: Miguel Ángel Naharro
Portada: Santiago Ramos
Publicado en: Febrero 2012

La llegada de Tormenta a la mansión Alpha coincide con la visita de Namor y ¡un extraño y violento ataque a los Alpha por parte de un misterioso enemigo!¿podrán los héroes de Canadá sobrevivir a esta situación limite?
Unidos para derrotar a las amenazas que sobrevienen sobre su país y más allá. Son los defensores de Canadá: ¡Vindicator! ¡Puck! ¡Ave Nevada! ¡Sasquatch! ¡Lobezno! ¡Shaman! ¡Aurora! ¡Estrella del Norte! ¡Box! ¡Marrina!
Stan Lee y Action Tales presentan: Alpha Flight
Creados por John Byrne



« Jean-Marie caminaba entre penumbras, envuelta en sombras y solitaria. Tenia frio y estaba
asustada, atemorizaba ante lo que podía ocultarse a su alrededor. La oscuridad le aterraba tanto que le hacía temblar de miedo.
Sus pasos eran cortos y con mucho cuidado por donde posaba sus pies. El suelo, como todo lo que le rodeaba era oscuro, y malévolo, podía sentirlo en su interior. Rezaba a Dios por que le enseñase el camino para poder liberarse de esa encrucijada donde se encontraba atrapada.
Una pequeña chispa de luz comenzó a brillar, hasta emitirse un resplandor tal que la deslumbró por completo, haciéndole cerrar los ojos. La luz era brillante y espanto las tinieblas. La chica se sintió feliz al contemplar que sus plegarias habían sido escuchadas.
Al aclararse la vista tras el deslumbramiento, su corazón se encogió ante lo que estaba ante sus ojos.
Era ella, la diablesa que respondía al nombre de Aurora. Vestía como una furcia, enseñando gran parte de su cuerpo, sin importarle quien pudiese verla. Se reía de ella, con unas carcajadas burlonas e hirientes.

— ¡Márchate, monstruo! ¡Déjame en paz de una vez!

Aurora se acercó a ella y la agarró de los brazos, inmovilizándola.

—Nunca podrás librarte de mi, niña estúpida. Soy lo que siempre has querido ser en lo más profundo de ti.

— ¡No!

La imagen de Aurora comenzó a desdibujarse, como si perdiese cohesión y con un grito de dolor desapareció. Una misteriosa figura envuelta en sombras se acercaba caminando desde el horizonte.

—Librarte de ella es lo que más deseas en el mundo, pobre Jean-Marie…

— ¿Quién eres?

—Alguien que puede ayudarte, querida. ¿Qué harías por que acabase de una vez y por todas con Aurora? ¿Harías cualquier cosa? ¿Pagarías el precio que fuese?

—¡¡Si!!»
Aurora se despertó de súbito. El sudor le bañaba la frente. Sabía que había tenido algún mal sueño, pero no conseguía recordarlo.
La cama estaba revuelta, y a su lado descansaba una mujer de veintitantos años, rubia y exuberante.
No recordaba demasiado como se llamaba ¿Anne, quizás? La fiesta de la noche anterior fue hasta altas horas de la noche y la resaca no le dejaba pensar con claridad.
Fue una noche…Interesante. Siempre le habían encantado los hombres, coleccionándolos como quien colecciona cualquier otra cosa, pero de un tiempo a esta parte había descubierto que quería experimentar cosas diferentes, no perderse nada por tabúes estúpidos. Con algo de sorpresa, descubrió que era bisexual, y que le gustaban también las mujeres. No dejaría de lado los hombres, eso nunca, pero ahora tenía muchas más opciones.
A la velocidad del pensamiento se enfundó su uniforme y dejó a su compañera de juerga nocturna descansar.
Al salir de la habitación se cruzó con Walter Langkowski, que se disponía a bajar a su laboratorio.

—Buenos días, casi tardes ya, preciosa. —Dijo Walter sonriéndole. — ¿Una taza de café expreso?

—Dd' accord, cherie. —Comentó Aurora poniendo buena cara. —Luego le subiré una a mi ligue de anoche.

Una sombra cruzo la cara de Walter, aunque intento que no se notase su incomodidad. En los últimos tiempos había notado como los viejos sentimientos hacía ella estaban comenzando a aflorar otra vez.

—Supongo que a ella le gustará el café.

La cara de Walter Langkowski mostró sorpresa.

— ¿Has dicho ella?

—Oui, Walter. No debes ser cerrado de mente, créeme, lo pasaras mejor. —Dijo Aurora de manera sensual mientras le daba un beso leve en la mejilla.

La joven bajo las escaleras risueña y tarareando el último éxito de Beyonce. El rostro de Walter Langkowski era todo un poema en esos momentos.




