Heroes de Alquiler nº04

Título: Regreso al negocio (y IV)
Autor: Raúl Montesdeoca
Portada: Ernesto Treviño
Publicado en: Noviembre 2013

Madame Hydra tiene en su poder a la Corona Serpiente ¿o acaso es al revés? Los Campeones intentarán detener sus planes pero antes tendrán que enfrentarse a la nueva fuerza de asalto de Hydra, los Héroes de Alquiler. Y además la llegada de un nuevo héroe al equipo.¡¡Nuff Said!!
Si necesitas un héroe, y puedes pagarlos, llámalos, por un precio justo, solucionarán tus problemas e impartirán justicia
Creado por Chris Claremont y John Byrne

La Ciudadela, Residencia de Los Campeones. Plano de Hiperbórea

Horus impuso sus manos sobre la cabeza de Tigre Blanco. Su vista era legendaria, era capaz de usarla a través del tiempo y el espacio. Necesitaba mirar dentro de la mente de Héctor Ayala para comprender. La Corona Serpiente había regresado al plano material y eso nunca eran buenas noticias. Poco o poco se fue levantando la bruma que cubrían los pensamientos del héroe felino.

Héctor Ayala había sido reclutado como miembro del ejército de Hydra gracias al inmenso poder mental que la corona otorga a su portador. Aunque en este caso se trataba de una portadora, la pérfida Víbora. Ahora se hacía llamar Madame Hydra y se desconocía cómo había llegado el artefacto a manos de la líder de Hydra. Por fortuna, Víbora no llegó a saber que Tigre Blanco tenía la capacidad de crear portales a la ciudad situada entre los planos, la eterna y mítica Kun Lun. Fue usado como un soldado más en la guerra que libran Hydra y Maggia por el control de la Gran Manzana. En uno de esos enfrentamientos había cruzado sus pasos con los recién formados “Héroes de Alquiler”. Durante el combate resultante, Héctor convocó al Tigre Blanco de Kun Lun y en ese momento Set, a través de Madame Hydra, supo de su capacidad para abrir un camino a la mística ciudad y de inmediato decidió hacerse con la ciudad que le serviría de cabeza de playa para dominar toda la realidad.

El dios serpiente había tratado por todos los medios de hacerse con el control de la mente del héroe, pero el hechizo desapareció cuando Héctor cayó inconsciente tras ser derribado por Puño de Hierro. Finalmente Tigre Blanco acabó siendo parte del nuevo equipo, aunque no recordaba nada de lo sucedido mientras había estado bajo los efectos de la Corona Serpiente.

Estar en Hiperbórea fortalecía el poder de Horus, al tiempo que las barreras dimensionales y las protecciones de la fortaleza de los Campeones debilitaban la influencia de Set en el humano. Había conseguido ver incluso lo que había permanecido oculto hasta para el propio Héctor Ayala.

El dios halcón miró a sus compañeros de equipo, que habían permanecido inmóviles en respetuoso silencio. Allí estaban Ares, el dios griego de la guerra. Ulik el troll, Red Norvell, Skurge el Verdugo y Tarene la Doncella del Trueno, todos ellos de origen o con raíces asgardianas. También se hallaban la eterna Sersi y la semi diosa azteca Silverclaw. Esperando a que Horus se pronunciara.

-A través de la mente del humano he averiguado donde se halla la Corona Serpiente. Es la hora de actuar. Yo no podré acompañaros, alguien debe vigilar los movimientos de Set y soy el más adecuado para ello. Enviaré a uno de mis emisarios. Aunque disto mucho de mis tiempos de gloria, Horus aún es reverenciado en algunos lugares.

Red Norvell asintió. Observó que al igual que él, el resto del grupo había recibido las palabras del dios halcón con extrañeza.


Isla Cielo

Xander se mostró sorprendido y algo nervioso cuando dos miembros de la guardia real le comunicaron que el monarca deseaba verle. ¿De qué podría tratarse? Bien era cierto que no había visto con buenos ojos la coronación del medio humano Sam Wilson como rey del Pueblo Alado, pero había servido fielmente sin rechistar como correspondía a un capitán del ejército de Isla Cielo. Solo había una manera de averiguar de qué se trataba. Con premura extendió sus alas y se dirigió volando hacia el palacio. Todos en Isla Cielo tenían esa facultad. Eran los descendientes de antiguos Shiar, de antes de que perdieran sus alas. Ni siquiera el Pueblo Alado sabía el motivo del exilio de los fundadores de la colonia. Habían habitado este planeta por muchos miles de años, más incluso que los homo sapiens que pueblan la superficie.

