Star Trek Defensor nº07

Título: Juicio
Autor: Guillermo Moreno
Portada: Edgar Rocha
Publicado en: Marzo 2014

Los actos tienen consecuencia y es hora que Kuriko rinda cuenta por las acciones tomadas durante la Crisis Gorn; eso piensa todo el mundo, hasta la misma capitana; pero ¿de verdad será una rendición de cuenta o un pase de facturas?
Durante la última invasión la Federación fue sorprendida con la guardia baja, desliz que ha costado muchas vidas y recurso. El alto mando consciente de las fallas en Seguridad y Defensa ha decidido tomar una actitud más proactiva en ese tema; para ello se ha creado el Proyecto: Defensor. Este consiste en una serie de naves y personal dedicados únicamente a garantizar la seguridad y estabilidad de la Federación y sus aliados. Y estas son las crónicas de aquello que han sacrificado todo en pos del sagrado deber
Gene Rodenberry y Action Tales presentan:
Creado por Guillermo Moreno



I

Kuriko levantó la vista con toda la calma del universo y, con la misma actitud, posó sus ojos sobre el jurado. Este se encontraba conformado por varios miembros del alto mando de la Flota Estelar; entre ellos destacaban la Vice-Almirante Kathryn Janeway y el Almirante Raymond Stoner. Para Kuriko ambas figuras eran importantes porque, en cierta medida, representaban varios de sus ideales. Valores que en cierta forma eran contrapuestos, pero aquella era una condición que no era ajena a ningún ser humano.

Aquel jurado tenía días deliberando sobre su actuación en la reciente crisis acaecía en Cestus III, sitio donde ella era responsable de un grupo de trabajo y a su vez de la base estelar allí situada. Ya la habían interrogado en una primera fase, ya habían interrogado a los diferentes capitanes de su flotilla y a los miembros de la tripulación y ahora volvían a interrogarla. Todo aquello con la finalidad de cotejar los dicho antes por ella, con los dicho por sus subordinado y lo que tendría que decir ahora; de allí surgiría un análisis interesante y por lo tanto un veredicto justo.

—Capitana Kuriko Matsumoto— comenzó la Vice-almirante Janeway— Usted forma parte de un grupo realmente interesante. Una corte de jóvenes oficiales que fueron promovidos con premura al rango de capitán para llenar los vacios que las diferentes crisis habían generado. Gracias a los buenos oficios de su mentor y, sin duda alguna, a su intachable hoja de servicio usted fue considerada para el puedo— hizo una pausa y miro de nuevo su Padd para verificar algunos datos— también, por su participación durante la Guerra contra el Dominion usted fue considerara para formar parte de la iniciativa Defensor ¿Cierto?

—Cierto— respondió Kuriko parca. Recordó con premura aquel proyecto que aun levantaba roncha en muchos capitanes de la Flota estelar, pues la idea o la presencia de tener personal militar dentro de sus naves distorsionaban, a su juicio, la esencia de la organización a la cual pertenecían y que era: explorar el espacio y encontrar nuevas formas de vida, llegando a donde nadie se había atrevido a llegar. Esa repugnancia que los otros sentían ella la superó cuando llego al sector y se encontró con los piratas gorns haciendo de las suyas. Realmente los militares habían sido de utilidad, su disciplina armamento y táctica habían marcado una clara diferencia a la hora de hacerle frente a Rex y sus secuaces.

— ¿Cuál es la premisa fundamental de ese proyecto?— inquirió Janeway.

Kuriko contuvo las ganas de suspirar, aquella pregunta ya se la habían hecho en la primera sesión. Se ajusto el traje de gala y respondió con serenidad

—El Proyecto Defensor tiene como prioridad reforzar la presencia de la flota estelar las fronteras. A través de un grupo de trabajo que garantice la seguridad en las zonas y permita a las naves de exploración ejercer su oficio con seguridad. Están allí para hacerle frente a los peligros y mediar en caso de confrontación.

— ¿Eso es todo?

—También están allí como un grupo de respuesta inmediata de acuerdo a la coyuntura que suceda.

Janeway asintió y volvió a posar sus ojos sobre el Padd. Mantuvo silencio durante unos minutos que se le hicieron eternos a Kuriko.

—Tomando esa directiva como punto de partida— dijo Janeway— ¿Cómo juzgaría usted el desempeño de su fuerza de trabajo?