Lobezno permanecía fumando uno de sus habituales puros, descansando los pies encima de la mesa del salón.

—Vaya, vaya, así que ya regresaste de tu excursión.

Era la voz de Heather.
Tanto él como Puck entraron en la habitación. A Puck se le notaba que no estaba de muy buen humor.

—Lo siento, nena, el viejo Charlie me llamó, mis amigos de la Patrulla me necesitaban y no les pude dejar de lado. —Comentó Lobezno.

Heather no se amilanó y le puso un dedo en el pecho.

—Veo que el profesor-X te silba y vas corriendo sin decirnos nada. Podrías habernos avisado, quizás podíamos haber ayudado…—Dijo enfadada Heather.

—Era un asunto de la Patrulla, cariño, no quería involucraros.

Puck resopló.

—Si quieres permanecer en Alpha Flight, debes aprender que lo que incumbe a uno, nos afecta a todos. Somos un equipo, un grupo unido y cohesionado y queremos que permanezca de esta forma ¿eh?—Abroncó Puck elevando el tono.

—Touché, Judd. Tienes toda la razón, al menos os tenía que haber dicho que me iba. —Comentó  Logan apagando su puro No le había gustado tener que haberse marchado de esa forma, pero no le quedó más remedio. —Y ahora después de la bronca, será mejor que nos bebamos unas cervezas para firmar la paz.

Lobezno abrió una lata de cerveza y le lanzo una a Puck, que la pillo al vuelo.
Heather negó con la cabeza.

—A mi no me sobornaras con alcohol, Logan. —Dijo Heather esbozando una sonrisa.
Sabía que el vínculo con la Patrulla-X era muy grande, por lo que no podía enfadarse demasiado con él. Eran su familia también, pues creía que los Alpha lo eran igualmente para su viejo amigo.
Logan dio un largo trago a su cerveza fresca y después les miró.
—Hay algo más. No he venido sólo. Vamos a tener una invitada durante una temporada por la mansión, Heather.
Puck y Heather se miraron confusos.
— ¿Una invitada?




El cielo estaba claro y despejado, un día hermoso y azulado, hasta que repentinamente, se nubló, oscureciéndose y un relámpago deslumbró. Comenzó a llover con fuerza, y entre el torrente de agua, una hermosa figura se deslizaba por el aire como un auténtico jinete de los vientos.
El cuerpo desnudo de Ororo Munroe se bañaba en la lluvia con una felicidad que la arrastraba como un torrente. En los cielos, entre los elementos desatados por completo,  se sentía de nuevo plena y completa. La serenidad, la paz, la belleza de esa tierra le resultaban evocadores.
Cuando navegaba mecida por los vientos convocados por ella misma, era libre. Libre de todas las preocupaciones, de los problemas y de todo lo que le rodeaba actualmente.
Los últimos acontecimientos desatados junto a la Patrulla-X habían denotado que necesitaba un cambio(1); reflexionar profundamente hasta darse cuenta de que era lo que le pedía su mente, aclarar sus ideas y reinventarse a sí misma.
Le daba la sensación de que se había acomodado, que ya no era la misma que fue siempre. Recordaba aquella mujer fuerte, líder, valiente y capaz de cualquier cosa y  triunfar ante todas las adversidades posibles, y en los últimos tiempos la echaba de menos, había cambiado.
La invitación de Logan para estar una temporada en Canadá le parecía la mejor manera de iniciar una nueva etapa.

La micro tormenta generada por el poder mutante de Ororo cesó tan repentinamente como apareció, y como un ángel de ébano descendió hacía el ático de la mansión Alpha.
Se miró al espejo y sonrió, con una sonrisa decidida. Era hora de volver a ser esa Ororo. Cambiar, y no sólo en su interior, si no en su exterior, una antigua y una nueva Tormenta nacía en ese momento.




La ventisca soplaba con mucha fuerza, tan helada que podía cortar la piel de quien estuviese tan loco de encontrarse en medio el corazón de la tormenta. Una figura ajena al intenso frio que hubiese congelado a cualquier ser vivo.
Narya, conocida como Ave Nevada contemplaba el frío cielo del norte, como escudriñando más allá de los sentidos de los simples mortales. No en vano era una semi diosa, mitad humana, mitad diosa del norte.
En el horizonte polar se aparecieron los rostros celestes de  su madre Nelvana y su abuelo Hodiak,  de los Innua, los dioses que fueron adorados por los antiguos esquimales.

—Hija mía, hemos acudido ante ti para advertirte…

Ave Nevada miró fijamente a la diosa que la engendro.

— ¿Qué es lo que ocurre, madre? 

