Los Campeones nº02

Título: Los Dioses Vuelven a Caminar sobre la Tierra (II)
Autor: Miguel A. Naharro
Portada: Lidia Castillo
Publicado en: Julio 2012

Tras ser reunidos, los Campeones tienen que enfrentarse a su primera amenaza, cuando algunos antiguos dioses eslavos tratan de regresar a la Rusia actual; revindicando volver a ser adorados por sus habitantes ¡tanto si quieren como si no!.
Reunidos por el señor de Asgard para proteger a los mortales ¡Red Norvell! ¡La eterna Sersi! ¡Ulik el Troll! ¡Horus, dios-halcón! ¡Skurge el Verdugo! ¡Ares, dios de la guerra! ¡Tarene, doncella del trueno! ¡Silverclaw, semi-diosa azteca! ¡Porque el mundo sigue necesitando Campeones!
Stan Lee y Action Tales presentan:
Creado por Miguel Ángel Naharro

Resumen de lo publicado: Thor, el dios del trueno y señor de Asgard viaja reuniendo una serie de dioses de diferentes panteones para crear una fuerza de paz que pueda defender a los mortales de todo tipo de peligros y amenazas divinas…



La Ciudadela

Lupe contemplaba maravillada el lugar donde se encontraba en esos momentos; desde la alta muralla que rodeaba como una defensa la ciudad. La arquitectura era antigua y extraña, tenía nociones de diferentes culturas y de ninguna. Los edificios y las torres estaban en considerable buen estado pese al tiempo que el sitio habría permanecido sin que nadie hubiese pisado el interior de la Ciudadela.

—La Ciudadela… Así que ese es su nombre. —Murmuró Silverclaw.

—Al menos es el nombre con el que la hemos bautizado, joven diosa.

La vengadora dio un respingón, no le escuchó llegar ni fue consciente de la presencia de Horus.

—Su verdadero nombre es Commoriom, la capital del mítico reino de Hiperbórea[1], un plano

cercano al plano mortal, la patria de los antiguos dioses olvidados. — Explicó Horus. —Aquí es donde se reunían los primeros dioses de los humanos. Su localización fue un regalo de Crom para los nuevos dioses.

Le miraba con sus ojos de halcón y Lupe no sabía leer en ellos, su aspecto le inquietaba, junto a Ulik era el menos humano de todos los reunidos allí.

—Dime, Horus, ¿vive alguien más en este reino perdido?—Preguntó la muchacha haciendo un gesto que abarcaba las montañas, bosques que estaban alrededor de la Ciudadela.

—Creemos que excepto la vida animal somos los únicos seres inteligentes que la habitan en la actualidad. —Indicó el dios-halcón.

—Estáis aquí.

Era Tarene, que apareció por el hueco de las escaleras, les sonrió y su mirada se perdió en el horizonte.

—Un sitio hermoso, pero a la vez inquietante. Quien sabe que misterios se ocultan en este reino olvidado por los dioses tantas eras atrás. —Observó Tarene.

— ¿Qué ocurre, Tarene?

—Norvell quiere reunirnos a todos en el gran salón.

—Pues será mejor no hacer esperar a los demás. —Dijo Silverclaw a quien se le pasó un pensamiento por la cabeza.

— ¿Creéis que Norvell es el adecuado para liderarnos? No es que dude de él, pero al no ser un dios de nacimiento, puede que haya quien no le guste recibir sus órdenes…

Tarene respiró hondo y apretó los puños.

—Norvell puede que sea de origen mortal, pero es un gran guerrero y un hombre honorable, tiene el beneplácito de Lord Thor y el mío también.

Horus parpadeó antes de responder.

—Todos tenemos lecciones que aprender en esta aventura que está por iniciarse. —Dijo de manera enigmática.

Y antes de que pudiesen responderle, bajó las escaleras y desapareció de su vista.

Red Norvell se movía por los amplios pasillos de la Ciudadela, con su martillo Uru en mano y dándole aún vueltas a si había tomado la mejor decisión al aceptar esta oferta, y lo más importante, si Thor habría aceptado dándole el manto del liderazgo.