Enfiló hacia la gran cúpula central del palacio real y descendió aprovechando las corrientes de viento. Al llegar, dos guardias le interrumpieron el paso. En cuanto le reconocieron, dieron un paso atrás.

-Su Majestad te espera.

Entró en el gran salón del trono. Estaba casi vacío para lo que solía ser la norma. Tan solo estaba ocupado el trono, junto al cual tres altos sacerdotes conferenciaban con el rey. En cualquier otro momento, el salón habría estado lleno de consejeros, cortesanos y nobles. Hoy solo se oían los cuchicheos de los clérigos, hablando entre susurros. Xander se arrodilló al llegar junto al trono e inclinó su cabeza en señal de sumisión y lealtad.

-Por favor, levántate. Todavía no me acostumbro a este protocolo tan estricto. -dijo Sam Wilson, conocido como El Halcón

-Es comprensible. No lleváis mucho tiempo entre nuestro pueblo.

Sam Wilson dudó unos instantes de las intenciones del comentario. Conocía a Xander y sabía que, como a muchos en Isla Cielo, no le hacía excesiva gracia que un mestizo recién llegado estuviera sentado en el trono de nubes. Al propio Sam le costaba asimilar los cambios que se habían producido en su vida. Había descubierto que era un descendiente del Pueblo Alado. Y no solo eso. El ritual del dios pájaro que reveló sus marcas de nacimiento, demostró también que era miembro de la familia real. Después de la muerte de Cuervo Rojo, el Pueblo Alado había estado sin líder y la llegada del Halcón fue vista como una señal por los altos sacerdotes. Acabó convertido en el rey de un pueblo que no conocía. Pero sabía en su interior que su presencia allí tenía un motivo, aunque no alcanzaba a comprender del todo cual era.

-Debo marcharme por una temporada de Isla Cielo. -comentó escueto El Halcón

Xander reflejó su sorpresa en su rostro.

-Pero… Isla Cielo necesita a su rey. El pueblo requiere de vuestra presencia, queda tanto por hacer. Vuestro régimen aún no se ha afianzado. ¿Qué motivo puede haber para vuestra marcha?

-No es mi voluntad, sino la del dios pájaro. Los clérigos aquí presentes podrán confirmarlo. -respondió El Halcón

El capitán del ejército Xander buscó la mirada de los clérigos y pudo ver los asentimientos de estos ante las palabras del rey.

-¿Quién se hará cargo del gobierno de Isla Cielo?

-Es por ese motivo por el que te he hecho llamar. Tú serás el regente en mi ausencia.

A Xander casi se le salen los ojos de las órbitas por la sorpresa.

-¿Yo? No creo que…

Sam Wilson no le dejó terminar.

-Como acabas de demostrar no temes decir lo que piensas. No eres uno de esos nobles lisonjeros ni andas en conspiraciones. Haces lo que debes hacer. Eres la persona adecuada.

Xander no terminaba de creer lo que estaba oyendo.

-Si esas son sus órdenes, las acataré.

-No es una orden Xander. Es mi deseo. -sentenció El Halcón

-Así será -dijo Xander más convencido-. ¿Por qué debéis abandonar Isla Cielo?

-Al igual que tú y muchos otros en la isla, yo también me pregunto a veces si soy el más adecuado para llevar la corona. Creo que empiezo a ver el motivo. Debemos abandonar el aislamiento y darnos a conocer. El mundo de abajo necesita ahora de nuestra ayuda más que nunca. Por eso seré el embajador de Isla Cielo en el mundo de abajo.


Helitransporte de S.H.I.E.L.D. (sobre el cielo de Nueva York)

Dum Dum Dugan llegó hasta la consola de mando principal. Allí estaba el coronel Furia, su compañero de mil batallas. Andaba enfrascado leyendo informes que no paraban de llegar en tres pantallas diferentes.

-Nick, tenemos a alguien que pide permiso para subir a bordo.

-No he visto ninguna nave en mi pantalla.

-No se trata de una nave. Está ahí plantado, flotando en el aire. Lleva un casco y un martillo.

-¿Thor?

-Eso pensé en un principio. Este es pelirrojo.