Hodiak movió su cabeza y una forma oscura y siniestra fue convocada.
Su maldad era tan intensa que podía sentirla en su interior, a pesar de ser una mera imagen, una simple ilusión convocada por el dios del norte.
—Una terrible maldad se acerca y os pondrá a prueba, oh, nieta mía. Una fuerza no vista desde el amanecer de los mundos, Un antiguo poder ha renacido más poderoso que nunca, un poder que hizo pactos con los espíritus oscuros y demoniacos conocidos como los Anaye.
Narya se estremeció, los Anaye(2) eran temidos incluso por los dioses, entidades tan antiguas como el mismo tiempo y más malvadas que cualquier otro ser del cosmos.
—Las señales están ya claras, Narya. El portador del espíritu cuervo ha sido encontrado para prepararlo para el combate con el enemigo, un enemigo que se alimentará de la creciente aura mística del mundo mortal en estos momentos. 
Se referían al joven que Shaman había acogido como alumno, y de quien se había convertido en su mentor para instruirlo en el correcto uso de sus poderes. ¿Y era un niño quien tendría que ser clave en la derrota de semejante enemigo?

Nelvana miró con pesar a su hija.

—El enemigo os pondrá a prueba, se fuerte, hija mía, las adversidades os perseguirán y la desesperación será vuestro compañero en esta travesía…Pero si no salís triunfantes…el mal recorrerá este mundo, consumiéndolo y envolviéndolo por completo en su oscuridad…

Y tras pronunciar esas palabras, sus imágenes se esfumaron como llevadas por el viento cortante, dejando a Ave Nevada solitaria en medio del océano de nieve y hielo que le rodeaba.
Deseó haber podido hacerles más preguntas, pero sabía que sus mensajes solían ser enigmáticos en su mayoría. La preocupación la embargo. Desde que las Grandes Bestias, los enemigos ancestrales de su pueblo fueron liberados de nuevo por la Tierra, no había notado tanta incertidumbre e incluso temor en el tono y el sonido de sus palabras.
¿Y que esperaba? Su nacimiento fue concedido para poder enfrentarse a un gran peligro, el retorno de sus viejos enemigos, y su regreso al mundo de los mortales había sido también para poder ayudar en la lucha contra este nuevo enemigo que se cernía sobre ellos. Era hija de los dioses y de los humanos, pero muchas veces pensaba que el destino había querido que no pudiese vivir como ninguno en paz en ninguno de los dos mundos.
Su cuerpo comenzó a transformarse en una lechuza de piel blanca y se elevó, volando muy lejos de allí.



Jared Corbo caminaba mochila a la espalda por la carretera, viendo como los coches pasaban de largo. Sonrió, su pensamiento de hacer un viaje a pie por el país no estaba siendo tan divertido como había planeado en un inicio. Aún así, no se arrepentía de haberse apartado del mundo de los superhéroes. No era realmente lo suyo, estaba claro. Lo único que consiguió fue ganarse muchas broncas y perder a un compañero. Había visto por las noticias que habían vuelto a la acción hacia poco, tenía una sensación agridulce. En parte se alegraba, pero algo en su interior deseaba haber podido ser uno más de ellos, uno de la familia. Una contradicción andante, eso era él, sin duda.
Unos metros más adelante vio una furgoneta azul oscura parada en el andén.
Se acercó corriendo. Quizás por fin le sonreía la suerte y alguien lo llevaría a la ciudad más cercana.
Las puertas del vehículo se abrieron de repente, y una ráfaga de balas le alcanzaron de lleno. Las balas salieron desviadas en todas las direcciones. El campo de fuerza que le rodeaba le protegía de casi cualquier cosa.
Jared apretó los dientes y vio a un hombre en una silla de ruedas, con aspecto enfermizo y débil, que respiraba gracias a una botella de oxigeno que llevaba en la silla.
Soltó el fusil aún humeante y pareció tener problemas al respirar.

—Vas a pagarlo caro, amigo, no sabes con quien te has metido.

El anciano esbozo una sonrisa desagradable.

—Oh, sé muy bien quién eres, Jared Corbo, conocido como Radius(3).

— ¿Quién narices eres tú, viejo, y que quieres de mi? —Dijo malhumorado Jared.

—Soy Jeremiah Winters, y creo que necesitas nuevas metas que alcanzar, y yo voy a proporcionarte ese nuevo reto, amigo mío…




— ¿A sí que la Patrulla-X se ha disuelto?  No es algo que pensé que escucharía nunca ¿eh?—Comentó Puck.(4)

Lobezno apagó el puro en el cenicero y se abrió una nueva cerveza.

—Los acontecimientos se sucedieron de tal forma que Charlie no tuvo más remedio. Las cosas no salen siempre como uno piensa que saldrán, Judd.

