Star Trek La Nueva Generación nº06


Título: Un Enigma para el doctor Feynman 
Autor: John Schneider
Portada: Edgar Rocha
Publicado en: Feb 2012

Picard debe lidiar con una nave que acosa a la Enterprise, mientras Feynman, Kebron y Dax se encuentran atrapados en la superficie del planeta e incomunicados de la nave.
“La Uss Enterprise, la nave insignia de la Federación Unida de Planetas entra en una nueva era, con nuevas peligros, nuevas aventuras y nuevas amenazas a las que enfrentarse.”
Gene Rodenberry y Action Tales presentan:

Creado por Gene Rodenberry

- Escudos a máxima potencia.- Ordena el Capitán Picard mientras la nave recién llegada se prepara para abrir fuego. Incapaces de contactar con el equipo de exploración no tiene forma de saber que el aspecto de piedra pulida es muy similar al de los habitantes del planeta ni que los óvalos negros que adornan la parte frontal de su fuselaje son sus ojos. En cambio las descargas de sus cañones gemelos son inconfundibles. Los escudos resisten no sin que se produzca un ligero temblor en el puente de mando. Nada a lo que no estén más que acostumbrados.
- Abran vías de comunicación con la nave desconocida. Indiquen nuestras intenciones pacíficas.- Picard habla con el aplomo de un oficial de la flota.
El primer oficial, que ha tomado el sitio de la ausente consejera Dax, envía el mensaje en todas las frecuencias sin resultado alguno.
- No contestan, creo que hemos dado con un planeta poco hospitalario. Parece que estamos en racha.
- No debería sorprendernos, si se han tomado tantas molestias para ocultar su planeta no creo que nuestra visita sea de su agrado. Espero que les vaya mejor a nuestros compañeros.
- Seguro que Feynmann les convence con su labia.
- Veo más probable que los vuelva locos.
- Eso también funcionaría.
 El mencionado científico, Kebron y Dax se encuentran en una amplia sala bajo la superficie del planeta. Están en una jaula formada por cuatro pilares de roca pulida y brillante que generan un campo de energía. Sus captores parecen discutir sobre su destino y las repercusiones que este tendría en la nave. Por sus gestos parecen entre nerviosos y furiosos, pero al comunicarse de forma telepática es imposible saber qué se están diciendo. Eso no impide que Feynman tome buena nota de cada movimiento, voluntario o no. Tras un rato que se hace eterno a los otros oficiales de la Federación, sus captores vuelven a dirigirse a ellos.
- ¿Cómo nos habéis encontrado?
- ¿En serio?, tras todo ese rato de deliberación me esperaba una pregunta más interesante.
Kebron le dirige una mirada homicida que pone la piel de gallina a la consejera Dax pero es ignorada por el oficial científico.
- Os habéis escondido tan bien que llamáis la atención. ¿Un planeta con una atmósfera que actúa como camuflaje? Eso es un misterio que clama por ser resuelto.
Otro de los captores toma la palabra acompañándola de una descarga leve, que no coge por sorpresa al Doctor Feynman.
- El cómo nos hayáis descubierto es secundario, sabíamos que este día llegaría y nos hemos preparado para él desde el día en que nuestros ancestros se asentaron aquí huyendo del Enemigo.
- Enemigo, eso SÍ que es interesante, aunque sólo sea un cuento para manteneros aquí, aislados.
La insinuación nada velada del oficial científico es recibida con una nueva descarga que despierta la preocupación de la consejera Dax y la furia de Kebron. Mientras la primera se preocupa por el estado de su compañero el segundo hace patente su malestar.
- Somos oficiales de la Federación en una misión de exploración, ignoramos quién es ese Enemigo del que habláis pero os puedo asegurar que no tenemos ninguna intención hostil.
- El Enemigo lo domina todo fuera de este mundo, hace eones expulsó a los nuestros y engendró miles y miles de vástagos, que tomaron lo que nos pertenecía por derecho…
Feynman, recuperado de la última descarga, sonríe a su compañera para tranquilizarla y corta a su anfitrión.
- ¿Estáis seguros? Mirad por ejemplo a mi compañero, ¿no os resulta familiar su aspecto? Todo pétreo y con mal genio.- El rostro de Kebron se endurece al oír el comentario de su compañero, dejando la duda de si lo hace por seguirle corriente o por un comprensible enfado.- Decís que el Enemigo controla todo lo que hay ahí fuera pero, ¿cómo podríais saberlo? Según vosotros lleváis escondidos aquí eones, sin contacto con nadie, al menos pacífico por lo que he podido deducir de vuestro “cálido” recibimiento.
- Hemos recibido visitas antes, de otros que como tú intentaron engañarnos con falsas promesas de amistad y concordia. Sus cadáveres yacen ahora en las entrañas de este mundo.
-¿Y los habéis estudiado o sólo los habéis arrojado a alguna fosa?
La consejera Dax se interpone entre el oficial científico y un irritado Kebron, cada vez más convencido de que su compañero los va a llevar a la ruina por lo que su sorpresa es mayúscula cuando una criatura cubierta por una túnica y una capucha entra arrastrándose sobre sus cuatro patas y mostrando una vara de cristal como símbolo de autoridad.
- Basta, hijos míos, habéis actuado tal y como os enseñé, igual que a vuestros padres y sus antepasados pero hoy nos las vemos con una situación para la que no estáis preparados.
Arrodillándose al unísono sus captores reciben al recién llegado con una completa y total obediencia. Dejando a sus subordinados en una postura más propia de súbditos dirige su atención a los tres prisioneros.