—Los objetivos planteados para el programa se cumplieron a cabalidad— replicó Kuriko.

— ¿En serio?— le atajó Janeway— ¿Considera usted que la forma como se resolvió el impase con los gorn fue adecuada?

—Sí— replicó la capitana de la Hermod y sostuvo la vista de su superior con la arrogancia que solo la juventud da.


—Yo no comparto esa opinión— intervino el almirante Stoner, quien había guardado silencio— Usted se extralimitó en sus funciones, se saltó la cadena de mando y los protocolos, todo para hacer su voluntad.

—El mismo discursillo del capitán Walker— masculló por lo bajo Kuriko

— ¿Perdón?

—He dicho que no me extralimite, sino que hice lo que pude con lo poco que tenia al alcance. Aquella crisis apremiaba…

— ¿En serio?— le atajo Stoner

—En serio— replicó Matsumoto desafiante

—Ilumíneme— le reto él.


— ¡Puerca Miseria!

—Sera mejor que se calme, teniente Castellani— le solicito el Teniente Comandante Mekor al italiano, quien caminaba de un lado a otro por la sala de espera.

— ¿Qué me calme?— inquirió

—Si, además baje el tono de voz

—No puedo, mi teniente— respondió— No puedo.

—Debes intentarlo, Giuseppe o tendré que dispararte— dijo el Teniente Comandante Leonardo Bolívar, quien llegaba con la Teniente Tamist, la Boliana jefe de operaciones, y una bandeja con humeante té— Aquí tiene una manzanilla para que se te calmen los nervios.

Giuseppe obedeció a su superior, guardó silencio mientras degustaba la infusión.


— ¿Qué tanto la interroga?— inquirió Tamist a sus superiores

—Los cargos contra la capitana son, desde la perspectiva del Alto Mando, realmente severos— respondió Mekor

—Querrá decir, mi apreciado Mekor— le atajo la Comandante Azala Dan— Que son grave para cierto sector del almirantazgo.

—Ciertamente— replico el medio cardasiano con una sonrisa de medio lado— encuentro este evento realmente ridículo, cuando menos hipócrita. Al fin y al cabo la mayoría de ellos se pasó los protocolos por la nariz cuando fueron capitanes…

—Si no lo hubieran hecho no estarían allí— le atajo la Doctora con una sonrisa

—En efecto— replicó el Doctor

— ¡Puerca Miseria!

—Aquí vamos de nuevo— replicó Mekor entre suspiros.


II


Cuando la compuerta estalló en pedazos, Sthi´rell, con disruptor en mano y un detonador en la otra, se preparó para encarar a su adversario y con él la muerte. Menuda fue su sorpresa cuando el polvo descendió y ante su persona se encontraba el gigantesco Zesstara´s, el hijo de S'Yahazah. El Dios viviente, con un simple gesto, le ordenó que se desarmara. El científico lanzó un sonoro suspiro y se rindió.

—Doctor— comenzó Zesstara´s— ¿Hizo lo que le solicite?

El estupefacto gorn se limito a asentir


— ¿Deduzco entonces que está listo todo para el transporte?

—Sí, mi señor— respondió Sthi´rell nervioso sobremanera— Rex y los otros sujetos viables están en sus capsulas de éxtasis listas para el transporte.

—Denme las condiciones sobre los sujetos, doctor.

—Alcanzamos los parámetros genéticos que su excelencia solicito.

— ¿Y su sinapsis y conciencia? ¿Qué hay del género?

—Se encuentran al mínimo, están adaptas para una incursión.

—Estupendo— dijo Zesstara´s animado— Dentro de poco mí pueblo se habrá recuperado, seremos capaces de reproducirnos a la vieja usanza y caminaremos de nuevo entre las estrellas.

Aquel despliegue de alegría helo la sangre en el cuerpo Sthi´rell algo, muy en el fondo de su ser le decía que no era lo correcto. Aquel Dios, si de verdad lo era, estaba engañándolos a todos. Estaba jugando una carta que, tristemente a estas alturas, cuando la Hegemonía estaba desgarrada en una guerra religiosa, no le convencía.

—Mi Señor, Una pequeña flota se acerca a la órbita, sus armas están prestas para la lucha, suponemos que son herejes— dijo la voz a través del comunicador de Zesstara´s

—Ya escuchó Doctor, hay que moverse— dijo el ser divino con calma.