— ¿Y decidiste invitar a Tormenta a venirse con nosotros? —Preguntó Heather.

—Espero no ser una molestia para nadie, Heather.

Los tres se volvieron y se quedaron impactados al ver a la belleza de piel oscura que tenían ante sí. Tormenta llevaba un pantalón de cuero negro muy ajustado, una especie de bañador del mismo color, con un rayo cruzando desde el pecho hacia abajo y una cazadora negra con el forro interior blanco. No sólo había cambiado su aspecto, su actitud era diferente, como más segura de sí misma.
— ¿Has vuelto a cortarte el pelo? —Dijo Logan con una medio sonrisa. —Te queda bien, cariño.
—Era hora de un cambio ¿no crees? —Observó Ororo. —Mi lugar no está con la Patrulla-X en estos
momentos, necesito despejarme y olvidar lo sucedido recientemente, Logan pensó que Canadá era un buen sitio para tomarme unas vacaciones por un tiempo indeterminado.

Heather se acercó a Tormenta y le agarró las manos.

—Será un placer tenerte por aquí, Ororo. Siéntete realmente como en tu casa. —Comentó Heather sonriendo amablemente.

Puck dio un saltó acrobático, cayendo cerca de un panel, apretó un botón y se abrió un compartimento. Le lanzó algo a Tormenta.

—Si vas a estar con nosotros, será mejor que lleves uno de estos ¿eh?—Apuntó Puck.

Tormenta miró el emblema redondo con la hoja de arce característica de la bandera canadiense, aunque plateada en un fondo rojo.

—Es el emblema que  lleváis en vuestros trajes…

—Es mucho más. Es un comunicador y un localizador para cada miembro del grupo. —Añadió Heather.

Ororo se quedó observándolo y luego los miró a ellos.

— ¿Me ofrecéis unirme a Alpha Flight?

—Ya que estarás una buena temporada con nosotros ¿Por qué no? Considéralo un traslado temporal y alguien con tu experiencia y habilidades siempre nos vendrá bien ¿eh? ¿Qué opinas, Logan?

—Depende de ella, tiene mi bendición, enano, vaya que sí.

Ororo se quedó sin habla, no esperaba un ofrecimiento similar en estos momentos.

— ¿Qué me dices, Ororo? ¿Te unirás a los alpha? —Preguntó Heather.

Tormenta sonrió. Desde luego este seria todo un cambio, quizás lo que realmente necesitaba.

—Será un honor, amigos míos. —Dijo con sinceridad la mutante africana.

—¡Madomoiselle Ororo! ¿He escuchado bien? ¿Vas a estar con nosotros?

Era Aurora, que venía acompañada de Walter Langkowski y de Madison Jeffries, integrado con su robot Box.
Aurora le dio un afectuoso abrazo a Tormenta, y tanto Walter como Madison saludaron a Ororo Munroe.

—Bienvenida a Alpha Flight, Ororo. —Dijo Walter.

—Tu llegada hará más fácil mi despedida. —Comentó Box.
Heather lo miró extrañado.
— ¿Te marchas, Madison?
—Si, he recibido unas ofertas en el sector privado y creo que me apetece apartarme un tiempo de lo superheroico, y trabajar con una de las compañías electrónicas más importantes del sector puede ser una buena idea en este momento.
—Vaya, Madison, no lo esperaba. —Dijo Puck.
Dentro del armazón mecánico de Box, Madison Jeffries se sintió mal por no poder  decir las verdaderas razones de su marcha. En las últimas semanas, tras regresar con sus compañeros, se había dado cuenta de un detalle importante. Los sentimientos que creía dormidos y enterrados por Heather, tras los años pasados, se habían despertado de nuevo en él de manera sorpresiva.
Judd era su amigo, y aún sentía algo por Lil, por lo que la mejor manera de evitar problemas era apartarse de en medio una temporada. Sin duda era la mejor opción.
—Tormenta me podrá sustituir más que sobradamente en el grupo mientras me ausente. —Apuntó Box.

Lobezno se acercó a Ororo.

— ¿Cómo te sientes, nena?

La hermosa mujer miró a su amigo y compañero y esbozó una sonrisa de complicidad con su compañero.

—Muy bien, Logan. Creo que tenías razón, Canadá esta preciosa en esta época del año.