-Red Norvell, de Los Campeones. La policía divina. -dijo con sarcasmo el coronel

-¿Le permitimos el acceso? -preguntó Dugan

-Veamos qué es lo que quiere.

Unos minutos más tarde, el fornido pelirrojo hacía su aparición en el puente de mando del Helitransporte.

-¿A qué debemos este honor? -preguntó intrigado el coronel Furia

-Iré al grano. No tenemos mucho tiempo. Debe detener el ataque a la base de Hydra en nueva York.

Nick Furia torció el gesto con desagrado.

-Eso es información confidencial. ¿Cómo demonios…?

-Ha sido una casualidad, también vigilábamos a Hydra. Debe dejar que nosotros nos hagamos cargo. Tienen la Corona Serpiente en sus manos. Sus hombres no están tan preparados para esto como mi equipo. Debemos actuar con extrema cautela, Set es un dios muy escurridizo.

El director de S.H.I.E.L.D. respiró profundamente antes de contestar.

-Mira muchachote, he sido bastante considerado al dejarte subir a bordo. No sé quién te crees que eres para detener una operación de S.H.I.E.L.D.

-En serio, coronel. Déjeme intentarlo. Usted sabe que la Corona Serpiente es muy peligrosa. Corre el riesgo de que los hombres y mujeres que envíe acaben cayendo bajo la influencia del objeto.

Nick Furia estuvo meditando unos segundos.

-Tienes una hora. -concedió


Base secreta de Hydra, Nueva York.

Silverclaw se acercaba con precaución al enorme almacén del East River que Hydra usaba como base en la Gran Manzana. Su apariencia había cambiado, en su rostro se veían unas facciones simiescas y un vello plateado cubría sus extremidades. Una gran cola prensil salía desde el final de su espalda. La forma de mono le otorgaba gran sigilo y la habilidad de trepar. Cuando llegó junto a uno de los muros laterales de la construcción, dio un increíble brinco y se asió a una tubería de conducción de agua que debía estar a más de cinco metros de altura.

Justo en aquel momento, dos guardas de seguridad aparecieron desde la esquina frontal y vieron la maniobra. Sacaron sus armas, apuntaron a Silverclaw y seguidamente cayeron al suelo como marionetas a las que hubiesen cortado los hilos. Quedaron inconscientes sin llegar a saber que el oxígeno que respiraban había sido convertido en cloroformo, gracias a los poderes de Sersi sobre la materia. Silverclaw agradeció el apoyo de su compañera de equipo. De no ser por ella, el factor sorpresa se habría ido al traste antes de empezar. El resto de Los Campeones esperaban impacientes en el tejado del edificio administrativo del muelle, a menos de cien metros de allí.

si

Silverclaw continuó su ascensión sin mayor dificultad. Caminó con sorprendente agilidad sobre el techo a dos aguas del enorme almacén y llegó hasta una de las claraboyas. Con mucho cuidado de no hacer ruido, tiró de ella haciendo uso de toda su fuerza. En el proceso, su cuerpo se cubrió de una piel coriácea y sus facciones se tornaron más reptilescas, si bien el tono de su piel se mantenía siempre de un color plateado. La fuerza del cocodrilo unida a la suya propia consiguió desencajar los goznes del tragaluz. Levantó la claraboya y se introdujo en el interior. El rostro de Silverclaw volvió a cambiar. De nuevo el vello blanco volvió a cubrir su piel, aunque esta vez aparecía cubierta de motas negras. Las pupilas de sus ojos se tornaron como las de los felinos y unas blandas almohadillas surgieron en las plantas de sus pies. Era asombroso el control que tenía sobre sus cambios de formas, usando en cada momento la habilidad que era necesaria con una naturalidad increíble. Todos los animales formaban parte de su ser.

Se descolgó con la agilidad de un jaguar entre las vigas que sostenían el armazón del almacén. Observó desde su privilegiada atalaya lo que ocurría bajo ella. No quedaba duda alguna de que era una base de Hydra. A pesar de la semi penumbra de las escasas luces de emergencia, gracias a su visión felina podía ver por doquier guardias con el uniforme verde de la organización criminal. También había un considerable número de impresionantes robots, que permanecían inmóviles. Silverclaw los reconoció de los archivos de Los Vengadores. Eran dreadnoughts, las temibles máquinas de combate que habían puesto en apuros a unos cuantos pesos pesados de la comunidad superheróica. La misión no iba a ser un paseo, ni de lejos.