III

—Justo después de los eventos relatados por el Teniente Comandante Mekor…

— ¿El mitad humano, mitad cardasiano?— le interrumpió Stoner

—Si— respondió ella mientras le lanzaba una mirada de pocos amigos para que desistiera de preguntarle si confiaba en aquel oficial de origen tan dudoso— y la Doctora Azalia, nos percatamos que la actividad pirata estaba aumentando de forma significativa en el sector. Inicialmente pensamos que se habían vuelto atrevidos, pero luego de apresar a unos cuantos nos percatamos

—De que algo los estaba azuzando contra ustedes— le atajó la Vice-almirante Janeway

—Exactamente— respondió Kuriko con calma— los contrabandista prefería jugársela con nosotros que hacerle frente a lo que fuese que los estaban cazando.

— ¿Qué estaba cazando a los piratas del sector?— inquirió Raymond Stoner

—Tomando en cuenta la actitud de los contrabandistas y las pesquisas hechas por mi jefe de seguridad, llegamos a la conclusión de que todo esto era producto de una lucha a lo interno del Sindicato de Orión.

—Una deducción loable. ¿Cómo llego a ella?

—Después de usar unas sondas de espacio profundo y algunos relevadores

— ¿Quién aprobó esa medida?

—Estaba dentro de mis competencias como capitán de una astronave y miembro del proyecto Defensor

— ¿Qué ocurrió luego?— intervino Janeway para calmar la creciente animosidad entre aquel par

—Envie a mi primer oficial, al Teniente Comandante Bolívar y al Mayor Wallenstein en una misión encubierta para que determinaran el asunto.

— ¿Quién autorizo eso?— pregunto de nuevo Stoner— supongo que su respuesta será nadie, y supongo que tampoco le consultó al Capitán Walker. Es más, según su informe usted desvió su atención. ¿Es cierto eso?

—Lo es— replicó la joven— hice aquello porque era imperativo, debía determinar el origen de esa amenaza, estaba trabajando con base en la prerrogativa del proyecto.

— ¿Acaso no sabía usted que la Federación Unida de Planeta cuenta con un cuerpo de inteligencia capaz de llevar a cabo esa tarea?

—Si

—Y, aun así, usted se atrevió a mandar a sus hombres y ponerlos en peligro. Poner en peligro el sector...

—Sin duda, estos tres oficiales son de lo mejor en mi grupo de trabajo, pero sabía que en caso de una coyuntura podía contar con el resto de mi personal. El cual, por cierto, esta igual de capacitado que estos tres.

— ¿Ve?— dijo Stoner dirigiendo a Janeway— A eso me refiero cuando hablo de los enemigos de la Federación; al enemigo interno. Es esa actitud indolente, irresponsable, de vaqueros de frontera lo que nos está destruyendo. Esa actitud fue y es la que ha acarreado el maremágnum de enemigos que nos acechan. Y es seguro la actitud que la retraso a usted durante su periplo por…


—Un momento— le atajo Janeway— No soy yo la que está en juicio aquí. Ni la actitud de la capitana Matsumoto. Ese no es el objetivo de esta interpelación. Sino el determinar porque la joven aquí presente se salto los protocolos. Porque pacto con los Oriones, porque actuó de forma unilateral.

—Está usted totalmente mal, Vice-Almirante. Esa no es la esencia de esta reunión.

—Entonces todo esta charada está mal— dijo realmente molesta la antigua capitana del Voyager, mientras se ponía de pie intempestivamente.

— ¿Cómo se atreve?

—Ya basta— replicó una figura que hasta ahora había guardado silencio, se trataba del Almirante Michael S. Dohaan. El mandamás de la flotan estelar — Siéntese, Vicealmirante— le ordeno a Janeway— mantenga la compostura Almirante Stoner. No está en la sala de su casa— la calmada, pero determinada, voz de Dohaan puso un alto en la actitud beligerante de Janeway y la prepotencia de aquel hombre, que se veía a sí mismo, por encima de los demás mortales por el mero hecho de haber puesto fin a la crisis más reciente.

El Almirante Dohaan centró su atención en Kuriko y, con la actitud de un abuelo o un maestro hablándole a un niño pequeño, se dirigió a ella.