El agua era transparente y clara, y para Marrina es lo más parecido al paraíso que ha conocido en su
corta vida. Se sentía jovial y felizmente disfrutando de la experiencia bajo la superficie de las aguas que rodeaban a la isla Tamarindo. Nadaba grácilmente en el líquido elemento, su cuerpo parecía recordar perfectamente el ambiente acuático, donde se sentía como en el casa. Una palabra que aún le resultaba extraña y que había tardado en asimilar exactamente su significado. Se sentía bien entre quienes le habían acogido como una más, quizás porque les recordaba a una amiga que falleció tiempo atrás.
Se preguntaba a veces como seria ella, si se parecerían en algo más que en su físico y si llegaría a ser tan querida por ellos como lo fue a la que llamaban Marrina.
Aunque el nombre se lo puso Logan cuando la conoció, le gustaba, era mejor que no tener ninguno y ser un mero sujeto de laboratorio.
El recuerdo de la traumática experiencia sufrida en las instalaciones del Amo le turbó, aunque sólo durante unos instantes. Ahora estaba descubriendo con pasos lentos, pero seguros, lo que significaba estar viva. Y estaba agradecida por ello.
Noto una turbación en las corrientes, algo muy rápido se acercaba a todo velocidad hacía donde se encontraba. Se detuvo, y con sorpresa contempló a un hombre que se hallaba ante ella. Parecía humano, pero era diferente. Respiraba el oxigeno del agua y sus rasgos eran afilados y muy marcados, su cabello negro pegado al cráneo y sus orejas puntiagudas, fue el detalle de las pares de diminutas alas que surgían de sus tobillos lo que más atrajo su atención. La expresión de su rostro era amable, y de reconocimiento.
—Marrina…—Murmuró el extraño.

Y antes de que pudiese analizar o pensar quien era este personaje que le abordaba, la rodeó con sus brazos y la besó. Nunca antes había conocido el contacto de otros labios sobre los suyos, la primera impresión fue extraña y aún así agradable, sin embargo, sintió un repentino y violento rechazó ante la situación y lo apartó de su lado.
Este pareció no comprenderlo e intento acercarse de nuevo a ella.
Entonces Marrina se revolvió con violencia y golpeó con una fuerza inusitada al forastero que le acechaba, saliendo este despedido del agua con dureza.
Marrina tomó impulso y lo siguió.



Jean Paul Beauvier. Estrella del Norte, acababa de regresar de Montreal, donde había tenido una reunión con su agente, esperando noticias positivas sobre la federación de esquí canadiense. Aunque albergaba alguna esperanza, muy en el fondo sabía que no habían aceptado su ofrecimiento para entrenar a la selección canadiense de esquí en las próximas olimpiadas.
Su pasado como colaborador en con radicales independentistas de Quebec y sobre todo, el escándalo que se montó en su momento, cuando se descubrió que era mutante y que usó sus superpoderes en beneficio propio. Fue despojado de sus títulos, tanto mundiales como olímpicos, y cayó en desgracia. Nunca más volvió a practicar el deporte que tanto amaba y no fue hasta hace poco tiempo que se decidió a sacar el título de entrenador. Intento una aventura patrocinando a algunas jóvenes promesas, pero la cosa no fue como esperaba, las presiones hicieron que todo acabase casi antes de comenzar. Uno de los amigos que aún conservaba de su época de esquiador le comentó la posibilidad de la selección, y pesé a su escepticismo hizo las gestiones, pero de nuevo le volvían a negar la posibilidad. Las reflexiones de Estrella se interrumpieron ante una exhibición de pirotecnia en una sala cercana.
Estrella corrió a supervelocidad y se dio de bruces con un muchacho, que cayó al suelo al chocar con el mutante canadiense.

—Qui diable êtes-vous?

El chaval se incorporó aturdido y al ver de quien se trataba abrió la boca asombrado.

— ¡Eres Estrella del Norte!

Estrella suspiró y torció el gesto. Solo le faltaba tratar con un crio repelente en estos momentos.

— ¿Y tú de dónde has salido, chaval?

—Es mi protegido, Jason Nightwind, Jean Paul.

Detrás de los dos apareció Shaman divertido ante la situación.

—Michael ¿desde cuándo la mansión Alpha se ha convertido en una guardería? —Comentó malcarado Estrella.

—Me temo que vas a tener que acostumbrarte a verlo por aquí, amigo, le estoy enseñando a ser un Shaman. Y seguramente…

Shaman dejo de hablar como si algo le perturbase. Repentinamente la oscuridad pareció envolverlos; y siniestras formas se recortaron rodeándolos.
El hombre medicina de los sarcee se llevó la mano a su bolsa mística.

—No estamos solos.



— ¿Y dices que te gustaría instalarte en el ático? —Dijo Heather a Ororo.

—Si no hay inconveniente, me gusta salir a volar en las noches estrelladas, me hace estar en comunión con la naturaleza ¿sabes?