Desde que el dios del trueno le encomendó la misión de ser uno de los protectores de Midgard[2], tuvo en mente reunir un super-grupo, hasta pensó en llamarlo los Campeones, pero al final desistió porque nadie parecía dispuesto a unirse a su grupo. Ahora tenía un grupo y Thor decidió por decisión propia que él fuese su líder. Nunca pensó que formar parte de un grupo de dioses y semi-dioses fuese parte del plan ¿Serian capaces de seguir sus indicaciones seres que tenían miles de años a sus espaldas? ¿No lo considerarían una ofensa? Odiaría más que a nada en este mundo el fallarle a Thor y traicionar la confianza depositada en él. Esperaba que no se arrepintiese de ello.

Entró en una sala y descubrió con sorpresa que era una especie de sala de baños termales. Las aguas se removieron y de su interior surgió un hermoso cuerpo femenino desnudo y lleno de sinuosas curvas. Norvell se quedó boquiabierto y tardo unos segundos en reaccionar.

— ¿No quieres probar el agua, Norvell? Esta deliciosa. —Le musitó la eterna conocida como Sersi esbozando una sensual sonrisa.

Norvell tragó saliva y se dio la vuelta incomodo.


—T-tenemos r-reunión, en el gran salón, en diez minutos, Sersi. Te esperó allí. —Dijo casi sin voz Norvell deseando que se lo tragase la tierra en ese momento.

Sersi miró divertida como el apurado y grandullón de Red Norvell se marchaba. Con un gestó, sus ropas aparecieron envolviendo su esbelta figura. —Es todo un encanto-pensó la eterna. Creo que me voy a divertir en este grupo…


El Gran Salón era amplió, lleno de solidas columnas de piedra, y muros llenos de estandartes y símbolos grabados que perdieron su significado largo tiempo atrás.

Una larga mesa de grueso mármol presidia la estancia, y en pleno centro una esfera luminosa envuelta en haces similares a llamas.

Ulik el troll arrancaba la carne de los huesos del animal que habían servido para comer, estaba cocinada, pero apenas, por lo que a gusto de Ulik era mínimamente aceptable. Sus ojos se fueron hacía la esfera luminosa, le ponía nervioso, quizás porque sus ojos, a pesar de la magia de la hechicera eterna Sersi había obrado en ellos, eran sensibles a la luz, acostumbrados a la penumbras subterráneas del  reino de los trolls.

Ares, el dios de la guerra olímpico se llenaba una copa de vino cada vez que al vaciaba.

Miró con desgana como Horus, Tarene y Silverclaw cruzaban el umbral de la entrada del salón.

Aunque no ocurrió lo mismo cuando entró por la misma Skurge el verdugo, que llevaba apoyado su afilado hacha en su hombro.

Ares se levantó como accionado por un resorte y se dirigió hacía el asgardiano.

—Hay algo que no entiendo… Teniendo aquí a un auténtico dios de la guerra ¿para qué necesitamos a un guerrero asgardiano de segunda? Si no recuerdo mal, eras un mero perrito faldero de tu ama la Encantadora…

Ulik sonrió divertido, como si estuviese asistiendo a un espectáculo, Horus apenas se inquietó, como si estuviese ausente. Tarene frunció el ceño y se puso en alerta, y Silverclaw no pudo evitar pensar que era el inevitable conflicto de dos gallos de pelea en el gallinero.

La mención del nombre de la asgardiana hizo que Skurge hiciese una mueca.

—Puede que mi hacha pueda aliviarte de la pesada carga de tu cabeza sobre tus hombros y así no necesites pensar más, dios de la guerra. —Apuntó Skurge acariciando la hoja de su hacha.

Esto hizo enfurecer al dios de la guerra, que gracias a los guanteletes encantados fabricados por Hefesto, hizo aparecer una enorme maza en su mano.

—Inténtalo, si tienes el valor suficiente, perro asgardiano. —Amenazó Ares.

La tensión se podía cortar con un cuchillo en la sala y cuando parecía que la tensión iba a estallar definitivamente en un conflicto se escuchó una voz que vocifero en un tono muy alto.

—¡¡Basta!!

Red Norvell con el rostro descompuesto por el enfado y por la rabia se apoyaba en su martillo Uru a dos manos, detrás suyo estaba Sersi.

— ¿Eso es lo que sois realmente? ¿Niños? Porque no veo inmortales con una amplia experiencia, si no niños peleándose. —Dijo autoritariamente Norvell.

Ares señaló con su maza a Norvell.