Había una presencia opresiva por todo el lugar, tan intensa que incluso abotargaba sus extraordinarios sentidos. Silverclaw lo atribuyó a la cercanía de la Corona Serpiente y a la maligna presencia del dios serpiente Set, que era quién se escondía tras la corona.

Un rayo de energía de color escarlata surcó el aire sin que Silverclaw pudiese hacer nada por evitarlo. Le impactó de lleno y cayó como un pesado fardo al suelo que se encontraba varios metros más abajo de su posición. El impacto fue brutal, incluso para su resistencia sobrehumana. Cuatro agentes de Hydra se acercaron de inmediato a donde yacía Silverclaw. Uno de ellos se acercó a comprobar que estuviese fuera de combate. Tras unas rápidas comprobaciones, aseguró al resto que estaba inconsciente. Un pequeño objeto metálico y cilíndrico, titilaba intermitentemente con una pequeña luz roja en el cinturón de Silverclaw. El guardia, intrigado, lo tomó en su mano derecha y lo observó atentamente.

-¿Qué demonios es esto? -preguntó el agente de Hydra

El resto de sus compinches no supieron darle respuesta, limitándose a encogerse de hombros.

De repente el aire comenzó a oler a ozono y fue como si la propia realidad se rasgara. A menos de dos metros comenzaba a crearse una especie de vórtice. Llegaba a distinguir varias siluetas al otro lado. Skurge el Verdugo, fue el primero en aparecer a través del portal.

-Eso es una baliza, estúpido mortal. Lo necesitaba para saber donde debía teleportarme. -explicó Skurge a los atónitos agentes de Hydra

El resto de Los Campeones y Tigre Blanco atravesaron el portal como una exhalación y cayeron sobre los desprevenidos guardias, aunque no pudieron impedir que uno de ellos diese la voz de alarma. Segundos después, se activaban las sirenas de emergencia y las luces.

Desde su puesto de mando, instalado en un búnker bajo el almacén, Madame Hydra observaba la escena en su panel con una extraña sonrisa de satisfacción. Llevaba sobre su cabeza la legendaria Corona Serpiente. A su lado y de pie se encontraba Serpiente de Acero, una de las más recientes incorporaciones de Hydra. Este último preguntó a la líder de la organización.

-No parece preocuparte en exceso la presencia de Los Campeones aquí.

Víbora, ahora conocida como Madame Hydra, miró a su subalterno.

-Llevo puesta la Corona Serpiente. Solo era cuestión de tiempo que esos entrometidos policías divinos metieran sus narices en mis asuntos. Estoy preparada para recibirles.

Pulsó un botón de la consola central que tenía frente a sí y poco después comenzaban a abrirse media docena de fosos en el suelo del almacén. Un ruido de maquinaria y engranajes, anunciaba que unos potentes elevadores subían desde el sótano. En cada una de las plataformas que surgieron había cuatro unidades Dreadnought, hasta un total de veinticuatro. Iba a ser un desafío incluso para Los Campeones. Por si la cosa no pintase lo suficientemente mal, desde las pasarelas metálicas del segundo piso y rodeando casi todo el perímetro del almacén, surgieron varias compañías de agentes de Hydra armados con extraños rifles. Sobre la pared trasera se iluminó una inmensa pantalla de vídeo en la que apareció la imagen de Madame Hydra. La voz de la villana llenó todo el lugar.

-Bienvenidos Campeones. Os esperaba y os he organizado un comité de recepción que espero esté a la altura de tan distinguidos invitados.

Bajo la pantalla, que estaba en un nivel superior, se abrió una metálica puerta corrediza. Cuando terminó de plegarse, allí estaban Power Man, Puño de Hierro, Misty Knight, Colleen Wing y Gata Negra.

-¿Qué tenéis que decir a eso, Héroes de Alquiler? -bramó la voz de Víbora a través de los altavoces

Como si fueran una única persona, todos levantaron sus puños y gritaron.

-¡Heil Hydra!

Entonces se desató el Caos.

Los dreadnought bañaron el área con sus haces de energía. Ares y Ulik se llevaron unos cuantos impactos directos, pero su asombrosa resistencia los salvó de una muerte segura.

Tigre Blanco se dirigió desde un primer momento, con total desprecio por su seguridad, a proteger a la caída Silverclaw. Tanto de los robots como de los tiradores de Hydra, y a su lado permaneció durante todo el combate.