—Vas a ser un soplo de aire fresco por aquí, Ororo. —Observó Walter Langkowski recordando que tenía un experimento en su laboratorio al que echar un vistazo. —Creo que debo volver al labo, por cierto ¿alguien ha visto a Marrina? Hay algunas pruebas que me gustaría realizarle cuando tenga un rato libre.

—Creo que ha ido a nadar…. —Comenzó a decir Lobezno, cuando algo atravesó repentinamente y con un gran estruendo la pared, rompiéndola en grandes fragmentos.
Walter se transformó en Sasquacth, Heather encendió el campo energético de su traje de Vindicator, Box se preparó para disparar sus cañones de fotones a la mínima señal de peligro. Tormenta se puso en guardia y Lobezno sacó sus garras de adamantium de sus nudillos.
De  los escombros salió alguien enfurecido y contrariado.

— ¡Namor! —Exclamó Puck. — ¿Qué haces aquí?

En ese momento, Marrina se lanzó contra el atlante y comenzó a intentar golpearle.
Namor con mayor destreza en las artes del combate cuerpo a cuerpo la redujo, haciéndole una llave e inmovilizándola.

— ¿Qué le habéis hecho a Marrina? ¡Me ha atacado!

Marrina parecía confusa.

— ¡Me beso! ¡Me agarró y me beso! ¡No sé quién eres! ¡No te conozco!

Namor frunció el ceño.

— ¿No me recuerdas, mi reina? ¡Eres mi esposa!

Lobezno se acercó con cara de pocos amigos.

—Eres un estúpido, Namor, no lo es. Fíjate bien, se puede parecer a la Marrina con la que te casaste, pero no lo es en absoluto.

El señor de los mares miro a la joven de piel verde amarilla y la analizo bien. Sus rasgos eran muy parecidos a Marrina, pero sin embargo, las diferencias estaban ahí. Se dejo llevar por su parecido y por su deseo de ver de nuevo a su antiguo amor ya fallecido.
Namor soltó a Marrina.

—Tienes razón, esta muchacha no es la mujer con quien estuve casado ¿Quién es? ¿De dónde ha salido?

—Soy Marrina. —Dijo ella apartándose de él. —Ese también es mi nombre. Me tomaste por sorpresa, lo que me hiciste, me confundió, perdí el control.

Lobezno le puso una mano conciliadora por encima de sus hombros.

—No fue culpa tuya, cariño. Quizás el orejas picudas debió preguntar antes de ponerte las manos encima. —Dijo Lobezno con cierto reproche en su mirada.

Tormenta notó la conexión existente que había entre Logan y la chica Phlodex. De alguna forma Lobezno había tomado como protegida a la llamada Marrina, como años atrás hizo con Kitty o Júbilo.
Namor se inclinó ante Marrina, cogiéndole gentilmente la mano y besándola.

—Mis disculpas, bella dama, no era mi intención hacerle ningún daño, todo lo contrario.
Marrina asintió, como aceptado las disculpas.

—Siento no poder ser tu esposa fallecida.

Namor relajó su semblante.

—Siempre amaré a Marrina, más que a ninguna otra mujer, su recuerdo está grabado a fuego en mi corazón, al verte en las noticias, nadé hacía aquí a toda prisa, sin pensar.

—Podrías haber llamado simplemente y preguntar. —Dijo Vindicator.
Lo notaron de inmediato, un frio gélido e innatural, acompañado de un crepitar del mismo espacio, y unas sombras crecientes.
Algo atacó a Namor por la espalda, arrancándole parte de  la parte superior de su traje y atravesando su piel super densa. El hibrido humano-atlante gritó de dolor y cayó conmocionado.
Sus formas eran vagas, como sombras distorsionadas, alargadas y retorcidas, con largas garras y que soltaban unas risitas macabras y aterradoras.
Un segundo antes de aparecer se notaba una pequeña distorsión, como si la misma realidad se retorciese para que se abriesen paso.
Una de las sombras se abalanzo sobre Marrina, que consiguió eludir mayormente las garras del ente, pero el leve roce le transmitió un frío intenso, no sólo en su cuerpo, si no en su mismo espíritu.
— ¡Marrina! —Exclamó Lobezno lanzándose hacía las criaturas y atacando con sus peligrosas garras metálicas, las afiladas armas distorsionaron las formas de la sombra, pero no parecieron hacerle daño aparente.
La sombra se adelantó y las garras atravesaron un costado del mutante canadiense, Lobezno sintió un frio y un dolor intenso, como si su alma y su conciencia se estuviesen congelando.
Aurora voló a supervelocidad al lado de sus compañeros, y alrededor suyo se formó un aura dorada, un brillo intenso que pareció hacer retroceder a las criaturas sombra.
Aurora puso una mano encima de Lobezno, interesándose por su estado.