—Un mero mortal no me dará ninguna lección, si no sabes cuál es tu lugar, puede que en cuanto acabe con el Verdugo, tú seas el siguiente….

Norvell dio un paso adelante, su envergadura y altura eran superiores a las del dios de la guerra.

— ¿Tu y que ejercito? Thor fue quien me nombró vuestro líder y ejerceré como tal, no podemos enzarzarnos en peleas entre nosotros, tenemos que estar unidos para luchar contra nuestros enemigos.

—No voy a permitir que un mortal, por más que se vista de dios, me hable en ese tono.

—Pues quizás debas acallar tu lengua, Ares. —Contestó Tarene llevándose la mano a su martillo dorado. —Eres muy pretencioso y muy arrogante, olímpico. Red Norvell es un amigo y un aliado, y no permitiré que le hables de esa forma.

Silverclaw se acercó a ellos.

—Norvell tiene razón, si nos peleamos entre nosotros ¿Qué es lo que hacemos aquí?

Ares la miró con despreció.

—Que sabrás tú, si eres medio-mortal…

—Es más sabia que muchos de nosotros. —Dijo Skurge. —Estoy con Red Norvell, Thor lo eligió y es suficiente para mí.

—Y para mí. —Aseguró Ulik el troll enseñando sus dientes.

Ulik se levantó y con pesados pasos se puso a su nivel.

—Estamos con Norvell, olímpico, y le seguiremos a donde nos lleve. —Dijo Sersi decidida.

Red Norvell estaba sorprendido por la reacción de la mayoría de sus recientes compañeros. Era posible que hubiese subestimado la sabiduría de su amigo Thor.

Ares hizo desaparecer su arma y se apartó mirándolos con dureza.

 —Si es lo que queréis, seguiré vuestro juego, y veremos donde nos conduce, aunque ya os aventuró que un mortal no puede liderarnos con éxito.

Por el momento—Pensó Ares. —Pero el tiempo pondrá a cada uno en su sitió.

Horus, que no había participado en la discusión, permanecía ante la esfera luminosa, que brillaba con más intensidad, cambiando de color a cada instante.

—Mi oráculo ha detectado una amenaza en el mundo mortal. —Indicó el dios egipcio.

—Estupendo—Pensó Norvell. —Un poco de acción les vendrá bien para aliviar tensiones.

— ¿Dónde está localizada? —Preguntó Sersi contemplando el oráculo del dios-halcón.

En la esfera se formó la imagen del globo terráqueo y un punto en concretó brilló con un color chillón e intermitente. Horus señaló ese punto con uno de sus dedos.

—Aquí se halla.

— ¡Pues será mejor que nos movamos rápido! —Exclamó Norvell. — ¡En marcha!


Omsk, Rusia

Trish Tilby[3] observaba junto a su cámara Roger como las llamas devoraban todo a su paso. En apenas unas horas el fuego se había extendido como una marea imparable y los servicios de bomberos de la ciudad de Omsk se veían impotentes para apagar las llamas.

Trish recibido una llamada urgente, aprovechando que estaban haciendo un reportaje sobre la zona para el canal CNBC de los Usa, le indicaron que fuera a cubrir esa noticia para el canal internacional. La periodista se puso delante de la cámara con su mejor sonrisa.

—Aquí Trish Tilby desde Rusia, donde una serie de espectaculares e incontrolables incendios amenazan a la población local. —Dijo la periodista estadounidense.

En ese momento las llamas hicieron que  se derrumbase un edificio previamente evacuado, provocando un gran estruendo cuando los escombros cayeron sobre la calle. La cámara se movió, mostrando una columna de llamas que comenzó a mostrar algo extrañó e inquietante, el fuego pareció crear una especie de rostro. Se escuchó el sonido de una risa inhumana que procedía del incendio.

— ¿Qué diablos? ¡Eso parece una cara! ¡Es como si el fuego tuviese vida propia!

La criatura ígnea se torno humanoide y avanzó hacía un camión cisterna, los bomberos huyeron rápidamente y las llamas devoraron el vehículo hasta que este estalló con una fuerte explosión. — ¿Se tratará de un mutante o alguna nueva amenaza meta-humana? —Pensó Trish Tilby recordando cuando cubría las noticias de los mutantes en New York, relacionándose con La Patrulla-X y Factor-X y siendo pareja de La Bestia.