—Jovencita. Su actitud y las medidas asumida a la hora de resolver el conflicto en la frontera, son, sin duda alguna, una clara muestra de un atrevimiento sin igual— hizo una pausa— pero a su vez, es una señal, sine qua non, de que nos hallamos ante el material en bruto y necesario para hacer de usted un gran capitán. Sería hipócrita de mi parte y, de muchos aquí— rápidamente lanzó un severa mirada a Raymond como retándole a replicarle, para poder recordarle la atrevida y unilateral acción que tomó cuando se enfrentó a los borgs— juzgarla por ser arriesgada y adaptarse ante una crisis. Estoy consciente de que si hubiese seguido el protocolo a pie juntillas, Cestus III estaría en manos de un digno adversario, según sus informes y los de sus subordinados. Pero, debe entender, que no podemos dejar pasar por alto esta situación, y sin duda ustedes debe ser sancionada ¿Comprende?

—Comprendo— respondió Kuriko

—Me parece muy bien. Recuerde que estamos cuestionando es su impulsividad y su desacato ante el protocolo. Solo deseábamos comprender ¿Qué era tan importante para saltarse las formulas establecidas? Las cuales yo no veo talladas en duranium, sino que estoy consciente que, ante la posibilidad de perder vidas y recurso deben ser flexible. ¿Entiende eso, joven?

—Sí, entiendo

—Entonces espere aquí mientras deliberamos— dijo el Almirante mientras se ponía de pie y con un movimiento de cabeza ordenaba al resto hacer lo mismo.


IV

El sonido de la compuerta automática fungió como el resorte que impulsó a los oficiales mayores de la Hermod, todos se pusieron de pie un instante. Sus rostros, en mayor o menor medida, reflejaban cierta turbación. Una preocupación que aumento cuando vieron el rostro apesadumbrado de su capitana.

Compelida por la empatía, la Teniente Tamist dejo de lado el decoro y abrazó a su superior. Sabía que en el fondo lo necesitaba.

— ¡Puerca miseria! ¿Qué te han hecho?— rápidamente el jefe de ingeniera procedió a imitar a la boliana.

El abrazo duro unos cuantos minutos, que a Kuriko se le hicieron eternos, pero necesarios. De verdad le hacía falta aquel gesto de aprecio y confianza.

—Bien, ¿Qué ocurrió?— le pregunto la Doctora Azalia, su amiga de vieja data después de Giuseppe

—No me relevaron del cargo— dijo con calma

—Gracias a los Profetas— comentó el Comandante Thalas

—Pero, estas acciones reprobables han quedado sentadas en mi expediente. Además, estaré sometida a supervisión durante un tiempo.

— ¿Quién será el ojo sobre nuestro hombro?— Inquirió Leonardo Bolívar.

—Yo—le respondió una voz femenina y severa mientras entraba a la sala. Todos observaron con asombro como la legendaria vice-almirante Janeway hacia acto de presencia. Rápidamente todo dejaron la actitud relajada y optaron por seguir el protocolo— Tengo que hablar con usted Capitán Matsumoto, a solas…

Todos comprendieron la lapidaria sentencia y en un tris el grupo desapareció.


V

La nave que fuese el verdugo de la Royal Viper surcaba el espacio a gran velocidad. Tras de ella solo quedaban los restos de la flota que se había atrevido a hacerle frente y un planeta que comenzaba a arder desde atmosfera y que, en poco tiempo, no sería habitable. Sthi´rell, el científico gorn, padre putativo del pirata Rex, observaba aquello realmente estupefacto y comenzaba cuestionarse, cada vez más, la viabilidad de ese proyecto, los resultados y recompensa que traería y, sobre todo, el costo que estaba acarreando. De verdad los sacrificios hechos eran muy altos. La Hegemonía se desgarraba por todos los costado, se habían lanzado a la guerra, pero no a una cualquiera, sino a una de índole religiosa. Y de paso, el dios por el cual muchos peleaban, le interesaba un comino los bandos, solo la posibilidad de crear más seres como Rex y reproducirse con ellos. ¿Por qué necesitaba hacer eso? ¿Cuál sería la razón? Se preguntaba una y otra vez, Sthi´rell, quien dudaba de la divinidad.

Atemorizado el científico comenzó a hacer respaldos de su investigación. En su mente se había formado un plan, el cual era movido por una única idea: Debía escapar de las garras de Dios, debía salir de allí.

Continuara….
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