— ¿Estas bien, Logan?

—S-si…—Dijo incorporándose y ayudando a levantarse a Marrina.

Observaron como Namor se recuperó del ataque inicial algo desorientado.
Justo en ese instante, comenzaron a materializarse varias docenas de criaturas sombra.

— ¡Sacre bleu!

Box transmutó uno de sus brazos en una ametralladora que lanzaba descargas de fotones concentrados, eso retrasaba a las criaturas, pero no las detenía.
—Sea lo que sean, son muy difíciles de dañar, Heather. —Observó Box.
Tormenta se concentró y con un pensamiento se comenzó a formar un vendaval de viento huracanado que enfocó contra las sombras, intentando desperdigarlas en todas direcciones.
Se escucharon risitas, como las de un niño que estuviese haciendo alguna travesura. Por cada criatura sombra que se desvanecía, otra nueva volvía a materializarse.
— ¡Diosa! ¿Es que no hay manera de detener a estas cosas? —Exclamó confusa la mutante africana.
Vindicator disparo una ráfaga de plasma haciendo que varios entes se disgregasen durante unos momentos.
— ¡Al menos tendremos que intentarlo!


Las sombras atacaron salvajemente, de una de las criaturas sombras surgieron rayos de luz negra, Estrella del Norte apartó a super velocidad a Jason, evitando que los haces de luz negra le alcanzasen de lleno.
El mutante ahogo un gemido de dolor cuando sintió como un frio sobrenatural lo atravesaba, allá por donde las garras de una sombra le alcanzaban.
Instintivamente y sin pensar, Jason Nightwind sintió como de las puntas de sus dedos surgían llamaradas de fuego místico que hicieron huir con un aullido lastimoso a las criaturas.
Shaman vio como las sombras habían huido ante la demostración de poder de Jason, pero este parecía haber quedado agotado.
Estrella estaba temblando, como si hubiese estado expuesto a un frio extremo.

— ¿Te encuentras bien, Jean-Paul?

—S-solo necesito un momento, Shaman. ¿Y el chico?

—Estoy exhausto, como si hubiese corrido una maratón. —Dijo Jason. — ¿Qué eran esas cosas?

—No lo sé… Pero tenemos que ayudar a nuestros compañeros. Estrella ¿puedes quedarte protegiendo a Jason? Tardará un rato en poder recuperar sus fuerzas.

Estrella del Norte estuvo a punto de protestar, aunque finalmente se mordió la lengua y asintió.




— ¡Imperius Rex! —Gritó Namor antes de descargar la furia de sus golpes contra las criaturas sombras, sin mucho éxito, ya que los seres parecían poder volverse inmateriales a voluntad.
Sin embargo, sus ataques eran mucho más dañinos para ellos. El hombre-submarino sentía como con cada nuevo ataque de las criaturas sombra perdía fuerzas, a este ritmo, pronto estaría tan débil como un niño ante sus enemigos.
Sasquacth alargó uno de sus enormes brazos, quitándose de en medio  a varias de las criaturas sombra, Walter pudo ver como Box y Vindicator luchaban espalda contra espalda, dispersando a las criaturas con sus rayos energéticos. Lobezno intentaba destrozar con sus garras a los innumerables oponentes, Marrina luchaba con un similar ahínco. Puck saltaba de un lado a otro, intentando esquivar las embestidas de las criaturas y golpear cuando podía, Tormenta invocaba una cadena de rayos con la intención de destruir a sus enemigos, pero por cada rayo que caía sobre una de las criaturas sombra, una nueva se formaba casi al instante; Aurora trataba de mantenerlas alejadas con la luz que emitía a su alrededor, aunque cada vez su brillo decrecía y crecía la oscuridad.
Cuando las sombras parecía que lo iban a engullir todo, una luz pura y blanca destacó por encima de ellos. Una lechuza blanca como la nieve descendió del cielo  resplandeciente como una estrella en el firmamento.
El ave en unos instantes se fue cambiando de animal a ser humano, convirtiéndose en Ave Nevada.

— ¡No desfallezcáis, amigos míos! ¡Por Nelvanna y Hodiak!
Ave Nevada se movió y extendió su capa y de su interior surgió una luz blanca, la luz del mismísimo norte, que pareció asustar de alguna forma a las criaturas sombra.
Shaman apareció repentinamente, a través de un portal místico. Entonando unas palabras de un viejo hechizo sarcee, sacó algo del interior infinito de su mística y mágica bolsa shamanica. Era un puñado de hojas, que lanzó contra las sombras.
Como iniciado por una chispa, un remolino de fuego azulado se creó de la nada y las sombras con un alarido igualmente de sorpresa, como de dolor, se desvanecieron todas a la vez, como si nunca hubiesen estado ahí.
Heather se acercó a Shaman.