El ser compuesto de llamas parecía crecer con cada paso y el temperatura comenzaba a ser insoportable para todos los que se encontraban en la zona. El suelo comenzó a temblar bajo sus pies, y una serie de grietas se abrieron, y de su interior surgieron docenas de extraños seres, delgados y viscosas, sin rostro, pero con garras afiladas. Se lanzaron contra los bomberos y la policía que acordonaba la zona.

El cámara de Trish Tilby no perdió detalle, y de repente, una distorsión, como si la misma realidad se retorciese, y una nube de pájaros negros, tan negros como la misma oscuridad se juntaron hasta tornarse en la silueta de una mujer de larga caballera negra y ojos fríos como el hielo y aspecto aterrador.

— ¡Tomaremos lo que es nuestro por derecho! ¡Así lo jura Morana, diosa del invierno y de la muerte![4]

La siniestra mujer extendió las manos y de sus palmas salieron copos de lo que parecía nieve, que al tocar el suelo, se transformaban en unas criaturas de hielo y nieve.

¿Hielo y fuego? ¿Cómo es posible? —Pensó Trish Tilby con la boca muy abierta y sin saber cómo actuar.

El inmenso ser compuesto de llamas rugió y una voz atronadora se pudo escuchar.
 

—Volveréis a temernos y a adorarnos, recordareis que es sentir la ira de Svarozvich, dios de la llama.

Un helicóptero que estaba evacuando a civiles sobrevoló por encima de varios edificios y la criatura soltó un geiser de llamas desde su boca.

Cuando parecía todo perdido para ellos, una figura se interpuso en su trayectoria, y las llamas chocaron con un martillo que era movido a gran velocidad por una hermosa joven de cabello rubio, traje negro con adornos de acero, una capa roja que ondeaba en el aire y una diadema de metal con alas a los lados que llevaba en su cabeza.

— ¡Vil criatura! ¡Estos mortales están bajo la protección de Tarene!

Trish Tilby se quedó asombrada. Era como el vengador llamado Thor, pero en versión femenina.

 Nathan, su cámara, le tocó en el hombro para que se diera la vuelta. Enseguida se dio cuenta de lo que quería que viese.

Un variopinto grupo de extraños personajes se estaban desplegando por los alrededores.

Un hombre corpulento, musculo y con una barba y melena pelirroja, ataviado con armadura y con un yelmo con largos cuernos, alzaba un enorme e imponente martillo de guerra a dos manos. A su lado, una hermosa mujer, de cabello negro y con un traje verde parecía concentrada. Una criatura titánica, de color dorado y barba y melena, rugía de rabia. Un guerrero con un yelmo y vestimentas grecorromanas y con un espada  y un escudo en las manos corría al encuentro de los seres sin rostro. Una chica, con un extraño y colorido traje y una piel plateada, como si fuera metalizada, saltaba detrás de él. Un solitario e imponente hombre, con la cabeza afeitada y sujetando un afilado hacha, caminaba sin prisa. Sin duda, el más impresionante era el que sobrevolaba sobre sus cabezas. Una criatura cuyas alas desplegadas le hacían volar, su cuerpo era el de un hombre,  y su  cabeza era la de un halcón, sus ropas como las del antiguo egipcio, y llevaba el símbolo de un Ank en una de sus manos.

Red Norvell se adelantó, alzando su imponente y poderoso martillo.

— ¡Deteneros! No podéis seguir causando el caos y haciendo daño a esta pobre gente. —Dijo Norvell mirando a la diosa Morana.

— ¿Vosotros os atrevéis a darnos ordenes? Somos los últimos hijos del reino caído de Svarga, estos mortales volverán a adorarnos y temernos como antaño o ¡morirán todos ellos!

Red Norvell dio gracias a que mediante los poderes de Sersi pudiesen comprender cualquier idioma.

Horus, el dios egipcio del sol se acercó a Red Norvell.

—Son dioses eslavos, hace miles de años fueron adorados por los pueblos de estas gélidas tierras. Las fuerzas de Loki arrasaron su reino en la guerra[5]. —Indicó el dios-halcón.

— ¡Os ayudaremos! Estamos del mismo bando, amigos, actuamos bajo el mandato de lord Thor.

Esto pareció enfurecer a Morana, que extendió una de sus manos y haces de  energía tenebrosa salieron disparados contra ellos. Sersi dispersó los haces místicos con una ráfaga de energía cósmica que emitió a través de sus dedos.