- Bienvenidos a mi reino y refugio, disculpad a mis chiquillos, tienen órdenes de eliminar a cualquier visitante.
- ¿De quién se esconde?- Pregunta a bocajarro Feynmann, sin obtener esta vez ningún impedimento de sus compañeros, los cuales sienten que el recién llegado puede tener las respuestas ansiadas.
- Va usted al grano, me gusta, tras tanto tiempo viviendo rodeado de criaturas obedientes hasta el paroxismo es refrescante hablar con alguien con voluntad propia. Me escondo de mi pueblo.
- ¿De su pueblo?, eso explica los esfuerzos que se ha tomado para ocultar este planeta. Entiendo que son tan longevos como usted y que no pararán hasta encontrarle pero no responde a la gran pregunta,
¿por qué? Se me ocurren varios motivos pero es tontería especular pudiéndole preguntar directamente.
- Todo a su tiempo, primero me aseguraré que sus superiores no interfieren…con un gesto de buena voluntad.
 En el puente de la Enterprise la sorpresa da paso a una espontánea alegría cuando la nave invasora se retira y surge de la atmósfera el transporte envuelto en un campo de fuerza que deja entrever que se halla en un estado razonable. Una señal de llamada confirma sus impresiones hasta que ven que en la nave sólo van los dos subordinados de Kebron.
- ¿Dónde se encuentran los oficiales? – Pregunta Picard escrutando sus rostros en busca de alguna pista.
- Están bien señor pero ignoramos su paradero. Nos han liberado a cambio de que le transmitamos un mensaje de su parte.
- Adelante.
- La Enterprise debe mantenerse en órbita y a la espera de nuevas comunicaciones. Bajo ningún pretexto enviaremos más personal o nos acercaremos más al planeta.
El primer oficial hace una mueca de patente disconformidad.
- No me gusta que nos marquen las reglas de un juego en el que no elegimos participar.
- Ni a mí, pero tienen a nuestros compañeros. Mientras no sepamos cómo sacarlos de forma segura les seguiremos la corriente. Quiero ideas, debe haber alguna forma de superar las interferencias de esa atmósfera artificial.
Desde la sala de máquina el capitán recibe la respuesta que esperaba.
- Puede que haya una manera, he estado trabajando con Feynmann en formas de conectar con el campo electromagnético de los planetas para analizarlos y podría servirnos en este caso pero ya aviso de que es algo más teórico que práctico en este momento.
- Tienes mi confianza, adelante.
- A sus órdenes, Capitán.
- Es una buena ingeniera, y de las pocas personas abordo que entiende a nuestro querido oficial científico.- Comenta LaForge con una expresión de orgullo.
- Sí, fue una buena elección.
De vuelta en el planeta los tres prisioneros han sido trasladados a una estancia más cómoda y mejor iluminada. Todo en ella hablaba de un pasado casi olvidado. Su captor y anfitrión da indicaciones precisas a criados artificiales, apenas dotados de la consciencia necesaria para cumplir con su función. Feynmann observa cada mueble, cada adorno con atención. Un detalle que no pasa desapercibido.
- Lo que ves son meras fruslerías, lo poco que pude apañar cuando me vi forzado a abandonar mi hogar.
- Lo cual nos lleva de nuevo al quid de la cuestión, ¿por qué?
- Una pregunta tan simple y que sin embargo me ha atormentado durante demasiado tiempo. En mi planeta natal era una visionaria, mi raza dominaba sistemas solares enteros. Docenas de razas nos adoraban. La mayoría las veían como criaturas inferiores, yo en cambio veía en ellas el potencial para mejorar…
- Así que empezaste a crear híbridos.
- ¿Cómo?
- Desde que has aparecido no hemos podido ver bien tu cuerpo en ningún momento, sospechaba que había algún motivo, ahora sé cuál es, no quieres que sepan que sois diferentes. Tenéis genes en común, pero hay las suficientes diferencias para que sean apreciables.
- Así es, mis congéneres repudiaron mi proyecto y me condenaron. Con ayuda de mis hijos huí todo lo lejos que pude y creé un hogar para nosotros. Con el paso de las generaciones olvidaron su origen y todo lo que queda es la idea es un Enemigo que no descansará hasta capturarnos.
- Eso no justifica los innumerables cadáveres que se acumulan en vuestros “sótanos”.
- ¿Vienes a juzgarnos?
- No, he venido a escucharte pero no pienso quedarme callado. Lo que has hecho ha causado víctimas inocentes. Tu raza nos es desconocida al igual que la tecnología que hace funcionar este planeta, no soy quien de juzgarte pero sí de decirte que es hora de afrontar la verdad, no hay nada de lo que esconderse salvo de tus recuerdos.
Apesadumbrado el anciano científico apenas alcanza a llamar a uno de sus siervos.
- Estoy cansado, creía que había escapado pero mis perseguidores siempre han estado aquí.- Musita señalando su pecho. – Lo cierto es que os he mentido, no quería mejorar la raza sino salvarla. Nuestra evolución se había atascado y éramos vulnerables. Gracias a mi investigación he vivido mucho más de lo que merecía. Mis compatriotas, a los que he convertido en un enemigo sin rostros detrás de cada pobre ser que ha dado con este planeta, debieron extinguirse hace mucho. Afrontaré vuestra justicia, sea como sea me la merezco. Tan sólo os pido que perdonéis a mis hijos y me dejéis contarles la Verdad. Son tan víctimas como los que murieron a sus manos.
Kebron y dax no pueden evitar mostrar sorpresa primero y admiración después por la forma en la que su compañero ha desvelado el misterio del planeta, tal y como se había propuesto en un primer momento.
 