—Has salvado el día, Michael ¿Qué eran esas cosas?

Shaman se quedó turbado.

—No estoy seguro, Heather, su origen es sobrenatural y he conseguido rechazarlos, por el momento, pero averiguaré que son antes de que nos vuelvan a sorprender.

Lobezno miró el destrozo ocasionado por la llegada de Namor y por el combate, y después se fijo en Tormenta, que se sujetaba los brazos, como nerviosa.

— ¿Te ocurre algo, Ororo?

Ororo se dio la vuelta y en sus ojos azules se reflejaba un cierto temor.

—Su contacto, pudo notar como su mera existencia era una obscenidad para la madre tierra. Esos seres, eran puro mal, puro odio, Logan.

Namor vio a Marrina algo aturdida y se preocupo por ella.

— ¿Te han hecho daño?

—Me  encuentro bien, gracias por preocuparte después de agredirte como lo hice. —Dijo Marrina intentando sonreír.

—La culpa fue mía, no tuya, chica. No eres mi amor perdido, pero veo tanta nobleza en ti como vi en ella. Espero que algún día visites Atlantis y seas mi invitada de honor, para poder enseñarte las maravillas de mi reino.
—Puede que algún día, Namor. —Dijo Marrina con sinceridad. La idea de conocer un poco más del lugar donde vivió la original Marrina durante un tiempo le atraía realmente.
Ave Nevada posó una mano en el hombro de Shaman.
—Michael, tenemos que hablar.



Jason Nightwind se hallaba sentado, con las piernas cruzadas y levitando por encima del suelo. Su conciencia estaba muy lejos de allí, a planos de distancia. Un truco enseñado por su maestro para recuperar sus energías místicas con mayor rapidez.
Michael Twoyoungmen lo contemplaba en silencio, observando como el joven iba aprendiendo con mucha velocidad y atención, toda la información que  estaba recibiendo sobre el mundo de los espíritus y chamanico. Era un buen aprendiz, y su progresión le sorprendía incluso a él.
De reojo vio a alguien, se dio cuenta de que era Ave Nevada. Salió de la habitación y se acercó a su compañera y amiga. Más que eso incluso. Shaman la trajo al mundo de los mortales las dos veces que Narya había renacido en este plano de  existencia. En cierta forma, era como una hija para él.
—El ataque de hoy, no ha sido una casualidad, Michael. Algo tan grande para inquietar a los mismos dioses ha hecho que me advirtiesen del peligro. —Indicó Ave Nevada con preocupación. —Lo que nos atacó…Temo que sean siervos o enviados suyos.

—Lo eran, sin duda. El espíritu de mi abuelo me apremió a tomar un aprendiz y entrenarlo para prepararlo cuando llegue el momento de la verdad(5) —Dijo el médico sarcee. —Temo que no haya tiempo, tiene tanto que aprender… Estaba tanteándonos, viendo nuestros límites, probándonos.

Ave Nevada miró con sus ojos negros con pupilas blancas a Shaman.

— ¿Has conseguido saber más de esta amenaza? Parece que nos lleva ventaja.

Shaman negó con la cabeza.

—Sea lo que sea, elude todos mis hechizos de detección. Intuyó su poder, su maldad, pero de una manera muy difusa, sin poder determinar su origen. Lo que si he visto que su poder crece cada día…

Ave Nevada se quedó pensativa.

— ¿Deberíamos advertir al resto de los Alpha, Michael? —Preguntó Narya a Shaman.
—Por el momento será mejor que no sepan nada. Tendremos que decírselo, tarde o temprano, pero antes deberíamos averiguar más de esta amenaza que tiene convulsionado al mundo espiritual.

— ¿Y Jason? ¿Crees que será capaz de semejante tarea?

—Su potencial es casi tan grande como su inexperiencia, creo que se deben acelerar las cosas. Pesé a

los peligros, me veo obligado a hacerlo.

Ave Nevada lo miró con extrañeza.

— ¿Qué quieres decir?

Shaman suspiró.

—Iremos a las tierras baldías… Y veremos si es capaz de superar las adversidades que se le pondrán en su camino. —Anunció Shaman.



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Referencias:
1 .- Como vimos en el X-Men#18, corre a leerlo!
2 .- Los Anaye, según la mitología o leyendas de las tribus indio americanas Los Anaye, eran monstruos o dioses malvados, espíritus del mal que amenazaban al mundo.
3 .- Antiguo miembro de Alpha Flight en la etapa de Steve Seagle en el volumen II usa de la serie.
4 .- En el ya comentado X-Men#18
5 .- Como pudimos leer en el Alpha Flight#01

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