— ¡Thor! ¡Él fue el culpable del sufrimiento y la muerte de los míos! ¡Sufrirás horriblemente por ello!

— ¡Maldita sea! Me parece que he metido la pata hasta el fondo.

Sersi le pasó una mano por la mejilla, de manera muy atrevida y esbozo una sonrisa picara.

—Estas muy guapo cuando te enfadas, Norvell. —Comentó la eterna.

Morana hizo un gesto y docenas de las criaturas viscosas y sin rostro comenzaron a atacarlos. Los seres amenazaron con cubrirlos, Skurge, el Ejecutor  movió su hacha con la pericia de quien ha vivido miles de batallas, y la afilada hoja de su arma los seccionaba en diversos trozos.

—Estas cosas no son una amenaza para nosotros. —Dijo Skurge sin dejar de golpear una y otra vez.

Fue entonces cuando vio que de cada fragmento de los seres sin rostro se formaba uno más.

—Brujería. —Pronunció con desagrado. La brujería le traía recuerdos de su vida pasada antes de recaer en el Valhalla. Cuando era un mero perrito faldero de Amora, la Encantadora, a quien creía amar, pero la Encantadora solo se amaba a sí misma y la traicionó una y otra vez. Despechado y

rabioso, se sacrifico para salvar a Thor y los guerreros de Asgard, ganándose su derecho a recaer en el hogar de los valientes, en el Valhalla. Golpeó con más fuerza, viendo el hermoso rostro de Amora en cada nuevo enemigo que derribaba.

Horus descargó la energía solar  desde su Ank dorado abrasando a las criaturas, pero con que sólo quedase un pequeño fragmento, se volvía a crear un nuevo ser.

—Sersi ¿no podrías convertirlos en algo más inofensivo? —Apuntó Horus sobrevolando a la horda de criaturas invocadas por la diosa eslava.

A la hermosa eterna le brillaron las manos cuando apunto a un puñado de las criaturas, cambiar de forma las cosas era una de sus habilidades más importantes, no en vano fue la Circe que convirtió a la tripulación de Ulises eras atrás. Durante unos instantes un haz de luz hizo brillar a los seres y después torció el gesto como contrariada.

— ¡Dulce Zuras! ¡No tienen una estructura molecular que manipular! —Exclamó Sersi.

— ¡Pues habrá que hacerlo a la antigua! —Dijo Red Norvell descargando un tremendo golpe con su martillo en el suelo que hizo que cayesen derribadas docenas de criaturas.

El dios de la guerra se plantó ante el interminable torrente de seres viscosos y sin rostro que se arremolinaban a su alrededor. Con su espada derribó a varios oponentes.

—No sois rivales dignos para Ares. —Dijo el dios olímpico. —Nadie lo es en realidad.

Tuvo una idea y su escudo y su espada corta se esfumaron en el aire, para aparecer en sus manos dos potentes y modernas ametralladoras de gran calibre. Ares comenzó a descargar el cargador eliminando a docenas de ellos con cada ráfaga. Sonrió satisfecho.

—Sin duda eres el mejor armero de la creación, Hefesto. —Murmuró sin dejar  de disparar una y otra vez.

Dos policías rusos estaban acorralados por dos golems, descargaron el cargador de sus armas contra los cuerpos de nieve y hielo, sin ningún resultado. Los monstruosos colosos avanzaban con pesados pasos hacia ellos. Sus garras de hielo crecieron para descargar su furia contra los asustados policías, una gran sombra cayó sobre ellos.

Ulik el troll dio un espectacular golpe con sus puños, partiendo en dos a uno de los golem, que se derritió de inmediato.

Ulik se rió y se volvió hacía su siguiente oponente. El coloso de hielo dobló su tamaño ante el troll y intento golpearle.

El rey de los trolls de Asgard, agarró con sus dos manazas a su enemigo y lo levantó cuán grande era,

para luego arrojarlo con todas sus fuerzas contra el suelo, rompiéndose en mil pedazos.

Ulik se acercó a los policías, que lo miraron con temor y desconfianza.

— ¿Estáis bien, pequeños? —Dijo con cierta sorna Ulik.