La eterna Sersi comenzó a convertir en vapor de gas a unos cuantos de los dreadnought, pero más ocupaban inmediatamente su lugar sin disminuir la presión sobre los Campeones. Para colmo de males, los agentes de Hydra comenzaron a realizar una cerrada descarga sobre el grupo de héroes. Sus armas vomitaban una irreal luz negra. Cuando Sersi recibió un impacto en un costado, gritó de dolor. Notaba como le robaban la vida, era energía nigromántica. Los agentes de Hydra tenían armas capaces de afectarles. Probablemente restos de las muchas que llenaron las calles de la ciudad en el evento conocido como “El Crepúsculo de los dioses”. Los Campeones lo sabían bien, habían sufrido sus consecuencias en primera persona.

Sersi recibió un segundo haz en pleno torso. Con un gesto de su mano, reforjó los restos metálicos de los dreadnoughts que había destruido. Convirtiéndolos en un recio muro para protegerse de la energía oscura que desprendían. Eso la obligaba a adoptar una postura más defensiva, lo que dio un respiro al bando de Hydra.

Ares destrozó de un espadazo a un dreadnought, que a punto estuvo de cortarlo en dos trozos. Mas al contacto de su espada con el robot, el dios de la guerra recibió una poderosa descarga eléctrica que lo atontó por unos segundos. Incluso cuando eran destruidos, aquellos monstruos de metal causaban daño en el combate cuerpo a cuerpo.

-¡Tened cuidado! ¡Estos malditos robots están electrificados! -advirtió Ares

Ulik agarró por la cintura a uno de los robots e ignorando el dolor que le causaba el contacto con el constructo metálico, lo lanzó contra otro de los dreadnoughts. Las dos máquinas chocaron y los campos energéticos cortocircuitaron, achicharrando los componentes electrónicos de los droides.

Red Norvell desmembró a otro dreadnught de un poderoso golpe de su martillo de guerra. Los robots caían uno tras otro, pero los Campeones estaban pagando su peaje para conseguirlo. Desde el segundo piso seguían recibiendo una granizada de rayos de energía nigromántica. A pesar de la legendaria agilidad de los dioses y semidioses que componían el equipo, algunos disparos conseguían impactar de cuando en cuando, drenando aún más su resistencia.

Ares trataba de despejarse después de recibir una nueva sacudida eléctrica al derrotar a otro de los robots asesinos de Hydra, cuando frente a él se encontró a Luke Cage.

-Sé que no estás en tus cabales, morenito. Tienes la mente controlada por la Corona Serpiente. Apestas a magia negra. Pero te advierto que si no te apartas de mi camino, haré que te trages todos tus dientes. -advirtió Ares

Luke Cage sonrió provocador.

-Inténtalo.

Ares es el dios de la guerra, no necesitaba más excusa para lanzarse a la batalla. Descargó un poderoso tajo de arriba abajo con su espada pero no encontró su objetivo. Cage hizo un quiebro a la izquierda y con la misma mano conectó un poderoso golpe en la mandíbula del dios, que retrocedió un paso.

-Por Zeus. Al fin un contendiente digno. Voy a disfrutar este combate. -dijo con una sonrisa de oreja a oreja

Ulik recibió un impacto en su hombro izquierdo, era algo distinto de los rayos oscuros. Un proyectil sólido penetró su carne e instantes después explotó. La agonía recorrió cada fibra de su ser. Ulik se volvió con el rostro contorsionado de rabia y dolor para averiguar quién era el causante. Allí estaba Misty Knight con su pistola humeante entre las manos y apuntándole directamente.

-Sé que eres un tipo duro, grandullón. Por eso decidí usar mis balas perforantes dum-dum. Ya has visto como van, explotan cuando están dentro del cuerpo. Eso debería bastar para tumbar incluso a una bestia como tú.-dijo Misty

El troll aesir estaba más allá de las palabras, solo quería venganza y acabar con el horrible sufrimiento. Así que embistió en una carga frontal.

-¡Voy a aplastarte, maldita ramera!

Misty Knight volvió a disparar, impactando varias veces más en el enorme cuerpo de Ulik. El inmenso troll no se detenía, paso a paso seguía acercándose hacia Misty. Ignorando la lluvia de balas que rasgaba su carne en varios lugares de su anatomía.