- Capitán, he localizado a nuestros compañeros.- Anuncia Gara con una mezcla de alivio y perplejidad.
- ¿Puede contactar con ellos?- Pregunta Picard, orgulloso del logro de su oficial de máquinas.
- Será sencillo, porque, verá, la atmósfera ha dejado de interferir con nuestros instrumentos. Deberían poder comunicarse con ellos en cualquier momento.
Antes de que puedan decir nada más reciben una señal de llamada del planeta.
- Póngala en pantalla.
La imagen muestra a los tres oficiales junto al líder y creador de los habitantes del mundo. Kebron parece incómodo mientras que la consejera y Feynmann parecen compartir la satisfacción por el deber cumplido. Dax toma la palabra.
- Capitán, tenemos que solventar unos asuntos aquí antes de poder regresar a la Enterprise. Feynmann ha resuelto el enigma de este planeta.
- Estaré encantado de leer un informe detallado.
- Preferiría narrárselo en un ambiente propicio, un misterio no debería ser mancillado por el corsé de la burocracia.
Una sonrisa asoma a los labios del Capitán, que piensa en la holocubierta y cierta ambientación de época victoriana que tanto le gustaba a su compañero Data. “Estoy seguro que esto le habría encantado.”
- Si lo prefiere así no tengo ningún problema. Procuren no meterse en más líos, bastantes nos esperan ya cuando volvamos.
- Esto…- Empieza a decir titubeante la consejera.
-¿Sí?
- También tenemos que llevar al líder de este mundo a ser juzgado por crímenes durante, bueno, mucho tiempo.
- Déjenme adivinar, la política de no bienvenida era cosa suya. ¿Me equívoco, consejera?
- No.
- ¿Y le habéis convencido de que se entregue?
- Sí.
- Recibirá un juicio justo. ¿Algo más?
- Quiere que se perdone a sus subordinados.
- Es un gesto honorable pero deberá decidirlo el tribunal, no yo, aunque le prometo que serán magnánimos. Sólo espero que cambien sus costumbres.
Por primera vez interviene el “líder”.
- Se lo aseguro, este mundo acogerá de hoy en adelante a los visitantes como siempre debió hacer. Se acabó el esconderse.
FIN

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En el próximo número la Enterprise afrontará un reto más peligroso, el nuevo orden impuesto por Stoner, que amenaza el propósito mismo de la nave.

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