Los policías asintieron con estupefacción. Y el troll se marchó, en dirección a más enemigos. El ansía de combate le llenaba por completo en cada poro de su cuerpo, debía agradecerle al Dios del Trueno que le ofreciese un motivo para no apoltronarse en el trono del reino de los trolls. Ulik era un guerrero, y ese era realmente su sendero, no el ser un rey y dedicarse a enviar a otros a la batalla.

Lupe de Guadalupe, conocida como Silverclaw sujetó a un bombero que estaba colgando de una repisa, e invocando sus poderes animales, adoptó su forma mitad humana-mitad simiesca y descendieron hasta el suelo.

—Gracias. —Le dijo el agradecido hombre a la joven costaverdense.

Lupe sonrió y se cambio a su forma de jaguar para lanzarse sobre un grupo de seres sin rostro que habían rodeado a una madre y una hija. Silverclaw descargó la furia de sus garras y sus mordeduras contra las criaturas.

Aún no se sentía del todo cómoda con estos asuntos relacionados con los dioses y junto a sus compañeros, pero actuaba sin pensar demasiado en ello.

Tarene hizo girar su martillo encantado y se enfrentó a la inmensa masa de ígnea que era el dios eslavo de la llama.

—Eres menos que nada ante mi poder, mujer. Te consumiré entre mis llamas hasta que sólo seas un montón de cenizas.

Tarene movió aún más rápido su martillo, haciéndole brillar cada vez con más intensidad, haciendo crepitar de energía a su alrededor.

—Eres un dios cruel, villano y no toleraré más tu comportamiento, a Odín pongo por testigo, ¡que esto se acaba aquí y ahora!

La doncella del trueno, la Elegida, lanzó su martillo contra el centro del dios de la llama. El arma mágica pareció desaparecer entre las llamas, hasta que una implosión hizo que el cuerpo ígneo se colapsase sobre sí mismo, haciendo que su forma se disgregase quedando solo unas pocas llamas.

El martillo regresó a su mano. Tarene observó satisfecha que había derrotado a la criatura. Por fin volvía a tener un rumbo en su vida, una meta definida, una oportunidad para poder usar sus poderes para hacer un gran bien.

— ¡Svarozvich! —Gritó Morana al contemplar lo ocurrido al dios de la llama.

Su rostro se volvió una máscara de odio y fluyeron olas de poder  mágico de su cuerpo.

— ¡Si a muerto….! ¡Os lo hare pagar con creces!

Sersi se elevó en el aire y de sus ojos saltaban chispas de energía.

 — ¡Hace siglos que no tengo un buen  combate! —Exclamó Sersi irradiando energía cósmica desde sus cuencas oculares.

Los rayos cósmicos golpearon de plano contra el torso de la diosa del invierno, que cayó derribada exclamando un grito de dolor.

Inmediatamente, las criaturas sin rostro se deshicieron en un charco de un líquido negro y viscoso.

— ¡Buen jugado, Sersi! —Dijo Red Norvell.

—Deduje que si Morana caía perdería el control sobre las criaturas. —Observó la eterna.

— ¡Cuidado! —Gritó Red Norvell apartando a Sersi y creando un campo protector contra el que chocó un rayo de energía mística.

— ¡No me  derrotareis tan fácilmente! ¡Soy Morana, diosa del invierno y de la muerte! —Gritó la enfurecida diosa.

La diosa continuó lanzando ráfagas de energía contra ellos, Red Norvell golpeaba contra los rayos con su martillo como si fuese un bateador despejando pelotas de beisbol.


—Has agotado mi paciencia, Morana, ¿y sabes qué hora es en estos momentos? ¡La hora del martillo!

Apuntó con su martillo de uru contra la diosa eslava y un relámpago de fuerza concentrada golpeó con dureza contra ella. Morana se dobló de dolor y atravesó con la mirada a Norvell.

La  diosa del invierno cerró los ojos e invocó en sus manos una espada de hielo de gran tamaño.

—Esta es la espada del invierno, su contacto es letal para cualquier que se cruce en su camino ¡Ahora moriréis! —Exclamó Morana apuntando con la espada a Norvell y Sersi.

Skurge observó la escena y con gran habilidad, arrojó su hacha maldito, que chocó contra la espada, partiendo su hoja en varios fragmentos.

— ¡No es posible! ¡No puede acabar de esta forma!

El Ejecutor frunció el ceño y se acercó a ella, sin ningún temor.