Tarene lanzó su martillo encantado contra los agentes que continuaban disparando los rifles de energía nigromántica. De un solo lanzamiento, logró deshacerse de seis de ellos, aunque de seguido otros ocuparon su lugar. La doncella del Trueno se disponía a recoger su martillo para un segundo lanzamiento cuando una voz a sus espaldas llamó su atención.

-Un arma muy interesante. ¿Se la robaste a Thor?

La que había pronunciado aquellas frases no era otra que Colleen Wing, llevaba su katana desenfundada y la apoyaba despreocupadamente sobre su hombro, en una actitud bastante prepotente.

-Apártate o sufrirás mi ira. Este martillo mágico me fue otorgado por el mismo Odín.

-Esta espada es una de las armas ancestrales del clan Yashida. Ha bebido suficiente sangre de demonio a lo largo de nuestra historia como para ser capaz de afectar incluso a los supuestos dioses de Asgard. Y tú no eres más que una versión femenina de Thor de segunda categoría.

Tarene aferró con fuerza su martillo y embistió a la samurai trazando un amplio arco de derecha a izquierda. Colleen Wing realizó una maniobra inversa y ambas armas chocaron con estruendo. La doncella del Trueno se asombró al ver la resistencia del arma de Colleen. Cualquier arma de factura humana debería haber quedado reducida a pedazos tras el impacto. Sin embargo, la samurai seguía en pie mirándola desafiante a los ojos en los instantes que las armas permanecieron trabadas.

Skurge el Verdugo descargaba un golpe tras otro con su hacha, desmembrando a los dreadnoughts que se cruzaban en su paso. En un instante que se tomó para recuperar el aliento, observó una silueta negra que se acercaba a su lado. Era Gata Negra, su primer impulso fue descargar un demoledor golpe con el plano de su hacha sobre ella pero se detuvo al oír las súplicas de la atractiva mujer.

-¡No, por favor! Tienes que ayudarme. Mis compañeros han sido dominados mentalmente. Tengo tanto miedo. -dijo en tono lastimero

El guerrero asgardiano dudó por un momento de las intenciones de Gata Negra. Realmente parecía asustada.

-Nada debes temer. Ven junto a mí y te protegeré.

La sensual Gata Negra aceptó la invitación de Skurge de manera literal, cuando estuvo a su lado se abrazó a él. El cálido contacto de las sinuosas formas de Felicia Hardy encendieron en Skurge pasiones que creía olvidadas y que le traían una agridulce mezcla de recuerdos. El fornido asgardiano cubrió con uno de sus enormes brazos a la mujer, protegiéndola. Uno de los dreadnoughts descargó sobre Skurge toda una carga de nitrógeno líquido. Pidió a Gata Negra que se quedara tras él y se enfrentó a la máquina.

-Estúpido montón de tuercas. ¿Intentas hacerme daño con frío? ¡A mí que he pasado el interminable invierno del reino de los gigantes de hielo sin pestañear! ¡Ja!

Con un revés de su hacha partió al droide asesino en dos por la cintura, estaba tan ensimismado en la batalla que casi ni notó la descarga eléctrica del dreadnought. De pronto, Gata Negra estaba sentada sobre sus hombros y sin piedad alguna comenzó a arañar su cara, causando que varios hilos de su sangre brotaran de su frente y mejillas. De un tirón con su mano libre se deshizo de la mujer y la lanzó sin miramiento contra la pared más cercana. Sin embargo, Gata Negra se contorsionó en el aire, flexionó las piernas al chocar con el muro y, dando una cabriola hacia atrás, volvió a caer de pie al suelo. Como el animal del que tomaba su nombre de guerra. Las heridas recibidas no eran graves, pero el reguero de sangre que caía de su frente impedían a Skurge ver con claridad. Gata Negra aprovechó la confusión del Verdugo para arañarle en un brazo. El gigantón asgardiano trató de encajarle un gancho de izquierda como respuesta; pero la felina mujer lo esquivó sin apenas dificultad, volviendo a retrasar su posición hasta descubrir una nueva brecha en la defensa de Skurge.

-No tienes mucha experiencia con mujeres, ¿verdad? -se burló Gata Negra

Skurge el Verdugo lanzó un alarido de pura rabia.