—Puede y lo hará, nunca te has enfrentado a nadie como nosotros, mujer. —Dijo Skurge con decisión.

Morana apretó los dientes, dispuesta a vender cara su derrota, cuando el espacio alrededor de la diosa se rasgó, se dobló sobre ella, mostró sorpresa en su rostro, y en un instante, esta se desvaneció como si nunca hubiese estado allí.

— ¡Ha huido! Sin duda era una cobarde. —Dijo Ares envainando su espada y colgándose el escudo a la espalda.

—Parecía desesperada y llena de dolor y rabia…—Inquirió Silverclaw.

—No creo que haya huido. —Comentó Horus pacientemente. —Parecía dispuesta a seguir luchando, y ha sucedido inesperadamente y se veía tan sorprendida como nosotros. Me temo que fue algo ajeno a ella.

—Sea como sea, los hemos derrotado y salvado a toda esta gente, tendremos tiempos de averiguar dónde está. —Dijo Norvell.

Se dio la vuelta, solo para encontrarse un micrófono y una cámara apuntándole en el rostro.

—Soy Trish Tilby del canal CNBC de los Usa ¿Quiénes sois? —Dijo la presentadora.

Red Norvell se quedó sin hablar durante un instante, para después intentar dibujar la mejor de sus sonrisas.

—Somos los Campeones. —Anunció con seguridad.

Los demás pusieron cara de sorpresa o directamente de desagrado.

— ¿Los Campeones? ¿Cómo los Campeones de los Ángeles[6]? —Dijo la periodista.

Norvell meneó la  cabeza

— Hemos sido designados por el mismo Thor como protectores de éste plano. Cualquier dios o ser procedente de otro plano divino que amenace a la población humana se las tendrá que ver con nosotros. Estamos aquí para ayudaros, no lo olvidéis.

Red Norvell dedicó la mejor de sus sonrisas a la cámara y entonces se separó de los periodistas y su martillo Uru creó un vórtice por el que desaparecieron uno por uno hasta que se desvaneció.

 Trish Tilby se quedó quieta mordiéndose el labio durante unos segundos, su compañero le tocó el hombro.

— ¿Qué te ocurre, Trish?

—Nada, solo pensaba.

Estos Campeones darían que hablar y ella quería estar en primera línea cuando volviesen a hacer su aparición. Sonrió, su instinto le decía que estaba en el sitio exacto en el momento adecuado. Esto sin duda sería un pelotazo informativo y lo sabía.


Epilogo

Morana abrió los ojos y ya no estaba en el mundo mortal, podía sentirlo en su interior. Se incorporó dolorida ¿Cómo habría llegado allí?

Era una sala llena de cientos y cientos de espejos y una mesa hecha de cristal de múltiples colores y matices.

Miró varios espejos, donde increíblemente no se reflejaba nada, ni siquiera ella misma. Hasta que una silueta envuelta en sombras apareció en el interior de uno de los espejos.

— ¿Quién eres? ¡Muéstrate!

La figura salió de la superficie del espejo una hermosa figura femenina, con ropajes verdes y dorados

y una diadema con dos cuernos largos. Una carcajada malévola  resonó por la estancia. Una histriónica risa cargada de locura.

— ¿Acaso no es evidente? ¿No reconoces el rostro de Loki, dios del engaño y la mentira?

¿FIN?


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Referencias:
1 .- Según varios mitos y leyendas, griegas y de otras culturas, Hiperbórea era un lugar situado más allá de los vientos del norte, una tierra donde se creía vivían dioses y sus hijos. De los hiperbóreos se decía que eran inmortales, además de ser descritos como gigantes, y que tenían unas costumbres primitivas. Sileno, en una de sus fábulas, decía que fueron los primeros hombres en ser visitados por los habitantes de otro continente más allá del océano que, asustados por lo que se encontraron, regresaron a su país y no volvieron más.
2 .- Como se vio en los primeros números de Thor en AT.
3 .- Trish Tilby, vieja conocida de las series mutantes.
4 .- Traducido del ruso antiguo.
5 .- Se refiere al Crepúsculo de los Dioses, en los nº14-15 de Thor.
6 .- Los originales Campeones fueron un grupo formado por Hércules, Viuda Negra, Motorista Fantasma, Estrella Oscura, el Hombre de Hielo y el Ángel y tuvieron una serie en los años setenta.

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