Red Norvell seguía repartiendo golpes a diestra y siniestra con su martillo de guerra a dos manos. Ni siquiera la densa protección metálica de las máquinas era rival para el poder de su arma. Frente a él, encaramado a los escombros de un robot que había destruido apenas un minuto antes, estaba Puño de Hierro. Su puño derecho brillaba con la intensidad de un estrella y la energía crepitaba en torno a él.

-No tengo deseos de luchar contra ti, Puño de Hierro. Debes luchar contra la Corona Serpiente. ¡Libera tu mente!

La petición de Red Norvell no pareció causar ningún efecto sobre Puño de Hierro. El legendario luchador de Kun Lun inició un salto en el aire llevando atrás su puño derecho, para generar más fuerza al descargarlo sobre el pelirrojo asgardiano de adopción. Uniendo su propia inercia al demoledor poder de su puño golpeó con todo lo que tenía. Red Norvell descargó su martillo para bloquear el golpe. El choque de los dos objetos indestructibles fue como una colisión de trenes a plena marcha. El destello de luz que se produjo cegó a todos los presentes durante unos segundos.

Red Norvell tuvo que poner un pie en tierra para resistir el embate de la onda expansiva. Puño de Hierro lo llevaba peor, estaba tendido en el suelo. Aunque ya trataba de incorporarse. Los dreadnoughts habían sido derrotados, pero los agentes que disparaban las armas necrománticas no paraban de minar las fuerzas de los Campeones. Además estaba el problema de los Héroes de Alquiler. Controlados mentalmente por la Corona Serpiente, estaban resultando ser unos enemigos duros de pelar. A pesar de todo el poder que acumulaban los Campeones, varios de ellos dioses de diferentes panteones, quizás estaban enfrentándose a su última batalla. La victoria parecía inclinarse por momentos al bando de Hydra.

En el momento más oscuro para los Campeones, les llegó un estrépito de cristales rotos desde las alturas. Ninguno pudo evitar la tentación de mirar hacia arriba. Asombrados, todos observaban la luminosa figura alada que descendía desde el techo. Sus alas y todo él brillaban con un aura blanca. Aterrizó en medio de la batalla de los héroes y el aura se extendió sobre los miembros de los Campeones y de los Héroes de Alquiler. Los rayos nigrománticos de los rifles se estrellaban contra la mágica barrera y las armas pasaron a ser poco menos que trastos inútiles.

¡Era Sam Wilson, El Halcón!

Pero sobre todo, se levantó el velo que oscurecía las mentes de los Héroes de Alquiler. Finalmente podían verlo todo con una claridad meridiana. Puño de Hierro miró a Red Norvell y dijo.

-¿Sabes qué? Estoy muy cabreado con Víbora por haber jugueteado con mi mente. Va siendo la hora de devolver los golpes. ¿No crees?

Red Norvell con ánimo renovado respondió.

-Esa es la mejor oferta del día.

Con ambos equipos de héroes luchando finalmente en un mismo bando y con la ayuda del Halcón, la batalla fue rápida. Una vez los sicarios fueron derrotados, los héroes se dirigieron a toda prisa al búnker subterráneo de Madame Hydra. Allí encontraron un pasaje secreto abierto que se internaba aún más en las profundidades de la tierra. Siguieron el pasaje un corto tramo y vieron que desembocaba en un túnel en el que había vías de ferrocarril. La ruta de escape de madame Hydra.

Lo más extraño es que encontraron el vehículo de huida con los motores en marcha, inmóvil. Y a Madame Hydra en su interior, pero ni rastro de Serpiente de Acero ni de la Corona Serpiente.

-Tengo la impresión de que Nick Furia se va a enfadar bastante con nosotros. -comentó Red Norvell mirando al resto de los Campeones

-No creo que pueda quejarse. Hemos desmontado una operación de Hydra en pleno centro de Nueva York. Las pérdidas en armas y efectivos han sido considerables para estos malditos terroristas. -comentó Luke Cage

-Espero que eso le calme un poco. -dijo Red con una sonrisa socarrona

Luke Cage tendió su mano a Red Norvell.

-Lamento que hayamos tenido que conocernos así. Ha sido un honor luchar a vuestro lado. Aunque empezáramos en bandos opuestos.

-No hay nada que lamentar o disculpar. La Corona Serpiente es un objeto muy poderoso y escurridizo. Para nosotros también ha sido un honor compartir el campo de batalla con los Héroes de Alquiler. -respondió Red Norvell estrechando la mano a Luke Cage

Continuará...


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